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La Ley de la Siesta:
Contando ventajas y ovejas

Algunos aplaudieron, varios se quedaron mudos y a otros se les cayó la cara de vergüenza: cierto parlamentario había propuesto una ley mediante la cual los trabajadores tendrían derecho a dormir después del almuerzo.

En Chile no es la primera vez que sucede, ya que nuestros registros cuentan con numerosos intentos curiosos, hayan tenido o no sustento para convertirse en ley. ¿Tiene futuro esto de la siesta? Preguntémosle a la almohada.

Por Francisca Babul y Francisca Solar


En Carolina del Norte, Estados Unidos, cada persona debe bañarse al menos una vez al año, por ley. En Inglaterra, colgar una cama desde una ventana es considerado ilegal y arriesga una considerable multa. En Irlanda, atar una jirafa a un poste de luz supone una semana de cárcel. En Suiza está prohibido lavar el auto los domingos. En Israel no puedes sonarse la nariz durante la fiesta de Sabbath ni tampoco llevar osos a la playa y, en Francia, la ley condena a quienes bautizan a su perro con el nombre de "Napoleón".

Sí, suena gracioso, casi increíble, pero es verdad. Cada una de las normas anteriores aparecen claramente inscritas en las constituciones de dichos países y ninguno de sus ciudadanos se ha atrevido a cuestionarlas. Ni mucho menos a reírse como usted lo acaba de hacer.

Lo cierto es que leyes hay para todo y para todos, marcadas siempre por las vicisitudes de la época y por las tendencias de los consejos gubernamentales que las aprueban. Y no crea que Chile se salva: varios parlamentarios han intentado imponer algunas bastante curiosas, desde castración química para los violadores y cinturones de seguridad en las micros, hasta la legalización de las propinas. Y, ahora, la bullada ley de la siesta. ¿Será para tanto?

Duérmete niño, duérmete ya...

El 4 de junio pasado, el diputado Rodolfo Seguel (DC) presentó un proyecto de ley que busca establecer un periodo de veinte minutos, luego del almuerzo, para que los trabajadores duerman la siesta. Esto puede parecer descabellado, pero según lo que comentó a CTN el doctor Ennio Vivaldi, especialista en Neurobiología y Medicina del Sueño, la siesta es quizá una buena alternativa.

"Está comprobado que hay un período de propensión a dormir entre las 2 y las 4 de la tarde. También está científicamente probado que si tú permites que la gente tenga una siesta breve a esa hora, estarán con mejor ánimo y más concentradas el resto de la tarde, lo que aumentaría la productividad. Además, evitarías una serie de accidentes laborales porque a esa hora, entre las 2 y las 4 de la tarde, la gente está más propensa a cometer errores. Entonces yo diría que, en general, es altamente útil dormir siesta", afirmó Vivaldi.

En varias regiones del país, la siesta se mantiene como un ritual sagrado. En las plazas y centros comerciales, entre las dos y las cinco de la tarde, no vuela ni una mosca. Hasta los carabineros duermen. Entonces surge la pregunta de por qué no en Santiago. Y cuando la recurrida frase de "allá la realidad es otra" ya no convence, los empresarios levantan la voz.

Un ratito más, jefe

Bueno, bonito, pero no barato. Esa es la opinión de Cristián Pérez, ingeniero en Construcción y encargado de casi doscientos obreros que hoy se encuentran trabajando en la Costanera Norte. "Sería un caos total. En Santiago no hay cultura para poner en práctica ese tipo de iniciativas. Creo que es indigno hacer dormir a un obrero en una silla, y tú comprenderás que no voy a instalar camas en medio de la obra. Lo que quiero decir es que las empresas no tienen la infraestructura necesaria y de seguro no van a gastar en algo tan pueril", aseguró.

Agregó que, como ya lo han mencionado un par de parlamentarios, dicha siesta bien puede prestarse para "legalizar" la nunca bien ponderada sacada de vuelta, acción casi intrínseca en nuestra idiosincrasia. "Al principio pueden ser veinte minutos, pero después van a querer media hora, y luego 'diez minutitos más, por favor, ya voy'. Yo lidio con ellos a diario, sé como reaccionarían y también sé que bastaría un par de meses para que esto se chacreara", dijo Pérez, tajante.

Los principales involucrados, los trabajadores, se defienden ante esta acusación resguardándose tras las opiniones médicas y apelando a que la mayoría convive con un estricto horario laboral, el que debe compensarse con un merecido descanso. Verónica García, vendedora, señaló a CTN que la ley de la siesta es lo mejor que le podría pasar. "Hay veces en que junto con las demás vendedoras nos turnamos para dormir, a escondidas. Nos encerramos en el baño, ponemos una chaqueta en el lavamanos y apoyamos la cabeza por cinco, diez minutos, o lo que alcancemos. Es que llega a ser una necesidad, si no nos volvemos locas. Para nosotras, esta ley sería casi una bendición".

Y sobre esto, el doctor Vivaldi retoma su idea central: "El sueño y la vigilia son estados que no son controlados por nosotros. El cerebro es quien tiene el control sobre éstos y tiene que ver con relojes biológicos que nos indican la hora de una cosa o de otra. Si uno tiene sueño, éste lo va a vencer en algún minuto, se quiera o no", recalcó.

¿Dulces sueños?

Hasta cierto punto, esto de la siesta puede tener más pros que contras, pero más allá de lo que determinen las autoridades, son pocos los que se han detenido a pensar sobre la implementación necesaria y lo que, en definitiva, suponen esos tan codiciados veinte minutos. Porque llegado el momento, más de algún magnánimo empresario podría destinar camas o algo similar en sus dependencias. Con mucha suerte y, un cuanto más de recursos, eso podría llegar a suceder. Pero, con respecto a lo otro, es importante preguntarse si esa siesta se convertirá realmente en un beneficio o dejará a los empleados más somnolientos que antes.

¿Bastan veinte minutos?

"Absolutamente", opina Vivaldi, muy seguro. Y si él es el experto, para qué contradecirlo, pensará usted, sobre todo si trabaja en el Laboratorio del sueño y Cronobiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. "Veinte minutos es un tiempo razonable como para que el cerebro se reponga. No se necesita un sueño de una calidad total. Yo diría que el tope es media hora, no más. Mayor tiempo puede producir insomnio y trastornos del sueño en la noche", aseguró.

Nadie ha logrado dar la última palabra. Se debe en gran medida a que es un tema de extremos, por así decirlo, ya que para unos es de enorme beneficio y, para otros, de apabullante caos. Entonces todo está en manos del gobierno, o mejor dicho, en la correcta argumentación que pueda hacer Rodolfo Seguel con respecto a su propuesta, pues quién mejor que él para defenderla, por más inviable que parezca.

Es posible que pase mucho tiempo antes de que se tome una decisión sobre el proyecto, pues no hay conciencia de que el llamado "pestañazo" ocurre aun cuando no está normado. Esperando a que todo se resuelva a su favor, los empleados continuarán trabajando... y durmiendo. Cierto, a escondidas, pero Morfeo no escatima en legalidades. Y ante tanta duda, hasta el monumento a la cueca parece más factible.


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