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Proyecto Bicentenario
El hit del momento

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Sociedad
Autopista central
(Fuente www.portaldelpluralismo.com)

Proyecto Bicentenario

El hit del momento

La musiquita del bicentenario suena por todos lados, ¿Cuáles serán las obras más representativas de esta magna cruzada nacional? ¿Qué aspectos de la sociedad se verán perjudicados en pro del Bicentenario? Y por estribillo ¿Cómo nos imaginamos Chile al 2010?

Y es que, como todo grupo pop, el Bicentenario tiene fanáticos y detractores. Para muchos tal hito debiera ser una excusa para sentarnos a pensar el país en el cual nos gustaría vivir. Sin embargo para otros es sólo una excusa para desarrollar buenos negocios.

Por Analía Cortés y Daniela Torán


Lado A: Lo que todos quieren oír

El 18 de septiembre del 2010, Chile celebrará 200 años de independencia. Para conmemorar y celebrar este hecho, el gobierno ha destinado muchos recursos. Incluso posee un lema que viene a cristalizar sus ideales: “un país pleno y justamente desarrollado e integrado en nuestra diversidad”.

Desde octubre del 2000, cuando el Presidente de la República, Ricardo Lagos, convocó a un grupo de personalidades para asumir la conducción de un gran proyecto, el gobierno ha impulsado y coordinado la ejecución de obras, programas y acciones, que a su parecer, permitirán cumplir con el desafío de llegar al Bicentenario como una nación democrática, diversa e integrada, un Chile socialmente equitativo, en crecimiento y armonía con el medio ambiente.

Para realizarlo se dividió la ejecución del proyecto Bicentenario en dos grandes áreas: una a cargo de dirigir las obras urbanas y de infraestructura, en manos del Directorio Ejecutivo de Obras Bicentenario (DEOB), y la otra es la Comisión Bicentenario, encabezada por el Ministerio del Interior, cuyo objetivo es encauzar la generación de proyectos por parte del sector privado y la sociedad civil.

Esta última tiene a su cargo el Sello Bicentenario, que busca promover la ejecución de proyectos de impacto nacional y local, provenientes de la sociedad civil y del sector privado. “La comisión tiene como base el diseño de actividades para estimular la participación activa de la ciudadanía”, explicó a Con Tinta Negra (CTN) Pablo Morán, secretario ejecutivo del directorio de obras Bicentenario.

De esta manera, el proyecto parece ofrecerse como una oportunidad para revisar nuestra historia, valorar las identidades y, a partir de esa reflexión, construir colectivamente el país que queremos.

Proyecto de ampliación del metro
(Fuente: Cortés y Torán/ CTN)

Derecho de autor

Muchos se están adueñando de este éxito musical porque mantendrá a sus intérpretes vigentes por lo menos cinco años más.

Al paso de este proyecto han surgido varias críticas con respecto a los gastos y a las prioridades del aparato estatal. Se ha instalado en el imaginario ciudadano que el gobierno esta despilfarrando enormes cantidades de dinero en el proyecto.

Se cree que las iniciativas de gran envergadura como el Transantiago, la ampliación del Metro, las diferentes autopistas urbanas, entre otros, son producto de la gestión del programa Bicentenario del Ministerio de Obras Públicas. Sin embargo estos proyectos corren exclusivamente bajo el alero de empresas privadas por medio de licitaciones, que al ser a largo plazo se cuelgan del contexto bicentenario. Por lo cual el gobierno no genera un gasto considerable en estas obras urbanas. “Los proyectos concesionados, son netamente privados. El aporte de la tierra es lo que más aporta el Estado en algunos casos”, explicó Morán.

Los más de 200 proyectos del Sello Bicentenario tienen un financiamiento mixto. “La mayoría de las carteras son financiadas casi en un 70 % por privados a través del sistema de concesiones del MOP y a través de la ley de financiamiento urbano compartido del Ministerio de Vivienda”, aseguró Morán.

Entonces, no es tanto el gasto que esta haciendo el gobierno. Hay iniciativas privadas bastante inteligentes que por la vía de decir “esto está en el marco del Bicentenario” obtienen algunos beneficios tributarios, pero a pesar de esto no están dentro del proyecto como tal.

Para algunos, el aniversario es un hito simbólico que genera un marco de pretexto para pedir un montón de cosas. El tener una fecha límite hace que se canalice la energía en pos de objetivos concretos. De esta manera, muchos están profitando del valor emblemático de estos 200 años.

Para Alejandro Guillier, periodista e integrante del comité asesor del Bicentenario, el 2010 da motivo para inaugurar muchas cosas. “Todo lo que se hace es con la excusa de tenerlo para esa fecha y eso puede servir. Si la gente se entusiasma se le puede dar más contenido al Bicentenario. Es un elemento motivador interesante porque da un pretexto para conversar sobre el país”, explicó Guillier a CTN.

Lado B

El Estado como toda banda musical tiene canciones que jamás llegarán a ser un single. Pero están ahí en el mismo disco: las críticas externas e internas sobre la nueva vedette nacional, el Bicentenario.

Los informes internacionales del programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y de otros organismos señalan reiteradamente la desigualdad del país. Esto ha hecho que Chile comience a preocuparse y a ver con ojo crítico el modelo económico.

Hoy las imágenes importan más que la realidad. El problema de la desigualdad y las críticas sobre el desarrollo social chileno influyen de manera importante sobre el perfil del país y en su resonancia internacional.

Es aquí donde esta celebración cobra relieve. En el área de obras urbanas se están desarrollando proyectos que tienen por meta construir un Chile atractivo e interconectado. En definitiva, éstos ayudan a mejorar la cara del país, pero no así sus problemas de fondo.

Transantiago
(Fuente: www.millbus.com)

Un clásico

Una de las principales críticas al gobierno es la prioridad de los proyectos seleccionados. Para Guillier las primeras intenciones se han ido desvaneciendo: “me sentí interesado en participar porque creía que esta instancia permitiría llegar a una fecha tope con un tema resuelto. Por ejemplo, plantearse la lucha contra la pobreza, un gran objetivo que vaya más allá de lo puramente simbólico. Esto ayuda mucho más que las estatuas y los monumentos”, comentó a CTN.

El problema es que erradicar la pobreza es una magna tarea que necesitaría la participación de muchos más ejecutantes que los que intervienen ahora para hermosear las ciudades.

Según el periodista, la celebración debería servir para cambiarle la cara a Chile desde el punto de vista social, haciendo una redefinición de proyectos de desarrollo urbano donde hubiese instancias de encuentro. “Los espacios de sociabilidad generan un interactuar de la gente que ayuda a la calidad de vida” apuntó.

Acerca de la relación que tienen los chilenos con la pobreza el sociólogo y asesor del Sello Bicentenario, Manuel Canales, afirmo a CTN que “Chile desde los ’70 que no se hace cargo de sus pobres, desde entonces nunca más la sociedad ha ‘sabido de ellos’, los considera como algo que no puede ver, porque no está dispuesta a hacer todo lo necesario” para combatir la pobreza.

Un punto que se suele discutir es la poca llegada del mega proyecto al común de la población. Canales explicó a CTN que esto se debería a dos hipótesis. Primero, que no ha existido un llamado para que la gente se sienta dentro y, segundo, que la sociedad está manifestando su descontento hacia el Bicentenario. “El Bicentenario anda planeando por muchos niveles pero no se ve aún una sociedad convocada”. Además, agrega, “es posible que haya un desenganche crítico de la sociedad respecto de la convocatoria y ahí si que estaríamos sintomatizando un cuento más o menos interesante, sociológicamente hablando.”

Existen temas pendientes en la sociedad chilena y sin su resolución es imposible pensar que el país se moverá en pos de un proyecto común. Los más patentes para Canales son la superación de la pobreza, la reconciliación mediante el arrepentimiento de quienes violaron los Derechos Humanos, la toma de conciencia ecológica y por último la paz social.

Tal como señala Canales a CTN: “Paisaje, paisano, pobreza y dictadura son cuatro discordias que tenemos, que hacen que sólo podamos reconocernos de modo primario, triviales, detrás una bandera, de cierta forma nacionalista, pueril. Sólo si se dan esas cuatro pacificaciones recién podremos tener un país que se mueva en pos del Bicentenario.” Esto sería lo necesario para tararear el tan bullado bicentenario.


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