La fórmula
del Normandie:
Dialogar con las películas
Cumplió
veinte años en agosto y lo celebró con algo muy propio,
una enorme retrospectiva de dos meses en la que repusieron grandes
hitos del séptimo arte.
Por
María José Martínez y María Carolina
Pérez
Se
abren las puertas hacia un viaje en el tiempo. Cortinas de terciopelo,
butacas viejas y manillas de bronce que nos recuerdan a esos magnos
cines antiguos. La imagen de "Cinema Paraíso" no
tarda en llegar; esa película italiana ambientada en los
años 40, donde la vida de un pueblo gira en torno al cine,
a esa única sala en medio de la plaza donde todos se reúnen
y por arte de magia. A través de la boca de un león,
se proyecta otro mundo en la pantalla. Allí se comparten
alegrías y penas, noticias de guerra a la par que la ironía
de Chaplin.
Ese espíritu
también está presente aquí, en Santiago con
un recorrido de 20 años en los que han pasado las más
diversas películas. En medio del centro junto al paseo Bulnes,
en el Normandie, muchos han encontrado un lugar especial para disfrutar
de lo que se conoce como "cine arte".
Dos extrañas
que se cuelan en el recinto de Tarapacá. En la puerta espera
don Iván, quien al saber que provienen de la Escuela de Periodismo
hace ver a sus ojos, notablemente emocionados, el orgullo por los
logros de su hijo Iván Nuñez: "tienen que llegar
tan lejos como él".
Aquí
uno se siente como en casa. Tranquilo, se puede disfrutar de una
película sin los molestos ruidos del popcorn, o los sorbos
de coca cola. El administrador del lugar, don Hernán, afirma
que "la gente quiere ver la película, no viene a comer
o pololear". Claramente, en esta propuesta debe haber una mística
que le ha permitido al Normandie subsistir cuando otros que hacían
algo parecido, el Lo Castillo y el Espaciocal, acaban de cerrar
sus puertas.
Al filo de
la navaja
Este espacio
nació a comienzos de los ochenta, en plena dictadura. En
su primera sede, ubicada en la Avenida Libertador Bernardo O'Higgins,
actual Centro Cultural Alameda, pasaron sus primeros diez años,
en tiempos de censura y represión. Ahí nace este lugar
de cine independiente, distinto, peligroso y atrevido, que se transforma
indirectamente en un espacio de protesta, donde los intelectuales
acudían a ver películas, según recuerda el
periodista y crítico, Pablo Marín. A veces el largometraje
no tenía una temática polémica, pero solo el
hecho de estar ahí era como un acto para la resistencia.
En las cercanías
de Plaza Italia tuvieron sus mayores hitos, recuerda don Hernán.
"Fue ahí donde pasamos el Gran Dictador de Charles Chaplin
el día del plebiscito del No". Sin romper las reglas
o meterse en problemas lograron mantenerse en pie. El administrador
por más de 15 años, cuenta a CTN que con mucha paciencia
eludieron las "sugerencias" de las autoridades. "Mantuvimos
la cartelera especial, pero uno mismo tiene miedo y viene eso que
se llama la autocensura".
A comienzos
de los 90 dejaron de arrendar la sede del antiguo Cine Toesca para
trasladarse a Tarapacá # 1181. Aunque el cambio no alejó
a los fieles cinéfilos, el administrador reconoce, tras su
escritorio de metal opaco a un costado del proyector, que en Alameda
estaban mejor.
Como antes....
"Era la
semana de despedida del Normandie, que siempre ofreció un
cine inteligente, un poco desesperadamente, me parece, por la inmensa
sala sin calefacción, con poco declive". De esta manera
lo describió José Donoso, el escritor, dando fe de
la atmósfera particular del lugar. Un cine que hasta hoy
compensa con variedad de títulos algunas carencias en la
infraestructura.
Han tenido que
hacer ciertos avances. El Fondo Nacional para el Desarrollo de las
Artes (Fondart) en el año 1991 entregó dinero para
la compra de un equipo de proyección VHS. Sergio Salinas,
uno de los dueños de la sala, explica que "el público
sigue unido a nosotros tras todo este tiempo debido a que le ofrecemos
algo más que una simple exhibición de películas.
Nosotros tratamos de ser una sala de repertorio, con ciclos, entregando
mucha información".
Una manera de
acercarse al público, compuesto mayoritariamente por estudiantes
y jóvenes profesionales, es el Club de Amigos del Cine Arte,
el cual permite pagar $800, todo el año por sólo $3.500
de inscripción. Manteniendo una relación más
personalizada con el cliente envían hasta el hogar de los
suscritos, material informativo y la programación del mes.
Un fanático
seguidor hasta pensó en postularlo como monumento. Al menos
con su opinión, en un foro de internet realizado por emol.com,
deja entrever parte de la mística del Normandie: "un
cine que nos ha demostrado que las películas llamadas cine
arte pueden tener alta taquilla y ser rentables, es un cine que
se ha atrevido y logró quebrar mitos...nos ha hecho vivir
bellos momentos que las grandes salas no nos han podido entregar.
Es un cine romántico, que en los días de lluvia, ese
centro santiaguino gris y húmedo, te atrapa"
Las empolvadas
cortinas invitan a pasar a la sala amplia. A primera vista parece
una sala normal. Sin embargo, rompe el ritual tradicional de la
ida al cine y sin coloridas luces logra su encanto.
En
el mundo de los ciegos el tuerto es rey
En los últimos
años el complejo multicine Hoyts de La Reina ha abierto cuatro
salas para cine arte. No se sabe con precisión cuánto
ha influido eso en espacios como el Normandie, pues tienen distintos
mecanismos de funcionamiento. Mientras en el centro se exhiben películas
por uno o dos días, en las salas del cine Hoyts mantienen
las mismas en cartelera por un tiempo. La única manera de
comparar es ver la diferencia en las entradas cortadas, pero eso
solo es posible cuando ambas presentan el estreno en forma simultánea,
situación que se da pocas veces.
Jugando con
las cifras a su favor, lo que hacen en el Normandie, es aprovechar
su condición de distribuidor - sus dueños poseen la
distribuidora Arcadia- , y pre estrenan un título antes que
salga al circuito comercial. "Con eso interesan a un público
que está más o menos ansioso por ver la película",
afirma Marín.
En lo material
hay claras diferencias entre ambos lugares: el sonido, la comodidad
de las salas, el aire condicionado o el estacionamiento. Pero hay
un público fiel al histórico lugar, una magia y una
forma de navegar en el mercado que el cine Lo Castillo y el Espaciocal
no supieron encontrar.
Ambas salas
de la productora Rialto desde hace tiempo que no variaban los títulos.
Similar síndrome sufre el multicine Vitacura, pues en su
cartelera presenta por largo tiempo las películas "alternativas",
pero combinándolas con títulos infantiles. A favor
del Normandie está su asociación con una distribuidora,
para renovar constantemente las películas, lo que le permite
cierta periodicidad.
Phillip Hordern,
gerente del multicine Cine Hoyts señala que la idea de abrir
salas para películas de este corte obedece a que "más
que un cine artístico, es un cine de calidad. Ofrecemos al
público buenas películas, que atraen no sólo
al que busca fines intelectuales". Y está claro que
lo hacen porque hay un público dispuesto a consumirlo, que
los administradores del circuito calculan en unas 20.000 personas
Esta nueva modalidad
ha hecho que se amplíe el espectro de los seguidores del
cine arte y, a la vez, la posibilidad de una butaca blanda a los
que por años gustan de estas propuestas.
El Cine Arte
Normandie, es un lugar que ya es parte de Santiago. Incluso Los
Prisioneros lo inmortalizaron en su canción "Por qué
no se van del país". Eso mismo refleja la importancia
que ha tenido para tres generaciones, entre ellos estudiantes de
cimarra, jóvenes profesionales que recuerdan esos gloriosos
años y más de algún cinéfilo escondido
en esta gran ciudad.
En este lugar
no pasa el tiempo y no importa cuanto uno se demore en volver. Siempre
es reconocible, porque al entrar uno vuelve a recordar la primera
vez que pisó esas alfombras.
La categoría
de
"CINE ARTE"
¿Puede ser esta designación otro lugar común
de nuestra cultura? ¿qué se entiende por cine
arte?. Hasta el Icarito habla del tema. Lo define como un
símil al cine de autor, donde la película se
identifica por el sello que su director le imprimió
y es esa mirada su principal característica. Surge
influenciado por la producción europea, de corte más
intimista e intelectual, lo que, unido al declive del sistema
de los grandes estudios cinematográficos, ayudó
durante la década del 60 y el 70 al cambio de estilo
en el mundo del celuloide.
"Como todas las etiquetas, tú las necesitas para
explicar de qué estás hablando, pero las cosas
cuando quieren decir mucho terminan no queriendo decir nada",
afirma Pablo Marín, crítico de cine de la revista
Qué Pasa. "Se supone que son películas
que tienen alguna vocación estetiticista, como igualándolo
a las bellas artes. Viene de ese lado la idea de que se hace
en oposición a otro, el circuito masivo y comercial."
"Pero
es raro, porque si tú le pones la etiqueta de 'cine
arte', usando un adjetivo que se yuxtapone al sustantivo,
quiere decir que el resto del cine no es arte, mientras que
éste si es 'cine- cine'. Eso implica un prejuicio",
segú Marín.
"Otra categoría muy utilizada es la de cine independiente,
que hace alusión a la forma de producción, pero
es otro asunto cuestionable. Se supone que es una propuesta
que funciona en los márgenes de la gran industria,
y que en el acto mismo de producir la película se está
en otro espíritu, en otra línea y usando otros
patrones, pero actualmente en Estados Unidos los mismos estudios
tienen sus propias subsidiarias que se dedican a hacer películas
'independientes' porque atraen a un cierto público."
Para Marín, el mérito es hacer películas
independientes de verdad, con recursos modestos, pero con
nuevos afanes, pues puede caerse en solo hacer las mismas
temáticas, solo que más baratas.
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