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(Fuente:http://www.larazonecuador.com/img%5Ccorrupcion.jpg) |
Democracias
ilícitas
Por Lorena Caimanque y Natalia
Caro
La corrupción política nos carcome desde tiempos
remotos, es por así decirlo, otro de los legados de
la colonia y que los criollos supieron perfeccionar. Cuentas
especiales, falta de control y soborno son algunos de los
estandartes que Latinoamérica levanta vergonzosamente,
llevando a muchos países a la banca rota, mientras
que sus lideres disfrutan de la bonanza ilícita.
A esto debe agregarse la idea de que nadie se hace rico de
la noche a la mañana, por lo tanto, si una persona
posee mucho dinero solo tiene tres opciones: La primera, podría
ser porque lo heredó, la segunda porque lo ganó
-ya sea por un tesoro hallado o por un juego de azar- y la
tercera, o bien se lo robó o lo obtuvo por un medio
ilícito. Y es en este punto donde la última
opción adquiere relevancia si consideramos que las
dos primeras opciones son escasas. La tercera, en cambio,
representa algo cotidiano en nosotros. Es, en suma, corrupción
pura.
Son los principios acreedores, los privilegios irregulares,
concesiones discretas, permisos y adjudicaciones especiales,
así como también el manejo y la supresión
de información, los elementos que sirven para garantizar
el funcionamiento de la corrupción como una institución.
Una larga lista de mandatarios corruptos posiciona globalmente
a la región como referente de prácticas enmarcadas
fuera de la ley. En la actualidad, Luis Ignacio Lula da Silva,
ve enturbiado su gobierno por diferentes casos de corrupción.
Así, quien accedió a la presidencia con un 62%
de apoyo, es decir, alrededor de 57 millones de brasileños,
hoy es cuestionado por la opinión pública luego
de que hace algunos meses se hiciera pública la red
de sobornos que algunos integrantes del Partido de Trabajadores
(PT) habrían gestionado con otras alianzas políticas
a cambio de apoyo al gobierno de Lula.
Diez millones de dólares declaró haber aceptado
el presidente del Partido Liberal a cambio de establecer una
coalición con el PT y no obstaculizar la gestión
de quien es el primer presidente de origen obrero. Además,
el antiguo tesorero del PT, admitió haber recaudado
fondos ilegales para el financiamiento de diversas campañas
políticas.
Aunque Lula niega estar implicado en estos actos inescrupulosos,
su vínculo es indiscutible. Mientras algunos sectores
del Congreso barajan su destitución, o el “acuerdo
amistoso” que permitirá su continuidad siempre
y cuando no se presente para las próximas elecciones,
la estabilidad económica y política de Brasil
-un país que hasta el minuto se presentaba como referente
dentro de Latinoamérica en lo que respecta a las políticas
económicas aplicadas- está en vilo.
Pero la lista continúa. En 1992 Fernando Collor de
Mello, quien se vio obligado a renunciar antes de ser destituido,
fue acusado de extorsión, tráfico de influencias
y complicidad en actos de corrupción. En Ecuador, Abdalá
Bucaram, fue relevado en 1997 por el Parlamento bajo el argumento
de “incapacidad mental para gobernar”, estado
que quizás lo llevó a huir del país para
no ser capturado luego de acusaciones de ineptitud, despilfarro
y apropiación ilícita.
En Colombia, Ernesto Samper fue acusado de haber recibido
cuatro millones de dólares procedentes del Cartel de
Cali. Estos fondos fueron destinados para el financiamiento
de su campaña electoral. Del mismo modo, Ecuador suma
dos presidentes más a su lista de corrupción:
Fabián Alarcón Rivera y Jamil Mahuad, el primero
acusado de contratar irregularmente a 2089 personas en el
congreso, quienes a pesar de nunca haber cumplido sus funciones,
cobraron sus salarios durante tres años, mientras que
al segundo se le dicto orden de arresto por malos manejos
administrativos. A ellos se les suma Carlos Andrés
Pérez, presidente de Venezuela y Juan Carlos Wasmosy,
presidente de Paraguay, ambos sometidos a juicio por mal desempeño
de sus funciones, en resumidas cuentas, por corrupción.
Y en Centroamérica los casos de República Dominicana,
Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala, presentan reiteradas
denuncias de millonarias malversaciones de fondos gubernamentales.
Una historia que se repite en estos países, donde la
apropiación indebida de fondos estatales es una de
las prácticas más nocivas que ponen en cuestionamiento
sus sistemas democráticos.
Según los analistas internacionales, la "crisis
de democracia" en los países latinoamericanos
está directamente relacionada con los niveles de corrupción
de sus gobernantes. Asimismo, la corrupción es consecuencia
de un sistema globalizado sin gobernabilidad, sin posibilidades
de tener instituciones preparadas para hacer contrapeso a
los actos ilícitos.
En este sentido, para el cientista político Juan Francisco
Coloane, la corrupción aparece cuando no hay fiscalización.
"Si el sistema de representatividad no es real, los políticos
se encaraman en el poder, propendiendo a la corrupción",
observa. Así, un corrupto se mantiene y legitima en
el poder, porque tiende a la perpetuidad, que es intrínseca
a la política. Por ello, esta práctica sigue
siendo un reflejo de la baja calidad de las democracias en
nuestra región, de la debilidad de sus instituciones
y de una cultura muy arraigada.
Hoy en día la estructura básica de la política
es la reciprocidad. No hay firmes compromisos ideológicos,
ni virtudes republicanas o un “orden moral”, a
cambio encontramos transacciones, formas peculiares de intercambio,
premios y sobornos.
Los argentinos sí que saben de esto. Carlos Saúl
Menem, presidente en dos oportunidades, terminó su
gobierno con diversas acusaciones de corrupción. Producto
del proceso judicial que investigaba su presunta participación
en la venta ilícita de armas a Ecuador y Croacia, debió
permanecer bajo arresto domiciliario en 2001. Además,
confesó poseer una cuenta bancaria en Suiza por 600.000
millones de dólares.
Negando
todas las acusaciones, Carlos Menem ha soslayado audazmente
cualquier cargo que lo lleve a presentarse ante la ley. Y
es que el ex mandatario posee un ansia incontenible de poder.
Así, en 2003 se presenta nuevamente como candidato
a la presidencia, nada impidió su repostulación,
ni siquiera el 85% de imagen negativa con el que abandonó
su gobierno.
Actualmente Menem prepara su arremetida en política.
Ahora es candidato a senador nacional por La Rioja para las
elecciones que se llevarán a cabo el próximo
23 de octubre. De conseguir el puesto senatorial, alcanzaría
también la inmunidad parlamentaria, por lo que la justicia
no podrá procesarlo.
Otro
caso emblemático lo encontramos en Perú. A pesar
de estar inhabilitado hasta el 2011 para ejercer cargos públicos,
Alberto Fujimori anuncia desde Tokio su retorno a la presidencia.
Al ex mandatario no le importan ni los dictámenes del
Tribunal Constituyente, ni las acusaciones por violación
a los derechos humanos. En total son 22 causas las que lo
persiguen y lo convierten, según Naciones Unidas, en
uno de los 10 mandatarios más corruptos del mundo.
Por ahora, la justicia peruana solicita una y otra vez su
extradición desde Chile para llevar a cabo su juicio,
luego de que ingresara ilegalmente a nuestro país el
pasado 6 de noviembre, con el objeto de acercarse cada vez
más al electorado peruano y posicionar su candidatura
para las próximas elecciones presidenciales de esa
nación.
¿Pero qué es lo que permite a estos actores
seguir vigentes dentro de la escena política? Para
el cientista político Francisco Coloane, "el Estado
liberal se reproduce con los mismos vicios y se autoprotege.
En Latinoamérica hay una decadencia tanto del sistema
político y de los partidos. Ello explica el caso de
Menem, en donde los partidos políticos mantienen la
misma estructura y los mismos personajes, casi como una herencia".
La inestabilidad y el aumento en las diferencias económicas
y la pobreza, en el contexto de las privatizaciones y beneficios
a empresas, se generan por el fracaso de la nueva generación
de demócratas y su incapacidad de afrontar de forma
efectiva los retos de sus países. Además, la
corrupción está afectando al crecimiento económico
de los mismos -reduciéndolo hasta en un 15% según
señalan algunos informes- porque influye en la confianza
de los ciudadanos y ahuyenta a los inversionistas.
En la Cumbre Extraordinaria de las Américas, realizada
en la ciudad de Monterrey México, los líderes
de 32 países reconocieron que “la corrupción
y la impunidad debilitan las instituciones públicas
y privadas, erosionan la moral de los pueblos, atentan contra
el Estado de Derecho y distorsionan las economías y
la asignación de recursos para el desarrollo".
La idea central es promover la transparencia y desarrollo
de las democracias.
Si
bien la corrupción es intrínseca a los sistemas
políticos con baja representatividad, una de las medidas
a considerar se manifiesta en la aplicación de medidas
enfocadas a cautelar las bases del Estado de derecho. En donde
la política este al servicio de la justicia y no la
justicia al servicio de un partido político.
Cabe
destacar, que si bien la corrupción es institucional,
los ciudadanos también tenemos responsabilidad. La
pereza e indolencia amplia de la población, el miedo
a denunciar y el propio desinterés en la política
son factores que actúan como detonantes de la viciosa
práctica. Mientras que en lo cotidiano se manifiesta
cuando ofrecemos dinero al oficial de policía para
evita pagar una multa o cuando sobornamos a un maestro para
que nos apruebe. Es por ello que para exigirle transparencia
a los gobiernos, los ciudadanos tenemos que dejar de participar
en el juego, ya que la corrupción ocurre al interior
de las diversas esferas sociales y no solo en la política. |