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Periodismo y las dificultades del nuevo edificio
La razón del descontento

¿Cuándo entramos a la universidad? Ojo, no es una pregunta temporal; es más bien física, geográfica. Y es que nuestro edificio no tiene una entrada demasiado clara, o el clásico letrero que advierta que ya estamos dentro de la Escuela.

A cambio, exhibe una placa memorial que recuerda las pérdidas históricas de la comunidad al tiempo que reivindica a este verdadero elefante blanco como signo de un futuro auspicioso.

Por M.José Martínez y Marco Braghetto


La inscripción de la lámina representa, en el fondo, el discurso oficial en torno a esta reciente construcción y los motivos del traslado desde José Carrasco Tapia. Otro es el que tiene la mayoría de la comunidad de Periodismo, que en general se muestra bastante disconforme con la solución arquitectónica dada a sus necesidades. Cuando terminan las clases y llega la hora del relajo, muchos añoran el cálido ambiente que en la vieja Escuela entregaba el ya mítico "Patio de los cañones", entendiendo que "los pastos" de hoy son patrimonio de toda la facultad de Ciencias Sociales y no un lugar exclusivo de la colectividad de Periodismo.

El responsable de la obra, Juan Sabbagh, es, sin embargo, un arquitecto de destacada trayectoria, que ha recibido premios tanto a nivel nacional como internacional. Así, el 3 de julio fue reconocido con el Premio Nacional de Arquitectura 2002, galardón otorgado por el colegio de la orden. Las buenas relaciones que ha generado en el seno de la corporación han contribuido a que sus pares le conozcan de cerca y valoren sus obras. Incluso fue vicepresidente de la última Bienal efectuada en octubre de 2002.

Lo que no se vio

Antes de nuestra llegada, el terreno donde ubicaron la Escuela era un basurero; y el suelo, un relleno. Parte importante del financiamiento se debió ocupar en nuevas fundaciones 5 metros más abajo. Ello explica la existencia del subterráneo hoy disfrazado de casino. Como la universidad no tenía un peso más, no mandó a hacer los estudios previos de conocimiento del terreno. Se usó, aunque suene patético, la investigación del edificio vecino pensando que era lo mismo.
Con toda la desorganización se perdió un montón de plata, lo que borró un proyectado quinto piso. En todo caso, si lo vemos desde el lado amable, esa pérdida a la larga jugó a nuestro favor, considerando que el actual templo del saber por sus dimensiones ya genera muchas reticencias.
La insistencia por saldar la deuda histórica sirvió para la concreción del anhelo de una escuela propia. Pero también generó un apuro en la entrega del proyecto final, lo que dejó varios clavos sueltos.
Mientras se hacía el preproyecto, a nivel formal los profesionales conversaron con la directora de la Escuela Faride Zerán y su equipo de trabajo. Lo que no se supo es que jóvenes arquitectos estuvieron en el patio vecino, dialogando con algunos alumnos de Periodismo.
Todo el sentido de circulación presente en el proyecto concretado finalmente es el resultado de una idea trunca, pues en la concepción original todo convergía en una plaza.
Cuando en un futuro bastante hipotético se construya el levantamiento pendiente, el casino volvería a su ubicación original, en el primer piso del edificio chico, lo que generaría el añorado espacio de encuentro. El espacio del actual comedor quedaría entonces para otro auditorio o para un estudio de foto más amplio.
También en la abortada segunda obra se daba un espacio de reunión. Además contaba con una terraza cubierta. Ambas edificaciones se unían por un puente. En el exterior se contemplaba un patio pavimentado entre la Facultad y la Escuela.
Hoy por hoy, al salir de la sala te encuentras rápidamente en el jardín, lo que no estaba planificado de esa forma, ya que los planos incluían un patio propio.
"Todas las cosas de nuestra universidad son así porque no tiene un peso", dice Sabbagh. Tal vez el mejor ejemplo de ello es que todos los cristales que hay en la escuela son una donación. De hecho, se iban a poner rejas, pero los gestores del diseño entendieron el simbolismo intolerable que se produciría.

Sabbagh, además de desempeñarse como arquitecto desde 1975, es académico desde hace más de una década del taller de los alumnos de 5° año de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de nuestra universidad (FAU). Entre sus trabajos más conocidos figuran la Escuela de Diseño de esta casa de estudios, el edificio institucional de SONY, las nuevas sedes del Instituto Profesional DUOC en Santiago y Valparaíso y, por supuesto, nuestro edificio, el más cuestionado de todos.

Al respecto, opina su colega, docente de Teoría de la arquitectura de la Universidad del Desarrollo, Jorge de la Cruz: "Los lugares de Sabbagh, sobre todo la Escuela de Periodismo, no provocan nada. Los pasillos son unas cuestiones longitudinales a lo largo de todo el edificio con un piso de hormigón a la vista, absolutamente frío. Los muros están todos cerrados, lineales, planos. Al otro lado, una baranda plana. Todo es un lugar homogéneo. Es como cuando viajas por una carretera: vas en un auto y nunca sabes donde estás, porque la carretera siempre es igual. La forma en que hizo el pasillo es lamás elemental, lineal, absolutamente fome. Allí no pasa nada".

Por eso, De la Cruz se muestra más bien molesto con el galardón y señala que se le otorgó más por su trayectoria que por su última obra: "El de Periodismo es (un edificio) bastante infame. He recogido opiniones de gente de construcción universitaria que se oponían absolutamente que le dieran el encargo a Sabbagh, porque se veía lo que venía, un edificio en el que la gente da bote".

Los largos pasillos que recorren cada piso fueron pensados como un elemento que agiliza el flujo en el interior. Pese a que la labor periodística se caracteriza por su rapidez, el exceso de espacios de desplazamientos dificulta los encuentros, alejándose de la noción comunitaria propia de la vida universitaria. Si pensamos que en este caso se trata de la Universidad de Chile, que aún defiende un concepto amplio de universidad, la abundancia de corredores se vuelve un despropósito.

El criticado profesional argumenta en su defensa: "El planteamiento fue pensar en qué consiste una escuela de periodismo. El periodismo está inserto en el mundo en todas sus dimensiones, como única forma de estar al tanto de la noticia y, por lo tanto, la manera de enseñarlo es como una interacción constante. Entonces, diseñamos un espacio de interacción entre las personas, entre los alumnos. Tú no aprendes periodismo sólo con un profesor, sino que aprendes tú mismo, en un proceso investigativo, indagatorio. En ese proceso se está inserto en un lugar determinado por lo que hay que ser capaz de entender el mundo estando dentro".

La nueva casa... de vidrio

Amplios ventanales cubren ambas fachadas. El casino -cuando sea habilitado- conectará de alguna forma con la calle. Para Sabbagh es fundamental que la universidad no funcione sólo hacia adentro, sino que debe estar inserta en su medio ambiente. Existe entonces una propuesta frente a la calle y la gente que camina por la vereda ve a los estudiantes almorzando.

Sin embargo, el exceso de ciertos recursos a veces resulta agotador. La indiscreción de las salas es la prueba manifiesta de lo poco práctico que puede llegar a ser un material con las cualidades visuales del vidrio. Los ventanales hacen que el más leve movimiento en los pasillos distraiga la atención. La Dirección de esta unidad académica estudia soluciones, tales como poner una lámina adhesiva que permita sólo la entrada de luz.

Sabbagh proyectó los pasillos y las escaleras más anchas de lo normal para que se constituyeran como espacios que favorecieran las relaciones. El edificio busca reflejar la idea que el creador maneja sobre el mundo informativo, donde la formación periodística nace en un contexto comunitario de la Universidad, pero también debe considerar el espacio público, su lugar en la sociedad. Por esto, los corredores no tienen el común carácter de todo pasillo, sino que se desarrollan como espacios.

El arquitecto cierra sus ojos y recorre mentalmente su obra: "Metimos deliberadamente las salas de clases en un segundo nivel. En el primero hay laboratorios, porque es la esencia física de Periodismo; además, para efectos prácticos, deben estar a la mano. Arriba está Dirección, pero también el Centro de Alumnos, de modo que Dirección no se apropiara de ese piso, que fuera un lugar de los estudiantes también".

Y continúa: "Si tú te das cuenta, puedes circular por las oficinas. Hay además un balcón en el estudio de Faride (directora de Escuela), que también está pensado para que los estudiantes estén allí, para que se apropien del edificio, porque yo no me imagino un estudiante de Periodismo amedrentado por la autoridad".

En la ceremonia de inauguración, Sabbagh manifestó que su intención había sido desarrollar espacios para la crítica, porque los periodistas son los responsables de ejercerla en la sociedad. Pareciera, sin embargo, que su propósito original se alejó bastante de lo que en definitiva terminó siendo este lugar de estudios. Porque aquí no hay un centro de encuentro o un lugar especial donde reunirse. Los problemas técnicos cotidianos se deben en gran medida a que el proyecto original contemplaba dos edificios, pero por problemas presupuestarios el concepto quedó a medio camino.

A raíz de eso, también se olvidaron las canaletas y el pavimento que cubría la superficie que une el nuevo edificio con la Facultad. Fue el barro de esa explanada el que, con las primeras lluvias de este año, inundó el flamante auditorio de la Libertad de Expresión. Sabbagh declaró a Con Tinta Negra (CTN): "Yo no oculto mis responsabilidades, pero lo que te quiero decir que es una realidad que hay al interior de nuestra universidad. Lo del auditorio no debería volver a ocurrir porque se hicieron reparaciones".

El casino es la oportunidad para resolver en la práctica la falta de espacios de encuentro, sin embargo está ubicado en un lugar recóndito tras la redistribución del inmueble.

"En la punta del carro"

Éste es el lugar que según el académico Sabbagh le corresponde socialmente a nuestra universidad. Por ello, en la edificación se utilizaron materiales de vanguardia: hormigón, acero y cristal. En Chile los materiales son caros, por ello el profesional declaró a nuestro medio que prefería privilegiar los espacios para generar ambientes. Las terminaciones se pueden arreglar con el tiempo.
La gran cantidad de metros cuadrados edificados se destaca en un campus de construcciones austeras. Es como pensar en el gigantesco Congreso en medio del modesto Valparaíso.

Como dice el lugar común, "somos hijos del rigor", por lo que dar vida a los espacios es quizá una salida de parche, pero de seguro posible.

Sobre la marcha

Probablemente no hay nadie que alguna vez no les haya perdido el hilo a las palabras de algún profesor, al tiempo que maldecía la acústica de las salas. El culpable de todo esto, al contrario de lo que muchos creen, no es el arquitecto. Su proyecto original contaba con niveladores acústicos en las salas, recubrimiento sobre el hormigón y pavimentación del suelo para que las ondas sonoras no rebotaran angustiosamente. Así, el verdadero responsable es el esquivo presupuesto, que tiene ahogada a la "U" y que para Sabbagh "es culpa de los pocos recursos que entrega el Estado, del sistema educacional chileno".

Quizá el caso más notorio de la ausencia de terminaciones es el de la sala más protocolar, el auditorio José Carrasco Tapia. Aquí el inoportuno sonido del W.C de los pisos superiores interrumpe honorables ceremonias. El plan inicial contemplaba una aislación de poliuretano pero al apretarse el cinturón se borró tal "detalle".

Técnicamente, la resonancia se produce porque las ondas se expanden concéntricamente y al chocar con superficies planas se generan otras ondas con diferente dirección. Eso es lo que en definitiva genera el eco, eco, eco. Este problema se puede resolver de variadas maneras según los arquitectos consultados. Por ejemplo, con ciertas rugosidades en las murallas y en el techo, de manera que se quiebre el sonido.

El vidrio, que en las salas ocupa dos de cuatro bloques, es pésimo para la acústica interna, pues el material está hecho para detener los ruidos externos. Las oficinas administrativas al estar alfombradas tienen una mejor situación. Una solución "a la chilena" sería pavimentar las salas y ponerles un cielo falso rugoso, como afirma Jorge de la Cruz.

Frente a la dinámica que generan los largos pasillos, cuya capacidad de encuentro su gestor reivindica, existe la opción de poner bancas que permitirían tanto el flujo como "el flojo".

Sin duda, quedaron algunas cosas inconclusas. Es en lo que hay que avanzar ahora. El actual Premio Nacional de Arquitectura, Juan Sabbagh, convoca a la comunidad a apropiarse de los espacios y, al mismo tiempo, hacer algo por dinamizar su término.

Sitios relacionados:
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Fau.cl

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