Lenguaje e ideología en el periodismo digital de América Latina

Por Eduardo Román


La prensa digital de Latinoamérica está alcanzando altos niveles de desarrollo tecnológico, pero estos avances no han ido acompañados de una evolución paralela en los modos de redactar la información ni mucho menos en el manejo apropiado de los nuevos códigos: "Las técnicas redaccionales clásicas de la prensa de papel, tales como el empleo en la escritura de noticias del formato textual conocido como pirámide invertida, se han trasladado a la publicación en Internet y apenas se han incorporado formas nuevas de informar que aprovechen a fondo las potencialidades hipertextuales del nuevo medio".(1)

Los diarios "digitales" de la actualidad son fácilmente comparables con los inicios del cine: imaginemos la pantalla muda, la cámara estática y el contraste tonal, mientras el fascinante Chaplin nos cautiva con sus correrías. Pues bien, en términos estrictos, se trata de códigos teatrales registrados en una pélicula, pero el cine mismo -su lenguaje, sus códigos específicos- se empieza a construir recién en la complicidad del maestro David Griffith con la audiencia, cuando ésta llora masiva y amargamente con un primer plano de la trágica Mary Pickford. Después vendrían otros planos, los movimientos de cámara, el montaje, el cine...

Desde luego, los códigos específicos del diario digital apenas han iniciado su construcción, aunque ya es evidente que están relacionados con la hipertextualidad, cualidad que a la vez está integrándose de prisa al dominio de los cibernautas. Pues bien, este trabajo es parte de una investigación que pretende describir algunos de los fenómenos -preferentemente semióticos- asociados a este cambio, comparando articulaciones y estructuras de relato periodístico.

Las preguntas centrales de dicha investigación se orientan a la detección de nuevos códigos y estrategias de lectura en los diarios digitales de Hispanoamérica y España. En esta oportunidad nos remiremos a constatar en los medios sudamericanos la presencia de "pirámide invertida" (estructura periodística clásica) y elisión de artículos y verbos en los títulos, prácticas propias de los periódicos impresos. Hipotéticamente, ambos fenómenos se mantienen vigentes pese a que las características del nuevo medio ofrecen variadas y mejores formas de presentación informativa, como el uso de hipervínculos, pero lo que puede resultar todavía más interesante es la contrastación entre medios de distintos países, del uso que están dando a la conectividad -código principal en hipertextos-, pues ello da cuenta comparada del estado de avance de la disciplina periodística en esta zona.

Si el problema radica en que los periodistas están escribiendo en Internet sin saber cómo funciona el sistema ni qué códigos debe estructurar para ofrecer una suerte de carta de navegación que permita relacionar sintagmáticamente los textos leídos de manera dispersa y fragmentada, es que han perdido gran parte de su sentido, todo el que otorga la coherencia interna. En los enlaces hipertextuales, se desconoce qué tipo de información se desplegará al pulsarlos y, por lo tanto, la noticia periodística no se ajusta al patrón conocido como pirámide invertida. Esta estructura discursiva se caracteriza por comenzar con un sumario del hecho noticioso al que siguen, hasta donde el espacio lo permita, desarrollos informativos con datos, explicaciones y citas textuales en orden de interés decreciente.

Con el formato tradicional, los datos se acumulan con facilidad puesto que el redactor se preocupa tan sólo por incluir el máximo número de detalles, descuidando otros valores como la ilación narrativa; en lo redaccional, esto conlleva que se resientan a menudo las transiciones internas del texto y que cada párrafo funcione con absoluta autonomía gramatical y de contenido. El texto al que da lugar el formato de pirámide invertida cabría representarlo, por tanto, como una columna de bloques inconexos dotados de información independiente. Sin embargo, la representación gráfica tradicional presenta a esta estructura como un triángulo para cuya parte superior se reserva la información sustancial y la menos relevante para su vértice inferior.

El patrón redaccional hegemónico entre los periodistas de todo el mundo se extiende también a los periódicos digitales, la cuestión es si ofrece las mismas ventajas e inconvenientes. Sólo una aproximación al nuevo medio sugiere que no es así, entre otras razones, porque trasladar una estructura cerrada como la pirámide invertida al periódico digital supone prescindir del nuevo recurso periodístico clave: el hipertexto.

Se puede afirmar hoy que la sociedad de la información es una sociedad de imágenes, pero es probable que la combinación de estos dos clichés sea más ilustrativa si la invertimos: la sociedad de imágenes es, por primera vez en la historia, una sociedad de información. El signo visual se convierte en un bien de información, como ya lo es el signo lingüístico: algo que una vez que ha sido creado puede repetirse hasta el infinito; pero también algo que se puede construir con elementos repetibles y acabados, aunque en la forma particular de las imágenes.

Si realizamos el simple ejercicio de combinar el signo lingüístico con imágenes, podemos imaginar la variedad de códigos que se pueden construir y las dificultades de articular coherentemente el sistema. Imaginemos ahora nuevos signos, todos los disponibles: íconos, tramas, vídeos, enlaces, etc. implicados en la hipertextualidad. La pregunta, entonces, es: ¿cuáles son los procedimientos de lectura cultural implicados? Y, en este caso específico, ¿cuáles son las estructuras discursivas que permite el hipertexto para un mejor ejercicio periodístico?. Revisemos a continuación algunas respuestas teóricas a estas interrogantes.

Viejos géneros, nuevos formatos

Salaverría advierte que "las formas de presentar las noticias y, en particular, los criterios de estructuración redaccional y puesta en página de los textos informativos muestran un peligroso estancamiento. Una vez más en la historia del periodismo los avances técnicos no se ven acompañados por una evolución paralela en las rutinas profesionales"(2) . ¿A qué se debe esta inercia?. Partamos señalando que la práctica periodística se ha basado en un conjunto de normas de oficio que hoy parecen insuficientes para explicar la emergencia y funcionamiento de los nuevos medios de comunicación y las transformaciones de los tradicionales, pese a que sus bases "teóricas" fueron establecidas, paradojalmente, por la exigencia tecnológica.

La distancia entre "saber-saber" y "saber- hacer", que ahora separa el periodismo tradicional del digital, es una constante histórica. En términos estrictamente comunicacionales, hoy, los recursos disponibles son inmensos y los sistemas vigentes han variado miles de veces sus repertorios de códigos, generando nuevos desafíos para los periodistas: la microsegmentación de los públicos, la producción digital y los cambios de los procedimientos de lectura cultural, entre otros. Y así se presenta la paradoja, pues las tecnologías emergentes que han marcado el desarrollo del periodismo se tradujeron en un modelo de aceptación fácil, de profundas debilidades teóricas que se manifiestan hoy, en un contexto de cambio continuo, con una epistemia incapaz de explicar los fenómenos complejos que le definen y contextualizan.

En la actualidad, el modelo norteamericano es el más difun-dido en el mundo y se basa en una clasificación reduccionista de los productos textuales. Mientras las ciencias sociales se encuentran reformulando sus objetos de estudio y desarrollando nuevos paradigmas en medio de un intenso debate epistemológico, el periodismo -salvo por algunas aproximaciones a la comuni-cación y la semiótica- se mantiene sumergido en las recetas originales de la producción industrial: relato en pirámide invertida y estructura de lead. Resulta todavía más inquietante si se considera que el ámbito más afectado por el vertiginoso desarrollo ha sido, precisamente, el de las comunicaciones.

El modelo es completamente insuficiente para explicar las diferencias sustantivas entre las noticias que se publican en los diarios tradicionales de papel y los textos que se ofrecen a los internautas a través de los digitales: "los periodistas han empezado a escribir en Internet pero siguen sin saber escribir para Internet. Y esto significa que olvidan un matiz fundamental: que el lector del diario tradicional no demanda las mismas cosas ni de la misma manera que el usuario de Internet(3)." La perpetuación de formatos textuales rígidos se muestra especialmente inapropiada ante estas nuevas exigencias. La desaparición de moldes textuales preestablecidos no implica la inexistencia de pautas para la organización de la información sino el desarrollo de nuevos criterios estructurales.

A partir de las especificidades comunicativas se advierte la complejidad en la configuración de códigos periodísticos en la web, precisamente porque se cuenta con mayores y más directas posibilidades. Surge, entonces, la preocupación fundamental por conocer cómo son percibidos sus productos, y si a dicha complejidad sumamos el manejo técnico de sofisti-cados medios y la intervención como receptores de cientos de miles de participantes, cabe preguntarse qué procesos cognoscitivos y perceptivos están implicados en la lectura cultural de estos textos. Si las estrategias textuales suponen especificidad de códigos, el diario digital se distingue del tradicional por sus nuevos constituyentes -el principal es la conectividad-, pero también por su estructuración, en un salto de índole epistémico que se ha denominado "hipertexto". La interacción entre hombre y máquina dentro de un sistema complejo es lo que caracteriza al hipertexto y le distingue de otros dispositivos que no pueden tratar la información sin que les hayamos proporcionado primero la materia prima y los programas de tratamiento de datos que se aplicarán.

La extracción de sentido a partir de un recorrido de lectura es propia de cualquier texto, pero en este caso tiene la particularidad de romper la linealidad de su estructura: "el discurso oral es lineal. La expresión "seguir (o perder) el hilo del discurso" representa la idea de un orden irreversible y unidimensional. El texto impreso introduce una segunda dimensión. A las dos marcas del antes y el después del discurso oral, le añade el de más arriba y más abajo. En la página, cada fragmento textual ocupa una posición espacial que invita a una lectura tabularia y múltiple. Aunque una página pueda recorrerse en varios sentidos, o un libro pueda hojearse desordenadamente, la materialidad del dispositivo de lectura limita seriamente las posibilidades de transgresión del libro". (4)

Considerando las propiedades del texto independiente de su soporte, Espen J. Aarseth ha propuesto una tipología textual que define las unidades del texto en sus relaciones con el todo y con sus propias partes y no en su estructura lingüística. Intenta dar cuenta del conjunto de dispositivos textuales modernos, informatizados o no, de la poesía animada a los generadores automáticos de textos. El hipertexto es una de las figuras de esa nueva textualidad, pues se caracteriza por su no linealidad y su potencial discontinuidad. Estas dos nociones no han de confundirse, ya que la primera se define desde el dispositivo y no desde el discurso.

Conectividad, nuevo código

Cuando hablamos de conectividad nombramos la cualidad que pueden tener las páginas web de conducirnos a documentos localizados en espacios distintos al que se ubica el de partida. En otros momentos podíamos hablar de esta cualidad como hipertextualidad, ya que las conexiones interdocumentales se hacían a través de enlaces o links que se establecían en las propias palabras de los textos. En estos momentos la conexión y canalización entre documentos se puede hacer con enlaces a través de gráficos y otros diseños programáticos, por lo que podíamos hablar de hipermediatividad. El hipertexto es el discurso plasmado en un documento que referencia a otros que se interseccionan con el primero en contenidos específicos que se le derivan (sí es un documento coherente; también puede haber documentos hipertextuales incoherentes). Estos documentos pueden ser textuales, gráficos, sonoros, animados o la combinación de parte o de todos estos; por lo que como mencionábamos con anterioridad nos tenemos que plantear hablar de hipermedia.

El hipertexto supone añadir una tercera dimensión al texto clásico, plano, de dos dimensiones. El texto clásico se sale de esta forma de su ubicación espacial proyectando al lector a una mayor profundización o extensión de contenidos de interés. El hipertexto es una forma de "memoria exenta" donde se intenta reproducir lo más adecuadamente posible la navegación de nuestra memoria con unos artificios mecánicos y lógicos, pero también con una lógica de organización de la información distinta a la que estamos siguiendo ahora para registrar la información sobre papel.

Uno de los elementos fundamentales que confiere su naturaleza de proyección al hipertexto es el hecho de que se desarrolla en documentos digitalizados e instrumentalizados por computadoras. Siendo este contexto tecnológico indisociable del uso de este tipo de constructos de conocimiento. Uno de los elementos fundamentales en el desarrollo del hipertexto es el del bucle abierto. Este concepto hace referencia a las digresiones paralelas al discurso que profundizan en aspectos relacionados con el primer tema tratado. Estos bucles pueden tener infinidad de subniveles, según la profundización realizada en los detalles del aspecto tratado. El crecimiento de estos racimos de bucles nos sitúan en distintos niveles de desarrollo conceptual.

La introducción del hipertexto en Internet a través del web ha generado un desarrollo casi infinito de la trama informativa por la que nos podemos mover . La combinación de una red hipertextual o hipermediática de tamaño mundial, hacen que el web de Internet sea la metáfora perfecta del "documento total", un documento que se comporta como un ente vivo, estando sujeto a dinámicas de crecimiento y degeneración, rapidísimas. Esta dimensión tan vasta y compleja del documento hipertextual en Internet hace necesario un sistema de "navegación" adecuado para evitar las consecuencias negativas de una profundización desorientadora y para aprovechar el potencial de acceso sencillo y rápido a multitud de planos de la información. De todas formas el elemento que define con mayor claridad la facilidad de evolución a través del hipertexto es la propia coherencia interna de éste.

Una estructura hipertextual, en la que se establezca una progresión de contenidos organizada jerárquica o asociativamente, además de contar con los elementos de retorno directo a las plataformas de distribución originales lleva consigo al propio navegador. De esta forma tenemos un navegador interno dentro del navegador externo que hace casi innecesario éste último. Pero el hipertexto no deja de ser otra cosa que una representación del pensamiento humano, en el cual se plasma con mayor facilidad la digresión asociativa de ideas que surge de un discurso a veces principal, a veces alternante. En cierto sentido podemos pensar en el hipertexto en Internet como una representación metafórica de ciertas partes del pensamiento colectivo. Y perversamente podemos llegar a imaginar que la coherencia o incoherencia de la estructura interna de este constructo informativo puede ser una ideografía de la armonía del pensamiento social.

Interactividad: hombres y máquinas

La interactividad se produce cuando dos sujetos se comunican mediados por la tecnología. Por tanto, lo que existe es la relación de una triada sujeto/programador- máquina- sujeto/receptor, donde el sujeto/receptor no sólo se relaciona con la máquina, sino que a través de ésta interactúa con el sujeto/programador. Lo que el sujeto/programador hace es, en cierta forma, adelantar la interacción, en cuanto pretende anticipar los requermientos funcionales, al mismo tiempo que los crea y los modela. Estos sujetos no pueden ser homologados a las personas físicas o individuos sino que deben ser entendidos, el sujeto/programador como el patrimonio tecnológico y el sujeto/receptor como un mundo en movimiento, expresión de una cultura donde la relación sujeto/tecnología se ha configurado como totalidad histórica.

La forma y el contenido de la interactividad están dados tanto por la conformación de tecnología y cambios culturales como por la serie de requerimientos funcionales provenientes tanto del sistema como de un mundo de vida colonizado. Lo anterior supone una forma específica de mediación que no puede ser entendida ni como en la teoría de la comunicacíon de emisor, mensaje receptor de un primer David Berlo, ni como un proceso de virtualización de los sentidos tal como lo entiende Pierre Levy. Por otra parte, la noción de interactividad es deudora de la noción de interacción y esta última es inseparable de un cierto referencial normativo universal.

La aceleración caracteriza al mundo contemporáneo, las distancias se reducen, la velocidad de las comunicaciones aumenta, los sistemas se globalizan. Pero éste no es el único sentido en que el tiempo y el espacio se transforman.También existen cambios en las relaciones cara a cara (la cara del sujeto receptor con la del sujeto programador, es decir, la del sujeto que se enfrenta con la pantalla de un computador), donde la apariencia de instantaneidad o de casi-instantaneidad de la interactividad, esconde una interacción sujeto a sujeto, por una parte adelantada y por otra atrasada. Adelantada en cuanto el sujeto programador debe ser simultáneamente sujeto receptor para adelantar, prever, las necesidades y requerimientos que posteriormente tendrá quien haga uso de la tecnología que él programa. Es aquí donde el sujeto programador y el sujeto receptor interactúan en un sólo sujeto. Atrasada porque el resultado de la primera interacción debe esperar y realizarse mucho después, cuando la tecnología llega al usuario y allí el sujeto receptor debe interactuar con el sujeto programador para entender la lógica con la cuál operó al intentar adelantar la interacción. En este sentido, "el hombre telemático está asignado al aparato de igual manera que el aparato le está asignado a él, por una involución del uno en el otro, una refracción del uno por el otro. La máquina hace lo que el hombre quiera que haga, pero éste sólo ejecuta, a su vez, lo que máquina está programada para hacer"(5) .

Desafíos actuales

Si la pirámide invertida ha sido el patrón redaccional hegemónico entre los periodistas de todo el mundo, no es de extrañar que la inercia profesional y la tendencia al traslado de los textos impresos a la red Internet hayan conducido a que este formato también reine hoy en los periódicos digitales. La cuestión es si el formato piramidal ofrece las mismas ventajas e inconvenientes para la escritura de noticias en la red. Una aproximación somera a las características del nuevo medio sugiere que no es así. Y ello, entre otras razones, porque trasladar sin más una estructura cerrada como la pirámide invertida al periódico digital supone prescindir del nuevo recurso periodístico clave: el hipertexto. "Gracias al empleo adecuado del hipertexto como recurso redaccional, la noticia en el periódico digital puede superar una limitación y ganar en algo de lo que carece. Puede librarse por un lado de la redundancia y previsibilidad que acarrea la pirámide invertida -pues con ella la noticia se configura como una sucesiva amplificación de datos, sin lugar para la intriga-, y puede adquirir, por el contrario, el desarrollo informativo y estructural del que en buena medida adolece en la prensa de papel"(6) .

Ya no es obligatorio incorporar en el cuerpo de la noticia pasajes documentales. Un enlace hipertextual a terceras páginas permite ampliar, aclarar o relacionar cualquier información, mediante nuevos textos, recursos infográficos o audiovisuales.

El hipertexto pone en manos del lector la posibilidad de ampliar hasta donde desee la contextualización documental de cada información y, al mismo tiempo, le libera de leer pasajes documentales indeseados que ralentizan y oscurecen la lectura. La asimilación de la escritura hipertextual exige una renovación en los modos de estructurar y escribir la información.

La novedad principal que acarrea el hipertexto es que, a la hora de redactar la noticia, el periodista debe ser mucho más consciente de los elementos informativos que la conforman. Debe discernir mejor entre la información de última hora y la información documental contextualizadora; debe diferenciar entre la explicación de datos, la descripción de lugares y el relato de acontecimientos; debe identificar con qué soporte -textual, gráfico o sonoro- se informa mejor sobre cada uno de los aspectos de la noticia. En definitiva, la organización hipertextual de la información obliga al periodista a realizar un mayor esfuerzo de selección y jerarquía de los elementos de la información, tareas radicalmente periodísticas.

Todo indica que es posible empezar a superar la fase actual en la que los diarios digitales reproducen textualmente las informaciones redactadas para el periódico de papel. Con el nuevo criterio, esa misma información podría quedar descompuesta en varias unidades textuales e infográficas de sentido pleno, distribuidas en diversas pantallas enlazadas en función de su contenido. El esquema de una noticia conformada según estos criterios ya no cabría representarlo como una estructura cerrada, sino como un conjunto de elementos interconectados mediante el hipertexto y cuyas partes vendrían dictadas por el acontecimiento informativo comunicado en cada caso.

Informar adecuadamente implica utilizar correctamente todos los recursos que nuestra fisiología y que nuestro entorno físico ponen liberalmente a nuestra disposición: "las formas posibles son múltiples pero los últimos estudios sobre el cerebro y la memoria muestran que la estructura en forma de red -y, por lo tanto, la modalidad "hipermedial"- es privilegiada tanto en la conservación natural de la información como en el modo de operar del cerebro que llamamos la mente".(7)

Para el enfoque constructivista de la psicología cognitiva, la lectura del periódico supone que el lector busca informaciones que sirvan a determinados objetivos personales, como optimizar funciones laborales o contactos sociales.

El proceso de adquisición de nuevos conocimientos -razón habitual de la exposición al diario- se guía por metas basadas en experiencias previas así como en razonamientos circunstanciales que orientan la acción de selección de la información, funcional para la realización posterior de determinadas actividades, es decir para orientar la toma de decisiones. "Esto obliga a considerar críticamente los "materiales" (mensajes) actuales y hace aconsejable crear nuevos recursos -eventualmente más complejos en su producción- que faciliten la integración de la información a los conocimientos ya adquiridos, condición esencial para su comprensión y memorización. Cumplir adecuadamente esta condición obliga a considerar siempre una multiplicidad de "vías de acceso" y de interrelaciones entre las unidades de información que conformen el discurso periodístico, como son los relatos de las "noticias", los datos y comentarios que permiten contextualizarlas, y -así también- los correspondientes "registros" en las bases de datos en que se conserven".(8)

El diario tradicional tiene acostumbrado a su lector a la fragmentación y a la inconexión de sus contenidos, pero no facilita, como el hipertexto, que el lector construya un discurso coherente pasando de una unidad de información ("nota", "crónica" o "columna") a otra. El hipertexto aporta una solución al problema de la fragmentación típica del diario que expone un gran número de noticias, las que no sólo están desvinculadas entre sí, lo cual es propio de la naturaleza misma de los hechos, sino también desvinculadas de su contexto socioeconómico, geográfico o histórico. En un mundo globalizado, éste es un inconveniente para lectores de otras regiones: "el verdadero hiperinformativo debería permitir, no sólo el "cambiar de tema" en el momento deseado, sino construir un discurso coherente en torno a un tema único, reconstruyendo -por ejemplo- una secuencia histórica y su contexto".(9)

La "forma hipermedial" no tiene principio ni fín y no se ajusta a la tradicional secuencialidad del relato literario, pero no por ello constituye una modalidad extraña. Es en realidad un formato que ya se encuentra en la estructura de la memoria humana, y un sistema informático hipermedial debería reflejar esta estructura y permitir al usuario proceder del mismo modo. Ésta se ajusta, en esencia, a dos formas de operar y de registro de la información (conocimiento): la forma episódica y la forma semántica.

Cuando somos testigos de algún acontecimiento, registramos habitualmente el hecho en nuestra memoria relacionándolo con otros hechos y con una organización en forma de estructura atómica: con un núcleo formado por la acción, y "partículas" constituídas por todos los datos asociados. Es lo que llamamos memoria episódica, que corresponde a la secuencia histórica de nuestras experiencias, pero la comprensión no es, en esencia, el fruto de la estructura secuencial sino el fruto de la actividad mental de categorización, el análisis comparativo y comprensivo de todas las "partículas" o datos asociados a la experiencia; el establecimiento y evaluación de las relaciones de dichos datos con la estructuras categoriales de la memoria semántica.

"La memoria episódica -explica Colle- opera con "atributos" básicos que permanecen siempre vinculados a un núcleo que identifica la "acción": todo acontecimiento ocurre en un determinado momento y un determinado lugar (atributos "situacionales"); y todo acontecimiento puede ser real (verdadero) o imaginario (como los que se cuentan en las novelas), por lo cual cobra importancia el atributo de "veracidad".(10)

"Conocer" los hechos supone comprender los elementos que se combinan en una experiencia determinada, como ser capaz de definirlo, de reconocerlo cuando se presenta y de utilizar la información en situaciones posteriores, lo cual implica poder relacionarla con nuevos factores, en nuevas circunstancias.

Fernández Serrato sostiene, sin embargo, que los sistemas y entornos informáticos hipertextuales e hipermedia "no añaden nada nuevo a las actuales teorías del discurso, si acaso una posibilidad de construir representaciones gráficas o simulacros virtuales donde podamos hacerlas materialmente visibles, del mismo modo que una determinada formulación matemática introducida en la programación puede generar sobre la plataforma de un determinado software imágenes fractales". En este sentido, cabe recordar la información disponible sobre la estructura y funcionamiento de la percepción y la memoria. Recientes descubrimientos se refieren a que "nuestra capacidad de recordar no es para el recuerdo específico de una imagen almacenada en algún lugar de nuestro cerebro. Más bien se trata de la capacidad de organizar el mundo que nos rodea en categorías, unas generales y otras específicas"(11) . Es decir, lo que llamamos recuerdo no consiste en rescatar el pasado intacto y exacto de un cajón de nuestra mente, sino en activar la red de conexiones necesaria para reproducir en nuestro cerebro la situación neuronal que nos permita "recrear" la misma categoría que experimentamos en otro momento de nuestra historia.

Para Fernández, lo que hacemos cuando trabajamos en hipertexto es poner en marcha una réplica de esa "plantilla cognitiva", y no una deconstrucción de los patrones de lectoescritura tradicionales, aunque lo explícito de su plasmación visual pueda incidir a la larga en la transformación de ciertos hábitos de lectura y hasta de escritura: "esta observación nos parece pertinente, tanto por aquellos aspectos en los que un sistema informático copia el mecanismo de lo que la ciencia nos permite describir con bastante aproximación como el funcionamiento de la recuperación de información en el cerebro humano; cuanto por el irremediable carácter de simulacro degenerado respecto de su original que exhibe el hipertexto informático y por las consecuencias sociodiscursivas que se derivan de este hecho"(12).

De esta manera, el entorno informático que nos permite trabajar en hipertexto no es tanto la reproducción de un cerebro en funcionamiento, como la traslación plástica y espectacularizada del discurrir reflexivo y de las acciones de leer, escribir y, en general, interactuar comunicativamente con otros sujetos y textos. Además, en los formatos multimediales, las producciones nos permiten poner en relación sígnica diversos códigos -audiovisuales, icónicos, escripturales, etc., aunque el más relevante es el tipo de conectividad hipertextual- generando espacios donde se hibridan canales y modelos semióticos diferentes.

Bibliografía

  • - Baudrillard, Jean. "La Transparencia del Mal". Editorial Anagrama. Barcelona, 1991.
  • - Clément, Jean. "Del texto al Hipertexto: hacia una Epistemología del Discurso Hipertextual". Traducción de Susana Pajares Tosca. http://hypermedia.univ-paris8.fr 2000.
  • - Colle, Raymond. "Del Diario Electrónico al Hiperinformativo del Ciberespacio. Congreso ALAIC 2000. http://facom.udp.cl/CEM/TDC/estudios/hiperin/index.html
  • - Fernández Serrato, Juan Carlos. Hipertexto Electrónico e Hiperlenguaje. Efectos Discursivos y Refracciones Ideológicas". Grupo de Investigación en Teoría y Tecnología de la Comunicación de la Universidad de Sevilla. 2000.
  • - Román, Eduardo. "Modelos del Periodismo", Tesis de Magister en Comunicación Social, Universidad de Chile, 1996. "Conectividad en los Diarios Digitales" y "Vigencia del Periodismo Impreso en los Diarios Digitales Hispanoamericanos", Programa de Doctorado en Filosofía y Letras. Universidad de Valladolid, 2001.
  • - Salaverría, Ramón. "De la pirámide invertida al hipertexto". Novática (Revista de la Asociación de Técnicos de Informática), vol. 142, noviembre-diciembre 1999.

Notas

  1. Salaverría, Ramón. "De la pirámide invertida al hipertexto". Novática (Revista de la Asociación de Técnicos de Informática), vol. 142, noviembre-diciembre de 1999.
  2. Ibid.
  3. Ibid.
  4. Clément, Jean. "Del texto al Hipertexto: hacia una Epistemología del Discurso Hipertextual". Traducción de Susana Pajares Tosca. http://hypermedia.univ-paris8.fr 2000.
  5. BAUDRILLARD, Jean. "LA TRANSPARENCIA DEL MAL". Editorial Anagrama. Barcelona, 1991. Pág. 63.
  6. Salaverría, Ramón. Obra citada. 1999.
  7. Colle, Raymond. "Del Diario Electrónico al Hiperinformativo del Ciberespacio. Congreso ALAIC 2000. http://facom.udp.cl/CEM/TDC/estudios/hiperin/index.html
  8. Ibid.
  9. Ibid.
  10. Ibid.
  11. Fernández Serrato, Juan Carlos. Hipertexto Electrónico e Hiperlenguaje. Efectos Discursivos y Refracciones Ideológicas". Grupo de Investigación en Teoría y Tecnología de la Comunicación de la Universidad de Sevilla. 2000.
  12. Ibid.

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