La sonrisa de Ratzinger nos preocupa
Por Sebastián Rivas Vargas
¿Se
imagina usted qué pasaría si un sacerdote dijera
que detesta al rock porque es vehículo de mensajes
satánicos? Probablemente sería tildado de loco,
de atrasado y se reirían a carcajadas de él.
Pues bien, afírmese: hay un sacerdote que yalo
dijo. No pierda tiempo en buscarlo en alguna parroquia perdida
del centro de Santiago. Si quiere conocerlo en persona, debe
conseguir un pasaje a Roma y pedir una audiencia con él.
El
autor de la frase es el cardenal Joseph Ratzinger, uno de
los personajes más conservadores en el seno de la Iglesia
Católica. Pero si lo busca por ese nombre no lo encontrará.
Hoy vive en el Vaticano, y se llama Benedicto XVI. Es nada
menos que el nuevo Papa.
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(fuente:
AP) |
Es
el mismo hombre que no ha parado de sonreír desde que
dos de sus grandes amigos, los cardenales Angelo Sodano y
Jorge Medina – amigos a su vez de otro ilustre personaje,
el dictador chileno Augusto Pinochet –, lo invistieran
como el nuevo pontífice de la Iglesia Católica.
Cosa rara: antes de entrar al cónclave del que finalmente
salió electo se decía que uno de los mayores
dolores de cabeza para los editores de los medios de prensa
mundiales era encontrar una foto donde Ratzinger apareciera
sonriendo. Y como dijo alguna vez Nicanor Parra para referirse
a Juan Pablo II, “la sonrisa del Papa nos preocupa”.
Porque
su opinión sobre el rock es de las menos importantes
que ha emitido. Durante su ejercicio como cardenal, el recién
electo Papa se mostró en contra de estudiar aspectos
tan sustantivos como el divorcio, los métodos de anticoncepción
y las uniones civiles entre parejas del mismo sexo. Todos
temas importantes en el mundo de hoy, donde la opinión
del Papa pesa como un factor político.
¿Qué
se espera del pontificado de Benedicto Ratzinger? No mucho.
Él mismo ha señalado que cree que gobernará
durante poco tiempo, pues su avanzada edad – 78 años
– y su precario estado de salud son factores letales
si se les une a la sobrecargadísima agenda que tendrá
en los próximos años. Por ello se piensa que
éste será un papado de transición, que
continuará la línea conservadora dejada por
Juan Pablo II. Ratzinger es heredero fiel de esa línea:
trabajó por más de veinte años como encargado
de la Congregación para la Doctrina de la Fe, heredera
directa de la Inquisición y encargada de ver los problemas
teológicos más álgidos de la Iglesia.
¿Hay
esperanzas? Sólo una. La última vez que los
cardenales escogieron en un cónclave a un papa conservador
y del que se esperaba un pontificado corto fue en 1958. El
elegido fue el cardenal de Venecia, Angelo Giuseppe Roncalli,
un viejito cuya mayor gracia era ser extraordinariamente simpático.
Y aunque sólo gobernó un lustro, Roncalli fue
el impulsor de la mayor transformación progresista
de la Iglesia en su historia y quedó en la memoria
del mundo como el “papa bueno”,Juan
XXIII. ¿Será demasiado pedirle eso a Ratzinger?
Sólo Dios lo sabe.
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