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OPINIÓN |
La
mentira del "destape" chileno
Por
Iván Falcón P
Últimamente
hemos estado escuchando acerca del "destape" chileno, una
mezcla de erotismo barato y vulgaridad que nos dicen que es la definitiva
apertura de nuestras cerradas mentes hacia la plena madurez sexual
de la nación. Los que sostienen la existencia de este destape
tienen como pruebas de esta "liberalización" el lastimoso
desahogo telefónico que tienen varios chilenos al día
con el Rumpy, la Taty Pena hablando hasta el cansancio del orgasmo
por la TV, Baby Vamp mostrando su cuerpo en la calle o incluso las
cuatro mil personas que posaron para Tunick. A esta ilusión
de destape se suman los medios de comunicación que, intentando
mostrarse irreverentes y progresistas, generan programas donde agarran
el tema del sexo de la manera más burda posible, mezclando
desconocimiento y pacatería espantosamente. Aun recuerdo a
un par de rubias koleston -absolutamente descerebradas- hablando de
las diferencias sexuales entre hombres y mujeres, como quien habla
de diferencias entre protozoos y elefantes.
Nos venden una pomada muy barata, "light", porque saben
que el sexo es rating y dinero.
En las producciones nacionales de televisión ya no es raro
ver a las protagonistas acostándose con tres hombres, o películas
xxx pasada la medianoche. Sin embargo, la trampa de todo este ambiente
erotizado es que sólo podemos ser espectadores pasivos, de
consumo, pues la infraestructura del sistema permanece intransable.
En la vida real, siquiera llegar a fantasear lo que se propone en
pantalla es digno de los peores castigos sociales.
Por ejemplo, en "Buen Partido", la teleserie del canal católico,
Carolina Arregui sale atracándose a un cabro chico en una disco,
y luego los dos salen bañándose en pelota en una piscina.
Me pregunto: así como el 13 fomenta el sexo de consumo, ¿por
qué no promueve también los métodos anticonceptivos,
que forman parte del sexo de verdad? ¿Por qué muestra
un solo lado de la sexualidad? La respuesta parece simple, y es que
el negocio no tiene moral. Mientras el people meter esté alto,
no importa que lo expuesto en pantalla pueda ser ejemplo para miles
de adolescentes. Para la Iglesia Católica los embarazos juveniles
seguirán siendo vistos como algo pecaminoso y los anticonceptivos
como un aborto inmoral.
Ni hablar de las enfermedades de transmisión sexual. Los héroes
de la TV no se contagian de nada y se lo pasan todo el día
erectos. Sin embargo, el condón sigue siendo tabú y
para el canal trece y nueve el SIDA se previene con amor. Nos someten
a una burbuja de mentiras brutales en la que no podemos tener derecho
a interactuar o apelar a los designios de los poderes fácticos
que andan revisando sábanas. Como decían Los Prisioneros
"el mejor gancho comercial apela a tu imbecilidad".
El catolicismo entre tanto propone jornadas de educación sexual
cartuchas y que se quedan en la genitalidad, los jueces siguen castigando
prácticas como la prostitución (actividad que debería
ser reglada y controlada por el ministerio de Salud), en la cartera
de Educación no hace nada para detener males como la homofobia
y en el parlamento se sigue aplazando el divorcio (horror). O sea,
el sexo es promovido y castigado por los mismos todopoderosos que
instalan una mina moviendo el poto en la tele para tener más
avisadores.
Este doble estándar del sexo como negocio y no como opción
de vida parece haber llegado a un punto crítico hace pocos
días con la expulsión de Maira Espinoza del liceo en
donde estudiaba, acusada de ser lesbiana. ¿Es esto aceptable
en una nación que dice ser "democrática" en
el siglo XXI? Más bien parece ser una inquisición medieval.
El destape en Chile es una mentira, éste solamente va a llegar
cuando se legisle sobre el aborto, el divorcio, métodos anticonceptivos
de emergencia, matrimonio homosexual y se generen discusiones democráticas,
abiertas y serias que fomenten la tolerancia hacia una vida sexual
propia. Antes de eso, lo único que hace este destape a la chilena
es meternos el dedo a la boca y la mano en el bolsillo. Nada más.
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