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La libertad de expresión en entredicho

Política

Otro intento de los legisladores por restringir el ejercicio periodístico.

La libertad de expresión en entredicho

Detrás de la iniciativa de algunos parlamentarios de reformar la Constitución con el pretexto de velar por el respeto a la vida privada de los ciudadanos se esconde un nuevo intento de atropellar la libertad de expresión en el país. Desde la vuelta a la democracia Chile tiene a este tema como su talón de Aquiles.

Por Felipe Cantos


Chile es un país de contrastes políticos: por un lado, en todo el mundo se alaba su transición democrática y se señala al país como un ejemplo. Existe la sensación de que hemos hecho bien las cosas, y se sustenta en que, ya en agosto de 2005 los enclaves autoritarios y poderes fácticos provenientes de la dictadura no existen como tales y su influencia ya no es decisiva para el devenir del país.

En efecto, el Ejército ha vuelto a los cauces democráticos, en gran medida gracias al retiro de Pinochet de la vida política. La derecha que en los noventa defendía a brazo partido al general y su régimen hoy se ve en la obligación de tener un discurso público discordante, aunque privadamente muchos aún alaban las bondades de la dictadura. Además, el Congreso ha eliminado definitivamente a los senadores institucionales, tanto designados como vitalicios. Es indudable que el Chile de hoy no es el mismo de hace quince o incluso diez años.

Sin embargo, esta transición tan elogiada posee puntos oscuros que aún no se resuelven del todo: uno de ellos se refiere a las restricciones que persistentemente y a lo largo de estos años post-dictadura han afectado a la libertad de expresión, lo que repercute directa y negativamente en el ejercicio libre del periodismo.

Vuelve la amenaza de restricción a la prensa

Desde la Cámara de Diputados existió la voluntad (por lo menos de algunos parlamentarios) de crear una reforma constitucional que reinterpretase un artículo específico de la Carta fundamental. Un grupo de parlamentarios propuso ante la Cámara la idea de agregar un apartado específico al artículo concerniente a la libertad de las personas y su vida privada y pública. Para hacer valer el derecho a la honra, los congresistas indicaron en su proyecto que el artículo debía tener la siguiente indicación: “la ley establecerá un sistema integral y efectivo de protección a estos derechos. Dicha ley podrá establecer la responsabilidad solidaria de los dueños de los medios de comunicación por las indemnizaciones que procedan”, durante el despacho del proyecto sobre reformas constitucionales.

La iniciativa cayó como un balde de agua fría en los medios de comunicación y en el Colegio de Periodistas, quienes rechazaron la idea de los parlamentarios, pues según ellos se trataba de un blindaje y no de una efectiva reafirmación del derecho a la vida privada. Y que esta reforma buscaba, como tantas otras veces desde el regreso a la democracia, restringir la libertad de expresión.

Conviene entonces contextualizar la polémica con el desarrollo democrático en los años noventa, específicamente en lo que se refiere a estas restricciones.

Las restricciones a la libertad de expresión en los noventa

Durante la década pasada fueron utilizadas en Chile un conjunto de leyes que dificultan la libertad de expresión, además de limitar la participación de los chilenos en un debate público y diverso. Actualmente, podemos decir que Chile es un país que ha puesto limitantes a la libertad de expresión hasta niveles inaceptables, por lo que el país es uno de los más “cojos” en este aspecto en comparación con el resto de las democracias occidentales. Esta situación viene incluso desde antes de la dictadura militar, aunque ésta llevó las limitaciones a un nivel muy alto.

Para explicar esta situación es posible usar varios argumentos, la mayoría de ellos vinculados a factores políticos e institucionales. En cuanto a los políticos, se puede mencionar el ambiente de consenso que se vivió luego del retorno a la democracia. La “transición”, como es llamado este proceso, trajo como consecuencia que los sectores políticos (especialmente la Concertación, a cargo del nuevo Gobierno) actuaran con excesiva cautela y moderación, llegando incluso a practicar la autocensura. Además, las decisiones judiciales durante este período representaron un espaldarazo al espíritu de equilibrio establecido, pues amarraron la libertad de expresión ejecutando juicios contra periodistas y apoyando a los poderosos. Los factores institucionales tienen que ver con las trabas a la libertad de expresión plasmadas en la Constitución de 1980 aún vigente en nuestro país. Estas trabas se detallan a continuación, pues es importante identificarlas como el soporte legal de las restricciones a la libertad de expresión, que afectan directamente a los medios.

Para comenzar, en el Chile de los noventa se aplicaron leyes que penalizaban el desacato a las autoridades. Esto quiere decir que si alguna autoridad política considera injuriosas u ofensivas expresiones utilizadas por los medios (individualizados en la figura del periodista) puede invocar estas leyes y mandar al sujeto en cuestión a la cárcel. Estas leyes protegen a los miembros de las Fuerzas Armadas, al Presidente de la República, sus Ministros, a los miembros del Congreso y a los jueces de la Corte Suprema. Fue particularmente peligroso el artículo 6(b) de la Ley de Seguridad Interior del Estado, pues sus penas eran altísimas y lo que se investigaba es si hubo o no intención de ofender y no si las acusaciones eran verdaderas. Es decir, durante la década pasada no se pudo investigar una denuncia para saber si ésta fue real, sino que se buscaba reponer la honra del afectado. Estas leyes tienen su origen en el siglo XIX, por lo que se puede constatar lo anacrónico de su aplicación. El polémico artículo fue derogado por la administración del Presidente Ricardo Lagos el 13 de julio de 2001. Pero otras leyes de desacato permanecen en los códigos. Hace tres años, el empresario Eduardo Yánez fue procesado por insultar a la Corte Suprema, de acuerdo con el artículo 263 del Código Penal. Efectivamente, aún falta eliminar el resto de estas leyes que atentan contra la democracia.

Cómo la propuesta fue rechazada


Desde la salida de la iniciativa, se desplegó un eficiente lobby por parte de los medios de comunicación para frenarla antes de que el Congreso la incluyera en el paquete de reformas constitucionales y pasara prácticamente inadvertida ante la importancia de las otras reformas.La instalación del tema en la prensa produjo reacciones en los candidatos presidenciales, quienes por unanimidad criticaron la pertinencia de la reforma. El gobierno también se pronunció, asegurando que si la reforma veía la luz, el ejecutivo la vetaría.

El 13 de julio la Asociación Nacional de Prensa (ANP) envió una carta a los senadores recordando que “fue muy lamentable” que el Senado no haya eliminado el término “vida pública” (propuesta del senador socialista José Antonio Viera-Gallo) y protestando por su mantención. Un extracto de la carta fue reproducido por “La Nación” : “No sabemos de la existencia de una formulación semejante en ningún país democrático del mundo y nos cuesta concebir en qué forma objetiva puede protegerse la vida pública de una persona. Ahora estamos frente a una peligrosísima norma en blanco”, fueron las palabras del gremio.

Finalmente, el día en que se debía votar la reforma llegó. La presión de los medios y la voz discordante del gobierno lograron frutos positivos. La propuesta fue rechazada por 38 votos a favor y una abstención, la del senador Nelson Ávila. Al final quedaron todos conformes, y la propuesta se esfumó rápidamente, a pesar de toda la polvareda que levantó. Estos intentos por restringir la libertad de expresión son cada vez más esporádicos, pero aún no son erradicados de una democracia de la que Chile se vanagloria.


Sitios relacionados:

Programa Interdisciplinario de Libertad de Expresión. ICEI, Universidad De Chile.

Senado, República de Chile.

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