Caldo de Cabeza
Por
Nicole Pérez Tordoya
Se dice que somos los jaguares de Latinoamérica,
que nuestra nación se encuentra en vías de desarrollo,
y que somos considerados como uno de los países menos corruptos
y más seguros a la hora de invertir. A mi modo de ver esta
definición no calza con el Chile que conozco, un país
que está acostumbrado a la mojigatería y a esconder
todo lo que sucede en sus fronteras.
Este puro Chile, que en pleno siglo XXI, aún se somete al
poder fáctico de la iglesia. Un país que no da a sus
habitantes la posibilidad de consumir libremente la famosa “píldora
del día después”, y que para acceder a ella
hay que recurrir al criterio de algún médico. Y para
que hablar de nuestra historia, un legado de muertes y torturas.
No es posible que a más de treinta años del golpe
de Estado, se siga desconociendo el paradero de más del 70%
de las víctimas de crímenes contra los derechos humanos,
y que los culpables se sigan paseando en sus haciendas de Chicureo.
Ante este tipo de justicia no nos puede extrañar los fraudes
y robos que se han cometido contra empresas estatales durante estos
últimos dos años, considerando que lo peor que le
puede pasar a los ladrones, es caer de vacaciones por la cárcel
de Capuchinos. Así podemos ver casos como el de Codelco,
que a pesar de todas las irregularidades que la empresa presentó
durante el año 2003, además de la querella por el
robo de cobre puesta en septiembre del mismo año, dio a conocer
en mayo de este año la suma de un último robo equivalente
a 40 mil dólares.
Con todo lo anteriormente dicho, no puedo creer que este sea un
Chile tan norteamericano en su proceder, y por lo tanto debe conformarse
con ser simplemente el patio trasero de Estados Unidos. Debemos
conformarnos con nuestro afán de imitarlos, ya sea con la
creación de malls, restaurantes de comida rápida,
multiplicación de los celulares, etc., que finalmente son
sólo una máscara para ocultar nuestra mediocridad.
Hasta cuando van a estar las autoridades tratando de imponer leyes
inaplicables a nuestra idiosincrancia. Antes de tratar de aplicar
un plan Transantiago, que trata de encorbatar y de educar a los
choferes microbuseros en su forma de tratar a la gente que viaja
a diario en sus medios de transportes, se deberían incrementar
leyes tendientes a agilizar los procesos judiciales, un proyecto
que cambiase nuestra añeja Constitución, heredada
de un sistema tiránico y dictatorial, y finalmente leyes
tendientes a preservar la democracia y libertad del ser humano (
por ejemplo en el asunto de la píldora).
Creo que faltan muchos años para que nuestro país
se convierta en un jaguar y deje de ser el gato flojo y ronroneante. |