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Buenos Aires
Corrientes al cinco mil
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Cultura
Banda trasandina Fernández Fierro.
(Fuente: www.fernandezfierro.com)

Corrientes al cinco mil

Por Macarena García y Sergio Trabucco, desde Buenos Aires.


Era de día. No, tan de día no era, más bien de tarde, quizás ya era de noche. Lo cierto es que había mucha gente caminando por esa avenida de cuatro o hasta cinco carriles en la que existen más librerías que teléfonos públicos y mas kioscos con revistas y diarios de todo el mundo y de todos los idiomas que policías en esa ciudad que está tan cerca del lado de acá pero a la vez tan lejos.

Buenos Aires es sin duda la cuna de la cultura de América del Sur y leer la cartelera cultural en Clarín y en Página 12 es como leerse un libro de cocina con los mejores manjares.

El arte en Buenos Aires se adueña de las calles. Edificios con historia y avenidas con un pasado asombroso son los que guardan los secretos de una metrópolis que alberga la misma cantidad de habitantes que tiene todo Chile, dato que no deja de asombrar y es quizás por eso que la cartelera cultural es de lunes a lunes sin parar ni un solo día; que los restaurantes están todo el tiempo llenos y que la capacidad hotelera esté siempre copada.

Algunos la defienden diciendo que es un pedazo de Europa que se desprendió y que llegó a América del Sur, otros dicen que como ella no hay otra y otros simplemente no pueden dejarla una vez que llegan.

Buenos Aires encanta y su cultura y arte no solo se vive en los teatros, museos, galerías de arte o en los cines, sino que también en las calles, en sus avenidas, en sus plazas y parques que albergan árboles con un pasado de cientos de años.

No por nada Jorge Luis Borges escribía tanto de y desde esa ciudad y no por nada Carlos Gardel cantaba tangos con nostalgia de su Buenos Aires querido y es porque la magia, la cultura y la historia hacen una mezcla perfecta en una ciudad que no duerme y que constantemente está asombrando con lo espectacular de su pasado, presente y futuro.

Del lado de acá al lado de allá

Los vuelos y los buses arribaron sin demora. Los 115 participantes de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile en el III Congreso Panamericano de Comunicación llegaron asombrados de lo que hasta esa hora era el inicio de un viaje marcado por la magnitud de nuestro mayor problema de aislamiento y que se verá muy linda pero que nos dificulta tanto el intercambio cultural como el diálogo con nuestros vecinos y el mundo: la cordillera, que, utilizada como punto de referencia para ubicar el este o el oriente, nos confunde siendo un arma de doble filo, siempre camuflada por su blancura.

Los vuelos y los buses llegaron sin demora. En él 115 alumnos que, con el pretexto de un congreso, histéricos buscaban la sede del encuentro sin darse cuenta que el gran congreso era congregarse en lo cotidiano de una urbe con cultura y el asombro espontáneo que ofrece una metrópolis que vive lo imprevisible de lo previsible.

Sin querer queriendo los 115 se empapaban de asombro al darse cuenta de que la historia de un país no estaba en los caballos de mal gusto que alzan sus patas con sus heroicos líderes sobre ellos en las plazoletas públicas del lado de acá, sino que en las construcciones, esas que por estos lados se tienden a demoler y que en el lado de allá se erguían valientes ante la incredulidad de los visitantes.

Las calles

Ellas están llenas de todo tipo de expresiones artísticas. Se puede encontrar, en un día de caminata, con cosas tan diversas como un graffiti del Che Guevara promoviendo el uso del condón como un hecho de amor, hasta los piqueteros protestando acompañados de muy buenas bandas de música.

Las bandas que tocan en las calles tienen en general un excelente nivel, se puede escuchar un buen jazz, bossa nova, blues, rock, incluso algo de experimental y también música clásica orquestada con violines. Los músicos interactúan con el público entre tema y tema, y piden alguna colaboración, todos recalcan que si no tienes o no quieres dar (y se nota que lo dicen a la cara y bien fuerte, muy típico de los argentinos que no hablan entre dientes), no hay ningún problema en que te quedes viendo el show sin contribuir económicamente, basta contribuir con el estar maravillado por haber encontrado, en plena calle, un buen espectáculo.

Tango callejero.
(Fuente: Carolina Cares. 2º año Escuela de Periodismo,Universidad de Chile.)

San Telmo

Es en la feria de San Telmo que se realiza todos los domingos desde las diez de la mañana hasta las nueve o diez de la noche, dependiendo de la temporada, donde se produce otro encuentro con la historia de ese país, ya que son muchas las personas que se instalan a vender variados objetos, la mayoría muy antiguos.

Es en esta feria donde hay de todo tipo de cosas y para todos los gustos; ingeniosas estatuas humanas, como una de un busto de Carlitos Gardel u otra que hacía las veces de fuente de los deseos. Otras al estilo de Royal de Luxe y una infinidad de cosas que muchas veces supera la imaginación. Pintores venden sus cuadros en las veredas, rutinas de humor, payasos y mimos.

El tango es infaltable, es precioso y con una variedad de estilos asombrosos, algunos improvisan y otros son prolijos en la técnica, también algunos sacan a bailar al público y aunque muchos de los que observan atónitos el ritmo de la milonga no lo sepan bailar, la música lleva la pasión de los bailarines que atochan Corrientes, Lavalle, Florida, Córdoba y muchas otras avenidas, callecitas y rincones de una ciudad hermosa.

El Subte

Son verdaderos túneles los que conectan la calle con la boletería del subte. Caminas y escuchas al mismo tiempo un violín y una voz semi gastada que gime con fuerzas un tango. No miras hacia atrás y alcanzas a distinguir un acordeón que, inclemente, no deja ningún instante de emitir su sonido tan distinguido, único y necesario que acompaña el caminar por ese interminable y casi frío túnel que te lleva a los rieles. Con suerte te encuentras con carros de madera que te hacen sentir andando sobre la historia del país y con suerte menos suerte pero con la misma intensidad está también la línea de los carros un poco más nuevos pero que no son una intervención para la historia de la ciudad, apelan a la consecuencia de una metrópolis en la que no hay edificios vanguardistas porque serían mal vistos en medio de una urbe que no destruye, sino que construye sobre la base a su historia.

El tango continúa mientras se sienten los rieles del tren y las puertas se cierran y sigues escuchando, ahora un poco más lejos, el sonido del violín que te despide en su último suspiro hasta que entras al compás de los rieles y te pierdes en algún rincón de la ciudad ya dentro del oscuro túnel de la línea azul entre las estaciones Avenida de Mayo y Plaza Italia.

Corrientes

Y era de día, tal vez de tarde o de noche, aunque la verdad nada importa porque el paso del tiempo en esa ciudad no es el mismo que en otras, pero lo que sí era cierto es que era en Avenida Corrientes a la altura del cinco mil donde una música emergía con fuerzas por las puertas entreabiertas de un boliche tipo barrio semi descuidado donde no importaba nada más que el compás de un tango del bueno que sonaba con energía y desgarro desde un escenario maltratado con una banda excepcional.

En él, una veintena de bailarines danzaban al ritmo de una banda que tocaba con el corazón. Todos eran jóvenes de no más de veinte o veinticinco años que con un arsenal de instrumentos que quizás eran de sus abuelos, daban vida a un espectáculo de tango nunca antes sentido. Escuchar, mirar, sentir y observar atónito a diez jóvenes que daban vida a un tango del corazón era un espectáculo único.

Y era en corrientes al cinco mil donde se produjo el encuentro con la historia, esa historia que mezcla culturas, que mezcla edades, jóvenes y viejos bailando un mismo tango. Jóvenes y viejos, muy distintos todos pero unidos por la pasión del encuentro con la historia y piensas en por qué todo es tan distinto en el lado de allá y por qué en el lado de acá esas cosas no pasan y por qué te ahogas con la cordillera que te empuja para que caigas al mar que nada de tranquilo te baña y por qué los jóvenes del lado de allá guardan el secreto de la no sé qué al confluir el pasado con el presente y el futuro oculto en la magia del tango que está en el subte, en la calle, en los teatros, en los kioscos y en los boliches de algún rincón de corrientes al cinco mil.


Sitios relacionados:

Web de la banda argentina Fernández Fierro

Secretaría de Turismo de la Nación, Argentina.

Café Tortoni

Gobierno de la ciudad de Buenos Aires

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