RIZALISIS
INFORMATIVA:
Varios años después, esta vez sentado frente al computador, me vino a la mente este concepto, cuando entré en internet para buscar información que necesitaba para escribir una noticia. Al poner la palabra requerida aparecieron miles de soluciones de búsqueda, entre sitios y páginas web. Al abrir algunas pude ver que cada una de ellas era un dato aislado, sin raíz. De allí, entonces, asociando ambas cosas, se me ocurrió la idea de llamar "rizálisis informativa", al fenómeno de la avalancha de datos inconexos y dispersos que recibe un usuario de internet (y también, en el ámbito local, de los lectores de diarios gratuitos) y que da origen a una construcción fragmentada de la realidad. Esta ponencia pretende ser una mirada crítica, una advertencia, sobre los efectos de los procesos informativos actuales surgidos a partir de la aparición de internet y de los medios de comunicación gratuitos en Chile que, uno en el ámbito mundial y otro en el local, han extendido el alcance de la información a millones de personas. A pesar de la gigantesca cantidad de información que llega a los usuarios, la calidad de esta deja mucho que desear. Millones de paginas web Respecto de internet, según cifras oficiales de organizaciones que la estudian hay, hasta el momento, 256 millones de páginas web. Es decir, el universo informativo que ofrece internet es enorme y va en rápido y desenfrenado aumento, frente a lo cual el receptor sufre una incapacidad objetiva para abarcar todo esa avalancha de datos y cifras. El receptor se da cuenta de que la sobreabundancia de información le provoca exactamente lo contrario, le ocurre una "intoxicación informativa"; o es incapaz de aprehenderla, generándole un estado que yo llamo de "angustia informativa" o "angustia cognoscitiva", es decir, una ansiedad sicológica casi incontrolable, negativa, por verse incapaz de acceder a toda la información ofrecida. A los usuarios de internet nos ha pasado que en la búsqueda de algún dato o cifra, usamos portales, en los cuales ponemos la palabra que deseamos y aparecen 1.000, 5.000 ó ¡¡¡10.000!!! soluciones de búsqueda. Apenas hojeamos con dificultad las 50 primeras y nos damos por vencidos. Tratamos de seguir otro camino, cambiamos de palabra. Esta vez, las soluciones de búsqueda son ¡apenas! 800 páginas. Hojearlas nos toma una o dos horas. Pero el dato que buscamos no aparece. El sistema no nos advierte si el dato que buscamos no existe, por lo que estamos obligados a revisar cada página. Un trabajo agotador... En cuanto al número de usuarios de internet, estos han aumentado en forma explosiva en los últimos diez años. El sistema comenzó en el mundo en 1991. En 1996, llegaban a 50 millones. Al año siguiente subió a 70 millones y, desde ese año, ha habido un crecimiento anual significativo. Según cifras de organizaciones de usuarios de internet, el total actual de usuarios de la "supercarretera informativa" supera ya los 450 millones de personas en todo el mundo. Las proyecciones hablan
que para el año 2002 los usuarios serán 630 millones; para
el 2003, llegarán a 790 millones; para el 2004, alcanzarán
los 950 millones y para el 2005, serán 1.130 millones de personas.
En Chile, según cifras entregadas por el gobierno, el 12 % de la
población es considerado usuario de internet. Es decir, aproximadamente
1.800.000 El modelo sigue siendo el mismo A pesar de la gigantesca multioferta de información - hablábamos de 256 millones de páginas web- (cifra actualizada hasta septiembre del 2000), y del explosivo aumento de usuarios, el esquema del modelo comunicacional de internet, en la relación emisor-receptor sigue siendo el mismo de aquel usado por los "antiguos" medios de comunicación masivos, es decir, una relación vertical, autoritaria, unidireccional, en el sentido de que es el emisor el que determina qué va en una página web y qué no. Aunque el receptor puede interactuar con el emisor mediante el correo electrónico o chatear en forma simultánea con éste, el emisor de todas maneras mantiene una posición autoritaria en la decisión respecto de los contenidos de la página que ofrece a los usuarios. Los más fanáticos defensores de internet enfatizan que hoy son los receptores los protagonistas del proceso comunicativo, por cuanto la retroalimentación que se da en el nuevo sistema es infinitamente superior a cualquier otro existente anteriormente, como las antiguas "cartas al director" de los medios escritos, o los llamados telefónicos de los auditores de una radio. Sin embargo, por mucho que los receptores envíen millones de e-mails a sus sitios webs favoritos, la estructura del modelo vertical y autoritario sigue siendo la misma, porque la decisión en cuanto a los contenidos sigue en manos de los creadores o sostenedores de esas páginas web. Incluso, aquellas páginas que indican "envíanos tú opinión" o "tu opinión vale", en realidad vale en tanto el emisor se da cuenta de que si pone aquello que los receptores quieren ver reflejados en su pantalla le va a reportar a él alguna utilidad. El emisor es siempre el que finalmente decide. Tanto es así, que cuando un receptor o un grupo de receptores no está de acuerdo con el contenido de un sitio web determinado ¡crea su propio sitio web! Y entonces ¡pasa a ser también un emisor!. Por ello, no es cierto que los receptores son los protagonistas de esta nueva historia de las comunicaciones, que ellos hacen los contenidos de la web, como pretenden hacernos creer los más fanáticos internetistas. Los diarios gratuitos Un caso local de "rizálisis informativa", en mi opinión, con la consiguiente construcción fragmentada de la realidad, ha surgido con la reciente aparición de los diarios gratuitos en Chile. Si bien resulta un
avance que, en total, más de 300.000 personas tienen acceso directo
a noticias que antes no recibían, (lo que podría extenderse
a sus familias, es decir, sobre un millón de lectores), la información
entregada resulta de escasa calidad. Pero esta escasez de espacio no justifica una mala calidad en la selección de las noticias. Al analizar los diarios gratuitos es posible observar una gran cantidad de información miscelánea, una mezcolanza de datos, cifras, fechas e información irrelevante sobre hechos curiosos o chismes, rumores o versiones sobre personajes públicos nacionales o extranjeros. Las noticias relevantes del día aparecen cubiertas con una breve crónica y nada más. Se trata de pinceladas sueltas que pretenden dar la impresión de estar informado. Este aumento en la cantidad de la información no necesariamente significa que la gente está mejor informada. A mi juicio, hay un déficit en el contenido de las noticias. La gente está más informada, pero no mejor informada. Resulta evidente que
no es posible llenar estos diarios con background, porque de hacerse eso
en cada noticia, el background se "comería" el espacio
del diario. Pero resulta imprescindible entregarlo en aquellas noticias
que son importantes. Bastaría, por ejemplo, Los saltos de la tv Rizálisis informativa existe en las noticias que entrega la TV. Este medio de comunicación masivo es el vehículo por excelencia a través del cual se informan los capitalinos. La cobertura total del rating de la televisión de los programas informativos centrales de los canales chilenos alcanza a un 80 por ciento de la población de la Región Metropolitana, sumando los rating parciales entregados por las empresas especializadas. (TVN: 32%; C13: 20; Chilevisión: 14%; Megavisión: 10%; La Red: 4%). Se calcula que cada punto del rating significa 60.000 televidentes. Es decir, 4.800.000 personas ven diariamente las noticias por TV, a través de los diversos canales de televisión abierta. Esta extensa cobertura
permite que prácticamente todos los santiaguinos estén diariamente
informados. En promedio, los informativos centrales entregan entre 30
a 40 noticias diarias. Pero aquí también se evidencia una
falencia en la calidad de la entrega informativa. Falta en la TV ayudar a discernir al televidente entre lo importante y lo superfluo. No basta sólo con la entrega de los titulares, porque una vez que se desata la entrega de las noticias en el programa, aquellas noticias mencionadas en los titulares se van dando a lo largo del noticiero, entremezcladas con notas poco relevantes, saltando de un tema a otro totalmente distinto, lo que termina, finalmente, por confundir al televidente. Noticias sin historia En los últimos
años, incluso en los últimos meses, en lo que se refiere
a medios gratuitos- se constata que hay un aumento en la cantidad de información,
pero no necesariamente mayor disposición de calidad informativa.
Lo mismo ocurre con las noticias por TV. A pesar de este aumento en el
número, el receptor llega a ser incapaz de entender los procesos,
sólo vive al día. Es cierto que el periodismo informativo no tiene la obligación de entregar una explicación exhaustiva de los hechos que aborda, pero tampoco puede soslayar el hecho de que las noticias, quiérase o no, están situadas en un contexto. Ocurren en sociedad, no surgen de la nada ni tienen lugar en el desierto. Las noticias son hechos sociales, protagonizados por el hombre. Por lo tanto, las
noticias son también un producto social, están contextualizadas,
cada una porta no sólo un dato, sino una historia que la encadena
a otra noticia. Esta cadena, en periodismo, se llama background. Una noticia
en el aire, sin contexto, es decir, sin background, sin su historia propia,
es como recibir una pieza de museo sin que sepamos de qué época
es ni para qué sirve. De esta forma, recibimos la realidad, construida por los medios de comunicación, mediante "fragmentos" aislados que impide la comprensión integral de la realidad. Cada uno toma (entiende) un trozo del gigantesco rompecabezas que es la realidad. Algunos serán capaces de tomar (entender) un trozo más grandes que otros, debido a sus propios conocimientos, que le permiten relacionar algunos hechos entre sí. Pero, en general, la gente sólo recibe pedazos aislados de una realidad enorme, construida artificialmente por los medios. Verdad y realidad no son lo mismo. La verdad es, a mi juicio, una construcción, un producto social. Ya lo señalaron Peter Berger y Thomas Luckmann, en su obra "La construcción social de la realidad". Yo lo llamaría "la construcción social de la verdad". La realidad es otra cosa. Se trata de la congruencia entre lo que es y el discurso sobre aquello que se dice que es. Por ello, cuando se construye una visión fragmentada de la realidad, se construye una sociedad fragmentada, atomizada, imposibilitada de reclamar sus derechos, sojuzgada por la dominación ideológica de quienes buscan acallar a las personas, ahogándolas con toneladas de información incoherente, con la aparentemente buena intención de entregarles "la mayor cantidad de información posible". Muchas veces se trata de información "basura", retazos de noticias o de historias mucho más extensas que resultan destrozadas. Conclusiones En el último
tiempo es posible constatar un aumento significativo en la cantidad de
información ofrecida a los receptores chilenos. Internet, con 450
millones de usuarios conectados en el mundo, ofrece actualmente 256 millones
de páginas web. Los informativos centrales
de la TV chilena han incrementado sus ratings, alcanzando un 80 % en la
región Metropolitana. La gigantesca avalancha informativa surgida en el último tiempo ahoga al receptor contemporáneo con noticias sin raíces, sin background, sin contexto, fragmentadas, es decir, que presentan rizálisis informativa. Esta genera fragmentación. Esta fragmentación de la realidad construye sociedades fragmentadas, atomizadas, tiende a la disociación social. Bajo la aparente buena intención de entregar la mayor cantidad de información posible, que en algunos casos puede ser sincera, subyace el peligro de que este modelo de información vertical, autoritario y unidireccional (a pesar de los e-mails, chats o llamados telefónicos) pueda ser usado con propósitos antidemocráticos, como un instrumento de dominación ideológica con el fin de fragmentar, de atomizar a la sociedad mediante información inconexa, de manera de impedir que los ciudadanos puedan reclamar sus legítimos derechos o se organicen para ello. Este trabajo trata de ser una advertencia frente a este nuevo peligro, porque, a veces, los árboles no dejan ver el bosque.
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