Reality Show:
La
tentación de lo cotidiano
La moda del
reality show que ha regido el éxito de la TV europea y norteamericana,
llega en marzo con su primera producción nacional.
Como una
emboscada a la identidad, o una seria desprivatización de
lo privado definen muchos de sus detractores a los reality show.
Por
Daniel Soza y María Jesús Méndez
Había
una vez una casa. Una mujer joven habitaba en ella y seguía
la misma rutina que en la mayoría de las otras casas. Dormía,
se aseaba, se vestía y comía. Pero la casa era de
vidrio, detalle suficiente para explicar el tumulto que se congregaba
en la calle, a cualquier hora y bajo la inclemencia de cualquier
temperatura a fin de echar un vistazo a la cotidianidad desnuda.
La realidad
pura, sin efectos especiales ni gran trama parece ser, en este último
tiempo, una fórmula bastante exitosa.
Es la nueva
gran moda impuesta por la televisión. Asemeja telenovelas
o series, pero donde no existe guión. El único parlamento
lo rige la espontaneidad de los participantes, motivada en gran
parte por el interés en ganar el beneplácito de los
telespectadores.
Los reality
show han cautivado al público europeo y norteamericano, y
desde marzo del próximo año el experimento llega al
país, claro que, como toda idea exportada, una copia del
éxito extranjero remedada y pasada por el cedazo de la cultura
chilena, tan propensa a no herir susceptibilidades.
La fórmula
del éxito
El reality
show es un programa en el que participa un grupo de desconocidos
que convive en un lugar común y permite que su vida sea grabada
las 24 horas del día, con tal de conseguir un objetivo.
La entretención
consiste en seguir diariamente la vida de estos extraños,
hasta que consiguen tornarse lo bastante familiares como para comprometer
sentimientos y simpatías del público. Los telespectadores,
en la mayoría de los reality show, tienen la posibilidad
de intervenir y favorecer mediante la votación a la persona
-personaje que en mayor medida haya motivado su parcialidad.
En
1992 aparecen los primeros programas de este tipo. Discoveri Channel
comenzó transmitiendo Eco Challenge, donde varios grupos
de 4 personas se reunían para realizar una actividad de alto
impacto, como subir una montaña o navegar en rápidos.
El grupo ganador era el que no sólo resultaba primero en
la tarea, sino el que se mantenía unido.
Pero la presencia más constante de las cámaras empezó
con Real World, programa de MTV, donde 7 desconocidos debían
convivir en una misma casa durante 3 meses.
El éxito
obtenido en los primeros intentos se reflejó luego plenamente
en dos reality show realizados en Estados Unidos: Survivor y Big
Brother.
En el primero16
personas se reúnen en una isla y se las arreglan para sobrevivir.
Cada semana se va eliminando a un concursante. En Big Brother la
intimidad cumple un rol más central, pues en la casa compartida
por desconocidos, las cámaras invaden hasta el baño.
Un verdadero
fenómeno social se vivió en España desde que
el año pasado, TVE, Televisión Española, comenzó
a transmitir Operación Triunfo. 16 pretendientes a cantante,
entre los 18 y 28 años, competían para obtener el
premio de representar al país en el Festival Eurovisión
y ganar el apoyo para una carrera discográfica. Los jóvenes
asistían a diversos tipos de clase durante el día
y cada semana presentaban un tema.
Los telespectadores
tenían la posibilidad de escoger a su favorito mediante la
votación, mientras el jurado elegía al suyo y los
mismos concursantes presentaban al compañero que entre ellos
seleccionaban.
Operación
Triunfo no sólo rompió el récord de sintonía
con 12 millones de espectadores, sino que también la venta
de discos y videos alcanzó los 2 millones de copias.
Tocando las
estrellas
La falta de
dinero era la única traba que los canales chilenos tenían
para sucumbir a la tentación de mirar la vida de los demás.
Así le sucedió a Red Televisión, que no logró
reunir el dinero suficiente para costear El Bar, reality show argentino.
Pero ya desde
el próximo marzo, la televisión local dejará
de estar rezagada de la moda extranjera pues Televisión Nacional
estrenará Tocando las Estrellas, el primer reality show criollo.
Ya hay varios
auspiciadores interesados en figurar, y no tanto en forma de comerciales,
sino que como productos directamente involucrados en la vida de
los participantes.
La historia central se asemeja a la creación venezolana:
Protagonistas de novela, donde los concursantes compiten por convertirse
en estrellas y protagonizar la próxima telenovela del canal
que lo transmite.
Durante
4 meses los concursantes compartirán una casa rodeada de
cámaras. Asistirán a clases de actuación, canto,
danza y expresión. Mediante la votación, el público
escogerá a su preferido, lo mismo hará un jurado,
y el resto de los concursantes, por su parte.
A fines de noviembre
se hará el llamado a todos los chilenos entre 18 y 30 años
que anhelen participar en el reality show y convertirse en estrellas
de televisión.
Entre 16 y 20
personas serán las escogidas después de tres etapas
de selección. Según el productor ejecutivo del área
de programación, Hernán Rojas, la preferencia se inclinará
más por talento que por los atributos físicos.
Si bien las
cámaras estarán por toda la casa, estas no mostrarán
todo. "La censura tiene que ver con la dignidad de las personas
y la de terceros. TVN es el canal de todos y nos cuidamos de no
herir al telespectador", declaró Hernán Rojas
a Con Tinta Negra.
Rojas afirmó,
además, que el nuevo programa no intenta emular la moda general,
sino que responde a una necesidad del país, de acercar más
los contenidos y encontrarse reflejado en la pantalla. "La
gente quiere ver como otras personas de su comunidad se las arreglan
y juegan frente a circunstancias específicas", sostiene.
Necesidad
versus emboscada
Como una emboscada
a la identidad, o una seria desprivatización de lo privado
definen muchos de sus detractores a los reality show.
También
se cuestiona la supuesta pérdida de la magia, del encanto
de creer real lo ficticio, sabiendo siempre que todo no es más
que un trozo de fantasía.
El sociólogo de la Universidad de Chile, Jaime Aymerich,
afirma que los reality show son ejemplificadores de formas de vida.
"La gracia
de estos programas es que todo el mundo puede ser estrella por unos
instantes, podemos hallar una dinámica mucho más interesante
como es la de la construcción de discursos que promueven,
la creación de conductas a seguir por parte del público,
como también alcanzar o provocar reacciones de amor y odio
proveniente de los espectadores hacia alguno de los personajes que
aparecen en este tipo de programas", advierte Aymerich.
Por otro lado,
el profesional previene ante el sistema categorizador que desempeñan
los reality show, ya que al ser personas iguales al telespectador,
las conductas pueden marcar las leyes por las cuales regirse para
ser aceptado en la sociedad. Además afirma que "se puede
prestar para que precisamente el seguir estas normas sea una forma
de hacer lo que determinado grupo quiere que hagamos, es decir,
manipular nuestra reacción frente a determinada estimulación
presente en el reality show."
Sea necesidad
o no, como afirma Hernán Rojas, o una emboscada a la identidad,
tal como declaran los detractores, lo cierto es que las estrellas
bajan en marzo a TVN.
La casa de vidrio,
recordada muchas veces como una de las anécdotas de la vida
cultural chilena, podría ser un antecedente del éxito
de un reality show nacional. Ya que al fin y al cabo no sería
más que la posibilidad de acceder a una casa transparente
a través de cada pantalla de televisor.
Sitios relacionados:
www.tvn.cl
www.granhermano.com
www.operaciontriunfo.com
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