¿Quién
quiere ser Presidente?
Por
Paulina Cabanillas
Es difícil
hacer un diagnóstico sobre las futuras elecciones presidenciales
que se realizarán en Chile en el 2005. Por un lado, está
la Concertación y sus debates internos, que tiene muchos y
a la vez ningún candidato; y por otro, a la Alianza por Chile,
con un Joaquín Lavín algo desgastado políticamente.
El alcalde lleva ya tres años en carrera presidencial, desde
de enero de 2000.
Para la Concertación
el tema de las presidenciales son, sin duda, un tema sensible y
complicado. Y esto se debe a varias razones. La primera de ellas
y la más simple de todas es que Soledad Alvear (DC), Michelle
Bachelet (PS), Eduardo Frei (DC) y José Miguel Insulza (PS),
son los posibles candidatos, no han aceptado hablar del asunto ni
mucho menos a reconocerse como tales.
Distinto es
el caso del demócrata cristiano Jaime Ravinet, el único
que se está moviendo de forma visible y que busca convertirse
en el "abanderado de los sin candidatos" y que no pierde
las esperanzas de atraer a aquellos que no se identifican con Lavín.
Otra razón
de bastante peso es la mala relación que hay entre la Democracia
Cristiana (DC) y el Partido Por la Democracia (PPD). De hecho, el
propio Adolfo Zaldívar, líder democratacristiano,
promocionó la creación de una "Concertación
chica" y la idea de llegar a las presidenciales de 2005 con
dos candidatos oficialistas. Para muchos militantes de la DC, el
PPD es visto como un partido que carece de peso político
y cuya fidelidad a la Concertación se observa con cierta
duda.
La entidad dirigida
por Guido Girardi ha decidido cambiar de estrategia. Sabe de su
inconsistencia política y de la carencia de figuras que estén
en condiciones de competir con los postulantes del PS o de la DC.
A principios de noviembre comenzó con una ronda de reuniones,
de carácter privado, con los presidenciables demócrata-cristianos
y socialistas. La idea es posicionarse como eje político
y apostar, incluso, a convertirse en el partido determinante a la
hora de definir al candidato de la Concertación que le hará
frente a Lavín.
A pesar de que
el conglomerado oficialista ha definido presentar un candidato único,
es importante preguntarse también qué pasaría
en el posible caso de que se presentaran dos candidatos por la Concertación.
Si se proclamara
a dos aspirantes, uno proveniente del bloque de la izquierda y otro
de la DC, se evitaría la confrontación interna ante
un eventual proceso de primarias. Si esto ocurre, surgen interrogantes
de difícil respuesta. La alianza oficialista se basa precisamente
en la idea de levantar a un líder y si presenta dos, habría
que cuestionarse si esto provocaría el fin de la Concertación,
por más instrumental que haya sido el recurso.
Pero, más
allá del posible conflicto en las primarias entre el eje
de izquierda y la DC, la principal ventaja de presentar dos candidatos,
es restarle votos al alcalde de Santiago y sumar más votos
de tendencia de izquierda. La idea es que aquellos que no concuerden
con las ideas más izquierdistas, tengan la opción
de votar por la DC y que aquellos que no votarían por un
democratacristiano, lo hagan por un PS-PPD.
Lo que permitirá
especular con algo más de fundamento sobre las próximas
elecciones y que despejará el panorama, serán los
resultados de las elecciones municipales que se realizarán
en el 2004, ya que así se podrán cotejar los datos
correspondientes con el puntaje que marca cada ministro en las encuestas
de opinión.
Las municipales
cobrarán una vital importancia para la Concertación
ya que comenzará a funcionar una nueva modalidad: los comicios
de ediles y concejales serán por separado. En la práctica,
significa que se puede recuperar la "votación de partido"
porque, a diferencia de lo que hay actualmente -donde los alcaldes
locales pueden arrastrar a los concejales de su partido- la nueva
fórmula implica que cada uno deberá ganarse sus propios
votos.
Enfrascarse
ahora en un debate sobre las presidenciales no sirve de mucho porque
las situaciones pueden cambiar de un momento a otro. Lo que sí
es importante, es darse cuenta de cómo desde ahora se van
perfilando ciertos rostros concertacionistas. Es interesante lo
que pasa por ejemplo con la ministra Alvear. Es el personaje público
mejor evaluado de la DC y la opción que despierta más
menciones espontáneas en las encuestas después de
Joaquín Lavín.
También
está Michelle Bachelet, que junto con Alvear, en su condición
de féminas, representa probablemente la mejor posibilidad
que tiene la Concertación de ofrecer el "cambio"
al electorado, para así frenar un poco el eslogan típico
de la derecha lavinista.
El ex presidente
Eduardo Frei, en cambio, tiene como ventaja su experiencia y su
potencia electoral. Aunque en los sondeos recientes sobre popularidad
no aparece bien ubicado, este resultado puede variar.
Distinto es
el caso de José Miguel Insulza, quien se autodenomina como
el "no candidato", ya que considera que llevar ocho años
de trayectoria como ministro, le produce cierto desgaste político.
Ninguno de ellos
se ha lanzado abiertamente como futuros candidatos a ocupar el sillón
presidencial. Si bien es bueno que desde ya se formen los líderes
que le harán frente a Lavín, la Concertación
deberá primero preocuparse por su reorganización,
por mejorar las relaciones internas y los flujos de información
para poder llegar a un consenso sobre las estrategias políticas
a seguir.
Para la derecha,
en cambio, la situación es otra. Joaquín Lavín
está en una posición fundamental, tiene un programa
y un apoyo político definido. La Alianza por Chile ya sabe
como actuar y cómo moverse. Pero, si el candidato del cambio
llegara a perder popularidad y tomara un camino errado en su carrera
presidencialista, el personaje que eventualmente surgiría
y que provocaría un cambio no menor y bastante peligroso
en la escena política, sería Pablo Longueira. Habrá
que esperar para ver.
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