El nuevo código
del trabajo
Flexibilización
o distorsión laboral
Favorecer
la reactivación económica es uno de los principales
objetivos de la flexibilización laboral. Para ello hay que
adaptar las leyes del trabajo.
Sin embargo,
las miradas son distintas. En Europa funcionó, ahora hay
que probar en Chile.
Por
Ángela Quevedo
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La
minería como parte fundamental de la flexibilización
del trabajo
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Muchos son los
conceptos que se tienen acerca de la flexibilización laboral.
Pero lo primero que debe entenderse es que este proyecto corresponde
a una medida del equipo económico del gobierno, que busca
dar impulso a la economía chilena.
Luego de que
el propio presidente Ricardo Lagos descartara la posibilidad de
privatizar alguna empresa durante su mandato, medida que, según
algunos, también activaría el proceso económico
y laboral, resulta más accesible modificar o agilizar el
Código del Trabajo de tal forma que se pueda llegar a una
flexibilización laboral.
Tal como lo
explica Diego López, de la Fundación Friedrich Ebert
en su publicación "Mitos, alcances y perspectivas de
la flexibilización laboral: un debate permanente", de
septiembre de este ano, con el término flexibilidad laboral
se alude, en general, a una visión crítica de las
normas jurídicas sobre el trabajo asalariado, a las que se
les demanda esfuerzos para facilitar la cada vez más necesaria
adaptabilidad empresarial en un contexto de permanente aumento de
competitividad.
Sin embargo,
son variadas las ópticas con que se la puede mirar. Así,
por ejemplo, se alude con ella al fin de la época del trabajo
rutinario y repetitivo y a nuevas oportunidades de autonomía
y realización en el trabajo. Se asimila también a
la disminución de la jornada laboral y con ello a ganar más
disponibilidad para la vida familiar y el tiempo libre.
Pero, por otro
lado, como lo expresa el periodista Juan Pablo Cárdenas,
director de la radio Universidad de Chile, puede tomarse esta flexibilización
como un permiso para que el ya bochornoso salario mínimo
deje de ser una exigencia.
En palabras sencillas
Entre la flexibilización
y la distorsión hay un tenue espacio. Esto es justamente
lo que preocupa a los trabajadores. La flexibilidad de la que tanto
se habla entrega facultades a las empresas y a sus empleados para
acordar colectivamente jornadas de trabajo especiales. Se trata
de que éstas sean parciales o temporales, por un determinado
número de horas al día o meses del año, favoreciendo
a mujeres y estudiantes universitarios. También se pueden
formar jornadas de trabajo completas, pero de distribución
flexible para concentrar en menos días el mismo número
de horas semanales, o que el trabajador pueda escoger su hora de
entrada.
La propuesta
parece agradable. Más el "eufemismo político",
como lo califica Cárdenas, está destinado a darle
todavía más ventaja a los capitales nacionales y extranjeros,
que vinculan el éxito económico de un país
a la posibilidad de lucrar mucho y rápido, al mismo tiempo
de repartir entre muy pocos las utilidades de sus empresas.
Todas estas
ideas, en el fondo, tienen en común postular un cambio, una
adaptación respecto a lo que fue el tradicional esquema normativo
sobre el trabajo asalariado, que se presentaba como estable y de
duración indefinida. Pero también se puede traducir
en despidos sin indemnización por años de servicio,
en condonaciones fiscales a las deudas previsionales, en jornadas
de trabajo sin limites de horas y días festivos, etc., etc.,
etc.
"Sólo
con seguridades" dicen los trabajadores
Por cierto el
tema, ha divagado entre flexibilidad, adaptabilidad, reformas y
otros términos más planteados, por ejemplo, por la
Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) para evitar polémicas.
Pero los afectados lo único que piden es seguridad.
Así,
la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), que es el máximo
organismo representante de los obreros del país, expresó
que solo se aceptará el plan si el gobierno y los privados
dan garantías de un esquema pactado, que resguarde la capacidad
de negociación de los empleados frente a sus empleadores.
La preocupación
de este sector radica en que está conciente de que, de continuar
la incertidumbre internacional y el estancamiento local, el desempleo
de los próximos meses puede alcanzar los dos dígitos.
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Ministro
de hacienda Nicolás Eyzaguirre expondrá
el estado de hacienda el 8 de octubre.
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Ante ello, la
respuesta de La Moneda fue la adaptación del Código
del Trabajo y su consecuente flexibilización. Ello debido
a la expectativa de este proyecto que ha tenido buenos resultados
en Europa. Allá se ha implementado como estrategia flexibilizadora,
el establecimiento de nuevas modalidades contractuales que flexibilizan
la entrada al trabajo sin garantizar estabilidad laboral. O sea,
se trata de contratos especiales de trabajo de duración limitada,
que permiten a las empresas contratar trabajadores por tiempo determinado
o para la realización de alguna obra o faena específica.
Además, se han hecho comunes los contratos de relevo o de
suplencia que permiten contratar a un trabajador como reemplazo
temporal de otro, así como los de jubilación parcial
anticipada, para que dos trabajadores compartan un mismo puesto
de trabajo.
Destaca también
la implantación del contrato a media jornada como forma privilegiada
de absorber trabajadores, y especialmente trabajadoras, cesantes.
Se han aceptado igualmente modalidades de trabajo que relacionan
la formación profesional con el empleo, mediante normas especiales
para la contratación de jóvenes y uso de contratos
de práctica profesional y de aprendizaje, vinculadas al acceso
garantizado a capacitación profesional
Este es precisamente
uno de los puntos que en Chile ha causado revuelo, pues se reduciría
el sueldo mínimo de los estudiantes y menores de 18 años
que mantengan algún trabajo. Ante ello, el ingeniero Luis
Ramos, de I.E.C Ingeniería S.A, una empresa de análisis
y riesgo estructural que concentra gran parte del trabajo de construcción
en Chile, opina que, como siempre, se ataca a los que no se pueden
defender, "los jóvenes y los jubilados". Sectores
que reciben poca asignación de fondos estatales al sector,
recordó Ramos
La diferencia
de todo radica en que, en el caso de Europa, todas esas medidas
han sido reforzadas con una decidida política de subsidios
públicos a la contratación de mano de obra bajo estas
modalidades y de apoyo a la formación laboral. Tanto así
que se ha aludido a que las subvenciones de desempleo conviven con
subvenciones al empleo, como ayuda económica a empresas que
contratan trabajadores.
Sin embargo,
la realidad social chilena es muy distinta. Por eso se entiende
el revuelo provocado. Si existieran en el país las condiciones
favorables para la creación de estas jornadas especiales
o la verdadera voluntad política de mejoramiento, el panorama
sería alentador. Pero en Chile no existe la voluntad de despolitizar
el discurso y accionarlo en una conciencia colectiva que prime ante
la particular.
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