Álvaro
Uribe
Los
riesgos de la ley del garrote
Colombia
está ahogada y debe decidir qué rumbo tomar con respecto
a las guerrillas y los paramilitares.
Al parecer
la respuesta ya está dada, pues el 53% de la población
eligió el 26 mayo pasado al enfático Alvaro Uribe.
Por
María José Martínez y Michelle Zarzar
"Cuando
lo eligieron fue como decir ¡ya basta! vamos a declararles
la guerra. No sé si va a ser capaz de hacer algo, pero no
hay nada que perder". Así reflexiona Sonia Ávila,
una chilena que vivió 40 años en Colombia y que hace
diez tomó la difícil decisión de retornar,
huyendo de la violencia que azota a su tierra adoptiva. Una atmósfera
gris va apoderándose de la tarde, mientras ella enciende
la estufa, pues todavía no se acostumbra al clima.
Sus padres
llegaron hace dos meses escapando del recrudecimiento de los atentados,
como consecuencia de la política frontal que enuncia el recién
investido presidente. Sonia cuenta a Con Tinta Negra (CTN), que
vivían en una región llamada Llabé, en el límite
con Panamá, donde la presencia de grupos armados era algo
cotidiano.
"En la noche se escuchaban muchos disparos y al día
siguiente se encontraban siete u ocho muertos en la calle. No es
que la gente se acostumbre a la muerte o a los muertos, sino que
éstos pueden aparecer en la noche, sin ser una novedad. Mis
familiares estaban hartos".
Mientras algunos
analistas califican la vida en Colombia como un verdadero "infierno",
el nuevo gobierno ve en este panorama su gran desafío. Álvaro
Uribe tendrá que lidiar con una economía en crisis,
el estigma de ser el país exportador del 80% de la cocaína
en el mundo y asumir la difícil misión de poner fin
a un conflicto que hasta la fecha ha cobrado más de 40 mil
vidas. Durante décadas los gobiernos de la nación
cafetera han intentado diversas vías para tratar con los
insurgentes ¿será Uribe la carta que los colombianos
necesitan?
"Mano
firme, corazón grande"
El nuevo líder,
quien es abogado de tendencia política liberal y que fue
gobernador del departamento de Antioquia, zona próspera en
el noroeste de su país, pero también muy azotada por
la guerrilla, además de senador durante dos periodos consecutivos,
entre 1986 y 1994; posee un discurso de "línea dura"
contra la guerrilla, planteamiento que lo llevara al Palacio de
Nariño, aglutinando a la población disgustada por
los resultados de las negociaciones entre las FARC y el ex presidente
Andrés Pastrana.
Gran
parte de la trayectoria de Uribe ha sido entre las filas del Partido
Liberal, uno de los dos más importantes de Colombia. Sin
embargo, en vista de que dicha tendencia apoyó al candidato
Horacio Serpa en las pasadas elecciones, formó su propio
movimiento: Colombia Primero.
El anterior
mandatario usó el diálogo como vía de solución.
Camino que colapsó en febrero último, dejando muy
desprestigiado al conservador, quien accediera a desmilitarizar
una zona de 24.000 km2 -el equivalente a Suiza- conocida como la
"zona de despeje" para impulsar las negociaciones. No
obstante, los seguidores de "Tirofijo" -el legendario
Manuel Marulanda, Líder de las FARC- continuaron sus ataques,
asunto por el que Uribe acusa a su antecesor de haberle dado a la
guerrilla todo a cambio de nada.
Sin embargo,
el analista político Cristián Fuentes señaló
a CTN que el error gubernamental fue no pactar de inmediato un alto
al fuego. Considera que la zona de distensión buscaba que
se acostumbraran a ejercer un gobierno responsable, dejando atrás
las armas, pasando a formar parte del Estado.
Con miras a
no repetir los errores de Pastrana, Uribe pretende retomar el las
conversaciones, estableciendo reglas claras para continuar con la
zona de distensión. Para comenzar, exige un cese de las hostilidades,
además de la supervisión del área por inspectores
internacionales, tema por el que ya ha pedido asesoría a
Naciones Unidas.
Otro asunto
no menor es exigir la desvinculación de los grupos armados
de la droga, pues de continuar en el narcotráfico difícilmente
tendrán razones para pactar. Negocio que también ha
corrompido a una parte significativa de la clase política
local.
En entrevista
con CTN, el licenciado en Ciencias Militares Agustín Toro
Dávila afirma que en este caso estamos en presencia de un
"narcoterrorismo". Esto, porque en el escenario colombiano
actual confluyen dos grandes males: el tráfico de estupefacientes
y los atentados extremistas, lo que incide en que los narcotraficantes
tengan muchos elementos para actuar.
Para lograr
estabilidad, Uribe propone una expansión de las fuerzas de
seguridad para combatir las actividades ilegales. En esta línea,
prometió doblar la fuerza policial hasta alcanzar a un contingente
de 200 mil hombres e incrementar el número de soldados de
carrera de 40 mil a 60 mil.
Mas este colombiano
que estudió solución de conflictos en Harvard, comprende
que para millones de ciudadanos, la seguridad no es el único
tema que les preocupa. También les inquieta el desempleo,
el horizonte para la agricultura, cómo atraer nuevos inversionistas
y el sistema educacional.
A juicio de
Fuentes, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales (Flacso), "Uribe no es la carta que Colombia necesitaba".
A su juicio, debe hacer "una jugada política, además
de militar. Toda solución de este tipo es difícil
y larga, pero me parece que el gobierno debe dedicarse a solucionar
paralelamente otros problemas importantísimos en el ámbito
social y económico".
Apoyo
internacional
La ayuda ofrecida
por EE.UU. en el marco del llamado "Plan Colombia" es
uno de los más importantes bastones para el gobierno de Uribe.
Esta iniciativa pactada por Pastrana, destina unos 7.500 millones
de dólares en un período de tres años para
el combate del narcotráfico, la insurgencia y la corrupción
institucional. Sin embargo la asistencia no es gratuita, pues el
gobierno de Geroge W. Bush siente fuerte el efecto de las drogas
entre los estadounidenses.
Fuentes señala
que la posición "dura" con que se presenta el ex
liberal en cuanto a declararle la "guerra a la guerrilla"
no lo llevará a ninguna parte, pues no estaría capacitado
para vencer en dicho frente. El apoyo internacional, en ese dirección
podría derivar, según el cientista político,
en una catástrofe de proporciones.
"Hay conciencia
en el gobierno norteamericano de que involucrarse directamente con
tropas es extremadamente peligroso. Un conflicto generalizado con
enfrentamientos en las fronteras, implicaría un conflicto
en el que se verían involucrados Venezuela, Brasil, Ecuador,
Panamá, además de EE.UU.".
Especialistas
como Toro, son recelosos de la ayuda extranjera, pues a su juicio
"da pauta para que Estados Unidos entre a intervenir en los
asuntos internos de los estados. Uribe puede aceptar la cooperación,
pero no presiones ni exigencias, ya que perdería soberanía".
Sin embargo esta dependencia podría resultar beneficiosa,
en la medida que le permita al nuevo mandatario alcanzar sus propios
objetivos y aumentar la confianza mundial.
Fuentes plantea
que la estrategia del gobierno debe concentrarse en varios puntos
clave: paliar la recesión económica, aplicación
efectiva de la reformas estipuladas en su programa, diplomacia activa
con la guerrilla fuera de territorio colombiana, una estrategia
militar enfocada en obtener victorias emblemáticas que mellen
en el "orgullo" de la guerrilla para así impulsarlos
a negociar. Sin olvidar la modernización y el aumento de
contingente del ejército, además del apoyo económico
de EE.UU.
Mientras los
expertos se debaten en especulaciones sobre el nuevo gobierno, el
ciudadano común sufre los efectos de la prolongada y múltiple
pugna. No obstante, como cuenta Sonia Ávila, la idiosincrasia
local los levanta, pues a diario están "echando pa'
lante porque pa' tras ni pa' tomar impulso".
Sitios relacionados:
www.farc-ep.com
http://colombia.analitica.com/foros/board.asp?r=1046
www.colombia.com
www.presidencia.gov.co
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