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POLÍTICA

Políticos Fiscalizadores
Él fue, yo lo vi

Agentes reguladores: el difuso límite entre el servicio público y la figuración personal.

Las causas de un fenómeno que se acentúa a pasos agigantados

Por María Jesús Méndez y Ana Yánez C.


Leonardo Ríos

Las interpelaciones públicas se convirtieron en pan de cada día. Las caras se repiten. Son los políticos fiscalizadores, defensores de lo correcto, de la transparencia que, por estos tiempos ni ellos conocen.

Una caída bastante dolorosa tuvo Guido Girardi, luego de verse involucrado en el caso de las cartas. Al cargar a la Presidencia de la Cámara los 3 millones 820 mil pesos con los que costeó las 24 mil 648 misivas enviadas para reforzar su campaña interna, el diputado PPD no sólo puso en tela de juicio su credibilidad como político, su carrera de probo fiscalizador, y en riesgo su posible arribo a la Moneda en el 2006, sino que además golpeó bastante duro al partido que preside. El Partido por la Democracia se ha visto en la necesidad de reasignar los roles entre sus miembros, a fin de restar protagonismo al caído Girardi.

"Aquel fue un revés muy grave, sobretodo tratándose de alguien que encarnó el sentimiento de mucha gente en cuanto a llevar a cabo una fiscalización estricta y no mediatizada", afirmó a Con Tinta Negra, el senador Nelson Ávila, tan amante de las cámaras como Girardi, aunque mucho mejor dotado de dones histriónicos y ademanes pintorescos.

Ávila reconoce que la función de fiscalizador político es muchas veces usada como medio de figuración personal, no obstante, admite que hay casos, como el suyo, claro está, en que se responde a un profundo deseo de representar el interés colectivo. El senador se inspira a sí mismo y está muy seguro de que no caerá: "la receta es la que tiene Ávila. Y yo que lo conozco tanto puedo decir que él siente un legítimo orgullo de ser el sujeto más investigado del país. Y ahí está, incólume", agrega satisfecho.

El más osado

Otro de los políticos afines a las cámaras y a la acusación pública es el senador Alberto Espina de Renovación Nacional.

Al revisar el currículum del parlamentario, uno puede percibir lo popular de algunas de sus cruzadas, entre las que se cuentan: la prevención y condena de la violencia en los estadios, modernizar la legislación de los futbolistas profesionales, promover la participación de los deportistas de alto rendimiento en nombre del país y permitir la transmisión de los partidos de la roja por televisión abierta.

Pero por sobre todo, Espina logró identificarse como el político anti-delitos por excelencia. Constantemente, encabeza comisiones en que se estudian temas de agilización del procesamiento penal y cambio de las normas vigentes en seguridad ciudadana.

Ya es costumbre verlo en los despachos de los periodistas de los matinales y en los noticiarios, donde denuncia sin temor a los narcotraficantes. Sin ir más lejos, el año 2000, Espina creó junto a otros pares, la Oficina de Fiscalización contra el Delito (Ficed), de la cual es director. Este organismo, recibe los datos de los propios vecinos de 20 municipalidades sobre puntos de venta de droga y paradero de traficantes.

Los dolores de cabeza

Ser reconocido como un político fiscalizador tiene sus consecuencias. Muchas veces, el precio es demasiado alto, en comparación con los beneficios.
Paradójicamente, uno de los principales problemas que enfrentan es resultado de lo que ellos mismos buscan: la exposición pública.

El académico de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile Carlos Ossa explica a Con Tinta Negra: "Esto es como ondas que hacen que algunos suban en la medida en que se vuelven agentes significativos de fiscalización. Pero su credibilidad está en directa relación a su carácter intachable. De ahí el problema de las estrategias políticas".

El estar siempre donde las papas queman, los coloca a ellos como sospechosos también. Todos tenemos nuestro lado flaco y bien lo saben muchos políticos en la actualidad.

Tal es el caso de Guido Girardi o Jaime Naranjo. Ambos tienen en común haber sufrido en su momento de un ataque de amnesia y el posterior reconocimiento de su "yayita". Girardi con el caso "cartas" y Naranjo por contratar a un familiar como asesor. Esto último, quizás no sería tan irregular, si no fuera porque su esposa poco y nada hizo en su cargo.

"En general, todos los personajes fiscalizadores de la izquierda han terminado cayendo en el descrédito debido a que, la misma política que ellos critican es de la que usufructúan para sus intereses, que por cierto, pueden ser muy nobles, pero que están confundidos con los mecanismos por los cuales finalmente terminan resolviendo ciertas cuestiones. Es el caso de Girardi o Naranjo. En cambio, en la derecha hay una perspectiva más estricta. Hay un control muy fuerte de los medios de comunicación en ese sentido, para evitar incongruencias de comportamiento", indica Ossa a nuestro medio.

Pero Alberto Espina no se queda atrás. Su candidatura senatorial por la Novena Región Norte se impugnó en las elecciones del 2001. En aquella oportunidad, el grupo los Federales presentó un recurso de Téngase Presente ante el Registro electoral ya que Espina no tenía residencia en esa región, lo que se oponía al artículo 46 de la Constitución que exige a lo menos dos años de estancia en la región postulada.

A la sobre exposición de estos personajes, se agregan las constantes amenazas y los dimes y diretes que deben enfrentar. Espina informó recientemente que él y su familia viven bajo amenaza de muerte y que posee actualmente resguardo policial.

¿Ese es el costo de ser la persona emblematizada como el rostro de la Seguridad Ciudadana, el perseguidor de la delincuencia y de los jueces indolentes?

Porque la gente lo pide

Este fenómeno de los fiscalizadores no es nuevo. Como lo indica Carlos Ossa, "hay una adaptación permanente de las practicas políticas a las pertinencias comunicacionales". Según el sociólogo, desde antes de la aparición de los medios electrónicos, los políticos concibieron que una parte de su actividad estaba directamente vinculada con la escenificación pública, por lo tanto, diseñaron estrategias dignas de actores de teatro que vincularan directamente el proyecto político de sus adherentes.
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A lo largo de su historia, la política perdió progresivamente su valor como instancia de participación, para dar paso a un sistema técnico en el que las decisiones sólo recaen en aquellos que pertenecen al campo.

Ossa explica que esto último generó un distanciamiento entre lo social y lo político (que se acrecienta a pasos agigantados). Por lo tanto, en ese afán de generar espacios de cercanía con la gente es que los partidos elaboran estrategias seductoras.

La personalización de la política se vuelve una estrategia para legitimar a los partidos. Con tal que la gente no desconfíe es que ciertos militantes se arrogan el papel de agentes reguladores, "su sola existencia debería garantizarnos la confianza que la política sigue siendo una actividad transparente, justa y de servicio público", concluye Ossa.

Pero cuando sucede algo irregular en aquellos que usualmente, regulan, las cosas se ponen negras. El ser protagonista es un arma de doble filo. Guido Giardi comentó a sus cercanos "tengo que convivir con esto". Luego de lo cual decidió bajar su perfil, abrirse al electorado de centro y echar por la borda (al menos mientras las aguas se calman) su anhelo de ocupar el sillón presidencial. Pero bueno, los riesgos son parte del juego.

Ávila, el multifacético

Bastante agotadora debe haberle resultado al senador responder la entrevista con este medio en la que tardaba importantes fracciones de minutos en escoger la palabra más llamativa, las frases que mejor pusieran en evidencia su simpatía y su genialidad, aunque no guardaran relación directa con la pregunta. Pero tal vez, lo más duro debe haber sido mantener indemne su sonrisa de "soy amigo de todo el mundo" conque recibía y despedía a aquellos que se detenían junto a él. Un grupo de estudiantes, otro de comunistas y otro de defensores de los Derechos Humanos consiguieron, durante el diálogo, el respaldo absoluto de Ávila que aseguraba a cada uno estar comprometido con sus muy diversas causas. ¡Que extenuante labor!

Sitios relacionados:

www.senado.cl
www.ppd.cl
www.rn.cl


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