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Johannesburgo 2002:
A la Cumbre de la Tierra se le subieron los humos

Desde la primera experiencia en Río de Janeiro el año 1992. Los entendidos coinciden que en temas de medio ambiente se da un paso y se retroceden dos.

Muchos ven en la actitud de Estados Unidos el reflejo del mal que hoy enfrenta la protección ecológica: la primacía de los intereses económicos.

Por Ana Yáñez y David Azócar


Ciento cuatro jefes de Estado y de Gobierno han coincidido en el diagnóstico de un planeta enfermo. Como si la destrucción de la naturaleza fuese una herida común abierta

En la segunda Cumbre para la Tierra, celebrada enseptimbre en la ciudad sudafricana de Johannesburgo, no sólo quedó claro que los gobiernos no poseen ni el poder ni los instrumentos para transformar en forma rotunda el actual panorama ambiental, sino que además existe una actitud complaciente para con las grandes corporaciones transnacionales, egoísta y que no mira más allá de las narices.

El medio ambiente se convirtió en un tema de importancia internacional en 1972. Ese año se celebró en Estocolmo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano. Como parece ser la costumbre, los planes allí trazados no llegaron a buen término. Los problemas seguían agravándose y los temas ecológicos aún no entraban en la agenda política.

En 1983 ya la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reconoció que los tópicos medio ambientales se convertirían en una cuestión de supervivencia. Con el informe Brundtland, se llegó a la conclusión de que "para satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones", la protección del medio ambiente y crecimiento económico tenían que abordarse como un todo.

La comisión se llamó así por su presidenta, la entonces primera ministra Noruega Gro Harlem Bruntland. Actual directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Es así como en junio del año 1992 se celebró la primera Cumbre para la Tierra. Sin duda, la más prolífica en acuerdos y esperanzas. Sus objetivos eran lograr un equilibrio justo entre las exigencia sociales, económicas y ambientales de hoy y las del mañana y convenir las bases para una asociación mundial de comprensión de las necesidades e intereses comunes entre los países en vías de desarrollo, las potencias industrializadas y la sociedad civil.


Los resultados concretos se plasmaron en la Agenda 21, que contiene más de 2.500 recomendaciones prácticas para enfrentar los problemas actuales, no sólo ecológicos, sino que además sociales y económicos bajo la concepción de desarrollo sostenible. Todo, sin el mayor propósito que de ser una guía de recomendaciones.

Nostalgia

Pasaron cinco años de ese primer encuentro y se llegó a Nueva York 1997. Lo que se conoce como la Cumbre para la Tierra +5 pasó sin pena ni gloria. Convocada con la intención de señalar los avances en el camino desde Río, lo que se encontró no fue más que los restos de un vigoroso impulso inicial.

Cuando se habla de la Cumbre de la Tierra, parece inevitable recordar con nostalgia "el espíritu" de Río. Para Juan Pablo Orrego, director del Proyecto Aguas de la Fundación Terram (organismo no gubernamental y sin fines de lucro), "lo rescatable era de que había una disposición para encontrar un equilibrio, de preocuparse más porque nuestro desarrollo no degradara", señaló a Con Tinta Negra (CTN).

Gonzalo Villarino, director ejecutivo de Greenpeace Chile, explicó a CTN que ese encuentro fue el que arrojó más acuerdos concretos: "Se establecieron cuatro compromisos relevantes, a saber: Convención para la Biodiversidad, Convención contra la Desertificación, Acuerdo Marco de Cambio Climático (que sirvió de paraguas para el Protocolo de Kyoto) y la Agenda 21. Si se hubiese cumplido con el compromiso contraído en Río, sin lugar a dudas que la situación ambiental del mundo sería bastante menos crítica de lo que es ahora". A lo que agregó: "La Conferencia de Río + 5 y la reciente de Johannesburgo fueron bastante pródigas en describir buenos propósitos, pero eso es, a todas luces, insuficiente".

Futuro incierto

Tanto Orrego como Villarino son enfáticos en indicar que la Cumbre de la Tierra no es una instancia eficaz para la generación de políticas que busquen preservar el medio ambiente.

En cuánto a Johannesburgo, Villarino cree que la reunión "culminó sin cumplir con las expectativas que en torno a ella se habían creado", porque "se requería un compromiso efectivo de los gobiernos, en especial de los países ricos, en el cual se contemplara una agenda con metas y plazos. Pero, en cambio, primaron las declaraciones de buenas intenciones y a estas alturas del debate, sin duda, se requiere algo más que meras declaraciones".

"El Plan de Acción elaborado en Johannesburgo, con sus 152 puntos y 65 páginas, se encuentra lleno de vacíos. Vacíos de plazos y objetivos, como por ejemplo en el ámbito del incremento de la ayuda al desarrollo, cuánto y cómo desarrollar las energías renovables o cuándo nos vamos a poner en marcha para conservar de forma seria los deteriorados recursos naturales que vamos a dejar a las generaciones futuras", afirmó a otro medio Steve Sawyer, director de Política Climática de Greenpeace.

"Vi a las corporaciones, desde los gobiernos no tomar parte en compromisos, fechas ni porcentajes concretos que pudieran constituir avances reales en la conservación del medio ambiente. Obviamente lo que estaban haciendo esas corporaciones era generar presión para que no se les pusieran obstáculos a sus negocios", advierte Orrego, quien asistió a la conferencia. "Hay gente que piensa que no habrá otra Cumbre para la Tierra", señaló a CTN

Estados Unidos no quiere

A la ausencia de su Presidente George Bush se sumó la negativa de Estados Unidos de acatar el protocolo de Kyoto, que busca reducir la contaminación del aire a la cual se le atribuye el calentamiento global

Las razones de "seguridad nacional" de tal decisión fueron esgrimidas por el secretario de Estado de esa nación, Collin Powell, en la cumbre. Esto dejó en jaque toda posibilidad de avances en materia medioambiental, tomando en cuenta que según datos de la tabla de emisiones de Naciones Unidas (año 2001), Estados Unidos es el responsable del 18% de la polución y emisiones de gases que provocan el efecto invernadero a nivel planetario.

"El plan energético de Bush para esta Cumbre consistía en bloquear cualquier acuerdo sobre energías renovables que pudiera afectar a las compañías petroleras de su país, las más contaminantes del mundo", declaró a la prensa, Remi Parmentier, director de la Unidad Política de Greenpeace "Es una traición a la gente que actualmente no tiene acceso a servicios básicos de energía, problema del cuál la conferencia se tenía que hacer cargo", agregó Parmentier.

La postura estadounidense atrajo tal repudio, que parte del público presente en Johannesburgo, abucheó a Collin Powell durante su discurso. Diarios europeos como El Pais de España, afirmaron que el presidente Bush no había asistido a la cumbre en Sudáfrica para evitarse la humillación de manifestaciones en su contra.

Orrego insiste en que pese a todo hay cambios positivos, porque la sociedad civil está tomando conciencia de la necesidad de defender la naturaleza de manos inescrupulosas.

Las corporaciones transnacionales, a diferencia de otros años, fueron las grandes protagonistas de la Cumbre Río + 10. Con acceso ilimitado a las diversas conferencias defendieron a sol y a sombra sus intereses que, en definitiva, son los que se imponen. "Luchamos contra un Goliat", concluye Orrego.

Paranoia Militar
Juan Pablo Orrego, relata las anécdotas de su experiencia en Johannesburgo y cuenta con lujo de detalle todo el aparataje de seguridad con que contaba la cumbre.

"Todo era un mecanismo bastante complejo. Tú llegabas a Johannesburgo, tenías que dirigirte a una gran carpa y ahí con todo un sistema digital te fichaban y te pasaban una tarjeta con el nombre tú foto grande y un con código de barras. TenÍas que tenerla todo el tiempo colgado de tu cuello. Si el viento llegaba a dar vuelta tu pase, inmediatamente se te acercaba personal de seguridad, te paraba y revisaba que la acreditación fuese la correspondiente".
"Cercaron militarmente el barrio más lujoso de la ciudad sudafricana en cuyo interior se ubicaba el ostentoso centro de convenciones. Nuestra tarjeta de ONG (Organismos No Gubernamentales) poseía diversos colores que indicaban el acceso limitado a las distintas reuniones de la cumbre oficial de la ONU".
"Después de cruzar el primer cerco periférico, tenías que pasar por una serie de controles muy exhaustivos con detectores de metales de última tecnología. Camino al lugar de reunión te encontrabas con calles cerradas y veredas convertidas en estrechos corredores. Todo el trayecto estaba lleno de policías mirándote".
"Al llegar, en la puerta del centro de convenciones, otro guardia chequeaba tu tarjeta y pasabas una vez más por otra serie de detectores".
"Lo primero que me llamó la atención es cuán militarizada estaba la cumbre. Yo he estado en otros encuentros y éste era como si estuviésemos en una tercera guerra mundial".
"Qué metafórico o qué alarmante es que una Cumbre de Desarrollo Sostenido se realice en un contexto de paranoia militar. De qué se están defendiendo. Es cierto que de los terroristas, pero además de nosotros, de la sociedad civil, de las ONG, de los pobres, de los descontentos"
"Esto en Río de Janeiro no fue así. Se hizo una operación rastrillo, de despeje de los barrios. Eso fue todo".
Sin duda que después del 11 de septiembre, junto con el desplome de las Torres Gemelas en Nueva York, se perdió la confianza y aumentó la paranoia.

 

Sitios relacionados
www.onu.org
www.onu.cl
www.greenpeace.org
www.greenpeace.cl
www.terram.cl


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