A pesar de lo universalmente famosas que son la Gran Muralla China,
la filosofía de Confucio, y su rica gastronomía, China
no ha dejado de ser un misterio para el mundo. Y es que ni haciendo
un hoyo en la tierra se puede saber a ciencia cierta qué
pasa allá, en el otro extremo del planeta. Mayor todavía
es la incertidumbre cuando nos adentramos en el territorio económico,
donde las predicciones señalan que se convertiría,
en no más de dos décadas, en la primera potencia del
mundo, reemplazando incluso a Estados Unidos. Pero no se puede decir
con certeza qué sucederá cuando el gigante asiático
tome las riendas del mercado mundial.
Según indicó el analista internacional Libardo
Buitrago a CTN, hoy China es el motor de la economía del
planeta, pues es un país con una masa de 1.500 millones
de habitantes y con un crecimiento anual que bordea el nueve por
ciento de su producto interno bruto (PIB). Y aunque es una república
que no tiene todos sus problemas resueltos, son estas dificultades
las que constituyen lo que el profesional llamó “el
milagro chino”.
Gran parte de este milagro se le debe al líder Deng Xiaoping,
quien a fines de los setenta dibujó y fue capaz de imaginar
la coexistencia de un sistema político comunista con una
apertura económica, introduciendo las leyes del libre mercado.
Es que la aparente contradicción que significa aunar en
una sola nación comunismo y capitalismo, es la fórmula
de éxito del país de los dragones.
Sin embargo, aunque para nosotros estos dos sistemas parecen
diametralmente opuestos, para los chinos su combinación
no es para nada incoherente. Así lo explica Buitrago: “mirar
a China con el prisma de occidente es una gravísima equivocación
ya que estamos hablando de una cultura de más de cinco
mil años, que no se debe ver con nuestros valores democráticos,
pues desde lo que entienden los chinos como sistema político,
a ellos no les resulta contradictorio”
Por otro lado, Cristián Fuentes, magíster en Ciencias
Políticas y funcionario de la Cancillería chilena,
señaló a CTN que China necesita de este poder centralizado,
pues es la única manera de sostener la creciente economía
del país oriental. En este sentido, el Partido Comunista
es la columna vertebral de la república, en conjunto con
las Fuerzas Armadas. Y Buitrago está de acuerdo. Según
el analista se evita así el fenómeno que ocurrió
con la Unión Soviética, pues afirma que “abrir
un poquito lo político significaría dejar entrar
un huracán que los sacará (a los comunistas) del
poder”.
No obstante, China tiene que solucionar sus problemas internos
para pensar en convertirse en súper potencia, pues de no
ser resueltos, estos frenarán hasta la más optimista
de las predicciones.
En primer lugar porque esta bonanza económica no llega
a todos. Existe un desequilibrio interno tal en el país
que -sumado a las minorías étnicas de las que el
gobierno no se ha hecho cargo- se podría constituir un
descontento social que amenazara e inestabilizara a la nación.
Y es aquí donde adquiere importancia nuevamente la política
centralizadora del Estado, donde se requerirá que contenga
y reprima estas presiones.
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Pero eso no es todo. Porque si bien China mantiene buenas relaciones
con el resto del mundo, pertenece a la Organización Mundial
del Comercio (OMC) y es miembro permanente del Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas, tiene problemas geopolíticos que
son urgentes de resolver. Algunos de estos asuntos pendientes
son con el Tibet y Taiwán, procesos que -de quedar tal
como están- podrían producir un punto de quiebre
entre el país asiático y occidente. Para Buitrago,
es necesario negociar y usar siempre el diálogo para solucionar
estos asuntos, de modo que no se conviertan en una imposición.
Y así, suma y sigue. Porque además de las dificultades
ya mencionadas, China requiere según Buitrago crear un
sistema financiero y bancario creíble, que gane confianza
en el resto del planeta. También debe corregir su falta
de competitividad en el área tecnológica para adecuarse
a los nuevos tiempos, tarea en la cual los chinos ya trabajan
con paciencia y esmero.
Pero resueltos estos problemas, todavía hay quienes auguran
la caída del milagro chino por un recalentamiento del sistema
económico que tanto éxito les ha dado. Sin embargo,
para Fuentes estas son sólo visiones catastrofistas que
nada tienen que ver con la realidad. Según el académico,
pueden ocurrir pequeñas crisis, pero no de gran envergadura,
pues a nadie le conviene que China caiga, ya que es un gigante
que aplastaría al resto del planeta.
¿Tratando de conquistar el mundo?
Con una mano de obra baratísima, una descomunal masa de
consumidores y siendo uno de los parajes favoritos de inversionistas
de todo el globo, China es un serio postulante a arrebatarle el
trono y la hegemonía que Estados Unidos lidera hasta hoy.
Pero según Fuentes, China no tiene esa pretensión.
No quiere dominar al mundo. Por lo menos, no políticamente.
Los chinos no tienen ninguna intención de quitarle la supremacía
al país del norte, sino que más bien quieren constituirse
como el líder del desarrollo económico, estima el
experto.
Para que los orientales empiecen a competir con Estados Unidos
deben ponerse a su altura tanto militar como económicamente
y empezar a funcionar bajo sus mismas reglas, para lo cual China
aún no está preparada. De esta manera, aún
cuando la exitosa república oriental se convierta en la
economía central sobre la que orbite el resto del mundo,
según Fuentes, dentro del capitalismo todavía van
a ser Estados Unidos, Europa y Japón quienes dicten las
pautas. En el mejor de los casos, China vendría a integrar
este triángulo de poder para convertirlo en un formidable
cuadrado.
Y en este juego de dominación, ¿en qué posición
queda el resto del mundo? Según Buitrago, en los tiempos
que hoy corren nada hace prever que Estados Unidos y China conformen
polos tan hostiles como los que en su momento fueron la Unión
Soviética y el país del tío Sam. Esto, porque
las políticas de alineación dieron paso a una época
de alianzas y redes, y en eso trabajan con el resto de los mortales.
Negociando con el Dragón
Y, como es de esperarse, del apogeo de China todos quieren sacar
una tajada y en esto Chile no es la excepción. Por eso
la idea de un acuerdo comercial con el país del río
Amarillo no tardó en surgir. Sin embargo, no se trata de
un tratado de libre comercio tal como el que se pactó con
Estados Unidos, sino algo de menor envergadura conocido como acuerdo
de alcance parcial. Como quiera llamársele, siempre es
beneficioso una alianza que pueda rebajar aranceles tan elevados
como los chinos.
Aunque falta un buen tiempo para eso, principalmente porque hoy
no existe nada en limpio, pero expertos de ambos países
están realizando en conjunto un estudio de factibilidad
que sacará a la luz los pro y contra de una negociación
de este tipo. Así lo cuenta para CTN el asesor económico
de la Unidad de Análisis Comercial de la Dirección
de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería,
Luciano Cuervo, quien además señala que para fines
de septiembre esperan que el estudio esté completamente
terminado. Y, ojalá, con resultados positivos.
Pero no todo es color de rosa, ya que estas negociaciones no son
vistas con muy buenos ojos por un cierto sector en Chile. Se trata
principalmente de los empresarios del área textil, quienes
temen que el desarrollo del mercado manufacturero que existe en
China termine por opacar esa parte de la producción nacional.
Sin embargo, los optimistas son mayoría, y tanto la idea
de aumentar las exportaciones como la de estrechar vínculos
con la república oriental les quita el sueño a muchos.
Entre ellos al ministro de Educación, Sergio Bitar, quién
prometió que en 2010 habrán 100 chilenos que hablen
perfectamente el chino mandarín.
Difícil tarea, por decir lo menos. Tan difícil
como predecir qué va a pasar con la enigmática y
emergente China durante los próximos años.
Los hijos y la censura
Otro de los cambios que ha vivido China
es en sus políticas de natalidad - La difundida orden
de no tener más de un hijo ya no es tan vigente y
estricta como antaño. Sin embargo, las parejas jóvenes
de la naciente clase media tampoco se animan a ser padres
ya que prefieren – ante todo – priorizar sus
proyectos personales. Pero la historia es otra en los sectores
rurales, pues en el campo aún persiste el desprecio
a tener hijas mujeres porque según su cultura “no
aportan al hogar”.
Y al parecer, las libertades públicas
en China no se han ampliado tan rápidamente como
la expansión económica. Porque si bien hoy
los ciudadanos pueden acceder a Internet, se trata sólo
de un circuito cerrado dentro del país. Además,
el gobierno expresó su intención de “purificar”
los contenidos culturales que circulan en la red y también
limitar la importación de “juegos malsanos
que pervierten a la juventud”.
Y eso no es todo, ya que durante los tres
últimos meses el estado cerró 8.600 ciber
cafés por incumplir – según ellos –
ciertas directivas oficiales, a la vez que informó
que no se descartan la instalación de cámaras
para vigilar que los clientes de estos lugares ingresen
a sitios prohibidos como los de pornografía.
Pero no sólo Internet es sometida
a censura. La radio, el cine y la televisión ya fueron
advertidas y no podrán transmitir programas o películas
que incluyan algún tipo de actos violentos.
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Sitios relacionados:
http://www.direcon.cl
http://www.spanish.xinhuanet.com