LA
ENSEÑANZA DE LA HISTORIA
PARA LOS ESTUDIANTES DE PERIODISMO
Por Jorge Stavros Bracamonte
Profesor de Historia de Chile
Universidad José Santos Ossa
¿Qué Historia enseñar a quienes van a influir enormemente
en la opinión, conceptualización, decisión, y visión
de los habitantes de Chile?
Sabemos que la Historia
que se enseña, se aprende y más se usa, es la Historia Oficial,
aquella aprobada para servir a un gobierno de turno, a la tendencia mayoritaria,
al sentido de progreso adoptado etc. Pero
los lectores o escuchas de los periodistas, a lo largo de su vida, se
encuentran con nuevas verdades históricas, que pueden destrozar
los íconos de la educación recibida en esta asignatura.
Eso desorienta, causa un vacío, una sensación de engaño
manipulado.
Existen varias formas
de publicar la Historia: la que obedece a quienes vieron la realidad y
aquella que la interpreta, de acuerdo al color elegido en un prisma de
posibilidades. También
existe la Historia novelada, en que se exageran o inventan acciones, hechos
o discursos. Otra
forma es la que defiende una de las raíces vernáculas y
otra la transfigura.
La Historia puede
ser usada para influir en la gente, para seguir o rechazar una idea, etc.
Es por eso que la gran problemática de la enseñanza de la
Historia a quienes pueden influir en la mentalidad de su auditorio es
fundamental.
Se utiliza mucho la
frase: " Los pueblos que desconocen su Historia, están obligados
a repetirla". La utilización no es por ignorancia de los pueblos,
sino que no se repitan las verdades históricas de quienes están
interesados en entender sólo una parte de los acontecimientos.
Por eso la enseñanza
de la Historia debe salvaguardar a los futuros periodistas de ser considerados
transmisores de una Historia teñida de un solo color.
Entonces ¿ qué enseñar, cómo formar su criterio
histórico y sobre todo para qué enseñar la Historia?
Comenzando con el que es lo más importante: los periodistas son
los historiadores del presente, sus crónicas de los acontecimientos
son la verdad pura de ellos, en cuanto a crónica pura, si ella
está teñida , obedece a vicios racionales, o influencias
económicas, y quizás puestos al servicio de quienes les
mantienen el sueldo, serán los historiadores del presente si así
proceden. Cada periodista debe consignar lo que en realidad está
constatando, si esa crónica se tergiversa en su medio, él
debe guardar o escribir su verdad para darla a conocer en el futuro. Entonces,
enseñarle la Historia como elemento de formación de pregrado,
es tan importante como enseñarle también otros posibles
enfoques de ese acontecimiento.
Por ejemplo: El ataque
japonés a Pearl Harbour, puede ser la narración pura de
los acontecimientos, y la versión de un ataque aleve, o la desidia
interesada para provocar una causal de entrada en el conflicto mundial,
o por fin, para demostrar que la molicie, la burocracia y la excesiva
confianza de una nación poderosa, que subestimó la posibilidad
de una maniobra como fue el bombardeo.
Si se enseña al alumno, sólo una de estas versiones, el
futuro periodista va a carecer de una formación vital en su profesión:
la de la interpretación de los acontecimientos.
La enseñanza
de a Historia para periodistas, no puede ser una asignatura memorística
o enciclopédica, para ello están los textos, los libros
o las líneas de tiempo. El ritmo debe ser de apertura mental ante
los acontecimientos, de su interpretación, de su defensa justificada,
de la investigación que nutre su sapiencia. Eso de por sí
justifica la enseñanza de la Historia a los periodistas.
El criterio histórico se forma con la investigación personal
sobre los hechos, con la renovación constante de esos criterios
a medida que se leen otras versiones, con la formación tolerante
ante diversos puntos de vista, etc. Un "buen profesional", no
es bueno si sólo sabe una manera de hacer las cosas; un ajedrecista
no será bueno si sólo sabe hacer una jugada.
Un periodista no es
bueno si se abandera por una sola versión de la Historia: por ignorancia
o por complicidad con los sostenedores de esa versión. Un periodista
es patrimonio de la verdad total, es esclavo de la verdad parcial, es
servil a la verdad dirigida por los intereses. La formación histórica
puede aumentar desde el presunto dicho agustiniano del ver para creer
hasta investigar para juzgar.
Y vamos al punto crucial:
el de enseñar Historia al estudiante de periodismo. Defiendo tres
posibilidades: Primero qué es mejor, la Historia Patria o la Historia
de Chile. Con todas sus interpretaciones, menos la de la Historia Oficial,
la de la Historia Cronológica de Chile, la de la Historia de los
Gobernantes y sus obras en Chile, todas esas facetas ya las vieron en
la enseñanza básica, media y preuniversitarios; vienen saturados
de fechas, batallas, nombre de ríos, ciudades, escenarios que no
conocen ni se imaginan, etc...
No me quedo con ninguna de esas posibilidades. Repetir más de lo
mismo es perder la oportunidad de hacer una cátedra brillante.
Por qué digo esto: La Historia oficial, aparte de ser semi verdadera,
es excluyente: excluye la dimensión humana de sus actores, solo
destaca lo mejor de ellos, y sabemos que no son candidatos a ningún
panteón de seres virtuosos. Es excluyente en género: sólo
la mitad masculina lo ha hecho todo, la otra mitad femenina es sólo
referencial. Es excluyente social, porque la gran masa, que muchas veces
es utilizada para provocar los hechos, no es apreciada en su acción,
sino que sólo lo son los dirigentes.
Es excluyente geográfica
y cultural, por ejemplo la Historia de Chile, ocurren en un 90% o más
en el Chile central.
En el resto del país, al parecer, no existe la Historia o nada
ocurre. La Historia Mundial Occidental, que es la que enseñamos,
excluye los acontecimientos de Asia, Africa y otras regiones, incluyendo
América Latina calificadas como no importantes o gravitantes en
la marcha del gran mundo globalizado. No se aprecia otra cultura que no
sea la aguerrida, expansiva, explotadora horda occidental, que justifica
sus propias agresiones como gloriosas empresas de liberación, como
se hace al narrar las cruzadas, que no atiende la versión musulmana
de una invasión con fines imperialistas y comerciales por las rutas
de la seda y las especias. Dentro de nuestro país, ignorar el transcurso
histórico de las regiones es quitar la identidad a la mayoría
de los chilenos.
Es por eso que mi
propuesta se basa en los siguientes conceptos:
1.- La Historia
enseñada a los alumnos de periodismo debe ser dinámica,
( de acuerdo a su profesión), inquisitiva, (de acuerdo a su formación),
veraz, ( de acuerdo a su ética).
De ello se infiere que esa Historia ha de ser interpretativa, discutida,
tolerada y bien utilizada. Todas son características que están
de acuerdo al desempeño de la profesión periodística.
2.- La enseñanza
de la Historia Universal e Historia de Chile, no debe ser excluyente
por capricho, pero sí debe ser acotada por la extensión
de ella.
Propongo un a Historia Universal del siglo XX en adelante, porque es
el epítome de todas las progresiones creativas del ser humano:
donde perfecciona su arte, su ciencia, su maldad y su bondad.
3.- En el
caso de la Historia de Chile, ésta debe también ser acotada
el siglo XX, previa apreciación de la importancia social y costumbrista
dejada por los conquistadores, la formación de la República
en el siglo XIX y la herencia de ese pasado con que se inicia el siglo
XX, cien años de apertura cultural al mundo, asimilando sus defectos
y sus fortalezas.
Pero también
tienen que proveerse dos instancias : la Historia Regional, especialmente
donde se instala la Escuela de Periodismo que imparte la profesión
y la segunda instancia que es la Geografía de Chile, lo que le
permitirá conocer al país del cual informa, apreciar las
diferencias físicas, humanas, económicas, etc. De una nación
que se dice unitaria, que tratan de uniformarla en un modelo imposible,
en la que habitamos rebeldes regionalistas.
No busco con esta ponencia el justificar las horas entregadas a la enseñanza
de la Historia, sino en indicar el valor que ella tiene cuando contribuye
a la formación profesional del periodista.
Si se cumplen con esos objetivos, es mejor aumentar las horas de formación
histórica o rebajar las horas de asignaturas que son informativas,
pero no formadoras.
El resultado esperado es el de egresar a un periodista competente, no
sólo en las técnicas que maneja, sino también en
la forma en que piensa, interpreta y escribe.
Resumen
La enseñanza
de la Historia para la formación profesional del periodista, es
la asignatura que permitirá forjar en él las capacidades
de redacción, investigación y constatación de los
hechos narrados por los archivos históricos.
En otra faceta de la asignatura debe dar origen a las virtudes periodísticas
de tolerancia, ética e independencia personal frente a la acción
restrictiva que imponen las diversas fuerzas sociales con respecto a la
interpretación de los hechos.
Bien producida, conceptualizada y dirigida menos al enciclopedismo y la
repetición memorística, la enseñanza de la Historia
para periodistas, es la oportunidad de expresar sus puntos de vistas personales
amparados por sus investigaciones ante sus pares del curso que tengan
opiniones distintas.
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