No todos pueden hacer lo que quieren. Prince sí. Después de años de producir discos que a nadie le importaban excepto a él, el artista vuelve a la escena musical mundial con Musicology.

Prince Rogers Nelson, uno de los pocos cantantes que realmente nació con su nombre artístico, ya abandonó el críptico símbolo que alguna vez lo representó. Dejó también de ser “El Artista antes conocido como Prince” y vuelve a ser sí mismo. Esto es, un músico excéntrico, extraño; pero excesivamente talentoso, versátil y símbolo de una época.
¿Qué hubiera sido de los 80’s sin Prince? A lo mejor lo que fueron los 90’s: una década de música popular sin grandes novedades, en que pocos se atrevieron crear algo nuevo y la mayoría revisó y copió lo de otras épocas.

Acostumbrados al pop de fórmula, ya nos hemos habituado a arrugar la nariz con simplemente escuchar hablar de “pop”, cuando en realidad fueron personas como Prince que, con un estilo propio, lo convirtieron en un género vanguardista y rompe-esquemas. Lo de Prince es en realidad más que Pop, es Rock, R&B, Funk... todo envuelto en su producción, composición e instrumentalización propia.
Prince es mucho más que un pequeño hombre que usaba peinados raros y ropa extravagante, gritaba en falsete y hacía desmayar a las jovencitas ochenteras. Es un auténtico hombre orquesta (nombre un instrumento, Prince lo domina), un compositor de primera (creó exitazos como Nothing Compares to U de Sinead O’Connor) y fue el némesis de la familia Jackson.

Musicology es más que nada un disco R&B, mezclado con pop y toques roqueros, con una producción muy cuidadosa en manos de Prince. A la segunda audición ya se canta el single que bautiza al disco y de a poco van gustando las demás, en especial Cinammon Girl. No es un disco que impacte ni revolucione la música. Pero en estos momentos en que el pop está desacreditado y casi abandonado, da gusto que vuelva uno de los grandes y se ponga la corona.

“Musicology” (2004), Prince, Sony.