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Cultura
(Fuente:Carolina Araya y Aldo VidaL/ CTN)
Las cuatro estaciones del Quijote

“Deja que los perros ladren, es señal de que avanzamos”, le decía el ingenioso hidalgo Don Quijote a su inseparable compañero Sancho para tranquilizarlo de las habladurías de la gente. 400 años más tarde los perros siguen ladrando, así lo comprobamos en diferentes lugares de Santiago, intentando descubrir qué opinan las nuevas generaciones de este clásico universal.

Por Carolina Araya y Aldo Vidal


En un lugar de Santiago cuyo nombre no viene al caso dos jóvenes estudiantes caminan con decisión y premura, buscando en las sombras de marchas y protestas a un anciano de triste figura y elevados ideales. Con quijotesca esperanza, sin lanzas ni armaduras, pretenden hallar el espíritu valiente del más celebre caballero andante en las nuevas generaciones que recién conocen las aventuras del hidalgo que hizo de su locura un ideal universal.

Caminando tras la huella de un caballero andante

- ¡Oh, amigo y compañero, ¿Vos sabéis cuánto falta para lograr nuestro cometido?!

- Debéis tener paciencia y no desesperar, aquel que desespera se pierde en el andar.

Hemos recorrido varias cuadras en la búsqueda del Quijote en Chile. Es una difícil tarea, aunque la ruta ya está trazada y por todas partes hay señales de este personaje y sus 400 años.

Nos dirigimos hacia el centro de Santiago. Estamos cerca del Ministerio de Cultura y decidimos que ese punto es estratégico para encontrar lo que andamos buscando. Subimos al tercer piso en donde se encuentran las oficinas del Consejo Nacional del Libro y la Lectura. Mario Salazar está a cargo de la coordinación del programa “Chile quiere leer”, el cual capacita a dos mil monitores que se desenvuelven tanto en el ambiente comunitario, como en instituciones privadas y en entidades estatales para trabajar y aportar en la motivación a la lectura en todo Chile.

Salazar explica la importancia de leer para el desarrollo de una sociedad democrática: “el que es capaz de crear sus propias imágenes, es capaz de crear sus propios pensamientos. Quien es capaz de crear sus propios pensamientos, es una persona libre. En ese sentido para un país que intenta ir mejorando las condiciones sociales, por lo tanto sus relaciones democráticas, es fundamental tener buenos niveles de lectura.”

El ministerio ha realizado varias actividades por la conmemoración de los 400 años del Quijote. El 23 de abril en la Biblioteca Nacional se efectuó la maratón de lectura de la novela en voz alta. Paralelamente, se hizo un trabajo en la línea uno del metro, donde un tren fue decorado con los refranes más importantes de este clásico, con ilustraciones de Roberto Matta y Nicanor Parra. Todo lo anterior con la idea de incentivar la lectura en los chilenos.

En el Consejo creen saber por qué a los jóvenes continuamente les desagrada la idea de leer este clásico de la literatura. “Yo creo que es una equivocación que el Quijote sea obligatorio, menos a la edad de la adolescencia. Uno aprecia el Quijote en su magnitud por primera vez como a los 30 años. El Quijote se debe leer cuando has tenido grandes alegrías y grandes sufrimientos, ahí dices ‘¡oh, que gran obra!’ pero antes es un abuso. Creo que el Quijote ha sido un espanta lectores a nivel escolar. Recién existen versiones que han pulido el castellano al castellano actual, es denso, un libro difícil, no lo puedes tomar y dejar”, responde Salazar.

Segunda estación: los molinos cibernéticos

Ha comenzado la búsqueda cibernética. Con recelo decidimos que una forma de comunicación ineludible en esta época son los foros o chat. Ingresamos a Latin Chat, un portal que nos asegura entrar en contacto con jóvenes entre 15 y 20 años de toda América Latina.

Con el combatiente nick “Contra los molinos” ingresamos al ciberespacio con la convicción de vencer la indiferencia hacia un tema poco usual en este tipo de foros. Escribimos en la ventana central “¿Qué opinan del Quijote. La única respuesta es la de Janin que sin contemplaciones afirma “¿Quién lee Quijote ahora que es tan fácil encontrar resúmenes?”

Janin resulta ser alumno del Liceo de Aplicación, y cuenta que el año pasado debía leer el Quijote de la Mancha. Esto no significa que lo hiciera, con un resumen de un sitio de Internet se sacó un cinco. “Con ver lo gordo que era el libro me dio sueño. Además, los que sí lo leyeron lo encontraron enredado”.

Iniciamos conversaciones privadas con diferentes participantes. Katita de Arequipa, nos comenta que cuando leyó el Quijote no se aburrió tanto como esperaba. “Me pasó al revés de lo normal, todos decían que era un libro clásico, que había que leerlo casi por cultura general. Entonces esperaba encontrarme con algo fome, fome, fome. Pero me pareció hasta simpático”.

Rockers, alumno del Internado Nacional Barros Arana (INBA), cuenta que ese libro lo traumó. “Estuvimos prácticamente todo un semestre leyendo el libro. Era un pesadilla lo complicado que estaba escrito.”

En nuestro país las aventuras de Don Quijote son lectura obligatoria en segundo año medio, según el currículo académico organizado por el Ministerio de Educación.

La utilización de un vocabulario complejo es un obstáculo con el que no sólo se encuentran los escolares chilenos. El afamado escritor peruano Mario Vargas Llosas ha reconocido que también tuvo dificultades para leer la novela. “Cursando el último o penúltimo año de la escuela secundaria intenté leerlo y simplemente no pude, la cantidad de palabras cuyo significado no entendía y el tipo de retórica en el que estaba escrito el libro me arrojaron lejos.”

- Compañero de andanzas, amigo inseparable, al parecer la novela esta condenada al desprecio de la sangre nueva.

- No se le hace justicia mi querida damisela, esta historia libertaria, está convertida en un libro cárcel. ¡Qué desperdicio!

Tercera estación: El refugio de la pluma

La Sociedad de escritores de Chile se encuentra en Vicuña Mackena, un par de cuadras antes de llegar a Plaza Italia. El “Refugio” es una casa antigua, grande, majestuosa y muy sobria. Tienen una sala de espera, cuadros de connotados autores y una lámpara colgando en el centro del salón. Nos atiende una mujer que denota cansancio y nos pide que esperemos. Ya nos acostumbramos a la idea de hacerlo, así que nos acomodamos en el asiento de cuero más cercano.

- ¿Vos creéis que será posible encontrarnos con el respetado señor Reinaldo Marchant (Presidente de la Sociedad de Escritores) hoy?

- Ya te dije, no desesperéis mi querida amiga, el señor debe estar ocupado en sus nobles menesteres

Después de un rato, un largo rato, llega nuestro entrevistado. Tiene la cara de un hombre afable, y con una cálida voz nos invita a su escritorio. Marchant no sólo preside la Sociedad de Escritores, sino que además es parte del Consejo Nacional del Libro y la Lectura. A las actividades efectuadas como institución se han sumado los eventos realizados por el Ministerio de Cultura. Han ejecutado charlas del Quijote en distintos colegios del país, además de sumarse a la iniciativa de la lectura en voz alta en la Biblioteca Nacional.

Cuando nos hace referencia a la importancia del Quijote en la literatura, Marchant se emociona: “Es una valiosa obra literaria que ha significado un aporte vital para la humanidad. Indispensable de leer, estudiar y analizar. Podemos comparar al Quijote de la Mancha con la Biblia. Aquellos son dos libros que una persona en su vida no puede dejar de leer. El Quijote es una referencia obligada y desde el punto de vista del nacimiento de la novela moderna, el Quijote es fundacional”

El Quijote en letras e imágenes

La próxima estación es el templo de la lectura por antonomasia. La Biblioteca Nacional nos recibe con su imponente frialdad. El clásico edificio se viste durante algunos días de imaginación y coraje, para homenajear al ingenioso hidalgo con la exposición “Las aventuras del Quijote de la Mancha.”

Al iniciar el recorrido nos encontramos con una muestra de cómo la revista infantil Peneca intentó familiarizar a los pequeños de mediados del siglo pasado con las hazañas del caballero andante y su fiel escudero. Ilustraciones amplias, caricaturas sencillas y sólo una frase que dé titulo a la escena, fueron la fórmula para dar a conocer a pequeños, muchas veces analfabetos, un texto considerado hasta hoy como el origen de la literatura moderna.

Ya dentro de la galería, gigantografías con fragmentos de la novela forman una cronología de la vida de este inquieto personaje.

“¿Mamá quién es?” dice un pequeño escolar que observa con atención la imagen del caballero abatido por los molinos. “¿No sabes quién es el Quijote? Bueno, era un soñador que quería cambiar las cosas de la vida”, afirma la mujer. “¿Pero tan viejito?” replica el niño, antes de acercarse con curiosidad a la próxima ilustración.

Nos acercamos al cuadro. La aventura de los molinos es en definitiva una de las más representativas de la historia, ya que según reza bajo la ilustración: “enfrentarlos es una acción que demuestra el gran valor de don Quijote. Esta actitud se repetirá en la obra como una expresión ética del esfuerzo por defender ideales e ilusiones.”

En esta misma línea el amor eternamente puro que el Quijote siente por Dulcinea, señalará la elevada escala de valores del hidalgo. Una muestra de ello se encuentra en una de las imágenes. “Llore o cante Altisidora yo tengo de ser de Dulcinea, cocido, asado, limpio, bien criado y honesto.” Pero también lo llevará a vivir la peor de las desilusiones, ya que Dulcinea jamás aparece en la novela. Es sólo una abstracción en la mente de don Quijote. En el desenlace de la historia es obligado a confrontar la realidad y asumir que la “verdadera” Dulcinea, no es más que una ruda y poco agraciada campesina. Entonces vuelve a su casa, hace su testamento y se entrega a la muerte. Es precisamente esta escena la que nos recibe en el hall de la galería. Sancho llorando junto a la cama le pide a su amigo que “no se deje morir, sin más ni más por las manos de la melancolía.”

De pronto alguien nos choca, es el escolar de hace un momento. “Te dije que te quedaras mirando las fotos” dice su madre. “Eso estoy haciendo” responde el niño mientras comienza a girar nuevamente sobre si mismo. Al parecer el espíritu inquieto del Quijote está más reflejado en ese niño que en los que observan silenciosamente las ilustraciones. Porque al final, aunque hayan pasado 400 años, el hidalgo caballero siempre buscó revoluciones, ideales y lu
chas justas a las que entregarse. Y si de eso no esta hecha el alma de un adolescente estaríamos frente a una “contradicción casi ideológica”. Por lo tanto a sus 400 años el Quijote sería aún un joven soñador.

Antes de retirarnos, leemos por última vez una de las frases que mejor caracteriza la delirante sicología de este personaje: “Podrán quitarme la aventura, pero el esfuerzo y el animo será imposible.”

Sitios relacionados:

Consejo de la Cultura

Dibam, Biblioteca Nacional

IV centenario de El Quijote

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