APORTES DE LAS METODOLOGÍAS DE INVESTIGACIÓN SOCIAL PARA LA FORMACIÓN DE LOS PERIODISTAS

Loreto Rebolledo
Escuela de Periodismo
Unversidad de Chile


Más que hablar sobre el aporte de las metodologías de investigación social para la formación de los periodistas que es un tema muy acotado, me interesa abrir una reflexión más general sobre la formación profesional que se debería impartir a los periodistas. Esta reflexión se sustenta a partir de dos ejes, unos es el diagnóstico del estado actual del ejercicio periodístico y el otro se relaciona con el contexto de transformaciones tecnológicas y al proceso de globalización que enfrentan nuestras sociedades en la actualidad.

En relación al estado del ejercicio periodístico, me interesa señalar brevemente algunos puntos en los cuales ya han profundizado otras ponencias y en los cuales existe cierto consenso. Es sabido que en el ejercicio del periodismo en la actualidad existen factores estructurales que tienen una fuerte incidencia en la forma en que los medios de comunicación operan, tal es el caso de la estructura de propiedad de los medios y su tendencia a la concentración, las líneas editoriales de éstos y las pautas editoriales. En parte el sensacionalismo de los medios, sus recortes a la realidad por la fragmentación y la descontextualización de la información, pueden endosarse a estos factores estructurales, Sin embargo hay también otras limitaciones que atañen al quehacer del periodista y de una u otra manera dan cuenta de los problemas que se presentan en su formación.

Entre estos factores destacan la autocensura que los propios periodistas se imponen en la búsqueda de consensos o de lo políticamente correcto. El uso limitado de fuentes debido al reporteo en frentes noticiosos establecidos y conferencias de prensa, lo cual hace que todos los medios cubran las mismas noticias y entreguen el mismo tipo de información .La falta de crítica frente al poder y a las autoridades que son entrevistadas. La discriminación de las minorías a través del uso de estereotipos invalidantes. Todo ello va mostrando un perfil del periodista como un profesional con baja capacidad crítica, poca autonomía y una débil autoestima profesional.
En relación al contexto en el cual se desenvuelven las sociedades, actualmente se vive en un período de profundas transformaciones en diversos órdenes. Los cambios en la informática y la trasnacionalización de la economía han interconectado al mundo a través de redes y mercados. Simultáneamente el trabajo se flexibiliza e inestabiliza; lo que era seguro pasa a ser precario. Las dimensiones tempo espaciales se dislocan y rearman dando lugar a nuevas configuraciones cuya estabilidad es frágil .

Estos procesos de orden económico y comunicacional implican transformaciones también a nivel de la cultura y de los sujetos, los que deben adaptarse a las nuevas circunstancias donde la fragmentación y la precariedad se instalan como parte del cotidiano. Frente a esto cabe plantearse ¿cuál es la mejor estrategia para la formación de las nuevas generaciones profesionales?.
Si asumimos que el mundo ha cambiado, que los mercados de trabajo se han modificado y que las nuevas tecnologías comunicacionales han instalado un escenario completamente diferente al que se conocía hasta un par de décadas atrás. ¿Hasta donde es válido insistir en una educación de corte enciclopedista e ilustrada basada en la acumulación de conocimiento en un contexto en que la sobreinformación impera?

En este sentido parecen preocupantes los datos que arroja el informe sobre la educación de los periodistas en Chile preparado por Gustavo González para ASEPECS, donde, de acuerdo a las mallas curriculares analizadas, se calcula que cerca de un 70 % de la formación actual de los estudiantes de periodismo está conformado por ramos de formación general de corte humanista.
Todo indica que en la sociedad actual es necesario enseñar a discriminar la información más que a acumularla y este principio, válido para todas disciplinas se hace especialmente importante en el caso de la profesión periodística, donde se trabaja con la información que hoy en día fluye desde diversos puntos del planeta a una velocidad vertiginosa.

Algunos autores consideran que actualmente se da un incremento exponencial del conocimiento y en las formas de acceder a él, por esto se habla de que vivimos en la sociedad de la información y otros dicen que ya estamos en la sociedad del conocimiento.
Este nuevo tipo de sociedad, caracterizada, entre otras cosas por la velocidad y cantidad de información así como por los cambios técnicos que inciden en la exclusión de un contingente importante de sujetos sin calificación de los mercados de trabajo, plantea nuevos desafíos a las instituciones encargadas de formar a los profesionales del futuro, La nueva era de la información exige el uso simultáneo de todas nuestras facultades y tal como Mac Luhan lo vaticinó, una de las consecuencias del impacto de la revolución tecnológica será la necesidad de una formación permanente y la confluencia de dos ámbitos que tradicionalmente han constituido fases separadas en la vida de las personas, el de la educación y el trabajo. Esta unificación, de educación y trabajo permitirá el ensanchamiento del horizonte laboral y la diversificación de las actividades del trabajador. (Mac Luhan en Hopenhayn, 2001)

En el escenario que se perfila, los futuros profesionales deberán caracterizarse por la flexibilidad, más que por la rigidez. El requerimiento de formar profesionales más flexibles se hace imperativo por las nuevas condiciones del mercado de trabajo, con altas tasas de desempleo estructural producto de los cambios tecnológicos. La flexibilidad profesional es una herramienta de indudable valor que permitirá al profesional introducirse en nuevos campos o bien crear sus propias fuentes de empleo ( autoempleo) y esa flexibilidad requiere tanto de una especialización técnica como de una sólida formación académica.
Estos nuevos requerimientos plantean desafíos importantes a las universidades y centros de formación profesional pues es necesario desarrollar en los estudiantes una disposición para abordar los problemas de modo flexible, permitiéndoles encontrar respuestas creativas y esto pasa por fomentar el fortalecimiento de sus potencialidades individuales y por entregarles herramientas que les permitan tanto obtener información relevante como discriminar lo esencial de lo superfluo.

Esto cobra especial relevancia en el marco de la formación de los periodistas, los cuales suelen ser acusados en su práctica profesional de incapacidad de contextualizar las noticias y de hacer seguimientos adecuados de ellas, concentrándose en los aspectos más sensacionalistas y superficiales de un acontecimiento.

Por otra parte, dadas las peculiaridades de la actividad periodística en el país, debidas a múltiples razones entre las que destacan líneas editoriales, estructura de propiedad de los medios de comunicación y razones culturales , es fundamental entregar una formación académicamente sólida a los nuevos periodistas, en la perspectiva de generar las condiciones para un mejoramiento de su calidad profesional y por ende de su autoestima.

Para ello parece importante potenciar una mayor autonomía en la búsqueda de sus fuentes, análisis y contexto de los acontecimientos que investiga y aquí es donde las ciencias sociales hacen un aporte fundamental a la formación de los periodistas, proveyéndoles de los instrumentos que les permitirán encarar los fenómenos sociales y culturales desde una perspectiva amplia, entendiendo la interdependencia que existe entre ellos y con el apoyo de un método que les permita alcanzar los objetivos fijados, a partir de procedimientos sistemáticos.

Tal como han afirmado diversos académicos , no basta con entregar formación especializada si no se logra insertarla dentro de la comprensión más cabal del contexto en que se da, si no se entrega instrumentos adecuados para seguir de manera permanente el desarrollo futuro de las disciplinas. De lo que se trata es de entregar a los estudiantes los conocimientos, habilidades y destrezas indispensables para la correcta comprensión de un sector del conocimiento y la tecnología. Se debe preparar a los estudiantes para comprender de manera integrada los diversos modos de apropiación reflexiva, cognitiva y creadora, práctica y operativa de la realidad.
Para un ejercicio responsable de la profesión periodística es necesario desarrollar la aptitud y flexibilidad necesarias para resolver exitosamente los desafíos que les proponga su desarrollo laboral. Esto significa formación para la responsabilidad social, se trata de que los futuros profesionales tengan una conciencia de su carácter de sujeto histórico, que debe enjuiciar críticamente y contribuir a las transformaciones que requieren su sociedad y su ambiente

Las ciencias sociales pueden hacer un aporte interesante e insustituible en la formación de periodistas y comunicadores reflexivos, críticos y autónomos frente al poder.

Para que los periodistas logren mayor autonomía es necesario que adquieran un sentimiento fuerte de su propio valor, como profesionales, lo que pasa por incrementar su poder de decisión personal y una mayor especialización, que no debe entenderse como acumulación enciclopédica de conocimientos, sino como capacidad de búsqueda de la información a través de diversas fuentes y capacidad de selección, análisis y contextualización de ésta.
Esto debe marchar simultáneamente con el desarrollo de un compromiso con respecto a un conjunto de valores profesionales que encarnan una cultura de interés público, recuperando así la conciencia de dignidad social como periodistas, que los libere de las manipulaciones y tentación del poder.

En este sentido es importante destacar que una de las grandes amenazas que se vislumbra a futuro, debido a las transformaciones tecnológicas y económicas es la exclusión de amplios sectores de trabajadores, que vendrán a unirse a otros sectores sociales, que ya son discriminados, como los grupos étnicos, las minorías sexuales y religiosas. La sociedad del futuro y esa es la paradoja de la globalización, se caracteriza por dar lugar a una mayor homogeneidad cultural junto al desarrollo de una gran heterogeneidad.
En este escenario " aprender a vivir con los diferentes y aceptar la diversidad constituyen (...), los retos más importantes que se abren a las sociedades y a las personas en el nuevo milenio". (Tedesco, 2000) Desafío ante el cual cobran un papel central las instancias que intervienen en la distribución del conocimiento: instituciones educacionales, docentes, intelectuales e industrias educativas. Dentro de estas últimas los medios de comunicación juegan un rol importantísimo y por tanto, es esencial que los periodistas sean capaces no solo de asumir la diversidad sino de entender los procesos de exclusión social donde los estereotipos, la invisibilización y la desvalorización vehiculados por los medios de comunicación juegan un rol discriminatorio que es necesario erradicar.

Esto exige redefinir el rol de la Universidad en la formación de los nuevos periodistas, modificar currículos poniendo el énfasis en enseñar a conocer más que en la trasmisión de saberes y en esta dimensión es que la incorporación de las metodologías de investigación de las ciencias sociales juegan un papel fundamental en la formación de los periodistas.

Un buen manejo de las metodologías de investigación social unidas a una formación general integradora y sólida son instrumentos imprescindibles en la formación de periodistas autónomos, flexibles, críticos y reflexivos, capaces de superar las falencias del ejercicio profesional en el presente y ubicarse de mejor manera en los cambiantes escenarios laborales del futuro

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