Competitividad
v/s desigualdad
Cara
y sello de una moneda neoliberal
Según
el último ranking del World Economic Forum, Chile es el 20º
país más competitivo del mundo, y a la vez, líder
regional en la materia.
Sin embargo,
el buen desempeño económico se contradice con un clima
no favorable a los negocios, que tiene sumido al país en
un bajo crecimiento económico, altas tasas de desempleo y
una pésima distribución de los ingresos.
Por
Constanza Donoso y Iván Falcón
El
World Economic Forum es una fundación académica sin
fines de lucro, nacida a principios de los '70, que anualmente se
dedica a elaborar una lista global de competitividad entre 80 países
seleccionados del mundo. Sus reportes anuales los realiza desde
1979 con la colaboración de la Universidad de Harvard, y
tiene su base de operaciones en Suiza. Fue esta misma organización
la que el 13 de noviembre último situó a Chile en
el exclusivo club de los 20 países más competitivos
del mundo. El buen índice asignado al país se sustentó,
entre otras cosas, en el alto grado de estabilidad macroeconómica,
la fortaleza de las cuentas externas y fiscales, el tamaño
reducido del gobierno y una buena clasificación de riesgo
país.
El informe destacó
que la posición chilena, a la inversa de la tendencia regional,
se afianza como la más competitiva en América Latina,
no sólo porque exhibe el mejor indicador entre sus pares,
sino también porque cada vez toma más distancia respecto
de los mercados vecinos que siguen en franco descenso. Ocho países
de la región están entre los 13 peor evaluados: mientras
en el 2001 Chile ocupó el puesto 27 del ranking global y
Costa Rica era su seguidor más directo en el 35, este año
la nación más cercana es Uruguay, en el lugar 42.
Paradójicamente,
este informe divulgado por el ministro de Hacienda, Nicolás
Eyzaguirre, cayó en medio de una tormenta que tenía
sumida a la administración pública y la actividad
económica en franca deslegitimación. A la crisis política
que afecta al gobierno y a la Concertación por el caso coimas,
se suma una gran serie de críticas al manejo macroeconómico
por la prolongada recesión que ha traído tasas de
desempleo cerca del 10% y numerosos informes de ONG's que dan cuenta
una crítica distribución de la riqueza en nuestro
país.
Esto, por cuanto
el informe se hizo sobre la base de encuestas a más de 5.000
ejecutivos del mundo entre fines del 2001 y el primer semestre de
este año, pero deja de lado a los trabajadores, a los pobres
y a las capas medias que sufren de cesantía, disminución
de remuneraciones, aumento del costo de la vida, nuevos impuestos,
deudas impagas y perdidas de patrimonio.
El lado oscuro
del top 20
A pesar de toda
la publicidad que puede representar que el World Economic Forum
coloque a Chile en un lugar privilegiado dentro de la economía
del mundo, existe una realidad en nuestro país que ningún
ranking puede soslayar. El hecho de que el sueldo mínimo
sea de tan sólo 105.500 pesos indica que nuestro país
es más bien injusto y discriminatorio en lo social. Sin ir
más lejos, el trimestre agosto-octubre de 2002 dejó
una tasa nacional de cesantía que alcanzó el 9,6%.
Si bien es cierto
que esta cifra tiene un significado para el gobierno, en cuanto
a que se mantiene la expectativa gubernamental de un desempleo no
superior a 2 dígitos, ésta no se traduce en un real
avance en pos de terminar con la cesantía. Sin embargo, el
ejecutivo insiste en ver el lado positivo. De esta manera, el ministro
del Trabajo, Ricardo Solari, estimó que el promedio anual
de desocupación estará en torno al 9%, similar al
9,1% registrado en 2001 y lejano al temido diez y tanto.
Para complacencia
del ejecutivo Erik Haindl, académico de la Universidad Gabriela
Mistral, el 9,6% estuvo dentro de lo esperado y cree que en los
próximos meses la desocupación seguirá descendiendo.
Gracias a la estacionalidad positiva y a la reactivación
económica que seguirá su curso durante el verano.
Sin embargo,
para los desempleados, quienes perciben realmente el trasfondo de
este 9,6 %, la cifra sigue siendo extremadamente alta. Esto se refleja,
en que la desocupación afecta a 569.140 personas en todo
el país, lo que llevado a un contexto familiar hace mucho
más negro el presente.
La VII Región
es la que exhibe la tasa más alta de desempleo, con 14,8%,
seguida de la V Región, con 13,6%. En tanto, Santiago concentra
el mayor número de cesantes del país, alcanzando un
13,5%. Esto es preocupante, ya que un más de un tercio de
la población de Chile vive en la capital, lo que significa
que muchas de las personas que vienen de provincias a buscar trabajo
a la Región Metropolitana, sencillamente no lo consiguen
y empeoran su situación debido a las escasas oportunidades
que ofrece el país.
Otro
escenario desolador lo indica la notoria desigualdad económica
y social de la nación. El Banco Interamericano de Desarrollo
(BID) en su último informe sobre las economías de
América Latina, da cuenta de un triste récord: los
países de la región, entre ellos Chile, ostentan los
peores niveles de distribución de ingresos del planeta.
El informe titulado
"América Latina frente a la desigualdad", fue dado
a conocer en un seminario en la Universidad de Chile y revela que
en la región, en promedio, una cuarta parte de los ingresos
nacionales es percibida por un 5% de la población y un 40%
por el diez por ciento más rico, proporciones comparables
a las que se observan en los países de África, lugares
fuertemente azotados por los desastres naturales como la sequía
y las pestes, que provocan tragedias humanas devastadoras, no tan
frecuentes en Latinoamérica.
En el caso de
Chile, el estudio señala que el diez por ciento más
rico de la población recibe 30 veces más que el diez
por ciento más pobre, lo que constituye la séptima
peor tasa de distribución del continente. Sólo superado
por Brasil, Paraguay, Honduras, Guatemala, Ecuador y Panamá.
Sistema contradictorio
La profundización
y extensión de la actual crisis económica chilena
en particular, y mundial en general, tiene su explicación
en las propias contradicciones del capitalismo. Un sistema que avanza
hacia la robotización de los procesos productivos, desplazando
a más de un tercio de la fuerza de trabajo mundial, tiene
que provocar, una y otra vez, crisis de sobreproducción.
Hecho inaudito cuando existen 1.300 millones de seres humanos que
se debaten en la miseria.
Además,
como consecuencia directa de una economía dirigida exclusivamente
por las ansias ilimitadas de lucro de las grandes transnacionales
y la eliminación de todos los mecanismos de control sobre
sus utilidades, no se puede sino caer en sucesivas crisis financieras,
producto de una masa de capital especulativo que, como turbulencia
sin control, va destrozando las economías nacionales, como
lo sucedido con Argentina.
La economía
chilena es vulnerable a estos ciclos debido a que es excluyente,
concentradora, dependiente y depredadora. Las políticas económicas
de los gobiernos de la Concertación han estado en función
del modelo neoliberal impuesto por la dictadura militar. Lejos de
procurar un desarrollo industrial y agrario propio, la economía
chilena se subordina cada vez más al FMI y al Banco Mundial,
al liberalizar y mercantilizar actividades productivas y servicios.
Chile se hizo enormemente dependiente del flujo de capitales extranjeros
y de los ingresos generados por exportaciones de materias primas.
Es decir, se alineó cada vez más con los intereses
capitalistas, haciendo recaer todo el peso de la crisis en los trabajadores,
en los sectores más pobres, en los medianos y pequeños
productores.
Según
el sociólogo Francisco Javier Cornejo "Los sectores
más castigados por estas políticas son los medios
y populares, lo que provoca una anulación mayor de la soberanía
económica del país. En efecto, mientras se concede
nuevos beneficios a las transnacionales, se impone a los trabajadores
una congelación de salarios, quienes no consuman lo básico
para vivir". Agregó a CTN que un modelo económico,
con tales deformaciones, va incubando más conflictos sociales,
los que inevitablemente se acercan al punto de ebullición.
Sitios relacionados:
www.weforum.org
www.finanzas.cl
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