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Economía

Muhammad Yunus en Chile:

El gurú del microcrédito


La reducción de la pobreza es su bandera de lucha. Recorre el mundo profetizando su sistema de microcréditos. Ayuda a las personas a recuperar su dignidad a través de la iniciativa personal.

Gracias a él, más de cuatro millones de personas en Bangladesh abandonaron la pobreza. No es un superhéroe. Es Muhammad Yunus.

Por Daniel Brzovic Gaete y Matías Zurita Prat


En contraste con el individualismo característico del sistema capitalista imperante, existen hoy muchas personas que creen en un cambio. La esperanza de construir un mundo mejor, sin desigualdades e injusticias, es la fuerza que los impulsa a trabajar altruistamente en pro de la humanidad. Uno de los más célebres es Muhammad Yunus, quien, a través de microcréditos, ha logrado transformar la lógica bancaria y así disminuir los índices de pobreza en el país con mayor densidad poblacional en el mundo, su natal Bangladesh.

“En general el sistema financiero excluye a un porcentaje importante de la población de la posibilidad de acceder a créditos, porque no cumplen una serie de requisitos económicos”, cuenta Marcel Claude, economista y director de Oceana Chile. “Sin embargo, el Grameen Bank genera la posibilidad real de que los pobres trabajen tal vez una de las facetas más olvidadas por los diseñadores de las políticas sociales de los Gobiernos mundiales, cual es la faceta de productores”.

En el marco de la Cumbre Regional de Microcrédito para América Latina y el Caribe y el Encuentro de Jóvenes: ¿Qué Chile queremos para el Bicentenario?, Yunus estuvo en el país entre el 18 y el 23 de abril, profetizando su sistema bancario para derrotar la pobreza, sin salirse del marco capitalista, basado principalmente en la confianza.

Los esfuerzos del bengalí se dividen en dos frentes: no solo continuar la tarea de barrer con la pobreza en su país, sino también propugnar un rediseño del sistema neoliberal y libre mercado, para añadirle la figura del “negocio social”. En una quijotesca cruzada, va donde se le invite para insistir en sus conceptos y comprometer a cuanta autoridad se le cruce a reducir la pobreza.

Así, abriendo un espacio en su agenda, habló con CTN durante una hora, en un salón del Hotel Crowne Plaza. En vez de apoyarse en el discurso políticamente correcto, Yunus disparó, honesto y afable, contra el neoliberalismo y sus instituciones, culpables de incrementar la pobreza y las desigualdades en la distribución de ingresos.

Condiciones y cambio

Bajo el sistema actual, recalcó, “tengo que hacer que la maximización de los beneficios sea la meta. Si esa es la meta, no me importa noquear a otra gente si tengo que hacer dinero, y eso es lo que la teoría dice, así funciona el sistema. Si todos maximizan sus beneficios, la teoría dice que el mundo será un lugar mejor, puesto que todos los recursos serían distribuidos en forma ideal”.

Sin embargo, evidentemente ello no ocurre así. El capitalismo “creó una peligrosa situación con la globalización que va a arrastrar a casi todas las economías pobres. Países ricos, economías ricas, economías fuertes, se las tragarán. Es la regla del pez: el pez grande se come al pez pequeño. ‘Lo siento, éste es el libre mercado, ¿qué podemos hacer?’”.

¿Qué podemos hacer? Reinterpretar los textos y cambiar toda la mecánica consumista y competitiva actual, dice Yunus. Introducir “otro tipo de persona en el mercado, personas de otras habilidades: no quieren hacer dinero, todo lo que quieren hacer es el bien”. Es decir, responsabilidad social y solidaridad.

El objetivo no se enfoca en las ganancias, como lo caracteriza Joseph Ramos, decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile: “el proyecto, económicamente, quizás no tiene una gran rentabilidad, pero es rentable en el sentido social, en que alguien pasó de ser un mendigo a tener la dignidad de alguien que se sustenta por sí mismo, si no completamente, al menos parcialmente”.

Hay que confiar plenamente en la capacidad de las personas. El supuesto fundacional de su idea es la iniciativa como herramienta de superación de su condición social. Es por esto que sus dardos apuntan a criticar los programas de bienestar de los gobiernos. La fórmula verdaderamente efectiva para que la gente supere la pobreza es a través de la organización y la iniciativa personal, y no el asistencialismo característico, que crea dependencia e inhibe la capacidad de los individuos.

Una nueva alternativa

Doctor en Economía de la Universidad Vanderbilten, Estados Unidos, en su calidad de académico se dio cuenta, al contrastar la teoría económica de las aulas con la realidad bengalí, que la primera era solo un abstracto que marginaba y discriminaba a los pobres de su discurso y, por ende, en su praxis.

Mientras su país sufría una de sus peores crisis económicas producto del incipiente proceso de independencia de Pakistán, el profesor Yunus salió a volcar su conocimiento y su disconformidad con el sistema para ayudar a los pobres de Bangladesh.

Es así como nació, en 1976, el Banco Grameen (algo así como Banco Rural), que otorga microcréditos a aquellos que viven con menos de un dólar al día, sin necesidad de avales ni papeles, con el único objetivo de que puedan superar la condición social y económica en la que se encuentran sumidos. Los 4,5 millones de bengalíes que han salido de la pobreza y un 98,5% de tasa de retorno de los préstamos comprueban el éxito de esta iniciativa próxima a cumplir tres décadas.

La alternativa que ofrece Yunus no tiene nada de revolucionaria ni radical. Quizá por ello es una figura mundial, consejero del Banco Mundial o de las Naciones Unidas, e incluso nominado al Premio Nobel de Economía. Ésto porque su propuesta no sale de los límites del capitalismo, sino que dispone una reinterpretación de los textos, un cambio de marco conceptual.

Ramos lo confirma. “Efectivamente, no es un revolucionario, si uno entiende por revolución que idea un sistema económico diferente a la economía de mercado y la propiedad privada”. Sin embargo, cree que “Yunus está efectuando un cambio muy importante en nuestra manera de ver las cosas”.

“Si uno hiciera una mirada parcial del aporte del microcrédito a la superación de la pobreza, efectivamente uno podría considerarlo una medida parche”, complementa Marcel Claude. “Pero creo que si uno encuadrara el tema del microcrédito dentro de un contexto más amplio, en donde se levante una crítica robusta a las políticas públicas neoliberales, a la concentración de la riqueza y la producción, y a las condiciones de vida de la población, el aporte de Yunus puede ser importante”.

Microcréditos “yunusianos”


La innovación de Muhammad Yunus en cuanto al otorgamiento de microcréditos parece cosa sencilla, pero no lo es. Requiere de muchísimas operaciones técnicas desde el punto de vista económico, para así fundar una metodología bancaria distinta a la tradicional, pero, además, es necesario complementar el préstamo con una serie de elementos de carácter social para asegurar el pleno cumplimiento de los objetivos.

La primera condición para que un crédito sea otorgado es que el postulante viva con menos de un dólar diario. Es decir, que haya una condición de pobreza a superar. Segundo, ser mujer es una gran ventaja: el 95% de los prestatarios son mujeres, ya que los criterios están diseñados para ellas principalmente. Tercero, el dinero solicitado debe destinarse a una inversión, en ningún caso al consumo.

También es obligación unirse a un grupo de cinco prestamistas para garantizar la organización y evitar el individualismo. Los beneficios que ofrece el Banco Grameen son múltiples. Créditos para la vivienda, educación y uno especial destinado a los mendigos; seguros de vida y de deuda en caso de fallecimiento; la opción de ahorrar dinero como sistema provisional; y, para préstamos más grandes, la figura de los “microempresarios” que pueden solicitar cifras muy superiores a las comunes.

Tareas para Chile

La novedad de este modelo y su eficacia ha hecho surgir alrededor del orbe otros sistemas inspirados en él (si no iguales), con más o menos eficacia. Pero la situación en Chile parece, para Yunus, francamente optimista. Repitió, en reiteradas ocasiones, que este país podría ser el primero en eliminar la pobreza. Los tres millones de chilenos pobres, en comparación a los 90 millones bengalíes, aparentan ser una barrera fácil de superar.

De todos modos, hay signos favorables respecto a lo anterior, como las cifras entregadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, (Cepal), que indican a Chile como el único país que cumplió el objetivo de reducir la pobreza en el marco de las Metas para el Milenio al 2015, proyecto que busca reducirla a la mitad para ese año.
Es responsabilidad del Estado y las empresas velar por lograr estos compromisos, pero para ello deben entender que “los pobres, como cualquier agente económico, no sólo son consumidores, como se los trata en la mayoría de los programas asistencialistas del Gobierno (léase Chile Solidario), sino que también son productores y potenciales generadores de desarrollo”, como refiere asertivamente Marcel Claude.

A pesar de sus buenas intenciones, Claude critica que “a Yunus, en sus visitas a nuestro país, se le ha usado mediáticamente por las autoridades, y su propuesta ha sido manoseada y vaciada de contenido por los apologistas del mercado”.

¿Es una nueva artimaña de las autoridades para evitar imprimirle el carácter social a sus políticas y así dejar contento al empresariado? Por ahora, es más importante aprender de figuras como Muhammad Yunus. Basado en el amor por el ser humano y el rechazo a las injusticias, buscó la forma de cambiar el mundo hasta convertirse en una celebridad mundial, no por escándalos faranduleros o guerras injustificadas, sino que por ser un artífice de la superación de la pobreza.

Banco Grameen

El Banco Grameen existe formalmente desde 1983, cuando el Gobierno bengalí le otorgó un permiso especial para existir. El camino recorrido no fue fácil.
Cuando Muhammad Yunus descubrió que con 27 dólares sacaba del círculo de la pobreza a 42 personas de su pueblo natal, buscó a la banca tradicional para que otorgasen préstamos a todo aquel que lo necesitase y no necesariamente a los ricos. Como se negaron sucesivamente, Yunus se ofreció de aval de cada uno de ellos. Después de repetir la experiencia con miles y comprobar que devolvían cada centavo, y que aun así el banco no les prestaba dinero, decidió crear su propia entidad bancaria, que funcionaría sin avales ni garantía alguna: la confianza es lo único que vale.

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