Artistas en
la Política
Entre
el voto y la taquilla
El premio
Óscar les quedó chico. Los millones de dólares
acumulados en sus cuentas bancarias ya no son suficientes. Aburridos
de sus autos deportivos, lujosas mansiones y bellas parejas, sienten
que algo falta en sus vidas: probar el preciado gusto del poder.
En Estados
Unidos, Europa y también en Chile existen varios casos de
artistas que asumen cargos públicos. Algunos de ellos realizan
una buena gestión, pero otros tantos olvidan que los talentos
artísticos no aseguran el éxito político.
Por
Matías Gazitúa y Elizabeth Harries
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Arnold
Schwarzenegger, el futuro gobernador de California. |
Muchos políticos
darían lo que no tienen por figurar en las pantallas. Sufren
del conocido síndrome "polilla", es decir, cada
vez que ven una cámara encendida corren hacía ella.
Son tantas sus
ganas por ver cómo la luz de los focos se refleja en sus
rostros, que son capaces de realizar cualquier locura con tal de
cumplir aquel objetivo. Olvidándose, en infinitas ocasiones,
de que lo suyo no son las revistas del corazón, los programas
magazinescos o los eventos deportivos.
Sin embargo,
ahora el escenario es completamente diferente. Son famosas estrellas
del cine y de las artes en general, quienes se postulan a cargos
públicos. Atrás quedará la relación
de su imagen con pop corn y bebidas con mucho hielo. Lo de ellos
ahora es el servicio público, la entrega por completo a los
problemas de la sociedad civil.
Los nominados
son:
"Si el
estado de California me lo pide y mi esposa está de acuerdo,
estoy dispuesto a presentarme como gobernador". Señaló
a los medios de comunicación el actor austriaco-norteamericano
Arnold Schwarzenegger mientras recorría Estados Unidos promocionando
su última película, Terminator 3.
Al parecer,
las suplicas de sus fans y el visto bueno de María Shriver,
su cónyuge y famosa demócrata miembro del clan Kennedy,
no se hicieron esperar. El ex Mister Universo, con el desinteresado
auspicio del Partido Republicano asumió, la que es probablemente,
la pelea más dura de su vida.
Y de paso, agregó
su nombre a la que podría ser, la elección más
peculiar de la historia, programada, en principio para comienzos
de octubre, pero postergada por un fallo judicial. Entre sus candidatos
están: Larry Flynt, zar del mercado pornográfico en
la década de los ochenta; Peter Ueberroth, ex comisionado
de las Grandes Ligas del béisbol; Peter Camejo, editor de
la revista Hustler; Mary Carey, una estrella porno; y Gary Coleman
protagonista de la serie "Blanco y Negro" en los 80'.
Pero este fenómeno
no es nuevo. Son muchísimos los artistas que se postulan
a cargos públicos o han participado activamente en política.
Un caso interesante es el de Clint Eastwood, quien luego de protagonizar
"Harry el Sucio", aquel inolvidable personaje que lo arreglaba
todo a punta de golpes y balazos, fue elegido alcalde de Camel,
un pueblo californiano. O Ronald Reagan, quien después de
efectuar una carrera sin pena ni gloria como actor, se convirtió
en nada menos que en Presidente de Estados Unidos.
En Chile tampoco
nos quedamos atrás. Ya en 1925, el poeta Vicente Huidobro
fue proclamado como candidato a la presidencia por un grupo de amigos,
postulación que sólo aceptó en términos
simbólicos. También tenemos el caso de otro poeta,
Pablo Neruda, ungido por el Partido Comunista en la antesala de
las elecciones presidenciales de 1970. Finalmente se retiró
para favorecer a su amigo y candidato por la Unidad Popular, Salvador
Allende.
Premio al
mejor actor
Las razones del porqué algunos votantes sucumben ante la
conocida imagen de un candidato artista, tienen respuesta en el
ámbito afectivo más que en el racional.
Para el psicólogo de la U. de Chile René Carrasco,
el apoyo que reciben los artistas que se presentan a cargos públicos
está íntimamente ligado con la representación
que hacen de él los votantes. "Los artistas son mucho
más cercanos a la gente, las personas los conocen de una
manera y eso los hace ser más familiares. Además,
los electores últimamente buscan a otro símil que
los represente, creen más en la persona que en un partido
político", indicó para CTN el profesional.
Lo que más
perturba en este fenómeno son las contradicciones de imagen
que existen entre un fornido Schwarzenegger y los famélicos
políticos.
El sociólogo y especialista en semiótica, Rafael del
Villar, señala que la aparición de los artistas en
el mundo político tiene una explicación audiovisual:
"Antes, la propuesta de los candidatos se basaba en una norma
discursiva y con la aparición de la televisión el
personaje es evaluado por su gestualidad. Algo parecido ocurrió
con el presidente Arturo Alessandri (1920 -1924), quien pese a no
estar formado como actor, manejaba muy bien la oratoria y sus gestos,
lo que lo hacía muy atractivo como personaje y como gobernador".
Similar es lo
que opina en el periódico on line Houston Chronicle Steven
Schier profesor de asuntos electorales en la Universidad Carleton
de Minnesota, "Arnold tiene dos cosas: un buen nombre reconocido
en todo el mundo y la personalidad de un político no convencional.
Eso es atractivo para muchos posibles electores".
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El
actor y alcalde de San Joaquín, Ramón Farías. |
El actor y alcalde
de San Joaquín, Ramón Farías, en un reciente
foro en la Universidad Central se refirió a este tema: "Es
una responsabilidad muy grande asumir un cargo público, pues
uno debe responder al cariño y a los problemas de las personas".
También,
el edil reconoce que ser conocido le permitió una mayor cercanía
con las personas, pero que en sus inicios tuvo a mucha gente en
su contra. Señalando que "cuando llegué a la
alcaldía, miembros de la Unión Demócrata Independiente
(UDI) realizaron una protesta con pancartas que decían: "No
queremos teatro en San Joaquín".
"Una cosa
es ser conocido y otra es demostrarles a las personas que el proyecto
de gobierno que presentas es bueno para ellos. El ser popular como
actor de teleseries me abrió las puertas de los vecinos,
pero el trabajo de mantenerlas abiertas y demostrarles que lo que
estábamos haciendo era para el bienestar del desarrollo comunal",
agregó Farías, militante del Partido Por la Democracia
(PPD).
Darrell West,
coautor del libro "Política de Celebridades", cree
que los actores han sido bastante exitosos en la actividad proselitista
"porque las habilidades son muy similares a la actuación:
necesitan de una buena relación con el público y de
un adecuado manejo con la prensa".
Distinto piensa
Lisandro Duque Naranjo, critico cinematográfico y antropólogo
del diario El Espectador de Colombia. Quien afirma que los políticos
y los artistas son casi especies distintas. "El artista es
la antítesis del político. Sus narcisismos son distintos.
El primero necesita escuchar y observar. En cambio, el político
ama ser escuchado y admirado. Nada es más aburridor que hablarle
a un político, porque no le importa en absoluto lo que se
le diga, aunque intenta disimularlo dirigiendo sus ojos cerrados
hacia el infinito, como si reflexionara, cuando en realidad está
quedándose dormido".
Al parecer,
sólo una correcta amalgama de las virtudes de ambas profesiones
podrán conseguir un representante íntegro, a cargo
de las decisiones políticas de una comunidad. Ya que pese
a tener la ventaja de una campaña de reconocimiento visual
bastante avanzada, sólo la experiencia se encargará
de demostrar qué artistas permanecen con éxito en
los cargos públicos y quiénes se harán merecedores
de un clásico "Hasta la vista, baby".
Sitios relacionados
www.elespectador.com
www.sanjoaquin.cl/
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