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A pata` y combos en la taquilla

Por Juan Andrés Lizama


Parece que siempre estuvieron ahí. Callados, chiquitos y siempre con cara de buena persona. No recuerdo momento en que no viera en la TV a algún oriental saltando y pegando patadas como loco. Pero ahora, no sólo los podemos ver en distintos canales de televisión abierta o del cable, en distintos horarios o al mismo tiempo, e incluso dando la misma película, sino que podemos al fin darnos el gusto de ver cómo estos pequeños individuos caminan por copas de árboles en frondosos bosques a través de la gran pantalla.

Así es, el cine oriental ya llegó y parece que se queda un buen rato.

No es difícil escudriñar la evolución del arte oriental en Chile, donde partiendo por su animación que, sin saber cómo, siempre se cuela en las conversaciones de los que ya tienen un poco más de 20. ¿Te acuerdas de Centella? Uuuhh, la cagó pa bueno. Ay no, yo prefería Marco, tenía más trama. Bueno, un sin número de categorías y de gustos hacen que el tema se extienda hasta casi el infinito.

Lo que pasa es que el asunto no queda ahí, sino que genera en algunos una pasión por su cultura y su historia que casi los hace incorporar como suya. Una cultura que es tan lejana y que se diferencia tanto de la tradición occidental. Puede ser un juego en los niños – cómo no rallar la papa con el pequeño Shinta Himura y de cómo se transformó en el destajador -, pero en un nivel más filosófico, puede ser también un regalo visual y espiritual.

Eso fue lo ocurrido desde el estreno de “El Tigre y el Dragón” (“Crouching Tiger Hidden Dragon”) del director Ang Lee, cuando se produjo un quiebre en cómo se tenía considerado el cine de oriente.

Quizás no tanto por lo bella que es la historia y la fotografía y bueno, la película entera, sino porque en realidad, la única diferencia que se puede hacer con películas anteriores del género, en definitiva, son las lucas que estuvieron de por medio en la producción. Pero parece que “si no se ve bonito”, la verdad es que la gente no va a ver las películas, excluyendo por supuestos a algunos que en verdad les da lo mismo.

Un amigo me dijo una vez “hueón, si le ponen cables a Mel Gibson me hace las mismas hueas que esos chinos, y con él me río, lloro y hasta a veces canto”. Bueno, la verdad es que parece difícil meterse en la temática de pensamiento oriental, en la medida en que si ven a un hombre volando y no tiene una capa roja y una “S” en el pecho es raro.

Así pasa con muchos. Y al parecer hasta a ellos les ha sorprendido y encantado el alcance de la producción cinematográfica de oriente, que ha continuado con “Héroe” (“Ying Xiong”) de Zhang Yimou y con la reciente, del mismo director, “La casa de las dagas voladoras” (“The House of Flying Daggers”), que da contexto a su historia durante la dinastía Tang que, en su época, fue uno de los imperios con más luz de la historia de China.

Pero en el 859 AC, la dinastía cae, debido a la incompetencia del emperador y a un gobierno corrupto. El malestar se siente por todo el país, y muchos ejércitos rebeldes se levantan en señal de protesta. El mayor y el más prestigioso, es una alianza oculta llamada la "Casa de las Dagas Voladoras”, que al más puro estilo de Robin Hood, roba a los ricos para darle a los pobres.

La producción, marcada por las artes marciales, por una hermosa historia de amor y por una bellísima Zhang Ziyi (protagonista en “El Tigre y el Dragón”) demuestra nuevamente, y quizás repitiendo en demasía la fórmula, una historia que transporta al espectador a los confines de un mundo completamente distinto al nuestro, cargado de color y de brillo.

En conclusión, hacia el futuro queda mucho de oriente que irrumpe en la salas de cine, y que más temprano que tarde nos continuará sorprendiendo por su belleza. Quizás la historia de superhombres que cuando se enojan se ponen rubios o la historia de un capitán espacial perdido en el tiempo, quién sabe.


"La casa de las dagas voladoras” (“The House of Flying Daggers”)

Año: 2004

Director: Zhang Yimou

Elenco: Zhang Ziyi, Takeshi Kaneshiro, Andy Lau Tak Wah, Song Dandan

Veala en los cines Grand Palace, Cinemark, Cine Hoytz y Showcase.

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