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(Fuente:
http://www.diariopyme.cl/newtenberg/1345/articles-30420_foto_portada.jpeg)
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Bencina:
los costos en período de tormentas
Por
Analía Cortés y Giannina Milich
Mientras
que en Irak “aún” no se encuentran las
armas de destrucción masiva, argumento
perfecto para tratar de apoderarse “de paso” de
los pozos petroleros, y George W. Bush lucra con la guerra,
Chile ha preferido hacer caso omiso del desastre humano en
Medio Oriente para focalizarse en las sumas y restas de su
economía.
Cual
dos amigas inseparables, Katrina y Rita se unieron para hacerse
caer en tierras lejanas. Cuentan por ahí, que sus fantasmas
se han visto incluso en el país más al sur del
río Grande. Así, “Chilito” no ha
podido esquivar los vientos huracanados que llegaron del Norte
para augurar un período de tormentas en el negocio
de los combustibles. Y “Papá Estado” ya
ha comenzado a tomar una serie de medidas para coser “a
medias” el bolsillo chileno y mantener su imagen de
país rentable y sólido.
Según
un estudio del Banco Mundial, Chile ocupa la cuarta posición
de los países más ricos en Latinoamérica.
Sin embargo, las cuentas alegres que saca el gobierno no se
reflejan en la mayoría de la población. el período
de “vacas gordas” una vez más deja utilidades
y riquezas sólo a algunos, mientras que otros observan
cómo aumentan los costos y se mantienen sus necesidades
básicas. De hecho, el Índice de Precios del
Consumidor (IPC) registró a septiembre como el mes
más caro del año, elevándose a un 1%.
Esta cifra se vincula principalmente a la alta cotización
en los mercados internacionales de los combustibles.
El
precio del barril de crudo este año marcó su
record desde 1983, alcanzando sobre los 60 dólares,
luego de que dos huracanes sacudieran la costa del Golfo de
Estados Unidos. Estos fenómenos naturales produjeron
una pérdida de 34,8 millones de barriles de petróleo,
es decir, 6,3% del total que se extrae en la zona, y además
afectaron la capacidad de refinación de grandes plantas,
como la de Texas que refina el 40% del total del país.
El
petróleo se ha transformado en la pieza dura con la
que se comienza el juego mercantil. Este hidrocarburo no es
un elemento aislado en la economía del país,
sino que su valor afecta en el resto de las áreas,
que requieren de sus combustibles en el proceso de elaboración
o de distribución al público.
La
población ya ha sentido las repercusiones. Miles de
automovilistas y habitantes reclaman que el transporte es
muy difícil de soslayar, sobre todo cuando Chile ocupa
el segundo lugar de América Latina con la bencina más
cara. Héctor Precht, presidente de la Asociación
de Automovilistas Unidos de Chile (AUCH), cree que en este
caso el gobierno no está velando por la sociedad en
general, sino sólo por sus intereses. Por ello, considera
que son otros los problemas de fondo: “La bencina es
barata, lo que pasa es que el Estado cafiche es el caro”.
Por
otra parte, si bien la mayoría de los microbuses utilizan
diésel, sólo en el caso de Santiago, el pasaje
de micro ha ascendido cerca de un 10% en lo que va del año.
De lo anterior se desprende que si una persona gana el salario
mínimo -135 mil pesos- y considera sólo dos
viajes por día, al mes estaría gastando más
de la décima parte de su sueldo.
Otro
de los sectores que ha sido afectado por el alza del precio
en los combustibles son las PYME que observan cómo
cada vez es más difícil competir con las grandes
empresas cuando sus costos aumentan, ajustándose al
presupuesto y ofreciendo sus productos a mayor precio, como
ya se ha visto con el precio del pan, que hasta la fecha ha
subido en un 10%.
Frente
a todos estos antecedentes no se puede decir que el gobierno
de Ricardo Lagos ha quedado de “brazos cruzados”
ante este tema, pero tampoco se le puede aplaudir, pues lo
realizado es poco y las compromisos sólo se han cumplido
en cierta medida.
Una
de las primeras disposiciones que adoptó el gobierno
a comienzos de este año consistió en entregar
un bono consistente en 10 mil pesos, a cerca de un millón
de personas des escasos recursos. Sin embargo, el aumento
del precio de los combustibles en el año fue tal- un
38%- que incitó a Lagos a buscar nuevas fórmulas
con las cuales no “cundiera el pánico”
en la población. Así, por cadena nacional, a
comienzos de agosto, se comprometió a mantener el precio
de la bencina alrededor de los 620 pesos tomando dos medidas
para atenuar el alza.
Por
una parte, frente al desastre dejado por los huracanes, la
Empresa Nacional de Petróleo (ENAP) se encargaría
de refinar la totalidad de crudo que necesitara Chile, marcando
distancia con los precios de referencia establecidos en Texas.
Por otra, el Fondo de Estabilización de Precios de
los Combustibles (Fepco) apalearía los puntuales aumentos
de precios hasta junio del 2006 y actuaría conjuntamente
para la gasolina automotriz, el kerosene doméstico
y el petróleo diesel. El sistema se costearía
con los ingresos financieros y extraordinarios del cobre,
partiendo con un aporte inicial de 10 millones de dólares.
Y
es que suelen ser los países más lejanos a los
centros políticos-económicos los que sufren
las consecuencias de las decisiones tomadas por quienes manejan
el resto del orbe. Seguimos rigiéndonos, al parecer,
por la teoría de dependencia centro-periferia. Las
instituciones que los propios países periféricos
crean, no son capaces de resguardar el mercado interno, quedando
a merced de cualquier eventualidad que se produzca en las
potencias, ya sea un desastre natural, una amenaza terrorista
o más aún la guerra.
No
obstante, muchos consideran un abuso que el gobierno en períodos
críticos aparente preocuparse de la población,
pero no informe “el otro lado del la moneda”,
continuando con su afán de generar ganancias. Sólo
en el primer semestre, se recaudaron más de 3,5 millones
de dólares en gravámenes a los combustibles.
En este sentido, el petróleo es un elemento sumamente
importante a la hora de sacar cuentas sobre la recaudación
tributaria del país, como también lo son los
cigarrillos o los alcoholes. De hecho, más cerca de
un 50% del precio de la bencina va destinada a las arcas fiscales.
La
poca logística de las soluciones “parches”,
entregadas por el gobierno, cansa, sobre todo si los mismos
compromisos no se cumplen. Y es que Santiago no es Chile.
Si se observa el precio de la bencina en otras regiones del
país veremos que ha estado por sobre lo establecido.
Tampoco
podemos seguir pensando que el metal de Chile será
siempre la “cartita bajo la manga” que nos protegerá
de cualquier catástrofe económica, pues en algún
momento se agotará. Tampoco la población puede
desconocer el gravamen excesivo que se le impone a los combustibles
ni en qué estos se utilizan.
Lo
anterior se vuelve más complejo si seguimos la proyección
de los economistas, que señalan que el IPC probablemente
se mantendrá en la misma cifra, por lo menos, hasta
fin de año. Sin embargo, aún queda una luz de
esperanza en cuanto a la bencina, ya que para la analista
de Econsult, Michelle Labbé: “Si el gobierno
es capaz de fijar el precio en torno a los 620 pesos, su precio
bajaría después de los desastres”, dijo
a CTN.
Pero aún queda otra interrogante, ya que el Fepco está
pensado sólo para una validez de 8 meses. Entonces
vale preguntarse ¿Qué pasará después?
¿Llegaremos a los tan temidos 700 pesos por litro?
¿a cuánto subirá el precio del boleto
de micro una vez que se ponga en marcha Transantiago? ¿Seguirán
entregando bonos míseros a la población? Al
parecer la respuesta es una sola: el Gobierno debe acelerar
las gestiones para asegurarle a los ciudadanos un país
con impuestos adecuados, sobre todo cuando existe una diferencia
de ingresos grotesca. |