Sapos de micros:
"A Siete de la Cuarenta"
Esta frase
es un clásico en las esquinas de Santiago y quienes las pronuncian
se autodenominan frecuenciadores del transporte público,
porque a cambio de una propina, avisan la distancia en el recorrido
que llevan dos microbuses.
Esquivando
raudos vehículos y eludiendo a la policía, los "sapos
de micros" cumplen un servicio valorado dentro del medio transportista,
pero dejan al descubierto una realidad poco dimensionada: el trabajo
informal.
Por
Consuelo Ábalos y María José Vilches
Raúl
Concha se levanta a las 5 de la mañana para abordar una micro
que lo llevará desde su casa en San Ramón hasta su
esquina de trabajo ubicada en Marcoleta con Vicuña Mackenna.
Allí estará 8 horas anotando en un cartón blanco
cifras que sólo él entiende, para luego almorzar en
el restaurante cercano y seguir gesticulando a aquellos micreros
que confían en que "la diferencia de minutos con la
de adelante" les asegurará cortar más boletos,
o sea, captar más pasajeros.
Con veinte años
de calle, Concha se considera el más antiguo en un trabajo
donde el adagio "Su propina es mi sueldo" es fielmente
reflejado. Le agrada ser su propio jefe y que no le preocupa no
tener ningún tipo de previsión social, ya que cuando
se enferma pide bonos prestados a sus amigos.
Según
la Organización Mundial del Trabajo (OIT), él es parte
de un gran porcentaje de chilenos que trabaja sin contrato, ya sea
porque lo hacen de manera independiente o porque usufructúan
en medio de la ilegalidad.
La precaria
situación de este tipo de actividad forma parte importante
de la economía de un país como Chile. Se refleja en
las cifras de la OIT, que indican, por ejemplo, que entre 1990 y
1998 el trabajo informal fluctuó entre un 37,5% y un 38,8%
de la fuerza laboral.
"La
fauna de la ley de la selva"
El trabajo diario
de los frecuenciadores del transporte público está
marcado por las dificultades que presenta la calle. Los carabineros
son el primer problema que deben enfrentar por las constantes detenciones,
las cuales son justificadas casi al azar. En una entrevista concedida
a Las Últimas Noticias, el suboficial de guardia de la Cuarta
Comisaría de Carabineros, Luis Zuleta Dinamarca, explicó
que los "sapos" son detenidos por hacer uso comercial
de vía pública, una ordenanza municipal que permite
que "estas personas sean detenidas bajo los mismos cargos que
los vendedores ambulantes, ya que usan la calle sin patente municipal",
explicó Zuleta.
Pero en Carabineros
no existe consenso. Un teniente que pidió no ser identificado
dice que estos personajes son detenidos por la infracción
al artículo 495 del Código Penal, que en el primer
inciso señala que serán multados quienes alteren el
orden público o contravengan las reglas que la autoridad
dicte. Para este teniente de patrullas, los "sapos" son
un foco de delincuencia, por que "al conocer tanto la calle,
datean para todos lados: tanto a carabineros como a los mismo asaltantes
o traficantes". Y le imputa otros cargos "por último,
son factores en accidentes del tránsito, al apurar a las
micros o bajarse en medio de la calle", agrega el carabinero.
"Esta
pega es ingrata", dice Manuel Albornoz, quien trabaja en la
esquina de Carlos Valdovinos con San Diego. Las detenciones sólo
sirven para que los "sapos" desembolsen los cinco mil
pesos que cuesta la fianza y vuelvan a su esquina de origen."Para
ellos sólo somos un número por que la municipalidad
les exige una cantidad de retenidos... además que en esta
pega, como cualquier otra, hay de todo", acota Raúl
Concha.
El segundo enemigo
lo representan los vehículos. Trabajar en medio de máquinas
rugientes no es un trabajo fácil. Deben estar siempre atentos
y cuidar la espalda, un apretón entre las micros no se cuenta
dos veces. "El problema de este trabajo es que el 80 por ciento
se va despachado si tiene un accidente. Son muchas las posibilidades
de morir. Es un riesgo asumido y se corre", señala Concha
a CTN.
Como la mayoría
de ellos no posee ninguna previsión social, los accidentes
de este tipo afectan a familias completas que se sustentan de una
remuneración que no es escasa, pero que se basa en propinas,
que fluctúan entre 50 y 200 pesos por micro. Acerca del sueldo
mensual promedio, nadie habla, pero señalan "que es
más que el mínimo" y que "de hecho, tengo
dos hijos y ahora me entregan la casita".
La unión
no hace la fuerza
Para algunos
controladores la informalidad de su trabajo no resulta tan cómoda
como quisieran. Las detenciones y la falta de reconocimiento impulsaron
a Raúl Concha a tratar de ordenar el asunto. La idea fue
gestada por la Confederación Nacional Unitaria de Trabajadores
del Transporte y Afines (CONUTT) como una forma de integrar a estos
trabajadores informales, que prestan un "servicio útil
que nadie más hace", dice el conductor de microbuses
de la línea 621, Andrés Paillao.
Concha comenzó
a trabajar en la difusión de la idea, a través de
un sistema que en un comienzo se usó para otros fines, como
lo relata: "un empresario del transporte, que luego nos acusó
de traficar, nos daba panfletos para las micros, en donde se llamaba
al paro". El gestor del sindicato utilizó a los micreros
para repartir trípticos que motivaban la organización
entre los frecuenciadores repartidos en toda el área metropolitana.
A pesar de que
logró reunir 276 socios, los sueños de formar una
"Confederación de Controladores de Locomoción
Colectiva" no llegó a puerto. La explicación
de Concha es que fueron usados maliciosamente, porque "nos
querían para pantalla, mi voto por ser presidente de un sindicato
tan numeroso valía el doble. Nos hicieron chupetito".
La política
no fue la única razón, ya que la inconstancia de sus
miembros jugó en contra de las metas. En las primeras reuniones,
durante las cuales se repartía la credencial, los asistentes
no bajaron de 200. Sin embargo, en las siguientes no aparecieron
más de 40.
Así fue
mermando el interés hasta que Concha dijo basta. Se aburrió
de la politiquería y la abulia. Enterró los sueños
de legalidad o por lo menos reconocimiento. "Me di cuenta que
la cosa no marchaba, que nos estaban utilizando y tate, presenté
mi renuncia indeclinable, paré el sindicato, fui a la Inspección
del Trabajo y dejé todo en statu quo", recuerda.
La vida continua
como antes para Raúl Concha, ya no quiere saber nada de asociaciones.
"Ahora sigo trabajando, levantándome temprano, cayendo
detenido, tal como me ha pasado con el Tata, con el amargado, con
el medio tirado a católico y ahora estoy con el hombre",
dice con tono pícaro, el "sapo"que se considera
el más antiguo de Santiago.
Fuera del sistema
Existen diversas
perspectivas acerca del trabajo informal, que en su definición
resulta algo problemática. Helia Henríquez, Jefa del
Depto. de Estudios de la Dirección del Trabajo y académica
de la Universidad de Chile, señala que "hay dos concepciones
del trabajo informal, una en relación a las personas que
son independientes y otras, que están desprotegidas laboralmente,
porque no tienen contrato". Dentro de este último, hay
que sumar la ilegalidad en que operan vendedores ambulantes, que
infringen las normas del derecho de autor o que comercializan artículos
robados.
De esta manera,
el trabajo informal es considerado como un sistema de exclusión
social, porque los trabajadores no cotizan en instituciones de salud
ni ahorran dinero para la previsión social; sin contar que
tampoco contribuyen con impuestos y sus actividades carecen de normativa.
Según
la Helia Henríquez el problema va aún más allá.
"La desprotección de los trabajadores repercute directamente
en la economía, porque al estar fuera del sistema deben ser
subsidiados". Desde esta mirada, no es extraño encontrarse
con un "sapo" o comerciantes ambulantes que tienen credencial
del Grupo A de Fonasa que proporciona atención gratuita y
les da la calidad de indigentes; en circunstancias que la mayoría
percibe más que el sueldo mínimo. Así lo muestra
un estudio de la Universidad Bernardo O' Higgins, a cargo del economista
Tomás Flores, donde se muestra que un "día malo"
de un vendedor de discos compactos piratas le reporta 25 mil pesos.
Pero una nueva
visión marcada por el estructuralismo entrega Guillermo Rosenbluth,
autor de "Informalidad y Economía en América
Latina", quien destaca en un artículo de la revista
de la Comisión Económica Para América Latina
y el Caribe (CEPAL) que "la existencia de espacios económicos
no cubiertos por la modernización, donde se dan condiciones
favorables para desarrollar actividades por cuenta propia, incluso
superiores a trabajos asalariados". Este sería el caso
de los "sapos", quienes realizan un trabajo necesario
para el normal funcionamiento del transporte público, pero
que no es prioridad dentro de los empresarios del transporte.
Hace algunos
años existían controladores de microbuses contratados
por las líneas, que marcaban las tarjetas de recorrido y
aprovechaban de entregar datos acerca de la frecuencia. Pero este
trabajo se terminó pues los "empresarios vieron que
les estaban pagando un sueldo y además recibían propinas...
y ellos buscan siempre el menor costo", relata Raúl
Concha.
"Esa práctica
es frecuente en las empresas", asegura la académica
de la Universidad de Chile, ya que "es una forma de expulsión
y negación de una relación laboral... la tendencia
actual es una transformación de la dependencia, hacia la
externalizaciòn".
La ilegalidad
en que los "sapos" ejercen su oficio los expone a injusticias
por parte de la ley y una total desprotección en Previsión
Social. De ahí la urgencia por contar con una normativa que
los contemple, ya que ningún plan de regulación de
transporte los incluye.
PARA
SER UN SAPO DE PRIMERA...
- Hacerse fama entre los micreros por dar buenos datos y por
dar bien los recados.
- Un buen sapo es madrugador, tipo 6:30 llegan a su esquina.
- Es necesario ser a prueba de agua y frío, además
evitar insolarse en días de verano.
- Crear un código de comunicación propio con
sus clientes.
- Mantenerse alejado de los vicios, no tomar y nada de drogas.
Esto es difícil si se toma en cuenta que son sus propios
jefes.
- Hay que mantener los sentidos alerta porque cuando las máquinas
aprietan lo hacen sin contemplaciones.
- Tener concentración, sin dedicarse a piropear. Si
aparecen los carabineros, darse una vueltecita. Si lo agarran,
pague sin chistar, su respeto sirve para otra vez.
- A medio día un almuerzo liviano en el restaurante
habitual. Cuarenta minutos aproximadamente. "No a los
sanguches"
- Gran parte del día no se cobra, igual dé buenos
datos. Tipo 5:30 es momento de empezar a cobrar, hay que tener
destrezas porque muchas veces las moneda vuelan. Agarrarlas
en el aire es todo un arte.
- Radio Corazón es la recomendada para los trabajos
rutinarios. Aunque hay quienes prefieren la recién
estrenada W.
- El trabajo habitual es hasta las diez de la noche, se guarda
el piso y es momento de irse a la casa.
- Un dato importante es tomar diferentes recorridos para llegar
al hogar. Siempre está lleno de "los otros sapos"
que están pendientes de adueñarse de lo recaudado.
Siguiendo estos pasos, le aseguramos que tendrá un
sueldo nada de despreciable, sólo hay que ser capaz
de aguantar de pie durante horas agotadoras y mantenerse alerta.
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