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¿La nueva potencia mundial?
El enigma made in China

Lejana, mítica, enigmática y ahora, también, exitosa. Y es que China - el país más poblado del mundo - se ha transformado en pocos años en una de las más solventes economías a nivel mundial.

El despertar de este gigante no ha dejado indiferente a nadie y la posibilidad de que se convierta en la nueva potencia planetaria preocupa a más de alguno. Pero ¿Será realmente China quién lleve la batuta en el mundo durante los próximos años?

Por Makarena Estrella Pacheco y Claudia Henríquez Salinas



A pesar de lo universalmente famosas que son la Gran Muralla China, la filosofía de Confucio, y su rica gastronomía, China no ha dejado de ser un misterio para el mundo. Y es que ni haciendo un hoyo en la tierra se puede saber a ciencia cierta qué pasa allá, en el otro extremo del planeta. Mayor todavía es la incertidumbre cuando nos adentramos en el territorio económico, donde las predicciones señalan que se convertiría, en no más de dos décadas, en la primera potencia del mundo, reemplazando incluso a Estados Unidos. Pero no se puede decir con certeza qué sucederá cuando el gigante asiático tome las riendas del mercado mundial.

Según indicó el analista internacional Libardo Buitrago a CTN, hoy China es el motor de la economía del planeta, pues es un país con una masa de 1.500 millones de habitantes y con un crecimiento anual que bordea el nueve por ciento de su producto interno bruto (PIB). Y aunque es una república que no tiene todos sus problemas resueltos, son estas dificultades las que constituyen lo que el profesional llamó “el milagro chino”.

Gran parte de este milagro se le debe al líder Deng Xiaoping, quien a fines de los setenta dibujó y fue capaz de imaginar la coexistencia de un sistema político comunista con una apertura económica, introduciendo las leyes del libre mercado. Es que la aparente contradicción que significa aunar en una sola nación comunismo y capitalismo, es la fórmula de éxito del país de los dragones.

Sin embargo, aunque para nosotros estos dos sistemas parecen diametralmente opuestos, para los chinos su combinación no es para nada incoherente. Así lo explica Buitrago: “mirar a China con el prisma de occidente es una gravísima equivocación ya que estamos hablando de una cultura de más de cinco mil años, que no se debe ver con nuestros valores democráticos, pues desde lo que entienden los chinos como sistema político, a ellos no les resulta contradictorio”

Por otro lado, Cristián Fuentes, magíster en Ciencias Políticas y funcionario de la Cancillería chilena, señaló a CTN que China necesita de este poder centralizado, pues es la única manera de sostener la creciente economía del país oriental. En este sentido, el Partido Comunista es la columna vertebral de la república, en conjunto con las Fuerzas Armadas. Y Buitrago está de acuerdo. Según el analista se evita así el fenómeno que ocurrió con la Unión Soviética, pues afirma que “abrir un poquito lo político significaría dejar entrar un huracán que los sacará (a los comunistas) del poder”.

No obstante, China tiene que solucionar sus problemas internos para pensar en convertirse en súper potencia, pues de no ser resueltos, estos frenarán hasta la más optimista de las predicciones.

En primer lugar porque esta bonanza económica no llega a todos. Existe un desequilibrio interno tal en el país que -sumado a las minorías étnicas de las que el gobierno no se ha hecho cargo- se podría constituir un descontento social que amenazara e inestabilizara a la nación. Y es aquí donde adquiere importancia nuevamente la política centralizadora del Estado, donde se requerirá que contenga y reprima estas presiones.

Pero eso no es todo. Porque si bien China mantiene buenas relaciones con el resto del mundo, pertenece a la Organización Mundial del Comercio (OMC) y es miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, tiene problemas geopolíticos que son urgentes de resolver. Algunos de estos asuntos pendientes son con el Tibet y Taiwán, procesos que -de quedar tal como están- podrían producir un punto de quiebre entre el país asiático y occidente. Para Buitrago, es necesario negociar y usar siempre el diálogo para solucionar estos asuntos, de modo que no se conviertan en una imposición.

Y así, suma y sigue. Porque además de las dificultades ya mencionadas, China requiere según Buitrago crear un sistema financiero y bancario creíble, que gane confianza en el resto del planeta. También debe corregir su falta de competitividad en el área tecnológica para adecuarse a los nuevos tiempos, tarea en la cual los chinos ya trabajan con paciencia y esmero.

Pero resueltos estos problemas, todavía hay quienes auguran la caída del milagro chino por un recalentamiento del sistema económico que tanto éxito les ha dado. Sin embargo, para Fuentes estas son sólo visiones catastrofistas que nada tienen que ver con la realidad. Según el académico, pueden ocurrir pequeñas crisis, pero no de gran envergadura, pues a nadie le conviene que China caiga, ya que es un gigante que aplastaría al resto del planeta.

¿Tratando de conquistar el mundo?

Con una mano de obra baratísima, una descomunal masa de consumidores y siendo uno de los parajes favoritos de inversionistas de todo el globo, China es un serio postulante a arrebatarle el trono y la hegemonía que Estados Unidos lidera hasta hoy.

Pero según Fuentes, China no tiene esa pretensión. No quiere dominar al mundo. Por lo menos, no políticamente. Los chinos no tienen ninguna intención de quitarle la supremacía al país del norte, sino que más bien quieren constituirse como el líder del desarrollo económico, estima el experto.

Para que los orientales empiecen a competir con Estados Unidos deben ponerse a su altura tanto militar como económicamente y empezar a funcionar bajo sus mismas reglas, para lo cual China aún no está preparada. De esta manera, aún cuando la exitosa república oriental se convierta en la economía central sobre la que orbite el resto del mundo, según Fuentes, dentro del capitalismo todavía van a ser Estados Unidos, Europa y Japón quienes dicten las pautas. En el mejor de los casos, China vendría a integrar este triángulo de poder para convertirlo en un formidable cuadrado.

Y en este juego de dominación, ¿en qué posición queda el resto del mundo? Según Buitrago, en los tiempos que hoy corren nada hace prever que Estados Unidos y China conformen polos tan hostiles como los que en su momento fueron la Unión Soviética y el país del tío Sam. Esto, porque las políticas de alineación dieron paso a una época de alianzas y redes, y en eso trabajan con el resto de los mortales.

Negociando con el Dragón

Y, como es de esperarse, del apogeo de China todos quieren sacar una tajada y en esto Chile no es la excepción. Por eso la idea de un acuerdo comercial con el país del río Amarillo no tardó en surgir. Sin embargo, no se trata de un tratado de libre comercio tal como el que se pactó con Estados Unidos, sino algo de menor envergadura conocido como acuerdo de alcance parcial. Como quiera llamársele, siempre es beneficioso una alianza que pueda rebajar aranceles tan elevados como los chinos.

Aunque falta un buen tiempo para eso, principalmente porque hoy no existe nada en limpio, pero expertos de ambos países están realizando en conjunto un estudio de factibilidad que sacará a la luz los pro y contra de una negociación de este tipo. Así lo cuenta para CTN el asesor económico de la Unidad de Análisis Comercial de la Dirección de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Luciano Cuervo, quien además señala que para fines de septiembre esperan que el estudio esté completamente terminado. Y, ojalá, con resultados positivos.

Pero no todo es color de rosa, ya que estas negociaciones no son vistas con muy buenos ojos por un cierto sector en Chile. Se trata principalmente de los empresarios del área textil, quienes temen que el desarrollo del mercado manufacturero que existe en China termine por opacar esa parte de la producción nacional.

Sin embargo, los optimistas son mayoría, y tanto la idea de aumentar las exportaciones como la de estrechar vínculos con la república oriental les quita el sueño a muchos. Entre ellos al ministro de Educación, Sergio Bitar, quién prometió que en 2010 habrán 100 chilenos que hablen perfectamente el chino mandarín.

Difícil tarea, por decir lo menos. Tan difícil como predecir qué va a pasar con la enigmática y emergente China durante los próximos años.

Los hijos y la censura

Otro de los cambios que ha vivido China es en sus políticas de natalidad - La difundida orden de no tener más de un hijo ya no es tan vigente y estricta como antaño. Sin embargo, las parejas jóvenes de la naciente clase media tampoco se animan a ser padres ya que prefieren – ante todo – priorizar sus proyectos personales. Pero la historia es otra en los sectores rurales, pues en el campo aún persiste el desprecio a tener hijas mujeres porque según su cultura “no aportan al hogar”.

Y al parecer, las libertades públicas en China no se han ampliado tan rápidamente como la expansión económica. Porque si bien hoy los ciudadanos pueden acceder a Internet, se trata sólo de un circuito cerrado dentro del país. Además, el gobierno expresó su intención de “purificar” los contenidos culturales que circulan en la red y también limitar la importación de “juegos malsanos que pervierten a la juventud”.

Y eso no es todo, ya que durante los tres últimos meses el estado cerró 8.600 ciber cafés por incumplir – según ellos – ciertas directivas oficiales, a la vez que informó que no se descartan la instalación de cámaras para vigilar que los clientes de estos lugares ingresen a sitios prohibidos como los de pornografía.

Pero no sólo Internet es sometida a censura. La radio, el cine y la televisión ya fueron advertidas y no podrán transmitir programas o películas que incluyan algún tipo de actos violentos.

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