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La tregua de los movimientos ciudadanos en Bolivia
La faz democrática de la revolución social

Internacional
(Fuente: www.elcolibri.de)

La tregua de los movimientos ciudadanos en Bolivia

La faz democrática de la revolución social

El 4 de diciembre de 2005 y el 2 de julio de 2006 son las fechas seleccionadas por el Parlamento para dar curso al sufragio democrático en Bolivia exigido por los movimientos sociales. Primero, se elegirán presidente, vicepresidente y legisladores, y luego los representantes para la Asamblea Constituyente.

Pero una nación tan dividida étnica, política y geográficamente no puede generar sino dudas respecto a la viabilidad de alcanzar un consenso y dejar atrás el subdesarrollo que tiene sumido al 60% de su población bajo la línea de la pobreza.

Por Eugenia Astorga y Daniel Brzovic


Un turista desprevenido puede creer que, llegando a La Paz, se encuentra ante la pobreza y subdesarrollo absoluto. Una mirada al horizonte brinda un paisaje árido, terroso, sin edificios; los colores gris y azul de la modernidad están ausentes en su totalidad, pues no hay edificios ni torres, sólo caseríos y postes desvencijados.

Un hoyo en el camino le despierta y trae a la realidad. Esta urbe corresponde en realidad a la localidad vecina de El Alto, paso obligado para entrar a la ciudad de la sede de gobierno. A diferencia de Santiago de Chile, el sector acomodado paceño se encuentra en los barrios bajos (3.900 metros de altura), mientras que la pobreza se concentra a los 4.200 metros sobre el nivel del mar.

Es aquí donde los movimientos sociales se han concentrado para manifestarse en los últimos años, enfrentando eficazmente al sistema neoliberal que impera en Bolivia desde los años 80, impuesto durante el gobierno de Víctor Paz Estensoro. Su última gran manifestación, de junio de este año, acabó con la renuncia de Carlos Mesa y su reemplazo por Eduardo Rodríguez, presidente de la Corte Suprema y único habilitado por la Carta Magna para llamar a elecciones, las que se efectuarán en diciembre próximo. Mientras, y hasta nuevo aviso, se encuentran en “tregua”.

Mirando desde el occidente

Cinco presidentes en cinco años. Un dato no precisamente para enorgullecerse ni postular a los récords Guiness ostenta Bolivia. Hugo Bánzer, Jorge Quiroga, Gonzalo Sánchez de Losada, Mesa y Rodríguez se han paseado por el Palacio Quemado, en La Paz, desde el 2000 hasta la fecha, sin que ninguno de ellos haya conseguido la anhelada estabilidad para el país.

La molestia y disconformidad de los grupos populares e indígenas, se debe mayormente a que junto con este nuevo modelo económico llegaron las altas tasas de desempleo, desigualdades sociales, precarización de las condiciones de trabajo, deterioro de la calidad de vida, etcétera. Es por esto que han proliferado las organizaciones de grupos de trabajadores, pobladores rurales y movimientos indígenas que son los que dan la pelea y mantienen al país al borde del colapso.

El último éxito de las manifestaciones sociales fue doblarle la mano al parlamento y convocar a elecciones para renovar el poder legislativo y ejecutivo, además de la elección de delegados para la Asamblea Nacional Consituyente en 2006, mostrándo así el propósito de orientar sus intenciones dentro de un marco democrático.

“El camino que se han trazado los movimientos sociales no es lograr el cambio de un presidente por otro -como ocurrió en los casos de Argentina o Ecuador- ni luchar por la toma del poder para instaurar una dictadura obrerista(...) sino enmendar la ortodoxia neoliberal que en veinte años no trajo beneficios visibles para Bolivia”, escribió Walter Chávez, analista y director de la edición boliviana de Le monde Diplomatique, en la versión chilena de este medio.

Mirando desde el oriente

Pero la protesta ciudadana no se concentra exclusivamente en el Altiplano occidental. El movimiento autonómico, que lidera la provincia oriental de Santa Cruz y apoyan Tarija, Pando y Beni, fronterizas con Brasil (principal cliente del gas boliviano), pretende la autonomía administrativa y económica. Lo que es rechazado por el resto del país puesto que allí se concentran el 80% de los hidrocarburos, vistos hoy como el salvavidas de Bolivia.

Las demandas de este sector nada tienen que ver con los derechos de los pueblos indígenas o el modelo neoliberal. Por el contrario, lo que buscan es dejar atrás el obstáculo que significa para su desarrollo económico el convivir en un país que se ve paralizado por las protestas contra los bajos aranceles e impuestos que pagan las multinacionales que explotan los recursos naturales.

Agustín Toro, académico del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, quien conversó con CTN sobre el tema, refrenda este razonamiento. “El rol de aprovechar la posición geográfica y la riqueza que entrega la tierra lo está explotando la región de Santa Cruz, que observa que sus posibilidades sociales y económicas se ven una y otra vez postergadas por situaciones que tienen directa relación con los movimientos aborígenes”

Felipe Quispe y Evo Morales
(Fuente: www.indymedia.org)

Todos descontentos

Así, las protestas de la población son bastante disímiles, aunque todas se orientan a superar el subdesarrollo de la nación. Situados más o menos a la izquierda, las demandas van desde la nacionalización de los recursos petroleros, hasta la autodeterminación para expllotar las materias primas según región, pasando por lo que hoy el gobierno de Eduardo Rodríguez pretende: la vigencia de la Ley de Hidrocarburos, promulgada el 18 de mayo, que impone impuestos del orden del 50% a las transnacionales presentes en Bolivia.

Este escenario heterogéneo no es precisamente beneficioso para la consecución de las demandas sociales. Lo principal es que “el grueso de la población boliviana no quiere referéndum, pero los líderes empresariales, políticos, algunos intelectuales, parte importante de los dirigentes poblaciones de Santa Cruz sí lo impulsan”, explica Nelson Soza, periodista de la Universidad de Chile y Máster en Economía de la Universidad de Colombia. Es decir, es un movimiento regionalista en su conjunto, que genera sin embargo rechazo en el resto de la población.

En cuanto a la nacionalización de los hidrocarburos, muchos lo ven casi imposible, pues para ello, en términos económicos, se debe atender tanto los capitales de inversión, que no posee Bolivia (tiene un déficit fiscal de unos 300 millonesde dólares), y el mercado consumidor, conformado principalmente por Brasil, los cuales, según afirmó Soza a CTN, no estarían dispuestos a comprar hidrocarburos tratados, sino que sólo la materia prima para ellos industrializarla.

Se hace camino...

“Hay expectativa de un sector importante que participó en los movimientos que condujeron al derrumbe del gobierno de Mesa en el sentido de que parte de las demandas que motivaron esas movilizaciones, van a ser acogidas aparte del tema de la elección propiamente tal”, reitera Soza.

No obstante, el futuro próximo de Bolivia aparece incierto. Si bien las manifestaciones de la población y sus organizaciones se han ganado un espacio dentro de la escena política, a las cuales se deben mantener contentas para mantener una cierta estabilidad, no se avizoran respuestas claras para lograr enmendar el rumbo hacia el desarrollo de este país, considerado el corazón de América del Sur.

Por algo, Ernesto “Che” Guevara eligió a esta nación para emprender su lucha revolucionaria en Sudamérica. Fidel Castro así lo afirma: “Che no concebía la lucha en Bolivia como un hecho aislado, sino como parte de un movimiento revolucionario de liberación que no tardaría en extenderse a otros países de América del Sur”.

Al parecer, el espíritu subversivo boliviano se quedó encerrado en sus fronteras. Tuvieron que pasar años para que ecos, como los de Venezuela, Argentina, Perú y ahora último Ecuador, se oyeran en sus vecinos de la región. Ahora, cabe esperar que el espíritu democrático y crítico de los movimientos sociales sea consecuente con el de las clases dirigentes, quienes deben de una buena vez escuchar el grito de rechazo al modelo neoliberal que el pueblo ha lanzado.

Resumen de la rebelión popular
Desde el año 2000 hasta el día de hoy, Bolivia ha estado sumida en un ciclo de rebelión popular e indígena. ¿El motivo? La lucha contra las políticas neoliberales que fueron ganando terreno, con el consecuente empobrecimiento de los sectores populares urbanos y campesinos, ambos con una gran cantidad de población indígena.

Algunos de los hechos más polémicos y trascendentales se reseñan a continuación:

La “guerra del agua” (2000): la población expulsó a la empresa privada Suez de las concesiones sanitarias.

Levantamiento popular de septiembre de 2000: El movimiento popular sale victorioso en Cochabamba, al expulsar a la empresa estadounidense Bechtel, que había decretado un “tarifazo” en los servicios de agua potable.

“Febrero negro” en el 2003: el Fondo Monetario Internacional exige al gobierno de Sánchez de Lozada que decrete un impuesto a los salarios para cerrar la brecha del déficit fiscal. La medida generó el descontento en los pobladores, que en violentas manifestaciones lograron que se revocara la medida. Las manifestaciones dejaron un saldo de más de 30 muertos.

“Guerra del gas” en septiembre-octubre del 2003: completó un cerco total a La Paz y mantuvo al gobierno en jaque por más de una semana. La represión de esta acción dejó un saldo de más de 60 muertos, 400 civiles lesionados y un militar muerto. Esto avivó aún más el clamor popular y se consiguió la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.

Expulsión de Aguas Illimani en enero de 2005: en El Alto comienza con la pelea por la expulsión de la empresa adjudicataria de la red de agua, lo que obligó al gobierno a prometer mediante decreto el cumplimiento de dicha demanda.

Movilizaciones en junio de 2005: también llamada la “segunda guerra del gas”, con el fin de agilizar la nacionalización de los hidrocarburos



Sitios Relacionados:

Bol press

Movimiento al Socialismo

Gobierno Boliviano

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