PRENSA Y DERECHOS HUMANOS EN EL TERCER MILENIO


Mónica Silva Monge
Universidad de Santiago de Chile

La ética de los derechos humanos es fundamental en la tarea periodística, dado el poder socializador de los medios, que siguen influyendo en la formación de hábitos, creencias, actitudes y conductas de las personas, especialmente si se dice que la ética periodística está en deuda con los derechos humanos. Las escuelas de periodismo deberíamos hacer lo necesario para saldarla, pues la afirmación es correcta. Deberíamos incluir la cátedra de derechos humanos en la malla curricular de las escuelas, para ofrecer a la sociedad profesionales que impongan el enfoque ético de los derechos humanos en la tarea periodística.

Mientras los derechos humanos básicos y los llamados "de tercera generación" se vean diariamente conculcados, los medios no están cumpliendo eficazmente con la misión que los hace merecer condiciones de desempeño específicas, como el secreto profesional, dándose una situación de mal uso de la profesión, su imagen y prerrogativas. En los medios vemos informaciones horrendas (sobre esclavitud y muerte, explotación sexual de niñas y niños, asesinatos por diversidad sexual, deprivación de derechos por motivos de género, y otras), presentadas solo como eso: información "objetiva"; pocas veces se ve tanto esfuerzo por ser objetivos y no contaminar con opinión. Esta información no va acompañada del tono de escándalo que debería entregar la señal adecuada a una comunidad con una historia política como la nuestra.. No hay denuncia ni se reivindican los derechos humanos.

En este contexto debemos evaluar qué significa la introducción de las nuevas tecnologías de la información, para quienes deben defender sus derechos día a día so pena de continuar pisoteados, como las personas con discapacidad, las que viven con el virus del VIH/SIDA, las mujeres, las niñas y niños víctimas de maltrato y explotación, los jóvenes marginados de un sistema que los expulsa de su seno y que desvergonzadamente se los llama antisociales.

Derechos humanos y la enseñanza del periodismo

La ética periodística está en deuda con los derechos humanos porque no reivindica los derechos fundamentales del ser humano, expresó Juan Andrés Cardozo , durante el desarrollo Paraguay. Estas palabras de Cardozo me llevan a insistir en que las escuelas de periodismo deberíamos hacer lo necesario para saldar la deuda, pues la afirmación es correcta: estamos en deuda con los derechos humanos.

Muchas veces los medios de comunicación nos entregan información de hechos horrendos, y solo como eso: una información, un conjunto de datos articulados de manera armónica y atractiva. Cuando digo hechos horrendos, me refiero a noticias que nos recuerdan que en este tercer milenio aun hay tráfico de personas, violencia generalizada contra las mujeres, explotación sexual de niñas y niños, asesinatos en que el detonante ha sido la homosexualidad, y otras situaciones originadas por la infinita creatividad del ser humano cuando se permite hacer daño a sus semejantes, no importa cuál sea el impulso o la motivación.

Estas informaciones, en la mayoría de los casos no van acompañadas de un sano tono de escándalo encargado de entregar la señal adecuada a una comunidad -como la chilena- que tiene una historia política que registra horrores recientes. No se observa denuncia ni reivindicación de los derechos humanos. Sin embargo, al mismo tiempo, los medios se ven copados con un asombroso escándalo -desarrollado en forma amplia y sostenida- porque un ex mandatario latinoamericano contrae matrimonio con una ex reina de belleza. Ojo: lo que se destaca no es desfalco a la nación o los detalles del proceso judicial que el tal ex mandatario enfrenta- El asunto es jugoso. Pero se prefiere analizar el menú de la boda en interminables primeras páginas de papel periódico y couché impreso en varios colores.

En el caso de los secuestrados en las costas de España y arrojados al mar por traficantes de personas, con el propósito de deshacerse de sus cuerpos por constituir pruebas incriminatorias, los medios de comunicación fueron como nunca celosos de la objetividad periodística, que en este caso más pareció descompromiso e insensibilidad con las víctimas. Más aún, evitaron el corcoveo sensible, por la vía de titular la información como "muerte de ilegales". La palabra crimen les pareció obscena o inexacta para resumir el hecho. En este acto periodístico asoma algo parecido a una actitud de solidaridad y comprensión hacia los homicidas. Demás está decir que los periódicos que publicaron la información lo hicieron a una pequeñita columna de 8 o 10 centímetros. Otros, no lo consideraron digno de darse a conocer. ¿Qué podría significar el compromiso social del periodismo en este caso?
¿Qué mensaje se está enviando a la comunidad con esta manera de trabajar la información?: "Esto no es para escandalizarse", o: "el que quiera escandalizarse, que lo haga solo", o: "esto no tiene importancia", o: "bueno, los tipos se ganaban la vida con eso, y no podían dejar que los atraparan".

Cuál debemos entender que es el mensaje? ¿No hay acaso aquí relativización del valor de la vida humana? ¿Estamos contribuyendo a la construcción de una sociedad donde se respete el derecho a la vida y la dignidad de las personas sin distinción de raza, nacionalidad, situación social, como dicen nuestros hermosos discursos? Ese mismo día, los periódicos titularon en portada con otros asuntos, "más importantes."

Cuando hablamos de rehabilitar a un preso, a un delincuente; cuando generosamente hablamos de reinsertarlo en la sociedad, ¿de qué sociedad estamos hablando?, ¿cuál es la ganancia de reinsertarlo en ESTA sociedad?
Cuando nos angustiamos con el calentamiento de la Tierra y hablamos de luchar por que podamos seguir viviendo en ella, ¿qué tipo de vida en el planeta queremos salvar?

¿Acaso hay que luchar por vivir en un planeta donde los traficantes de esclavos -en pleno tercer milenio- tiran su carga humana al mar para deshacerse de ella como si fueran manzanas agusanadas?
¿Un planeta donde todavía unos nueve países permiten que los hombres que violan mujeres queden eximidos de condena si se casan con ellas, es decir, fundando una familia sobre la base de un acto horrendo?
¿Hay que hacer méritos para insertarse en un Chile donde unos hermosos jóvenes alimentados desde sus primeros meses de vida con cereales envasados, juegan al tiro al blanco con otro joven, no tan hermoso, pobre y homosexual, después de violarlo y golpearlo, hasta verlo caer acribillado a tiros de escopeta? Este joven, trofeo de caza, ¿debió haber luchado por la conservación del planeta? Solo un puñado de medios informa sobre ello. Y "puñado" es mucho. Fue un puño muy pequeño.
¿Hay que hacer todos los intentos por reinsertarse en una sociedad chilena donde circulan libremente jóvenes atléticos vestidos de cuero negro y ostentosas svásticas en sus pechos, desafiando y ofendiendo a los pasajeros de un vagón de metro, con variadas frases discriminatorias y amenazantes...,

... en un Chile donde jóvenes como estos, golpean, humillan, le niegan su condición humana, y asesinan a mujeres nacidas en un cuerpo de hombre, a las que conocemos como "travestis"....,

... en un país donde la mayoría de los heterosexuales (y otros que por miedo presumen serlo) discriminan y persiguen a los homosexuales que tienen la valentía de reconocerlo...,

.... en un país donde personas virtuosas, agrupadas en virtuosas organizaciones, obligan a las mujeres a tener hijos que no pueden criar, pero que después no se hacen cargo de las criaturas obligadas a nacer, cuando a partir de los 5, 8 o 12 años comienzan a ser explotadas sexualmente en las rotondas de la capital o en la elegante calle Suecia....,

.... en un país donde la jurisprudencia hace que no se condene a quien comete estupro con estas personitas, porque no se trataba de niñas o niños "buenos"?

Fue reconfortante oír al Ministro de Justicia diciendo que no solo son culpables los responsables de la prostitución del cuerpo de estos niños, sino que también está cometiendo un crimen el señor que hace subir a su auto a ese niño de 5 años.
Pero hay mas que los periodistas sabemos y no mostramos o mostramos solo un poquito, y entonces me sigo preguntando:
¿Hay que reinsertar a los que se han apartado de la "sana convivencia social" en un país donde se recibe bien al extranjero si es de rasgos europeos pero que desprecia, insulta y humilla a los que tienen la piel andina?

¿Hay que salvar la existencia de un mundo donde muchos padres espirituales de almas comunes, insisten en observar el celibato en su discurso, pero que en la práctica no pueden dominar su terrenal sexualidad y en, buen número, abusan sexualmente de niños y niñas a su cargo, llegando incluso a violar a sus compañeras de fe, monjas que han hecho también votos de castidad, "para no contraer el SIDA" -según sus "inocentes descargos"- acudiendo a otras mujeres"? ¿Son las religiosas un preservativo permitido para algunos sacerdotes?

Podemos cumplir una semana desgranando este listado. Y no es que con esto estemos abrazando las posturas de los filósofos pesimistas. Creo que estamos mejor que hace 400 años, pero podemos avanzar con un poco más de prisa si nos aplicamos y volvemos a leer sobre nuestro deber social como periodistas.

¿Cuál es la ética social que se impone en este planeta, en este continente, en este país? ¿Cómo convive esta ética social con la ética periodística?
La ética periodística está atada a los derechos humanos, pero sin embargo, en las mallas curriculares de las escuelas de periodismo no existe esta cátedra. La identificación de los derechos humanos existe desde varias décadas antes que se globarizaran por ejemplo, las nuevas tecnologías de la comunicación, cuya enseñanza sí se ha incluido curricularmente.

Códigos de ética periodística y los derechos de las personas

Los códigos de ética periodística de casi todos nuestros países -inclusive el chileno- mencionan el compromiso social que deberíamos mantener en el desempeño de la profesión.

* El código brasileño, en su artículo 10, dice que el periodista no puede estar de acuerdo con las prácticas de persecución o discriminación por motivos sociales, políticos, religiosos, raciales, de sexo ni por orientación sexual.

* El código español señala que el periodista extremará su celo profesional en el respeto a los derechos de los más débiles y los discriminados. Por ello, dice, debe mantener una especial sensibilidad en los casos de informaciones u opiniones de contenido eventualmente discriminatorio o susceptibles de incitar a la violencia o a prácticas inhumanas o degradantes.

Debe, por ello, continúa, abstenerse de aludir, de modo despectivo o con prejuicios, a la raza, color, religión, origen social o sexo de una persona, o a cualquier enfermedad o minusvalía física o mental que padezca.
Debe también abstenerse de publicar tales datos, y observemos el énfasis, que a nosotros nos pudiera parecer excesivo, salvo que guarden relación directa con la información publicada.

Aquí reproduzco información aparecida en un diario nuestro; fecha: 22 de julio de 2001, página 13: "DETIENEN A PERUANO CON SIDA DUEÑO DE PROSTÍBULO MASCULINO ATENDIDO POR MENORES". ¿Es lo más grave del cuadro descrito, que el hombre de marras sea peruano? ¿Sería menos grave que un proxeneta de jóvenes no tuviera sida? Además hay que señalar que este mismo diario, en su sección de avisos clasificados ofrece los servicios sexuales de jóvenes - hombres y mujeres- describiendo sus virtudes físicas y estilos de satisfacción erótica.

* El Colegio de Periodistas del Perú, por su parte, recomienda en su código ético, que "el periodista debe estar siempre comprometido con la verdad, la justicia social, el respeto a los derechos humanos y la paz social".

* La Carta ética de los periodistas del Paraguay condena a quien "esté de acuerdo con la práctica de la persecución o discriminación por motivos religiosos, sociales, políticos, raciales, de sexo o de orientación sexual".

* Los periodistas colombianos hacen énfasis en la "responsabilidad del periodista frente a la sociedad".

* México, en sus recomendaciones para los comunicadores sociales, menciona el auspicio, respeto y difusión de la libertad de expresión y el derecho a la información, como frenos de injusticias, atropello de los derechos humanos y abusos de poder.

* El excelente y acabado Código de los periodistas de Guatemala, señala dentro de su capítulo VIII, con el título clarísimo de "La promoción de los valores y derechos humanos", en su Artículo 30, que "El comunicador social debe contribuir a la construcción de una Nación incluyente. En su trabajo cotidiano debe contemplar, asumir y practicar la interculturalidad, la diversidad de idiomas y el respeto, reconocimiento e igualdad de todos los pueblos y comunidades indígenas.

* En el Artículo 31 se lee: El comunicador social debe rechazar la violencia, la discriminación y todo estereotipo de raza, sexo, edad, religión, grupo étnico, procedencia geográfica, orientación sexual, discapacidad, apariencia física o condición social o política. Y este código, que protege exhaustivamente los derechos y la dignidad de las personas, manda en su Artículo 32, que el comunicador social debe contribuir a la democratización de las comunicaciones sociales para ampliar la participación ciudadana.

* Y por último, quiero compartir con ustedes en materia de códigos deontológicos, el Código Internacional de Etica Periodística de la UNESCO

En su punto 3, sobre La responsabilidad social del periodista, dice: "En el periodismo, la información se comprende como un bien social, y no como un simple producto. Esto significa que el periodista comparte la responsabilidad de la información transmitida. El periodista es, por tanto, responsable no sólo frente a los que dominan los medios de comunicación, sino, en último énfasis, frente al gran público, tomando en cuenta la diversidad de los intereses sociales.

En el punto 8, acerca del Respeto de los valores universales y la diversidad de las culturas, plantea que el verdadero periodista defiende los valores universales del humanismo, en particular la paz, la democracia, los derechos de las personas, y el progreso social.
Finalmente quiero mencionar su punto 9, que se refiere a la eliminación de la guerra y otras grandes plagas a las que la humanidad está confrontada. Dice: "El compromiso ético por los valores universales del humanismo previene al periodista contra toda forma de apología o de incitación favorable a (...) todas las formas de violencia, de odio o de discriminación, especialmente el racismo".
En general, cuando analizamos los contenidos de la producción periodística, tomamos como material la prensa escrita. Y es que nos resulta más fácil acopiar esos soportes. Podemos reunir toda la prensa escrita de un día, de una semana, o de un mes, sobre nuestro escritorio. Pero es difícil escuchar todas las radios, o reunir las transcripciones. Más difícil aún es hacerlo con los registros televisivos, escasos y caros.

Con la televisión además, ocurre algo extraño. Nos hacemos cargo de los noticieros y de los programas de entrevista. Pero nos desentendemos de la publicidad (solo el Servicio Nacional de la Mujer la fiscaliza, y hasta donde puede) y de la programación miscelánea. Documentales y películas de cine, los consideramos fuera de nuestra incumbencia. Aunque se vinculen al campo de la comunicación.

Ejemplo: el canal de televisión por cable A&E Mundo, con fecha 7 de septiembre de 2001 transmitió un documental sobre el Marqués de Sade, conocido personaje misógino, cruel y despreciativo del valor de las personas y de la vida humana como todos los torturadores. Este documental conservaba la banda de sonido con los diálogos en idioma inglés y hacía correr los subtítulos en castellano. Esto permitió ver el trabajo distorsionador de quien tradujo los diálogos, cargándolos de contenidos que los hablantes no expresaban en realidad. Ejemplo: la persona entrevistada decía "such a trouble person", que significa "una persona tan problemática", y el traductor la hizo decir "una persona tan desviada". Se hablaba de una persona liberal en sus conductas sexuales.

Segundo ejemplo: mientras una catedrática de una universidad norteamericana decía que el Marqués se relacionaba "with prontitudes ad other low life persons", es decir, con prostitutas y otras personas de los bajos fondos", el traductor puso en su boca lo siguiente: "...con prostitutas y otras escorias". La traducción hecha mentira. La introducción subrepticia, abusiva, ilegítima, de juicios de valor. El traductor hace un juicio paralelo y lo hace prevalecer por sobre la frase verdadera. La palabra prostituta vivirá asociada al concepto de escoria por un tiempo que desconocemos, en las mentes de millones de personas que reciben los mensajes enviados mediante la exhibición del mencionado documental. Estamos ante el poder del traductor de censurar y distorsionar. ¿Es algo que nos concierne, si se trata de un modo de comunicación? ¿Y por un medio de comunicación masiva?

Del mismo modo, ¿nos conciernen los contenidos de la publicidad, de la expresión gráfica, oral o escrita, del humor, del avisaje comercial? No propongo que seamos inquisidores. De eso ya tenemos suficiente. Pero, ¿debe sernos indiferente la calidad ética y la veracidad de los mensajes emitidos desde otras formas de comunicación social?

No es inocente la colocación de contenidos ideológicos en las mentes de la población

Todos los medios de comunicación nos ayudan a formar nuestro modo de pensar acerca de muchas cosas, de la manera de amar, de cómo son los homosexuales, las prostitutas, las personas con alguna discapacidad -física o mental- , las personas mayores, las minorías étnico-culturales, las personas que viven con el VIH/SIDA, las personas que viven en los sectores más pobres de la ciudad, las que pertenecen a religiones no-católicas, de cómo hay que tratar a los niños y niñas, de cómo son las mujeres, etc.
Y esto, una vez más, no es inocente.

Una ONG mexicana especializada informó hace un par de meses, que la exacerbación del odio y desprecio por los homosexuales, ha redundado durante el período 1995-2000, en 213 ejecuciones privadas de ciudadanos mexicanos con esta orientación sexual.
En Chile, sabemos de lo que ocurre con las personas travestis, más explícitas de su condición sexual, y por ello, más atractivas para elaborar noticias y titulares. Cuando leemos que "travesti falleció luego de ser arrollado por un automóvil que iba a exceso de velocidad", se trata en realidad, de una persona travesti asesinada por seres homofóbicos que se desplazan por la ciudad por las noches, realizando su misión de castigar y matar.

Y cómo no. Buscando información sobre prevención del SIDA en la red informática, damos con una página que promete informarnos sobre el grupo humano más asociado a la transmisión del virus. Se llama <vidahumana.org> y pertenece a Human Life International. Dice así en algunas de sus partes: "de todos los pervertidos, los homosexuales son los más enfermos", "la sodomía monógama no es una alternativa sana", "todo homosexual es un pedófilo en potencia", "se oculta que el virus del SIDA se transmite también por la saliva". Sin embargo, Robert Gallo, uno de los descubridores del virus del SIDA, acaba de declarar que no existen pruebas epidemiológicas que demuestren que el virus se transmite con la saliva de un beso, o por una toalla o por compartir el mismo vaso." ¿Realiza Human Life International, una campaña de desinformación premeditada por la web? ¿Qué actitudes, creencias y conductas se promueven desde estas páginas, con intención o sin ella? ¿Es asunto nuestro?

En estos días se ha desarrollado la Conferencia sobre racismo en la ciudad africana de Durban. Luego de pasar revista a las peores discriminaciones, desigualdades y abusos que tienen lugar en el escenario global, y reconstatando que las fobias y discriminaciones son el material con que se esculpen los peores crímenes de esta humanidad, la conferencia se ha planteado como pregunta cuya respuesta es crucial: ¿Cómo se pueden utilizar los medios de comunicación, de forma más eficaz, para promover la tolerancia y el respeto?

El derecho a la información y los derechos de las personas

No hay que hacer encuestas para saber que todos los habitantes del país necesitan conocer sus derechos para caminar mejor por la vida, gestionar con buen conocimiento sus proyectos como persona o como grupo familiar, y defenderse de los eventuales abusos ejercidos por entes con el poder para hacerlo. Es decir, una manera de promover el respeto por los derechos de las personas, es respetar el derecho a la información que estas tienen. Tienen derecho a conocer sus derechos.
¿Cuántas personas saben de su derecho al trabajo, al salario justo; del derecho a la salud, a la educación, a la igualdad, a la información?

En 1990 la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), auspicia la Conferencia Regional para la Reestructuración de la Atención Psiquiátrica en América Latina, donde la Comisión Interamericana de DDHH participó como co-patrocinadora y en la cual se adoptó la Declaración de Caracas, que establece estándares de protección en materia de derechos humanos y salud mental. ¿Cuántas personas conocen esta declaración, o las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos Sobre La Promoción y Protección de los Derechos de las Personas con Discapacidad Mental? ¿Cuántos periodistas lo saben? ¿Cuántos periodistas tienen sobre su escritorio -para su uso- el Manual de Estilo confeccionado por FONADIS (Fondo Nacional para la Discapacidad) hace ya unos 4 años, para el correcto tratamiento de la información referida a los ciudadanos con trastornos psíquicos o con otras discapacidades?

En el caso de las mujeres, ¿cuántas ciudadanas chilenas saben de la existencia de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer? Dejando de lado el trabajo de difusión de derechos que exitosamente realiza el Servicio Nacional de la Mujer, me parece que los medios podríamos facilitar esa tarea. Un buen resultado en ese sentido no solo es bueno para las mujeres sino para toda la sociedad, porque esta se va haciendo más sana y habitable para hombres, mujeres, niñas y niños, jóvenes y viejos.
Y hablando de viejos, y sabiendo que la tendencia en esta sociedad, gracias al descubrimiento y uso de los antibióticos, vacunas y avances del desarrollo, es al aumento de la esperanza de vida de hombres y mujeres, es decir, que en un tiempo no muy lejano los mayores serán una inmensa proporción de la población, puesto que además han disminuido las tasas de natalidad, ¿no sería hora de dejar de usar un lenguaje discriminatorio hacia las personas mayores?

Las creencias comunes hacen que la ancianidad no se vea como un proyecto de vida de signo positivo, de liberación y nueva productividad. Las actitudes instaladas en el ideario social son de negación a la propia perspectiva de ancianidad. Los sujetos mayores son rechazados por los grupos. He aquí una marginación dañosa que podemos contribuir a erradicar.

Muchas dignidades son arrinconadas, maltratadas y destruidas, a veces la dignidad junto con el cuerpo físico. Repartidas por el mundo, las personas migrantes, sufren de esta situación, al igual que los indígenas en manos de sus respectivos connacionales, las personas que viven con el virus del VIH/SIDA, las personas que nacieron con sexualidades distintas a las establecidas por ley, las personas con menos escolaridad, las personas de origen social distinto a las aristocracias, las personas alejadas de los parámetros de hermosura física sancionados como aceptables, todas estas son discriminadas y marginadas, a causa de su fenotipo, en más de una ocasión. Y aquí recuerdo una lectura de foto de un periódico chileno de la capital: era la imagen de una hermosa mujer con poca ropa, y decía: "esta sí que es mujer, y no como la que tengo en la casa". Solo con unos pocos años de diferencia, otro periodista encontró esta joya en un archivo y copió la idea: otra vez una foto con esa leyenda. Podemos preguntarnos: ¿son esas las ideas que debemos copiar para vivir mejor? No cabe duda de que en eso había mucho humor, y el humor nos hace bien, pero fue a costa de la dignidad y la autoestima de otras personas.

Los derechos humanos son indivisibles, interdependientes, complementarios y no jerarquizables. Vale decir, están vinculados entre sí. No podemos aislar unos de otros ni pensar que unos son más importantes y otros menos. La conculcación de un solo derecho significa arriesgar el conjunto de la dignidad de una persona, o de un pueblo; en consecuencia, el disfrute de algún derecho no puede hacerse a costa de los demás. Los derechos de las personas, de hombres y mujeres individuales, y los derechos de los pueblos, son un aparato sistémico. No podemos disfrutar plenamente del derecho a la educación si no estamos bien alimentados o si nos han arrancado del sistema para cuidar hermanos menores o vender galletitas en las micros. Tampoco podemos ejercer nuestro derecho a la participación política si se nos arrebata el derecho a expresarnos o a estar bien informados.

Los adelantos tecnológicos...

... Han tenido profundas repercusiones en la función de los medios de comunicación al proporcionar a los individuos y a los grupos nuevos medios para comunicarse entre sí. Estos adelantos han beneficiado a las sociedades de diversas formas, por ejemplo, llamando la atención sobre los abusos de los derechos humanos, y también colaborando en el ámbito de la educación de los derechos humanos. Desgraciadamente, Internet y otras nuevas formas de comunicación también se han utilizado para difundir mensajes de odio y desprecio -como ya vimos- hacia ciertos grupos, a causa de su raza, religión, nacionalidad, etnia, género, y otros motivos.
Solo por el hecho de existir y estar al alcance de algunos más que de otros, las nuevas tecnologías no significan un avance para la sociedad, si pensamos que los pobres y marginados están también incluidos en el concepto.

Debemos evaluar qué significa la introducción de las nuevas tecnologías de la información, para quienes deben defender sus derechos día a día so pena de continuar pisoteados, como las personas que ya hemos mencionado, como las personas que viven con el VIH/SIDA, como los presos de la cárceles latinoamericanas, a los que además de la pena de privación de libertad se les agregan docenas de improvisados castigos no dictaminados por juez alguno; como las monjas sometidas por un sistema jerárquico que las ubica al final solo por ser mujeres, como los jóvenes marginados de un sistema que los expulsó de su seno y que desvergonzadamente los llama antisociales.

Los antisociales somos nosotros, esta sociedad y su aparataje civilizatorio que no hace lo suficiente para incluirlos en ella con un esfuerzo cuyo motor solo debería ser reconocerlos como personas.
Podríamos discutir asuntos como ¿de qué manera podríamos equilibrar la libertad de expresión cuando se hace uso de las viejas y nuevas tecnologías, tales como Internet, la radio, los periódicos y la televisión, con acciones que puedan evitar que se promuevan creencias y actitudes racistas, homofóbicas, misóginas, xenofóbicas, y otras?

En la Conferencia de Durban ya mencionada se preguntaron ¿cómo se pueden igualar la libertad de prensa y la obligación de no incitar al odio racial?, ¿cómo puede ayudar el sistema de derechos humanos de las Naciones Unidas en el proceso de igualar derechos que se contradicen?
Apliquemos la pregunta a todos estos temas. Abramos esta discusión. Hablemos de esto en los medios. Hablémoslo aquí, y también en las aulas de periodismo.

En mi experiencia personal, estos tópicos se han desarrollado en forma eficaz, al abrigo de la cátedra de ética periodística. El alumnado entiende con facilidad que no pueden ir separados. Los primeros documentos que se estudian allí', son la declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, y el Código de ética de los Periodistas. A partir de ahí, y mirando el mundo a su través, trabajamos en la formación de nuestras propias éticas como periodistas que deben salir a explicar un país desde su compromiso con el inesquivable cambio social que de lo aquí expuesto se desprende.

La ética periodística no es algo que debamos observar solamente en las salas de redacción. También debemos llevarla en el bolsillo cuando somos dirigentes gremiales, cuando hacemos docencia, cuando administramos la institución académica, cuando estudiamos para insertarnos en un proyecto periodístico futuro. Es ético que las escuelas de periodismo se sitúen en la coherencia de los derechos de las personas a las que sus proyectos académicos deben servir.

Es ético que nuestras escuelas incluyan la cátedra de Derechos Humanos en sus mallas curriculares, para estar en condiciones de entregar a la sociedad profesionales de la comunicación que -sensibilizados y convencidos- impongan el enfoque ético de los derechos de las personas en el quehacer periodístico. No hacerlo, es grave omisión, ya que el rol socializador de los medios de comunicación sigue siendo contundente en la formación de hábitos, creencias, actitudes y conductas de todas las personas. Aparte, tiene una gran capacidad de armar realidades con un buen manejo de los énfasis, las sordinas y los adornos; con el uso del lenguaje críptico, el lenguaje simpático, el uso del humor, de la burla, y así... olvidando que la información es un bien social, más que un producto que debe venderse a como dé lugar.

Debemos pensar además en que hay personas que frente a los mensajes puestos en circulación por los medios, tienen filtros débiles o inexistentes, ya sea por baja escolaridad, por un flaco ejercicio de la ciudadanía, por poco dominio de los contextos, insuficiente ejercicio de análisis crítico, etc., que los hacen más vulnerables al enorme poder de penetración de los medios.

Los periodistas gozamos de ciertos derechos especiales en el ejercicio de nuestra labor, como por ejemplo, el secreto profesional, el respaldo legal al derecho de exigir información que consideremos de interés público, y por añadidura, el halo mágico de odio/respeto/temor/celebridad que nos rodea y que intimida a muchas fuentes u objetos de información. Tenemos un poder de manipulación gigantesco. Si no ponemos estas prerrogativas y ventajas al servicio del desarrollo y bienestar de nuestra sociedad, estamos haciendo una especie de malversación de nuestro poder.

Mientras los derechos humanos fundamentales y los llamados "de tercera generación" se vean diariamente conculcados, aunque sea a través de un graciosísimo titular en letras rojas, los medios y los periodistas no estamos cumpliendo eficazmente con nuestro compromiso social. El código de ética de cada uno tiene la respuesta al problema. Las escuelas de periodismo deben dar otras.
Quiero terminar trayendo a nuestra memoria que las Abuelas de la Plaza de Mayo, en su Congreso de 1997 declararon entre sus objetivos primordiales, reafirmar su larga trayectoria en favor de la vida, por la búsqueda y restitución de los niños desaparecidos durante la dictadura militar, y por la promoción y enseñanza de los derechos humanos y el apoyo a las generaciones jóvenes -de las que forman parte los nietos de estas Abuelas- en su búsqueda de proyectos de vida, identidad, compromiso y utopía.

Los invito a copiar este modelo de generosidad social, a globalizarlo y a trabajar en este espíritu, cada uno y cada una, desde su lugar, y con las tecnologías que tengan a su alcance.

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