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CULTURA

CiegosCambio de formato en La Cuarta.
Las Invisibles Vías de la Belleza

La suciedad acumulada sobre la piel de un mendigo. El cuello púrpura de las palomas. Las formas en movimiento de las nubes. La luna y las estrellas. Las narices rojas de los payasos cuando andan en monociclo. La cordillera después de un día de lluvia. Las olas que vuelven a sí mismas al morir. El rostro de un hijo. La anatomía de un papión sagrado. El cuerpo exuberante de Marlen Olivari. Un gol de rabona. La musculatura y crines de un caballo al momento de correr. La sonrisa de un perro callejero. Un cielo plagado de globos aerostáticos. La mirada de los santos en la iglesia. Los fuegos artificiales en el puerto de múltiples colores. Las hojas en otoño.

Por Gonzalo Triviños y Verónica Torres


Con los ojos abiertos y la boca cerrada uno puede ser testigo. Desde los vidrios oscuros de una micro los ojos dan en el blanco: Una mujer de facciones casi monstruosas es acariciada por un hombre de facciones perfectas. La suavidad con que él toca la piel de su rostro responde a un parpadeo abdominal que sólo se traduce en amor. Por la mirada acusadora de la gente se trata de una pareja dispareja, pero a ellos no les importa. El semáforo en verde nos aleja del cuadro visual. Por última vez, los ojos dan en el blanco. Así, desde lejos todo cobra sentido: él es ciego.

El invisible cuello de las palomas

Pocas escenas son más dramáticas que un invidente chocando una y otra vez con bultos surgidos de la nada, en una calle atestada de gente. En los ochenta había un cantante estadounidense que se peinaba con trenzas jamaiquinas y ocupaba unos lentes oscuros: Steve Wonder. Él no veía, pero tenía una voz maravillosa y así se ganaba la vida. La mayoría de los ciegos no cantan como Steve, pero también ocupan la voz para trabajar. En los últimos tiempos se les han presentado mayores posibilidades laborales gracias a la creación de programas computacionales. Pese a lo anterior, el campo laboral continúa restringido, principalmente, a trabajar como telefonistas o vendiendo en las calles. Mientras que pocos van a la universidad y en las empresas no se les da la confianza porque para integrarlos habría que invertir.

Sin embargo, lo último que quieren provocar los ciegos es lástima. Frases como "somos iguales a cualquier otro" o " vivimos en el mismo mundo que ustedes (los videntes)" se repitieron varias veces a lo largo de las entrevistas. También es muy común que desdramaticen su carencia, mediante el humor. Según la psicóloga Pilar Vera, que trabaja en talleres para ciegos, éstos son muy buenos para jugar con las palabras, especialmente con la palabra ver. Durante nuestras entrevistas fuimos testigos de un diálogo entre dos amigos ciegos que muestra este singular sentido del humor:
Periodista (muy serio): Ustedes no se enamoran a primera vista...
Luis (con sonrisa pícara): Bueno, no. Más bien nos enamoramos a primer bastonazo...
Elizabeth (que acaba de entrar a la sala, tanteando el aire con sus manos): Hola poh, Luis. Tanto tiempo sin vernos!
Luis: Si, pues. Hace harto que no nos vemos(...) Vine a ver si encuentro unos cassetes que se me perdieron hace años, cuando perdí la vista. Quizá si los encuentro vuelvo a ver...
Elizabeth: Tan bueno pa'perder las cosas...


Luis: Chí, igual a tí se te perdió la vista.

Muchos ciegos dicen poder sentir la presencia de obstáculos, aunque sin poder dar explicaciones. A partir de esto se ha creado un mito sobre las capacidades extrasensoriales de los ciegos, hablándose incluso de una especie de sexto sentido. En la novela "Sobre Héroes y Tumbas" de Ernesto Sábato, esta idea se lleva hasta el extremo en la paranoia de uno de sus personajes quien descubre que los ciegos dominan el mundo. Estella Maris Córdova, profesora de psicología de la Universidad Autónoma de México (UNAM), ha realizado estudios comparativos entre ciegos y videntes, y contradice estas creencias. Según sus textos "los ciegos no perciben más que los videntes. La diferencia radica en que sí son mucho más conscientes de la información entregada por sus otros sentidos, debido a que estos datos son fundamentales para ellos (...) Un ciego reconocerá las calles por sus olores o sabrá que se acerca un amigo por el golpeteo específico de su bastón, lo que implica procesos deductivos más complejos que los provocados por la vista, pero de ninguna manera una capacidad extrasensorial distinta."

Frentes Anchas y Voces Gruesas

Es común escuchar decir a hombres y mujeres enamorados que lo primero que les gustó de su pareja fue su rostro, su mirada, sus cabellos, sus pechos gloriosos, su cuello largo, su cuerpo, en fin su belleza a la vista. Las atracciones eróticas suelen iniciarse por la vía visual. En el caso de aquellos que han nacido ciegos o perdieron la visión por enfermedades o accidentes, los romances ya no se iniciarán con un cruce de miradas ni los amores serán a primera vista, pero esto no significa que sus relaciones carezcan de sensualidad.

Oler, tocar, escuchar y atrapar con el gusto son las percepciones que los personajes de ojos blancos conjugan para descubrir el mundo. Víctor Curalemu, sociólogo y cartógrafo, es de "esos" hombres que se enamoran de las mujeres de frente ancha. Ciego desde la adolescencia, Víctor está en desacuerdo con aquellos mitos que anuncian la carencia de erotismo en las relaciones no videntes. "Nos conocimos con mí pareja, en una reunión donde había mucha gente. Yo escuchaba conversaciones y movimiento, nada más. Hasta que de repente empecé a sentir un calor muy fuerte, increíble, como si hubiera una fogata a mi lado. De pronto, sin tocarnos, sin hablar, yo ya la sentía y supe que era ella."

Andar afirmando del brazo a alguien que no ve, deja de ser un acto noble cuando aparece el cariño. Las relaciones entre ciegos y quienes creen verlo todo no es algo fuera de lo común. En el caso de Víctor, sus parejas siempre han sido videntes, pues él estudió en la universidad, y aunque trabaja en proyectos para la ceguera, siempre ha estado rodeado de personas que ven. Más allá están aquellos que prefieren tropezarse con las escaleras de a dos. Brisa es una chica que acaba de ver la luz, en sentido teórico claro. Su padres con el afán incansable por salvarla de cualquier peligro hicieron de la puerta de salida un pasadizo prohibido por ocho años. Pero como todo tiene un comienzo y un final, Brisa hizo gala de su nombre y salió rauda para hacer un curso de computación que la condujo a la voz del hombre ciego que la trastornó.

Para los ciegos congénitos, quienes carecen del sentido visual desde su nacimiento, su desarrollo sensitivo, social y psicológico ha sido a partir de esta carencia. En cambio, aquellos ciegos que perdieron la visión en accidentes o por enfermedad deben pasar por un proceso de readaptación. Juan Manuel Peñaflor es psicólogo y hace terapias de rehabilitación para ciegos y afirma que "quienes pierden la vista suelen pasar por una etapa de crisis. Esto se debe a que han vivido en un mundo en el cual las imágenes le otorgan el valor a las cosas; entonces en una etapa inmediata a la desgracia suelen menospreciar las impresiones de sus otros sentidos." En Santiago, el Instituto de Prevención de la Ceguera, ofrece cursos de rehabilitación funcional para quienes han perdido la vista, y su trabajo está enfocado en devolverles a los ciegos la mayor autonomía posible. Además de los actividades prácticas para aprender a usar el bastón y dominar el lenguaje Braille, muchos de los talleres impartidos están enfocados a la estimulación de los sentidos que han quedado intactos. Hay actividades para el desarrollo de la memoria olfativa, cursos de artesanía en los cuales se trabaja con la sensibilidad táctil y juegos de reconocimiento de sonidos y voces.

"Muchos caminos sensuales llevan al amor ideal", dice en uno de sus versos el poeta inglés Lord Milton. Muchos años antes había escrito que "amamos lo bello y es bello por que lo miramos". Este profundo cambio de ideas se produjo luego de perder la vista. Su caso no es distinto a las experiencias que nos han contado nuestros entrevistados ciegos sobre sus relaciones amorosas. Uno de ellos, en un momento de inspiración, concluyó que "nosotros no podemos ver la belleza, pero si la podemos oler, tocar, escuchar y gustar".

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