Boicot a EE.UU:
El
arma que no pudo detener la Guerra
La
guerra terminó, al menos eso nos dicen todos los medios de
comunicación.
Pero,
ni la oposición de las potencias europeas en el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas, ni las numerosas manifestaciones
alrededor del mundo lograron evitar que las sirenas anunciando bombardeos
se escucharan en Irak. Mucho menos lo consiguió el llamado
a boicotear los productos estadounidenses.
Por
Gonzalo Triviños y Felipe Gómez
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www.attac.cl
Afiches como éste llamaban al boicot en Internet
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De entre todos
los métodos que se ensayaron para expresar la oposición
al conflicto bélico, el boicot a las grandes empresas estadounidenses
(como Mc Donald's, General Motors y la Coca-Cola) fue el de menos
repercusión en la opinión pública y el mercado,
al menos en Chile, por lo que muy lejos estuvo de ser un efectivo
medio de presión. Esto, debido principalmente a la ausencia
de una estructura fuerte y coherente al interior de las organizaciones
que levantaron la propuesta y la escasa identificación que
el común de las personas alcanzó respecto a este medio
de protesta.
Una idea
dispersa
La idea de evitar
voluntaria y colectivamente el consumo de productos cuyo origen
fuera Estados Unidos nació en el seno de la Plataforma por
la Paz, coordinadora que reúne a organizaciones tan diversas
como Amnistía Internacional-Chile, Alianza Chilena para un
Comercio Justo (ACJR), Amerindia y el Partido Comunista (PC), entre
otras.
La entidad tuvo
un origen coyuntural, puesto que el único aglutinante de
instituciones con objetivos divergentes en muchos casos era la oposición
a la intervención estadounidense en Irak, manteniendo cada
organismo su autonomía propia. En esta unión circunstancial
radicaría una de las debilidades de la convocatoria que hiciera
la Plataforma por la Paz, puesto que, debido a la especificidad
propia de las organizaciones que la componen, la participación
de muchas de ellas se vuelve, al menos en lo que toca al boicot,
simplemente una declaración de buena voluntad.
Por lo demás,
y según explicara a CTN el encargado de la Oficina de Solidaridad
con los Pueblos del PC, Leandro Lanfranco, al tener cada una de
las organizaciones de la coordinadora preocupaciones propias y ser
en su mayoría agrupaciones pequeñas, la cantidad de
recursos humanos y económicos que pudo entregar para la labor
de difusión de su propuesta era mínima: "Por
eso (el boicot) no puede tener efectos inmediatos, sino a largo
plazo. Para eso se necesita crear conciencia a través de
los medios u organizaciones sociales y partidos fuertes, lo que
ahora no existe", argumentó el representante comunista.
Poca llegada
Esa misma realidad
fue la que quizás determinó la acotada meta que aquellos
que presentaban al boicot como medio para ejercer presión
se fijaron. En palabras del dirigente comunista, las expectativas
de éxito nunca fueron ambiciosas, puesto que el objetivo
desde un principio fue "que la gente conociese que hay gran
cantidad de empresas estadounidenses que financian las arcas de
la guerra."
Precisamente
en el cumplimiento de esa meta radica otro de los problemas que
hicieron poco efectiva la propuesta: la idea tuvo mala difusión,
y no solamente en cuanto a medios de comunicación se refiere.
Incluso en la convocatoria que hicieran las propias instituciones
de la Plataforma por la Paz, nunca quedó de manifiesto cuál
es la relación entre las empresas estadounidenses y el financiamiento
de la guerra, así como tampoco se hizo evidente cómo
colaborar con el boicot podía contribuir a detenerla.
Así por
ejemplo, el mensaje aparecido en la página web de Attac-Chile
(www.attac.cl), no deja de ser un simple panfleto, sin abundar en
los argumentos para sumarse al boicot. En definitiva, un llamado
sólo para convencidos:
"Llegó la hora que la ciudadanía defienda su
derecho a la PAZ usando su poder. Llamamos a boicotear los productos
que financian la guerra, llamamos a no consumir productos de EE.
UU."
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www.noalaguerra.cl
Dar
a conocer la relación entre la guerra y las grandes
compañías era uno de los objetivos del boicot
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¿Cero
impacto?
La poca información derivó entonces en una falta casi
total de identificación con el boicot, por lo que no era
extraño encontrar entre los chilenos opiniones similares
a las del francés Mustafa Hachour, aparecida en Economía
y Negocios del diario El Mercurio, el 31 de marzo: "Bush está
matando a gente inocente y eso es inaceptable. Pero cuando tengo
hambre, como lo que quiero. No importa si es francés o estadounidense"
Una visión
similar, en cuanto a que la mayoría de las personas no colaboran
con este tipo de propuestas sólo por sus ideales, tiene el
economista y académico de la Escuela de Periodismo de la
Universidad de Chile, Luis Cruz: "Cada persona, por el individualismo
que existe, va a decidir en función de lo que le conviene
y no en función de lo que le conviene a otros. Los intentos
de boicot resultan cuando existe una sociedad de consumidores organizada.
En estas sociedades el consumidor es un soberano: si alguien sube
los precios, se llama a boicot y los grupos de consumidores se coordinan
hasta bajar los precios. O sea, funcionan en la medida que al individuo
le toca el bolsillo directamente. Pero un boicot por razones ideológicas
no me queda tan claro que la gente lo apoye."
En todo caso,
el resultado del boicot en el país no dista mucho de los
obtenidos en otras latitudes. Así lo comprueban, por ejemplo,
las declaraciones de la vocera de Esso France SA, Estelle Bohrer,
aparecidas en El Mercurio: "Hemos oído sobre los boicots,
pero hasta el momento todo parece estar normal y no hemos notado
una caída en los negocios"
Gestos pequeños,
faltan millones
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www.lanación.cl
Marcha convocada por la Plataforma por la Paz, misma agrupación
que hizo el llamado al boicot en Chile (9
de marzo del 2003)
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No resulta arriesgado
entonces, suponer que el impacto en las empresas de origen estadounidense
radicadas en Chile fue nulo, o de muy poca importancia. De hecho,
ni siquiera la Plataforma por la Paz maneja cifras acerca de la
efectividad del recurso. En Internet abundan datos en relación
a los efectos del boicot, pero la mayoría carecen de credibilidad,
al ser información entregada por grupos relacionados directamente
con el origen de la convocatoria.
Luego de aproximadamente
un mes desde que se hizo el llamado a boicot, no hay ninguna muestra
de que haya habido efectos trastornadores en el mercado, pese al
delirio de muchos idealistas en el mundo que dejaron de tomar Coca-Cola.
La opción fue nada más que una cuestión de
conciencia personal, un llevar a cabo actos simbólicos, de
lo que poco tienen que temer las empresas transnacionales estadounidenses.
La guerra terminó
porque Estados Unidos barrió con Irak y no gracias a la presión
económica. Para que este mecanismo funcione y se transforme
en efectivo medio de presión, lo primero es que la acción
sea masiva y bien preparada. El boicot en definitiva, no fue lo
suficientemente organizado.
La
fuerza del boicot
Los
llamados a boicotear económicamente a algún
adversario político no es algo nuevo. Algunos boicots
han sido determinantes en ciertos cambios sociales e históricos:
en el proceso de independencia de la India miles de personas,
inspiradas por Mahatma Gandhi, luego de negarse a comprar
sal a los ingleses fueron hasta los mares a conseguirla. También,
en Estados Unidos, las leyes que terminaron con el racismo
(a nivel jurídico), fueron promulgadas tan sólo
luego de que miles de negros, encabezados por el reverendo
Martin Luther King, se negaran a usar el trasporte público,
entre otros mecanismos de presión.
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