Mirarse el Ombligo
Por
Janisse Huambachano
Desde la escuela de Periodismo hacia el mundo ya
empezamos a ver como nuestra vocación de comunicadores nos
lleva a buscar la atención de todos los focos posibles, autodenominándonos
los portadores de la verdad.
Desde los periodistas de farándula que dejan
aún peor nuestra imagen, pasando por los periodistas que
cubren los temas policiales: “¿Señora, qué
siente porque su marido haya matado gente, señora, qué
le quiere decir a los familiares de las personas que mató?”.
Pero referirse al morbo de los periodistas es lugar
común.
Y desde la Escuela misma parte esa tendencia a
la auto referencia que pueden tener las demás carreras pero
que a nosotros no nos corresponde. Desde los electivos sobre los
medios (¿es qué no nos hace falta especializarnos
en algo que no sean los medios?) pasando por el curso de formación
general (“Periodismo y Libertad de Expresión”)
, hasta los simposios a los que no va nadie y los que vas obligado
para hacer alguna crónica.
¿Es de veras necesario teorizar tanto sobre
una carrera que debería ser tomado como un oficio? Y no significa
que se la tenga que mirar en menos; un texto periodístico
puede ser elevado a categoría de obra de arte, con el estilo
y la dedicación suficientes. Es sólo que muchas veces
nos olvidamos que no somos nosotros, los comunicadores, lo interesante
sino que es la noticia, los otros. Cualquiera menos nosotros.
Si bien la libertad de expresión me parece
absolutamente necesaria, a veces aburre el discurso y que erijan
a figuras como el actual presidente del Colegio, don Alejando Guillier.
Que lo hayan detenido en Capuchinos lo convierte en el nuevo niño
símbolo del Periodismo y la Liberta de Expresión.
De todas formas, muerte a la censura
El problema con ser un mártir del periodismo
es que terminan convirtiendo al periodista en invitado a todos los
foros posibles. ¿Por qué tiene que dársele
tanta tribuna a un periodista que sólo tuvo el mérito
de ser perseguido porque a algún poderoso no le gustó
lo que escribió? ¿Y qué pasa con los que trabajan
en la oscuridad, quién los conoce a ellos?
Es cierto es que trabajamos para un público,
pero no hay que olvidar que somos la vía, que no somos la
noticia, que si los políticos andan venteando sus intimidades
para el público/electores, nosotros no tenemos por qué.
Nuestros lectores, radioescuchas, teleespectadores no tienen por
qué enterarse que si Cecilia le tiene tirria a Amaro y sobre
los novios de las conductoras. Que la ropa sucia se lave en casa.
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