Fraudes contables
de empresas estadounidenses
El
desplome de las espectativas
El
primero en caer fue Enron. Después WorldCom. Ahora son Xerox
y Merck, y una larga lista se encuentra bajo investigación
¿qué magnitud alcanzará esta oleada de descubrimientos?
Todas
estas compañías se han visto involucradas en irregularidades
en su contabilidad y es la economía de Estados Unidos (y
la del mundo) la que está sufriendo las consecuencias.
Por Esteban Gómez C. y M. Eugenia Salinas R.
Convertido
en la potencia hegemónica, el dominio de Estados Unidos no
se limita a lo militar, sino que ejerce también el poder
a través de la economía mundial. El país ha
tenido épocas de gran prosperidad, gracias al liberalismo
económico. Los presidentes, confiados en el sistema, no han
querido interferir mayormente en los asuntos de las grandes corporaciones.
¿Para qué iban a hacerlo? Todo marchaba bien.
Sin embargo,
llegó un punto en donde los postulados de Newton explicaron
de mejor manera el capitalismo que el mismo Marx: "todo lo
que sube tiene que bajar". Nadie se dio cuenta de que más
que la producción, lo que había crecido era la especulación
y, de un momento a otro, los inversionistas vieron como sus apuestas
en el mercado estaban sobrevaloradas y, asustados, decidieron retirarse
del juego, dejando ver el estado real de la economía estadounidense.
Esta no sólo
es la descripción de los años previos a la gran crisis
del año 29, sino que es la coyuntura que vive actualmente
el país del norte, que luego de años de sostenido
crecimiento ve peligrar su bienestar por los escándalos de
especulación.
El primer indicio
lo dio en diciembre de 2001 el colapso de Enron, una de las ocho
corporaciones más grandes de EEUU. Esta empresa energética
falsificó sus balances, haciendo pasar gran parte de sus
pérdidas por ganancias para así elevar su cotización
en Wall Street. Desde 1997, había publicado utilidades inexistentes
por casi 600 millones de dólares. Junto a ella, arrastró
a la empresa de consultoría Arthur Andersen, una de las cuatro
más importante del mundo en ese rubro, que en una auditoría
previa no detectó ninguna irregularidad.
Sin embargo,
la situación se agravó luego de que una investigación
de la Comisión del Mercado de Valores (SEC, por sus siglas
en inglés, cuya función es supervisar las empresas
en las que cualquier persona puede invertir), descubrió que
la consultora había destruido documentos que evidenciaban
las irregularidades en Enron. Al ser confirmada su responsabilidad,
la empresa perdió absoluta credibilidad, la misma que dejaron
de tener los inversionistas estadounidenses en el mercado de valores.
Esto estaba
recién empezando. El 25 de junio de este año se supo
que la empresa de telecomunicaciones WorldCom (la segunda más
grande de EEUU en el rubro), había hecho exactamente lo mismo
que Enron, nada más que por un poco más de dinero.
"Sólo" 3.800 millones de dólares. Cifra
suficiente como para comprar 10 veces los pases de todos los jugadores
del Brasil campeón del mundo de fútbol.
La empresa se
defendió con una irrisoria excusa: "por un error registramos
equivocadamente 3,8 billones (miles de millones) de costo como capital
disponible, cuando las ganancias registradas en los últimos
cinco trimestres desde el 2001 debieron haber sido pérdidas."
Cuando esto se hizo público, las acciones de la firma cayeron
en un 93 %, llegando a costar sólo seis centavos de dólar.
Nuevamente Andersen
estaba involucrado, ya que en una auditoría a esta empresa
no detectó los "errores" en los que incurrió
WorldCom. Según explica el ex funcionario de Andersen, Rodrigo
Leiva, este trabajo, más que revisar si las cuentas de las
corporaciones cuadran, consiste en analizar si los criterios para
realizar la contabilidad son racionales. Como dijo desde Chicago,
a Con Tinta Negra, estos escándalos no surgieron de un problema
en la contabilidad, sino que son producto de que estas compañías
escondieron groseramente las pérdidas, lo que no sólo
constituye un fraude, sino que también un delito.
Otra empresa
involucrada es Xerox, la mayor fabricante mundial de fotocopiadoras,
la cual anotó ingresos anticipados por seis mil millones
de dólares. Luego salió a la luz el caso de la empresa
farmacéutica Merck que registró como ganancias 1.400
millones de dólares que nunca pasaron por sus manos. El caso
de estas últimas empresas es diferente al de Enron y Worldcom,
ya que no inventaron cifras de la nada, sino que recurrieron a la
"creatividad contable" traspasando la columna de inversiones
a la de ganancias.
La
SEC iniciará investigaciones a un sinnúmero de compañías
sospechosas de estos engaños, entre las que se cuentan General
Motors, Tyco, Global Crossing, Adelphia, Kmart, Network Asociates
y Duke Energy. Las recientes pesquisas realizadas por la justicia
estadounidense revelan que estas prácticas son más
comunes de lo que parecen... y también mucho más peligrosas.
El sistema bursátil se basa en la transparencia y confiabilidad
de la información. Estas corporaciones buscaban mantener
su valor de una forma ficticia, engañando a quienes compraban
sus acciones, manteniéndose en un estado de falsa competitividad.
Para Leiva,
las relaciones entre la empresa auditora y la auditada son muchas
veces "perversas", ya que la continuidad como cliente
de la consultora depende muchas veces del éxito de la compañía
investigada. Por ejemplo, se daban casos en donde Andersen cumplía
tanto funciones de auditoría como de asesoría para
una misma firma, por lo que era posible que ambos objetivos fueran
incompatibles. Esta práctica, sin ser ilegal, va en contra
de uno de los principios básicos del auditor: ser independiente.
El accionista,
que confiaba en los informes comerciales de la empresa en la que
invertía, no sabía lo que sucedía adentro,
por lo que creía que el valor de las acciones eran reales,
cuando en realidad había sido inflado por los gerentes que
necesitaban cumplir metas de producción. En la práctica,
lo que sucedió fue que al hacerse públicos los escándalos
contables, la confianza de los inversionistas se desvaneció
y reaccionaron vendiendo sus acciones, lo que ha provocado una considerable
baja en la bolsa de Nueva York.
Bush &
Cheney Corp.
El presidente
de Estados Unidos, George W. Bush, fue el primero en mostrar su
enojo hacia los involucrados y sus prácticas. El discurso
de Bush se fundamenta en que la ética empresarial es la que
debe regular y propiciar las actividades financieras para mantener
el correcto funcionamiento de la economía.
Sin embargo,
luego de dichos tan reivindicadores de la moral, salió a
la luz que tanto él como su vicepresidente, Dick Cheney,
estuvieron involucrados en situaciones similares a las cuestionadas
cuando se desempeñaban como gerentes y directores de grandes
compañías antes de entrar a la política. Cuestionado
Bush por esta inconsecuencia, sólo se remitió a señalar
que no había cometido ninguna ilegalidad.
El caso en el
que se cuestiona a Bush se remonta al año 1990, cuando era
director de la compañía Harken Energy y vendió
acciones por casi un millón de dólares una semana
antes que se anunciaran pérdidas por 23 millones. El ahora
presidente, de haber manejado esta información, debió
haberlo comunicado inmediatamente a la SEC antes de realizar la
transacción, sin embargo se demoró nueve meses en
hacerlo.
Cheney, por
su parte, en 1998, siendo gerente general de la empresa petrolera
Halliburton estuvo involucrado en "errores" de contabilidad.
Al igual que Xerox, esta compañía contabilizó
como ganancias 89 millones de dólares que recibiría
en el futuro.
Bush y Cheney
están plenamente inmersos en lo que se ha denominado actualmente
como la "América Corporativa", es decir, grandes
grupos económicos que controlan Estados Unidos. Existen muchos
signos que demuestran que el poder político esta vinculado
con estos conglomerados. Esto refleja en el financiamiento de las
campañas políticas: WorldCom aportó cerca de
900.000 dólares para las próximas elecciones parlamentarias
de noviembre, entregando dinero tanto a republicanos como a demócratas.
Pero ¿quién
sabe cuántos fondos más han entregado las grandes
corporaciones?
Según el Centro para la Responsabilidad Política de
Estados Unidos, la compañía de telecomunicaciones
ha entregado dinero a más de la mitad de los representantes
y al 80% de los senadores. También se ha demostrado que Enron
fue bastante generoso con Bush; el director de esta compañía,
Keneth Lay, contribuyó con casi 300.000 dólares para
la campaña presidencial.
Leiva no cree
que los nexos de Bush y Cheney con las grandes corporaciones puedan
afectarlos políticamente, ya que el eventual acusador, el
Partido Demócrata, también está vinculado con
grandes grupos económicos. El ingeniero comercial piensa
que esta situación puede perjudicar a Bush sólo en
la medida que derive en una crisis económica de mayor alcance.
Lo
que Bin Laden no logró...
Las consecuencias
de los escándalos contables se han visto reflejadas dramáticamente
en Wall Street. El 19 de julio el Dow Jones (índice que mide
la fluctuación de las acciones de las 30 empresas más
importantes) cayó en un 4,6%, llegando a su nivel más
bajo desde el peor momento de la crisis asiática del año
'98.
Es decir, la
economía estadounidense se ha hecho más daño
a sí misma que el causado por los ataques terroristas del
11 de septiembre. Luego de estos acontecimientos, la bolsa pudo
recuperarse creciendo sostenidamente hasta marzo de este año.
Desde entonces el Dow Jones ha caído en un 25% y el Nasdaq
(indicador de las compañías tecnológicas) ha
bajado en más de un 30%.
Leiva, quien
actualmente trabaja para la consultora Ernst & Young, luego
del desplome de Andersen , explica por qué los escándalos
han sido más dolorosos para la economía, que los ataques
de Bin Laden: "Si uno tiene una casa y le ponen una bomba en
el baño, después del susto inicial uno puede arreglarla
usando plata que tiene presupuestada para otros fines. Lo que pasa
ahora, es que uno se da cuenta que la casa que pensaba que costaba
diez, en realidad cuesta mucho menos. Es decir, uno contaba con
plata que nunca tuvo. Lo que trae consecuencias a mediano y largo
plazo".
Una vez conocidos
los fraudes contables, 75.000 millones de dólares han sido
retirados de la bolsa estadounidense. Esto repercutirá necesariamente
en el crecimiento de ese país, que según el economista
Ethan Harris, se ha visto diezmado en un 1,5% en lo que va del año,
un tercio del crecimiento pronosticado por la Reserva Federal para
el 2002. Al disminuir su ritmo EEUU, uno de los motores de la economía
global, arrastrará al resto del mundo, expandiendo la suspicacia
y provocando una desaceleración en el crecimiento mundial.
Para recuperar
la confianza, Bush pretende instaurar una serie de medidas para
fiscalizar a las auditoras, a modo de evitar una "relación
perversa" entre ellas y sus clientes. Lo que propone el presidente
es impedir que estas empresas puedan dar servicios anexos a quienes
los contratan, como por ejemplo asesorías, y que no puedan
estar ligadas a ellas por más de cinco años.
Para Leiva,
estas normativas podrán disminuir los engaños financieros,
pero no erradicarlos, ya que "cuando un grupo de gente se colude
es imposible detectar un fraude". Él cree que para cambiar
esta situación se necesita un cambio estructural.
La caída en Wall Street ha demostrado que la economía
de Estados Unidos está basada en la especulación,
por lo que esta baja es una corrección hacia los valores
reales. Es decir, una eventual crisis no sería más
que un reflejo del momento que está viviendo la economía,
que se ha mantenido oculto con base en la expectativas de los inversionistas.
Si solamente
se ha sabido de algunos engaños en empresas de un sólo
país ¿qué podemos esperar si se masifica esta
situación al resto de los mercados, considerando que la economía
global está funcionando sobre supuestos? Aunque se revelen
o no más casos, la desconfianza ya está instalada
y son muchos los indicios que hacen pensar que este hecho puntual
se pueda transformar en una crisis.
Quizás
es momento de tomar en cuenta las palabras dichas por Fidel Castro
durante la Conferencia Internacional sobre el Financiamiento para
el Desarrollo, realizada en México en marzo de este año:
"El actual orden económico mundial constituye un sistema
de saqueo y explotación como no ha existido jamás
en la historia. Los pueblos creen cada vez menos en declaraciones
y promesas. El prestigio de las instituciones financieras internacionales
está por debajo de cero. La economía mundial es hoy
un gigantesco casino. Análisis recientes indican que por
cada dólar que se emplea en el comercio mundial, más
de cien se emplean en operaciones especulativas que nada tienen
que ver con la economía real".
Sitios relacionados
Mercado de Valores de Nueva York
www.nyse.com
Arthur Andersen Consulting
www.andersen.com
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