Aníbal
Ford:
Lo
que no está en Internet no existe
La formación
de grandes grupos empresariales de comunicación que combinan
medios de información y entretenimiento ha modificado la
noción de uno y otro, cruzando los discursos.
Tras la llegada
de las tecnologías, las clases sociales se clasifican según
accedan o no a los medios de información, según sean
o no materia de ellos y estén capacitadas para discernir
sus nuevos códigos.
Por
Andrea Barrera y Claudia Farfán
En
un ambiente estudiantil, el ensayista argentino Aníbal Ford
llegó a nuestro país con el objetivo de exponer en
el II Encuentro de Federación de Facultades de Comunicación
Social del Cono Sur, realizado del 7 al 9 de noviembre en la Escuela
de Periodismo de la Universidad de Chile. Su compromiso con una
mirada latinoamericana lo impulsa a participar con mucho entusiasmo
en estas instancias.
Este Encuentro
reunió a académicos, investigadores y estudiantes
de argentina, Paraguay, Uruguay y Chile, países que forman
la regional Cono Sur de la Federación Latinoamericana de
Facultades de Comunicación Social (Felafacs).
Actualmente,
dirige la maestría de comunicación y cultura en la
Universidad de Buenos Aires y la colección Enciclopedia Latinoamericana
de Sociocultura y Comunicación de Editorial Norma. En el
ámbito periodístico, escribe regularmente columnas
para periódicos argentinos como Página 12 y Clarín,
además de periódicos extranjeros.
En esta visita fue entrevistado por Con Tinta Negra para conversar
de los nuevos desafíos comunicacionales del presente siglo.
Con un ceño fruncido, pero sin dejar sus brazos caer nos
habló de su visión crítica sobre las nuevas
tecnologías que influyen en el curso de la sociedad.
CTN: ¿Cuáles
son los efectos directos de la aplicación de las nuevas tecnologías
en las comunicaciones en América Latina?
A.F:
Los efectos más directos hay que pensarlos a nivel internacional.
En algunos planos han permitido el avance de la intercomunicación,
en otros planos han ahondado la brecha comunicacional. Así
como hay mayor diferencia entre pobreza y riqueza en los últimos
veinte años, existe diferencia entre los sectores que poseen
las nuevas tecnologías y los que no las poseen.
De alguna manera habría que señalar que han beneficiado
la comunicación de ciertos sectores y ciertos movimientos,
pero en general, han ampliado la brecha entre quienes tienen acceso
a las tecnologías y quienes no tienen esa posibilidad.
CTN: A la
luz de sus afirmaciones ¿Internet se plantearía como
un engaño o como una esperanza para las nuevas generaciones?
A.F:
Internet es un instrumento útil, pero a la vez llega sólo
al 5 o 6% de la población mundial, y en el caso de América
Latina todavía es muy pequeña la participación
en Internet. El problema de este medio es que para un usuario común
plantea cierto tipo de información muy hegemonizada por un
conjunto anglosajón, lo mismo ocurre, por ejemplo, con la
Enciclopedia Encarta.
Si se sabe buscar es posible encontrar mucha información
y críticas en Internet, pero aún se está en
una etapa de avance. El problema es cuáles son las políticas
nacionales de los países latinoamericanos respecto de Internet
o con respecto al material digital o Enciclopedias tipo Encarta.
A veces no suministran una información respecto a nuestros
países que sea correcta y adecuada porque privilegian otro
tipo de información.
En Internet siempre se va a encontrar elementos que hagan refutar
esta afirmación, pero se debe tener en cuenta que alguien
que busca de manera usual no va a encontrar tan fácilmente
información crítica respecto de nuestros países.
Esto es importante porque Internet está ingresando a los
colegios, se está expandiendo horizontalmente.
CTN: Usted
en un artículo denominado "Lo que no está en
Internet, no existe" señala la importancia de la lucha
por defender nuestra cultura para que ésta no sea borrada.
En esta perspectiva ¿cuál es el papel de los periodistas
latinoamericanos sobre este punto?
A.F:
Las culturas no se borran del todo, se borran por parte. El rol
nuestro es saber mucho de nuestro patrimonio cultural, tangible
o intangible, nuestro conocimiento e historias. Lo que constituye
nuestros países no tiene un primer lugar en las nuevas tecnologías
o el contenido de las nuevas tecnologías. Entonces, ahí
hay una tarea de compensación e información que si
no manejamos nosotros no la maneja nadie. La pueden manejar otros,
pero de manera deficiente.
CTN: Respecto
al trabajo de investigación, los periodistas latinoamericanos
dependen mucho, especialmente en el aspecto internacional, de la
información que llega de las agencias internacionales, la
cual muchas veces se queda con la visión norteamericana de
los conflictos. ¿Qué se puede hacer para superar la
visión sesgada de los hechos?
A.F:
El periodista se maneja con una serie de fuentes aparte de las agencias.
Un buen manejo de Internet por parte del periodista le puede hacer
llegar a versiones que no son las oficiales, planteadas por las
agencias principales de los medios. Allí se puede obtener
otras fuentes de información.
En el caso de Internet, debe ser bien manejado y bien controlado,
porque la información que circula en Internet puede ser falsificada.
Yo creo que en este caso es uno de los cuales se puede contrastar
las fuentes, las agencias con otro tipo de fuente.
CTN:
¿Cómo podemos crear espacios para saberes no institucionales,
que no reflejen necesariamente lo que quiere el gobierno que sea
de conocimiento de la opinión pública?
A.F:
Eso es la pregunta respecto a si la agenda de los medios refleja
la agenda de la sociedad o si hay temas que no aparecen.
Hoy, justamente, estamos en una crisis de los saberes del periodista
profesional, existe la necesidad de que conozca y vea otro tipo
de cosas.
En este sentido, yo creo que en este momento hay un punto de compensación
entre lo que puede ser la información que pasa al periodismo,
me refiero al escrito, gráfico, online o el periodismo televisivo
o informativo. Es una etapa de crisis y reconstrucción con
respecto a las fuentes que pesan sobre las agendas. Al margen de
que mucha información sea manejada a través de criterios,
como lo señalé en mi último libro La Marca
de la Bestia, de infoentretención, característica
de la década de los '90, y que hizo crisis después
del 11 de septiembre de 2001, o que pueda ser ocultada por otras
razones. Los criterios del periodismo de la modernidad están
en una etapa de revisión y crisis.
CTN: ¿Cuáles
serían las instancias que deberían crear los periodistas
para reflejar los problemas de la sociedad, crear nuevos medios?
A.F:
El problema es cómo se incluye un nuevo tema en la agenda.
Si se toma un problema de la cultura contemporánea como lo
es el crecimiento de las relaciones interculturales a raíz
de las migraciones, el turismo, los desplazamientos económicos
u otras razones, ahí se exige al periodista que, en primer
lugar, instale eso como un tema social, no sólo como un tema
que aparece en policiales cuando hay un conflicto entre inmigrantes.
Segundo, que tenga una mínima formación antropológica
para saber como debe ver la cultura del otro, para no caer en estereotipos
o prejuicios.
Ahí convergen varios problemas respecto a la formación
de los periodistas, a la forma en que se instala en la agenda y
a la forma en que problemas que sólo tienen cabida en policiales
o secciones de información general se constituyan en secciones
específicas.
CTN: En uno
de sus artículos, Ud. se presenta muy crítico respecto
a la fusión de los medios de comunicación y el entretenimiento
A.F:
Lo que ha pasado es que la convergencia de información, el
hecho de compartir las mismas tecnologías, ha generado fusiones
muy grandes de medios, no olvidemos que las industrias de lo simbólico
han pasado a ser parte del producto interno bruto de ciertos países.
Esta concentración ha motivado la fusión de empresas
de información con otras de entretenimiento y esto influye
de alguna manera, por la sinergía, el aprovechamiento de
recursos, en el infoentretenimiento como un ingreso en los sectores
informativos de aspectos narrativos, ficcionales, musicales, etc,
que distorsiona lo que se pensaba de aparatos específicos
de la formación de la opinión pública.
La crítica que yo hago es desde la modernidad clásica
respecto a cómo se debe formar la opinión pública
o el debate público. Lo que señalo es que se está
pasando a un uso o utilización de la información dura
en claves que muchas veces la descalifican. Un ejemplo es el síndrome
Bennetton. La utilización de problemas críticos internacionales
como clave de impacto de marca. Problemas de la sociedad y la agenda
contemporánea están siendo usados en función
de mercancía.
El
encuentro del Cono Sur
CTN: ¿Cuál
es el valor que le entrega a encuentros como el de FELAFACS?
A.F: Pone
en contacto a diversos investigadores y estudiantes de América
Latina, lo que es muy importante para el conocimiento latinoamericano,
que es muy complejo y más difícil que el conocimiento
desde lo anglosajón.
En este sentido no es fácil saber lo que se investiga en
Colombia, Venezuela o Brasil, y estos encuentros crean una interrelación
entre ponencias o los grupos expositores. Es una posibilidad de
establecer nexos para nuestros países que están bastante
aislados entre sí. Entonces yo creo que estos encuentros
favorecen la integración.
CTN: Manuel
Calvelo en su exposición, de este encuentro de Felafacs,
señaló que los países latinoamericanos no sólo
son subdesarrollados sino que, además, están subarrodillados
frente a teorías obsoletas o heredadas desde Norteamérica
o Europa. ¿Qué opina de esta afirmación?
A.F: No
sé si están arrodillados con una o las dos piernas,
eso depende. Hay una producción latinoamericana importante.
Yo dirijo una colección en que sólo publican latinoamericanos.
Respecto a la imagen de esta región frente al mundo todavía
hay mucho por hacer y no es fácil el camino. La diferencia
entre países ricos y pobres es abismal y por otra parte hay
una especial presión sobre América Latina.
Ingresar en los flujos internacionales de información va
muy relacionado con la importancia de ingresar en el desarrollo
económico, en el desarrollo social y en la atención
de una serie de cosas que aquí parecen estar en regresión.
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