EL
HIPERPERIODISTA EN LA ERA DEL HIPERTEXTO Por
Gustavo González, El maestro Ramón Cortés Ponce, quien en abril de 1953 dictó la primera clase en la primera Escuela de Periodismo de nivel universitario creada en Chile, decía a sus alumnos que la noticia es una mariposa azul. El periodista debe perseguirla siempre. Así lo recuerda uno de sus discípulos, Abraham Santibáñez, en su página web (www.abe.cl). Una bella comparación, sin duda. En primer lugar no es una mariposa común, y en según término se trata de un hermoso insecto de vuelo armónico, alegre y caprichoso que va de flor en flor buscando el néctar con que se alimenta. El director José Luis Cuerda filmó en España en 1999 la película "La lengua de las mariposas", de estreno más o menos reciente en Chile, ambientada en Galicia en 1936 en los inicios de la guerra civil. Allí, el viejo profesor, interpretado magistralmente por Fernando Fernán Gómez, maravilla a sus pequeños alumnos al enseñarles los secretos de la naturaleza. Les explica y les dibuja la lengua de las mariposas, como un espiral que se alarga para incursionar a fondo en el cáliz de las flores y llegar hasta el preciado néctar. El quehacer periodístico,
tal vez no la teoría periodística, se ha enriquecido y diversificado
constantemente desde aquellas lecciones de Ramón Cortez Ponce de
hace casi 50 años. La noticia, esa mariposa azul, tiene múltiples
ángulos, múltiples tratamientos y diversos enfoques, en
un proceso de industrialización de la labor informativa influido
permanentemente por la tecnología y el mercado. Resulta ya difícil hablar de "la" noticia en singular. Un mismo hecho, en su reconstrucción, puede dar origen a muchas noticias y, sobre todo, a varios relatos periodísticos bajo distintos formatos, desde la construcción más elemental en pirámide invertida, hasta el reportaje y la crónica, e incluso el editorial, la columna o el ensayo, según se informe, interprete u opine. Estas estructuras textuales o formatos tienen variadas características y extensiones, desde la gacetilla hasta el voluminoso libro que expresa un trabajo de periodismo de investigación. Tras esta constatación, y para extrapolar la imagen creada por Cortez Ponce, digamos que así como es difícil hablar de la noticia en singular, deberíamos asumir que nuestra mariposa azul debe multiplicar sus lenguas, porque el sabor y la textura del néctar varía según la flor en que desenrolle su espiral. Nuestra mariposa azul
vuela caprichosamente. Parafraseando al abogado chileno Luis Bates, digamos
que la armonía de su desplazamiento no es como el deslizar rasante
y casi melódico de la golondrina y, afortunadamente, tampoco es
el vuelo eternamente zigzagueante y tartamudo del murciélago que
se mueve a ciegas en la oscuridad orientado solo por sus ondas de radar. Del telégrafo al multimedia Estamos en la era del hipertexto, pero el quehacer periodístico continúa asentado en las clásicas normas y trucos del oficio, con estructuras textuales cuyos orígenes se remontan, como ocurre por ejemplo con la vapuleada pirámide invertida, a mediados del siglo XIX. Según varios autores, esta propuesta de construcción de la noticia basada en las "seis W" surgió durante la Guerra de Secesión en los Estados Unidos, como un medio funcional para que los corresponsales de guerra comprimieran al máximo los datos y los transmitieran a tiempo en lenguaje morse, para compartir un telégrafo cuyos hilos eran a menudo saboteados. No se trata aquí de abundar en la visión histórica sobre el surgimiento y evolución de los géneros, tratamientos y formatos periodísticos clásicos, que arranca tal vez en 1450, cuando Gutenberg perfeccionó la imprenta de tipos móviles, y que tuvo sus primeras expresiones en el periodismo ideológico o de opinión, para agregar en la transición del siglo XIX al XX el periodismo informativo y entre las dos guerras mundiales el periodismo de explicación o interpretativo. Lo que sí es conveniente anotar, para los fines de nuestro análisis, es la vigencia casi inmutable a través de los años de las propuestas más clásicas de formatos periodísticos y tratamientos de la noticia en la reconstrucción de la realidad. El caso más prototípico es el de la pirámide invertida, cuya funcionalidad la hace gozar por igual de incondicionales defensores y duros detractores . El debate está instalado sobre todo en la prensa escrita, que sigue siendo, pese a su continuo retroceso en la demanda del público, el referente analítico en cuanto a la relación del periodismo con la sociedad. En las escuelas de Periodismo, la enseñanza de los géneros, formatos y estructuras textuales parte igualmente, en una suerte de tributo a la historia, por la prensa escrita, para posteriores aplicaciones en los medios audiovisuales. Así ocurre sobre todo con el periodismo informativo y, dentro de él, con la pirámide invertida, consagrada como la fórmula perfecta de elaboración de un lead adecuado a la mayor instantaneidad de la radio y la televisión. La presentación de los mensajes periodísticos se ha acomodado a los soportes de papel, radiales o audiovisuales. Las fórmulas del relato siguen registrando como base las estructuras propias de la prensa escrita. La palabra tiene el complemento de la imagen o el sonido, dentro del ejercicio permanente de informar captando el interés del lector a través de los llamados elementos de la noticia, que apelan sobre todo a los aspectos emocionales por una cuestión de mercado. Se ha construido así históricamente una relación del público con los medios informativos que tiene como eje a un receptor pasivo, cuyo único acto de independencia frente a la verticalidad o unidireccionalidad de los mensajes es abandonar la lectura del diario o revista, o recorrer frecuencias radiales y televisivas, además de apagar el receptor. Internet y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) rompen este esquema de soportes unívocos para colocar a los multimedia como un nuevo desafío para la construcción de los relatos periodísticos. Tal vez el mayor interrogante a despejar hoy es si resulta posible seguir enseñando periodismo bajo cánones que arrancan de la era de la invención del telégrafo, sin considerar que el cambio tecnológico no solo revoluciona la producción y difusión de los mensajes, sino que crea igualmente un nuevo tipo de "lector". Con los ojos del mouse El hipertexto desarticula la concepción del soporte único. En la pantalla del computador desaparece el lector clásico, para ser reemplazado, según el punto de vista, por el usuario o el navegante. Se trata ahora de un público que, al menos en teoría, tiene casi infinitas posibilidades de acceso a medios, sin fronteras nacionales y sin más límites idiomáticos que los de su conocimiento de lenguas extranjeras. Aún más, la oferta de mensajes no se reduce a un texto escrito que puede ser "bajado" a la pantalla. El usuario multimedial se transforma en navegante no solo al incursionar en la red en la búsqueda de otros medios o textos, sino también cuando accede a través de su PC y modem a representaciones gráficas, como infografías, cuadros estadísticos, mapas y fotografías; reproducciones en sonido, sean declaraciones, ruidos ambientales o música, y videos, con imágenes en movimiento y sonido. La relación
del público con el medio no transita por la lógica implícita
en la distribución temática o en secciones de las páginas
del diario y la revista o por las representaciones simbólicas del
lenguaje escrito. Tampoco por esa suerte de verticalismo inductivo de
la televisión o la radio. El hipertexto requiere de un hiperlector,
que más allá de las seducciones de un buen diseño
de un sitio web, ya no es necesariamente un ser que se relaciona con la
representación simbólica, sino que es también tributario
de estímulos pulsionales. Pero el multimedia
es todavía más. Ofrece al usuario la posibilidad de superar
el papel de mero receptor y transformarse también en emisor de
mensajes. El modem permite transmitir fax, correos electrónicos
y participar en grupos de conversación o chats. El modem más
el scanner posibilita el envío de gráficas, así como
otros aditamentos técnicos sirven para transmitir sonido, fotografías
o video. Lo fundamental, para los efectos de nuestro análisis, es que Internet y los multimedia suministran los recursos para que el lector deje de ser el ente pasivo, sujeto a una relación de verticalidad con los medios periodísticos y pase a ser sujeto activo, capaz de interlocutar on line con los responsables del medio, los periodistas y otros lectores. Estas constataciones sugieren cambios radicales para el quehacer periodístico y la enseñanza del periodismo.
Las representaciones
suelen adelantarse a los hechos o a los procesos. Lo cierto es que en
buena medida nuestras disquisiciones sobre Internet parten de un supuesto
discutible, aquel de que estamos viviendo en la sociedad de la información,
lo cual es una verdad relativa, si se contrasta esta afirmación
con los datos de la brecha digital. El acceso a Internet es altamente
desequilibrado en términos del Norte industrializado y el Sur periférico.
Lo es también al interior de nuestras sociedades a partir de las
desigualdades de ingreso. En términos de idioma, como se sabe,
los sitios en español en la red son apenas el 3 %, mientras los
sitios en inglés superan el 70 %. La constante renovación tecnológica y la disminución de costos hacen prever que incluso en los países más atrasados se abrirán en los próximos años posibilidades amplias de acceso a Internet a través de la telefonía móvil. Esos países podrán obviar la transición a través de una infraestructura masiva de líneas telefónicas, que los países de alto y medio desarrollo tuvieron que cubrir como fase previa para contar con las nuevas TIC . La sociedad de la
información es en nuestros países más que una realidad
presente una oferta a mediano o quizás a corto plazo. Pero en lo
que respecta a los medios de comunicación ya está instalada.
Resulta difícil encontrar hoy en cualquiera de nuestros países
medios de alcance nacional que no tengan su página web, con diversos
grados de utilización de los recursos multimediales. Resulta también necesario despejar en este paréntesis el espejismo de Internet como un vasto espacio de democratización de las comunicaciones. En su esencia, la red y las opciones para interactuar que brinda a sus usuarios deberían conducir hacia allá, pero también en el hiperespacio es el mercado el que asigna recursos y presencia con su arbitrariedad habitual, como lo demuestra precisamente la incierta suerte de los medios exclusivamente electrónicos en la competencia con los medios tradicionales. Internet y el periodismo virtual serán tan democráticos como participativas y pluralistas sean nuestras sociedades. El desarrollo de los beneficios potenciales de las nuevas TIC no puede quedar sin embargo en manos del mercado, sino que el Estado, las universidades, y en particular las facultades de Comunicación y escuelas de Periodismo están llamadas a contribuir en esa línea. El primer paso, en esa dirección, es asumir el periodismo multimedial como un nuevo derrotero de la profesión, no sólo en términos de campo laboral, sino fundamentalmente de desarrollo y renovación académica. Una profesión sin preceptiva En tanto técnica u oficio, el periodismo carece de una preceptiva de validación universal y en los manuales y propuestas de enseñanza se entrecruzan tanto las escuelas latina como anglosajona, al igual que definiciones dispares y a menudo equívocas sobre géneros, estilos, formatos y estructuras. Cuando hablamos de género en el aula, algunos autores nos remiten a las funciones de informar, interpretar y opinar. Otros, en una analogía con los géneros literarios, nos ponen frente a los formatos de la nota informativa, la crónica, el reportaje o las distintas variables del artículo de opinión. Por último, habrá quienes identifiquen como géneros, al igual que en la novela, al periodismo policial, económico o deportivo. Lo cierto es que las diversas definiciones se han ido construyendo al calor de la práctica, para ser sistematizadas con fines de enseñanza bajo cánones de funcionalidad. No está ni bien ni mal que sea así, simplemente se trata del destino natural de una disciplina que ha evolucionado bajo el impulso de las tecnologías y de la constante adaptación de los dos ejes troncales de escuelas periodísticas con que nos relacionamos en América Latina: la anglosajona, con su discutible paradigma de que "los hechos son sagrados y las opiniones libres", y la latina, menos tributaria del mito de la objetividad. ¿El Periodismo es una profesión o un oficio? Es una pregunta no solo para la polémica, sino también con respuestas polivalentes. Habrá quienes opten por definirlo como un oficio para menoscabar la importancia de la formación académica e impugnar el ejercicio profesional exclusivo para los graduados en las universidades. Otros, como Gabriel García Márquez , rescatan la esencia del oficio, por lo mucho que tiene de vocación y aprendizaje de artesanía en el parentesco del periodismo con la literatura. Es claro que el Periodismo no es, afortunadamente, una ciencia exacta y que como profesión o técnica se nutre fundamentalmente de las ciencias sociales y del arte. La carencia de una preceptiva común o de teorizaciones de aceptación generalizada acompañará al parecer por siempre a esta indisciplinada disciplina y a su proyección en las aulas académicas. Los problemas se presentan cuando los docentes-periodistas se quedan anclados en una visión clásica que generalmente trasladan a sus estudiantes, reduciendo la enseñanza a las normas de oficio y a una práctica permanente de reporteo, dejando en manos de los "comunicólogos" el desentrañamiento de la función social de la información y de los efectos de los mecanismos de construcción de los relatos y textos periodísticos.
La Semiótica, pese a la resistencia de algunos viejos periodistas hacia las teorías del lenguaje y de la comunicación social, ha proporcionado pautas de análisis del proceso de construcción de los mensajes periodísticos y su relación con los receptores, bajo los relativos cánones de la verdad. El semiólogo chileno Eduardo Román desarrolló en 1998 un interesante trabajo en que analiza las características de los formatos periodísticos como estructuras relacionales, sintagmáticas, presentacionales y formales. El autor advierte
igualmente que la sujeción al modelo clásico anglosajón
en la enseñanza de los géneros y las técnicas de
oficio, ha llevado a desconocer otras corrientes significativas que vienen
irrumpiendo en el Periodismo desde los años 60. La segunda corriente mencionada por Román es la del Periodismo Informativo de Creación, cuya característica central es "la íntima relación de la fisonomía del texto con su contenido". Si bien apuesta, a diferencia del Nuevo Periodismo, a la condición denotativa del lenguaje, esta segunda corriente propone textos que son a la vez narrativos, descriptivos y argumentativos. Por último, está el Periodismo Sistémico que parte del principio de reducción de la incertidumbre a cero en la relación del mensaje con el público, admitiendo que la intención comunicativa, abierta o encubierta, es vulnerable a la interpretación de los sujetos. Esta corriente plantea una teoría del Periodismo basada en los niveles sintáctico, semántico y pragmático que se aplican en el estudio de la Comunicación. Una renovación urgente Sin duda el hipertexto amplía las fronteras de los estudios de la comunicación. El periodismo, como técnica comunicacional, está enfrentado a transformaciones que, una vez más, pueden dar paso a renovadas normas de oficio, manteniendo la renuencia a asumir preceptos teóricos en la práctica cotidiana de los medios e incluso de la enseñanza universitaria. Se requieren nuevos modelos teóricos, al estilo del que propone Eduardo Román, para responder con más acierto a las nuevas condiciones creadas por Internet, que implican, como ya se señaló, la creación de un nuevo tipo de "lectores" de los medios. Frente a este renovado lector, debería abrirse paso un nuevo tipo de periodista, más consciente de las dimensiones comunicacionales de su profesión. ¿Seguirán siendo válidos los esquemas clásicos y funcionales de tratamientos informativo, interpretativo y de opinión? ¿El propio Nuevo Periodismo de los años 60 no es ya un veterano que necesita una renovación? ¿Cuáles serán los nuevos derroteros para el Periodismo de Investigación que se viene incorporando a las mallas curriculares de muchas Escuelas? ¿Cómo incorporamos en los programas de estudio las propuestas del Periodismo Sistémico y el Periodismo Informativo de Creación? Para el hipertexto se necesitará formar "hiperperiodistas". Profesionales adiestrados en la informática, pero también, y sobre todo, conocedores de la llamada sociedad de la información, tanto en las dimensiones globalizadas como locales. No se trata de reivindicar el enciclopedismo del siglo XVIII, sino de advertir la necesidad de un periodista a la vez especializado y con mirada amplia. Se necesitará un periodista capaz de sumar la brújula al timón del mouse, que construya con un alto nivel de calidad su propio texto o relato y, al mismo tiempo, en la práctica colectiva de la redacción, aporte a la construcción del hipertexto con un conocimiento sólido de los enlaces o "linqueos" a sugerir al lector. Se trata, en última instancia, de compartir con el público, de transformar al usuario en navegante activo, en un ejercicio de reconstrucción de la realidad en que éste desarrolle sus propias interpretaciones y opiniones sobre los acontecimientos y procesos. Tal vez lo que más se aproxima en teoría al tipo de mensaje multifacético del hipertexto es el Periodismo Sistémico. Pero el problema no radica exclusivamente en nuevos tratamientos o formatos, sino también en la capacitación de los periodistas como agentes de la sociedad de la información, para contribuir a transformarla, como muchos esperamos, en sociedad de la comunicación. Se dice que el estadio superior de la sociedad de la información es el de la sociedad del conocimiento, en la cual Internet es más que un banco infinito de datos para transformarse en un espacio de acumulación y desarrollo de saberes que se comparten y aplican para resolver demandas de la sociedad . Las facultades de Comunicación y sus escuelas de Periodismo deben apostar necesariamente a formar este periodista para la sociedad del conocimiento. No se trata aquí de dar "recetas" para enfrentar este desafío, pero sin duda uno de los aspectos más urgentes a enfrentar es el de la capacitación de posgrado en nuestras unidades académicas. Dos reiteraciones también urgentes No obstante estos requerimientos de la modernidad, está claro que el escribir bien seguirá siendo un requisito indispensable e irrenunciable en la formación de periodistas, aún para los "redactores" del hipertexto en que la forma de lenguaje ya no será solo la palabra escrita. Si en aras de la diversidad de presentaciones y soportes multimediales se renunciara a la creatividad de toda buena redacción, estaríamos sustituyendo al relato por el memorándum y reemplazaríamos a los periodistas por burócratas del hipertexto, sin capacidad de encantar a los lectores. La multiplicación de los medios electrónicos debería conducir a una competencia ya no basada en los cada vez más relativos factores de instantaneidad para dar la noticia, sino en la calidad de la información. Una información de calidad no es la que contiene más datos, sino la que está mejor presentada al público y que apela, desde el lenguaje, a legítimos mecanismos de seducción. Con Internet han renacido
multiplicados los temores de la saturación o contaminación
informativa, que el mundo ya vivía en la década de 1920
y que según Abraham Santibáñez motivaron la creación
de la revista Times en los Estados Unidos en 1922. De ahí que un segundo valor a reiterar en la era del hipertexto, junto con el de escribir bien, es el de la ética. Los medios y los periodistas que se atengan fielmente a los preceptos éticos serán, o deberían ser, los que ganen a la postre la confianza de este nuevo hiperlector multimedial. Si bien en el hiperespacio
se posibilita en mayor medida que en los medios convencionales la manipulación,
el plagio y la contaminación, los propios instrumentos multimediales
pueden ser puestos en acción como antídotos contra esas
prácticas. De partida, la posibilidad de interactuar con el lector
abre paso a una saludable fiscalización de los medios virtuales
por parte del público. La noticia, esa mariposa azul de Ramón Cortez Ponce, deberá multiplicar en el hipertexto, como una suerte de insecto mutante, su lengua en espiral para acceder a todos los néctares de la realidad y compartirlos socialmente. El relato periodístico será más rico, complejo y diversificado, con riesgos de saturación y manipulación, pero también con mayores horizontes para el público, lo que ratifica también a la ética como otro de los capitales irrenunciables del buen periodismo. Santiago de Chile, septiembre de 2001 Notas:
Bibliografía:
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