La embestida
de los supermercados ante los almacenes
¿Me
lo anota por favor?
Qué
hay de nuevo en el viejo almacén de barrio. Qué se
ha mejorado y qué se ha perdido en el supermercado. ¿Qué
representa cada cuál en el mercado chileno?
Por
María José Martínez
Hace
tres décadas, las necesidades de consumo de las personas
estaban limitadas al almacén de barrio, la ferretería
o la botillería más cercana. Pequeñas tiendas
donde los clientes podían encontrar de todo un poco, con
un servicio otorgado por el dueño del local. La nueva realidad
económica del país, basada en una mayor apertura a
la inversión externa y la introducción de novedosas
estrategias comerciales, ha influido en el cambio cultural del consumidor
chileno, ahora acostumbrado a encontrar de todo en un solo lugar,
con una atención artificialmente personalizada y calidad
asegurada por los hipermercados.
Si bien el almacén
de barrio y el supermercado responden a distintas escalas de servicios,
claramente operan con distintas lógicas de distribución
y, por tanto, de funcionamiento. A medio camino entre uno y otro
está el mini market o servicentro, de pequeño tamaño,
poca variedad, pero que, al estar abierto las 24 horas saca del
paso, a un alto costo.
A pesar de la
impetuosa llegada de las grandes cadenas de supermercados en Chile
-donde han llegado a concentrar el 59% de las ventas del comercio-,
los pequeños comercios han logrado mantenerse vigentes, impulsados
por rubros específicos, como las bebidas que constituyen
casi la mitad de sus ventas.
Mientras uno
tiene a favor la comodidad y la cercanía al domicilio, lo
que evita la locomoción o los problemas de estacionamientos,
el "súper" lo compensa ofreciendo variedad de productos
y precios más bajos. Sin embargo, la pugna de las preferencias
aún no es definitiva para uno u otro lado, pues según
una investigación hecha por la consultora norteamericana
AC Nielsen, si bien el almacén de barrio está en retirada,
es la segunda preferencia de los latinoamericanos.
Juan Andrés
Viscaya, gerente comercial de la consultora LatinPanel, explicó
a la revista Publimark, que un factor clave en este comportamiento
es la cercanía del canal de distribución a la hora
de elegir los productos, lo que explica que el almacén de
barrio sea mucho más frecuentado.
Sin embargo
las cifras son indesmentibles, las grandes cadenas de supermercados
facturan enormes cantidades y poco a poco van ocupando un amplio
y expansivo espacio en el mercado local.
Ese intercambio
comercial criollo, según un estudio hecho el año pasado
por la consultora privada estadounidense AC Nielsen, tiene un perfil.
Los chilenos prefieren el supermercado, son poco planificados para
realizar compras, privilegian la cercanía a los precios bajos
y gastan, aproximadamente, unos $ 96.000 mensuales por familia.
La llegada
extranjera
En el rubro
de supermercados, D&S -dueños de Ekono, Líder
y Almac-, Santa Isabel, Unimarc y Jumbo concentran casi el 50% de
la facturación de un sector que durante 1997 vendió
4.300 millones de dólares. En este contexto, el desarrollo
del segmento tiene grandes proyecciones futuras, sobre todo si se
considera la aceptación que ha tenido en todos los estratos.
Si se analiza
el desarrollo de los supermercados en las últimas dos décadas,
es posible apreciar un crecimiento ostensible que ha llevado a muchas
cadenas nacionales a internacionalizarse con éxito. El caso
más notable es Santa Isabel, que luego de incursionar en
Perú se aventuró a competir en los mercados de Ecuador,
Paraguay y Colombia. Algo similar acontece en Argentina con Unimarc,
Ekono y los megamercados Jumbo.
Si bien cada
día se incorporan nuevos competidores, los representantes
del supermercadismo chileno precisan que los niveles de competencia
son mínimos comparados con otros países. Solamente
en Estados Unidos existen 12 supermercados por cada 100 mil habitantes,
densidad que en Chile sólo llega a 4 locales por igual número
de personas.
Según
contó Raúl Pérez, presidente de la Asociación
de Supermercados de Chile, a la revista Publimark, la gran barrera
de entrada a este formato radica en las inversiones, que en ningún
caso son inferiores a los 20 millones de dólares por local.
Declaró
que la fortaleza o "el auge de la industria de los supermercados
tiene su mejor explicación en la fortaleza del formato de
megamercados, que ha permitido a las distintas empresas aumentar
sus márgenes, gracias a la venta en grandes volúmenes
y una mayor diversificación de los productos".
Rodrigo Martínez,
magíster en administración, dijo a Con Tinta Negra
(CTN) que una de las ventajas de estas empresas es que pertenecen
a grupos económicos de gran envergadura lo que les permite
manejar variables de precios y calidad, sin comprometer las utilidades.
Además pueden amortizar los desaciertos o la caída
de la demanda.
Marketing:
Saber mostrarse
El vértigo
de la vida moderna y la incorporación de la mujer al campo
laboral, han generado un importante cambio cultural, vuelco cualitativo
que toman en cuenta los especialistas a la hora de analizar las
políticas de marketing de una cadena.
Ahora, la compra
de la semana, el mes o del asado del domingo, es una práctica
del grupo familiar, un panorama de fin de semana donde, además
de comprar, se solucionan distintos asuntos del hogar. Por ello
se ha potenciado los servicios anexos que dan un valor agregado.
Tal es el caso de los centros de llamados o de pago de cuentas,
farmacias o lavasecos que, según Martínez, tienen
el claro propósito de ganar la fidelidad de las personas
y optimizar el tiempo de permanencia en los locales.
Debido a que
los megamercados son cada vez más parecidos, cada empresa
debe establecer criterios para seducir a los clientes y ganar su
lealtad. Las promociones, los precios bajos, concursos que pueden
transformarse en efectivas herramientas distintivas. Además
de la apuesta por las marcas propias o la importación masiva
de vestuario o calzado. Junto con el sistema de fidelización
por excelencia, las tarjetas que acumulan puntos canjeables por
lustrosos productos.
Además,
están las campañas publicitarias en medios de comunicación,
con cierta segmentación geográfica dentro de la ciudad,
la presencia con carteles en la vía pública y marketing
directo a través de catálogos y volantes.
Rodrigo Martínez
señaló a CTN que "otra forma de asegurar la fidelidad
de marca es a través de tarjetas de crédito propias,
como una forma de amarre natural de los clientes". Sin embargo
estas estrategias también las desarrollan en menor escala
los almacenes, pues conocen a sus clientes lo que les permite ofrecerles
directamente los productos, al igual que tienen claras sus preferencias
y "el fiado" es también un método de préstamo.
El "goteo"
de los pequeños locales también tiene su rentabilidad,
pues da la posibilidad de comprar en cantidades pequeñas,
por ejemplo medio kilo de arroz o la botella pequeña de aceite,
lo que significa un desembolso menor. Sin embargo, en términos
reales es más caro porque ese aceite de 500cc, no vale exactamente
la mitad que el de un litro.
En general,
se dedican a la venta de abarrotes, gasto de primera necesidad que
es el principal destino del ingreso familiar, sobre todo en los
estratos más pobres. Sin embargo, ese patrón no se
repite en las cifras globales, pues las ventas totales acumuladas
en los supermercados entre enero y julio de 2002 registraron un
crecimiento de 10,7 por ciento, incluyendo principalmente ropa,
artículos deportivos y productos de línea blanca.
Todos, objetos que no son el pan o el arroz para el almuerzo.
Algo está
pasando en la ciudad
En términos
urbanísticos, según el profesor Jorge De la Cruz,
arquitecto de la Universidad Católica, el almacén
de barrio, como concepto tiene una clara referencia en Manhattan,
donde surgen para responder a la necesidad de una alta concentración
de gente que por fines prácticos compra lo necesario en tiendas
ubicadas en los primero pisos de los edificios.
Sin embargo
en el caso de nuestra ciudad donde creció fugazmente "el
sistema de malls va acorde con las ciudades relativamente nuevas,
menores a 250 años de existencia, ciudades que poseen crecimientos
no planificados, y que, por lo tanto, no escatiman en sectores comerciales.
Por ello, en los malls se juntaron todos los almacenes que debieron
haberse distribuido correctamente, considerando la densidad de población".
Si en las ciudades
organizadas a la manera del siglo XIX, de acuerdo a De la Cruz,
el almacén iba en directa proporción con el concepto
de barrio, con el aumento de las distancias y el crecimiento desproporcionado
del gran, muy gran Santiago, ¿aún seguirá vigente
la organización por barrios... y, el correspondiente quiosco
en la esquina de la manzana?
Emporio
"la Rosa"
Vender el concepto
Este
"almacén de barrio", creado hace pocos
años a un costado del Parque Forestal, sin duda llama
la atención. No es menor su ubicación, pues
el área se ha configurado como un espacio habitacional
de intelectuales y jóvenes profesionales.
Su
fisonomía recupera la vieja y no menos valorada costumbre
de abastecerse cómodamente cerca de la casa.
Decorado con calidez, las vitrinas sirven para guardar y exponer
los productos que necesitan ser refrigerados, mientras que
las estanterías muestran al público las delicias
e insumos que el lugar ofrece.
María
Teresa Undurraga dueña y creadora del "Emporio
la Rosa", fundó un lugar acogedor, con un aire
de barrio antiguo, pero con olor a desodorante ambiental.
Con
la lógica del "almacén de la esquina",
pero con un tinte moderno. La dueña declara: "Lo
importante es que la gente vea este negocio como lo hacían
nuestros abuelos: un espacio agradable donde podamos comprar
todo lo necesario sin caer en los tumultos de los grandes
locales comerciales".
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Sitios Relacionados
d&s.cl
jumbo.cl
publimark.cl
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