Homosexualidad y medios: viejos y nuevos elementos discriminatorios Por Ramón Gómez En 1999 un grupo de estudiantes de periodismo de la Universidad de Santiago de Chile decidimos contribuir a concretar el idealista objetivo de "función social" de los medios mediante la publicación de un periódico propio. Empapados con la teoría de la comunicación de desarrollo, tan bien descrita por autores como Rosa María Alfaro(1) y Michael Kunczik(2) , estimamos que nuestra propuesta debía centrar su interés, y en consecuencia sus contenidos y fuentes noticiosas, en algún grupo social excluido o mal visibilizado por la prensa masiva. Barajamos diversas alternativas y en nuestras conversaciones fueron recurrentes la realidad de los indígenas, las personas con discapacidad o viviendo con VIH, los extranjeros residentes en Chile y los homosexuales. Las argumentaciones a favor de uno u otro sector fueron innumerables. Finalmente, y luego de dos años, optamos por las minorías sexuales debido a variadas realidades que, a nuestro juicio, volvían particularmente necesaria y apropiada la generación de un medio que contribuyera a mermar la homofobia. En concordancia nació OpusGay, el primer y único periódico con temáticas homosexuales en Chile. De acuerdo a nuestro análisis, y en función del objetivo primario de crear un medio, la discriminación a nivel periodístico es el resultado de la interrelación establecida entre cada uno de los componentes del sistema comunicacional, cuales son a) las instituciones estatales; los líderes de opinión, sean personas u organizaciones, y las elites b) los receptores de los medios de comunicación, c) los medios de comunicación, d) el modelo de desarrollo o modernidad predominante. En otras palabras, la influencia del sistema comunicacional hacia el elemento "medios de comunicación", explica con facilidad la existencia de un contenido informativo excluyente, discriminatorio, parcial y, lo que es más perjudicial, erróneo y falso respecto a los sectores minoritarios y a los temas emergentes como son el divorcio, el aborto, la homosexualidad, la ecología, la eutanasia, el servicio militar obligatorio, la pena de muerte, la discapacidad física o psíquica, las etnias, el Sida, el medioambiente, el género, el consumo de drogas, el sistema carcelario, la infancia, la tercera edad y los derechos del consumidor. A juicio de los integrantes de Opusgay el "mal tratamiento" otorgado por la prensa a esas realidades no sólo se explica porque cada línea editorial, miembro o profesional de un determinado medio tienen intereses ideológicos específicos, explicados precisamente por las influencias del sistema comunicacional, sino también porque la teoría misma sobre las técnicas del ejercicio periodístico son por naturaleza y génesis antidemocráticas, frías y sesgadas. Los análisis críticos respecto a la comunicación masiva en las escuelas de periodismo se han centrado en el monopolio de los medios, las manipulaciones ideológicas o la censura. En cambio las técnicas para la selección, recolección y redacción de las noticias pocas veces son puestas en el "sillón de los acusados" y cuando así ha sido, las cátedras sobre la materia no son evaluadas con el rigor necesario, transformándose en una discusión casi opcional o exclusiva del intelectual. En términos específicos y concretos son los llamados "valores o elementos noticiarios" los conceptos que mayormente han potenciado una cultura excluyente y discriminatoria, precisamente porque son parte de medios insertos en un sistema comunicacional predefinido e institucionalizado. El presente documento se divide en cuatro secciones. Partiremos con la homofobia existente a nivel cultural y promovida por líderes de opinión. Luego se analizarán las influencias de esa realidad en los medios masivos. En este tópico quedará claro que en los último diez años el tipo de discriminación periodística ha mermado en algunos aspectos, pero al mismo tiempo ha agregado nuevos elementos que propician la intolerancia. Se postula, como hipótesis, que ese proceso se explica por un cambio formal de los valores noticiarios aplicados a las minorías sexuales. En tercer lugar se evidenciará que la homofobia no es exclusiva de las personas heterosexuales, sino que también afecta a esa minoría, situación que desencadenó la generación de medios desarrollados por gays y para gays que presentan serias deficiencias. Cada uno
de los tópicos descritos son los argumentos que dieron origen a
OpusGay, cuyos aportes, estructura, objetivos y experiencia serán
expuestos en la última sección de este documento. De los cuatro
componentes del sistema comunicacional los que mayormente han originado
y contribuido a la permanencia de la discriminación contra las
minorías sexuales son sin duda, los modelos de desarrollo o modernidad
predominante y los líderes de opinión, sean personas u organizaciones
de corte político, social, cultural, científico o religioso. Fernando Calderón explica que esa negación tiene dos facetas: "de una parte se diferencia al otro respecto de sí mismo, y en seguida se lo desvaloriza y se lo sitúa jerárquicamente del lado del pecado, del error o la ignorancia"(4) . En esa línea, el colonizador, el evangelizador o cualquier miembro de la cultura entonces dominante impuso su estilo de vida y sus costumbres como las únicas válidas para el bienestar de la sociedad, y todo "pasó a definirse a partir de la negación del otro"(5) . Es decir, la civilización es la no barbarie, lo moderno es lo no tradicional y, por supuesto, lo heterosexual es lo no homosexual. Dichas tipo de definiciones han constituidos tipos de culturas o modelos de sociedad que han sido promovidas a través de los siglos por las religiones, en especial la Católica, los Estados y sus dirigentes y el mundo científico, los cuales son unas de las fuentes primordiales de los medios. Las implicancia de esa situación ha derivado en que la conceptualización oficial sobre la homosexualidad sea devastadora para la integridad física y psicológica de esa minoría, calificada históricamente por la Iglesia como pecadora, por el Estado como delictiva y por parte de los profesionales de la salud como "enferma". Aunque esas posturas han sido modificadas en el último tiempo, sus avances, al menos en Chile, son pequeños o contradictorios. En efecto, durante la década de los 70 la Asociación Americana de Sicología dejó de considerar a la homosexualidad como una patología, sin embargo lo concreto es que los profesionales de la salud de algunos países, en especial de aquellos en vías de desarrollo, aún no se empapan de esa visión y en muchas atenciones a personas homosexuales se empeñan en cambiar la orientación sexual de los mismas. Las cúpulas de la Iglesia Católica, en tanto, desde la década del 90 no consideran a la homosexualidad como un pecado, sin embargo la califican como un desorden que se aconseja no practicar. Por último, el Estado Chileno en 1998 despenalizó la sodomía gracias a la lucha emprendida por el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), sin embargo en la praxis las minorías sexuales siguen siendo ocasionalmente detenidas y golpeadas arbitrariamente por las fuerzas policiales, mientras la justicia de este país jamás ha sancionado a algún funcionario por esos atropellos. El "pensamiento institucionalizado" sobre las minorías sexuales tiene además su efecto concreto en los ciudadanos, cuya homofobia ha llegado a convertirse en "sentido común". Así es como el estudio más reciente de la Fundación Ideas, efectuado en 2001, reveló que el 57.3 por ciento de los chilenos considera que "los médicos deberían investigar más las causas de la homosexualidad para evitar el nacimiento de más gays", mientras el 31.6 por ciento estima que "la homosexualidad debe ser prohibida, pues va contra la naturaleza humana"(6) . Lejos de contribuir a mermar los estereotipos sobre las minorías sexuales, los medios de comunicación han actuado como una caja de resonancia de sus "fuentes oficiales", siendo completamente funcionales a una cultura discriminatoria que violenta los derechos humanos más básicos de un sector de la población. Dicha funcionalidad, sin embargo, no ha sido estática pues en los últimos años, en especial desde 1991 cuando se fundó el Movilh (el primer movimiento homosexual del país con políticas coherentes y permanencia), la prensa ha variado sus tratamientos periodísticos, pasando de una "homofobia primitiva" a una sutil. En otras palabras, se cambió el tipo de "valores noticiarios" para definir bajo cual enfoque referirse a los hechos protagonizados por gays, lesbianas, homosexuales, transexuales, bisexuales o travestis.
La enseñanza de las escuelas de periodismo es clara y así se practica en todos los medios de comunicación. La recolección, selección, redacción y transmisión de los hechos relevantes está determinada por los "valores noticiarios", cuales son:
Un mismo suceso puede poseer uno o varios de esos valores y la selección del más importante, a juicio del periodista o de la línea editorial, será el titular y el enfoque de toda una nota. En términos genéricos esas técnicas o consejos para considerar de noticioso un hecho son funcionales a la cultura discriminatoria, no sólo respecto a las minorías sexuales, sino también en su relación con otros grupos minoritarios o postergados. Así es como la "prominencia" excluye automáticamente a quienes no son personajes famosos y oficiales, sin existir otro "valor noticiario" que permita cubrir en forma digna a los sectores minoritarios o discriminados, situación garantizadora de la uniformidad discursiva, la limitación del pluralismo y la retroalimentación con el "pensamiento institucionalizado". En esa línea, los grupos minoritarios son ubicados en "valores" inapropiados para ser noticias, siendo los más clásicos la "rareza" o el "sexo". El valor de la "actualidad", en tanto, adolece de ser sólo eso, lo cual descontextualiza a los hechos de su realidad o de sus implicancias, transmitiendo en muchas ocasiones datos incompresibles para quienes no forman parte de la "prominencia". En el caso específico de Chile, la "proximidad", por otro lado, es selectiva toda vez que sólo es relevante lo ocurrido en Santiago, lo cual deja sin voz a las regiones, mientras respecto a los valores de la "consecuencia" y el "conflicto" ha predominado el sensacionalismo, situación que ha afecta en los últimos años en forma dañina a parte de la sociedad civil organizada, como los homosexuales. Hasta antes de 1991, las minorías sexuales fueron enfocadas desde el punto de vista de la "rareza" o el "sexo", sin embargo, esa situación paulatinamente ha cambiado en la última década, ubicándose a los homosexuales bajo los valores de la "consecuencia" y el "conflicto". Ese cambio ha sido paradojal, pues trajo consigo importantes mejorías y al mismo tiempo contribuyó a generar una nueva imagen negativa sobre ese sector, el que figura como problemático en sus relaciones internas y externas. Las mejorías
se han explicitado en una mayor diversificación de los enfoques
noticiosos referidos al tema, a los cuestionamientos por parte de los
profesionales de la comunicación frente a opiniones que antes eran
presentadas como verdades y en la eliminación de determinados adjetivos,
como veremos a continuación. En los últimos
diez años el avance más significativo ha sido la publicación
cada vez más amplia de noticias que no están sólo
limitadas, o relacionadas de manera obligatoria, con la intimidad, la
sexualidad, la sicología o la biología de las minorías
sexuales Todo mensaje político o cultural pasó en un comienzo por alto, pues más importaba que el emisor de los discursos fuera un gay, o un poco hombre o un maricón, según el lenguaje dominante. Al referirse a una de las primeras conferencias de los homosexuales organizados, el diario La Cuarta señaló que los gays "se portaron más seriecitos y la verdad pueden pasar colados como machos auténticos en cualquier lugar. Pero ellos dijeron bien clarito que no lo son"(7) . Aunque tal lenguaje es típico de La Cuarta y aún persiste, lo cierto es que ese periódico ha variado sus enfoques en el tema, pues sus titulares dan cuenta de las demandas políticas de los gays organizados, siendo las percepciones, deducciones u opiniones erróneas de los periodistas el "siniestro adorno", pero no la línea central y predominante de sus noticias. El resto de los medios de comunicación, en tanto, acompañaban a comienzo de los años 90 al promedio de las propuestas de los gays con opiniones de sicólogos, siquiátras o sacerdotes que debatían sobre si la homosexualidad era o no un pecado o era o no una enfermedad. Las preguntas
de los más osados periodistas además se centraban en averiguar
cuál de los dirigentes gays tenía pareja y como era la relación
amoroso-erótica de los consultados, todo lo cual obedecía
a los enfoques de la "rareza" o el sexo" B.- Cuestionamientos a la homofobia Un segundo cambio relevante se relaciona con los cuestionamientos o sanciones actuales por parte del periodismo a opiniones o actitudes homofóbicas emitidas por algunos personajes públicos de este país y que hasta hace unos dos años se divulgaban amparadas bajo una errónea concepción de neutralidad u objetividad. En innumerables oportunidades las apreciaciones vertidas sobre los gays por algunas fuentes constituyeron una abierta y flagrante violación contra nuestros derechos humanos más básicos, y los medios de comunicación lejos de efectuar un periodismo de denuncia o de contribuir a ampliar al debate sobre la materia, ejercieron su labor como una caja de resonancia que divulgó las citas de los supuestos líderes como una apreciación incuestionable. En otras palabras, el periodismo lejos de transformar en noticia las opiniones de algunos líderes por su acto discriminatorio, dieron cobertura en función de la polémica o de la fuerza con que se expresaban respecto a un sector. Cuando en 1996 el fundador del movimiento homosexual en Chile, Rolando Jiménez, lanzó su candidatura a Concejal, La Tercera público, sin contrarrestar, las opiniones del diputado de Renovación Nacional Maximiano Errázuriz, quien encontró "legítimo el derecho de los homosexuales de expresarse y reunirse en los aspectos formales para constituir una representación, pero no acepto una promoción de antivalores. Al homosexual hay que tratarlo como enfermo y como tal no puede pretender un cargo municipal. Los homosexuales no son ningún ejemplo para la familia ni para la sociedad"(8) . Para no limitarse a una opinión y demostrar que al menos se consultaron varias fuentes, La Tercera remató su información con una cita del entonces presidente del partido de base evangélica Alianza Nacional Cristiana, Abraham Larrondo, para quien había "que dictar una norma jurídica que deje claramente establecido que un homosexual no puede aspirar a un cargo de elección democrática (...) porque no podemos recibir con beneplácito un mensaje antagónico a la naturaleza humana". Una situación similar ocurrió en julio de 1997 cuando el diario Las Ultimas Noticias publicó el repudio de padres y apoderados del Internado Nacional Barros Arana (INBA) a supuestas relaciones sexuales entre estudiantes de ese establecimiento. El enfoque del medio estableció como centro de su nota los "terribles casos" de homosexualidad, mientras que la expulsión de los jóvenes involucrados se expuso como una de las medidas implementadas por el INBA para evitar, en función del bien común, nuevos hechos de similares características(9) . Ese tipo de enfoques ha variado desde 1999 porque algunos medios de comunicación han optado por dejar explícitos los actos homofóbicos, consultando casi siempre la opinión de los dirigentes homosexuales, y porque algunos profesionales cuestionan en mayor grado a quienes tienen posturas discriminatorias. C.- La merma de los calificativos Una tercera modificación experimentada por la prensa desde comienzos de los años 90 se relaciona con una menor imprecisión en el uso del lenguaje y con la supresión de determinados adjetivos que antes se usaban en casi todos los medios masivos. En la actualidad la prensa, con excepciones, ya no habla de desviación sexual e incluso utiliza el concepto opción sexual, que es menos graves pero no el preciso. De igual manera no existe una relación automática entre homosexualidad y Sida, mientras que algunas calificaciones como "tercer sexo", "pervertidos" o "invertidos" o "fletos" están marginados de las mayoría de las informaciones noticiosas. En el caso de La Cuarta, por ejemplo, la palabra invertido era utilizada a diario para referirse a los gays, al punto que en 1995, al informar sobre una redada policial que detuvo a homosexuales y mujeres que ejercían el comercio sexual, señaló que los "invertidos" son "especímenes que ofenden a la moral, a la buenas costumbres y además hacen caer a las personas en la corrupción y en los riegos que involucra el mortal virus del Sida"(10) , apreciaciones que en la actualidad, a pesar del evidente lenguaje caricaturesco y discriminatorio de ese periódico, son difíciles de encontrar. En las mejorías descritas han influido diversos elementos, siendo el más importante un rico proceso de transformaciones culturales que en el caso específico del tema que nos concierne se ha traducido en una disminución de los índices de homofobia, aún cuando los homosexuales continuamos siendo el sector más afectado, según estudios de la Fundación Ideas. En los avances culturales ha tenido un rol protagonista la labor ejercida por el movimiento homosexual chileno, y en particular por el Movilh. Ese organismo ha desarrollado una interesante política comunicacional con el objeto de que las informaciones vertidas por la prensa sobre sus actividades sean más acertadas y precisas. Entre las estrategias más importantes del Movilh para aminorar la homofobia en la prensa se cuentan: 1) Politizar las demandas de los homosexuales gracias a la alianza con diversos dirigentes públicos; 2) Aprovechar las coyunturas políticas del ambiente en beneficio de demandas específicas coherentes y realistas; 3) Dar predominancia a los contenidos por sobre la forma; 4) Asociarse con otros sectores discriminados y 5) Exigir a los medios rectificaciones por los lenguajes discriminatorios y generar diálogos con algunos directores de medios de comunicación. Pero el mejor
trato propinado por la prensa a las minorías sexuales, no ha sido
total, al punto que todavía persisten una fuerte descalificación
e intolerancia contra ese sector. En el primer caso el promedio de los medios de comunicación en ningún momento cuestionó las diferencias entre travestismo y prostitución, pues ambas realidades se presentaron casi como sinónimos, ni tampoco analizaron la evidente actitud discriminatoria de Lavín. En las noticias sobre Gabriela Mistral y Arturo Prat en tanto, pocos medios se refirieron a la calidad artística de las propuestas. La mayoría se limitó a exponer la opinión de supuestos expertos que debatieron sobre la ridículas implicancias que tendría para la historia del país la supuesta homosexualidad de uno de nuestros premios Nobel de Literatura y de uno de nuestros héroes patrios. Es en el tratamiento de las noticias policiales, sin embargo, donde en la actualidad más se discrimina a gays y lesbianas, pues siempre se resalta la orientación sexual de esos sectores en la narración de los delitos, como si la identidad fuera causa natural de las violaciones, robos o asesinatos. La censura que afecta a amplios sectores de este país sigue siendo además la línea editorial de algunos medios masivos. Dicha censura se expresa principalmente en programas de Canal 7 y Canal 9, donde se continúa dando predominancia a factores emocionales o intimistas para cubrir a las minorías sexuales, dejando en un muy segundo plano a elementos políticos y culturales. Esos canales en conjunto, y casi la totalidad del resto de la prensa, han dado también históricamente extremada relevancia a estereotipos estéticos sobre las minorías sexuales. Así es como actividades de corte político efectuadas por el Movilh han sido acompañadas con una gráfica que en nada se relaciona con la noticia, siendo casi siempre la fotografía o la imagen seleccionada un cuerpo desnudo, acompañado de flores multicolores. En este contexto llama profundamente la atención los cambios experimentados por Canal 13, el cual se refirió en 2001 por primera vez a la existencia de un organismo gay cuando el Movilh acordó con el alcalde Lavín un programa de reconversión laboral para travestis que ejercen la prostitución. Hasta antes de esa fecha el 13 sólo se había referido a los homosexuales en términos genéricos y siempre invisilizando la existencia de organizaciones políticas que luchaban contra la discriminación. Después de ese hecho, en cambio, la estación ha dado un enfoque más digno y de mayor tiempo que la competencia a actividades desarrolladas por las minorías organizadas. Pero al margen de la discriminación explicitada en las noticias, la homofobia ha comenzado a manifestarse fuera del ámbito de lo público y está presente en las salas de prensa de una manera grotesca, siendo uno de los hechos más gráficos y violentos un e-mail recibido por el Movilh desde la agencia de noticias UPI. En septiembre
de del 2001, el Movilh envió un comunicado a la agencia UPI y sin
saber aún qué objetivos concretos se perseguían,
el grupo homosexual recibió una amenazante y burda respuesta que
decía: "Atención a los maracos del mundo: en esta agencia
somos todos intolerantes y homofóbicos". Sobre la materia ha sido el diario Las Ultimas Noticias el cual ha dado cátedra, pues cada actividad expuesta por un grupo homosexual la ha puesto en continuas oportunidades en conflicto o ficticia competencia con el trabajo desarrollo por otra organización gay. El interés sensacionalista de Las Ultimas Noticias es tan preponderante que en algunas ocasiones hasta ha falseado datos para perfilar a los homosexuales como una población conflictiva. Un ejemplo lo constituyeron los efectos de la decisión del alcalde de Santiago Joaquín Lavín de vender los derechos de aguas municipales. Parte de la población homosexual se involucró activamente en ese proceso, pues el Movilh rechazó públicamente la venta de las aguas, mientras una organización de travestis la apoyó. En una manifestación efectuada en la Municipalidad de Santiago, estuvieron presentes los dirigentes del Movilh y del grupo de travestis y aún cuando los primeros rechazaron referirse a la posición de las transgéneros, La Ultimas Noticias inventó una cuña y tituló en una de sus notas "el papelón entre gays y travestis"(11) . A la explotación de las diferencias internas del movimiento homosexual, con informaciones muchas veces inventadas o descontextualizadas, se suma la intención de poner en conflicto a los grupos gays con el resto de la sociedad civil, volviendo representativas de todos los chilenos opiniones homofóbicas emitidas por una determinada persona o haciendo figurar a la defensa de los derechos de esa minorías como una intención de figurar en los medios. Esa situación se explica, a juicio de la sicóloga comunitaria Maritza Montero, a partir de dos mecanismos de defensa desarrollados por los grupos mayoritarios contra los minoritarios. Uno de ellos es la "psicologización, según la cual los excluidos dicen o hacen algo porque están amargados o frustrados, o son envidiosos o resentidos, por ejemplo"(12) . El otro mecanismo es la "denegación definida como la oposición a conceder la mínima verosimilitud a un hecho o a una aserción expresada por los excluidos. Lo que se ataca en este caso no es a las personas sino a lo que dicen"(13) con lo que cualquier demanda es ridiculizada o estereotipada. III.- La autodiscriminación Además
de los factores culturales y mediáticos masivos descritos que dieron
origen a OpusGay, se cuenta la predominancia de medios comunitarios dirigidos
por gays y para gays que no buscan aminorar la discriminación,
ni tienen valor periodístico
Los factores pornográfico y faranduleros presentados por algunos medios como intrínsecos y casi exclusivos del "ser homosexual", se explican, en parte, porque nuestro sector también ha sido afectado por el discurso predominante de cada uno de los elementos del sistema comunicacional. Y es que los gays también somos educados en el seno de una familia heterosexual de valores tradicionales. Como lo señala Fernando Calderón, "el otro (el distinto) navega por una orfandad interminable y en medio de un mundo en el cual no logra reconocerse"(14) , hasta que termina, en algunos casos, por naturalizar el pensamiento institucional en su totalidad. Naturalizar es "habituarse al discurso oficial hasta asimilar lo que lo dominante dice y cree que yo soy"(15) . De ahí, que la sicóloga Montero señale que muchos pobres sientan que su condición de tal es natural, mientras muchas mujeres se autodefinan como machistas o muchos homosexuales tengan una concepción errónea respecto a su propia identidad. El proceso de naturalización es tan evidente en las minorías sexuales chilena, que una encuesta efectuada por el Movilh a 120 gays en 1998 reveló que el 99% por ciento de los consultados estima que "es común entre los homosexuales mentir por cualquier cosa". El 100 por ciento declaró avergonzarse de caminar por la calle con un gay afeminado, mientras el 80 por ciento consideró que los homosexuales son más promiscuos que el resto de las personas y el 50 por ciento afirmó que los "gays son por naturaleza infieles". La asimilación de los elementos discriminatorios como algo natural queda además palmaria en el hecho de que un 100 por ciento acusó a la Iglesia Católica de discriminarlos, un 95 por ciento reconoció que los medios de comunicación los ridiculizan frecuentemente y un 75 por ciento sabía que, en ese momento, las relaciones sodomíticas eran penalizadas por el Estado. Sin embargo, sólo 35% dijo sentirse discriminado por ser homosexual. Dicha situación se repitió en una encuesta efectuada por el Movilh este año a 450 homosexuales, entre hombres y mujeres. El 86.6 por ciento manifestó que la Iglesia Católica los discrimina, pero el 50.4 se declaró católico. En el ámbito político la derecha ha sido el sector más reacio a promover la defensa de los derechos de las minorías sexuales, poniendo obstáculos a varios avances. Aún así en la encuesta la derecha obtuvo una alta votación de 24 por ciento de adherencia, sólo tres puntos abajo de la izquierda.
Fue en función de todo el panorama descrito que el equipo de OpusGay definió sus objetivos. En términos generales nuestro periódico busca: a) masificar un correcto conocimiento sobre la realidad de las minorías sexuales b) Establecer un puente de comunicación entre la población homosexual con el resto de los ciudadanos a fin de mejorar las relaciones entre las minorías sexuales y la sociedad en general y c) Contribuir a la generación y/o consolidación de ciudadanos respetuosos y tolerantes con la diversidad sociocultural. En términos
específicos buscamos: a) Derribar mitos respecto a la sexualidad
y la homosexualidad; b) Establecer vínculos entre los homosexuales
organizados y no organizados en movimientos sociales; c) Provocar
debate y pronunciamiento de personajes públicos en torno a la homosexualidad,
d) Establecer vínculos y brindar espacio en el periódico
a los temas emergentes o a otros grupos sociales segregados como minorías
étnicas, discapacitados, jóvenes, mujeres, miembros de la
tercera edad. Procedimos luego a diseñar la estructura de nuestro periódico y el discurso público que más se potenciaría al momento del lanzamiento del medio. Respecto al primer punto decidimos no innovar. En esa línea no tomamos como referente a ningún medio alternativo, sino que a los masivos. Esa decisión tuvo por objetivo validar en forma rápida ante la ciudadanía de que nuestra propuesta es estrictamente periodística y que, en consecuencia, debe reconocerse en igualdad de condiciones frente al resto de la propuesta informativa predominante. En concordancia, OpusGay se divide en las secciones internacional, nacional, espectáculos, columnas de opinión y entrevistas, en un orden similar a lo ya conocido en Chile. Nuestro mensaje conductor al momento de lanzar OpusGay, el pasado 4 de mayo, fue que nuestro medio no constituye, bajo ningún punto de vista, "un panfleto homosexual", pues cada información vertida sobre el tema es tratada con un punto de vista periodístico que busca la mayor neutralidad posible. Las únicas excepciones a esa regla, la constituye la sección de la editorial, lo cual es común en cualquier medio, y un apartado que denominamos La otra Prensa, donde se efectúan análisis sobre el tratamiento brindado por los medios masivos a los temas emergentes y los sectores discriminados. La diferencia con la prensa masiva es, en tanto, de fondo y no de forma, pues en primer lugar no enfocamos a las minorías sexuales bajo los valores de la "rareza", el "sexo" , el "conflicto o la "consecuencia", sino que intentado presentar de la manera más veraz la realidad de la población homosexual en Chile, considerando al sector como un sujeto y no un producto de las definiciones dominantes. El lanzamiento
de OpusGay fue cubierto por toda la prensa nacional y traspasó
las fronteras. En estos casi seis meses de funcionamiento el balance es
positivo, pues en términos concretos hemos cumplido varios de nuestros
objetivos, como son el promover los contactos entre homosexuales organizados
y no organizados, el involucrar a altos personajes públicos (incluidos
ministros y senadores) en el debate sobre la homosexualidad, el incrementar
el interés de los circuitos académicos en la materia, el
visibilizar la organización social de otras minorías sociales
y por sobre todo, el entregar por primera vez una información de
calidad sobre su orientación sexual a quienes no la tienen asumida.
Las dificultades más relevantes experimentadas para el desarrollo de nuestra propuesta se relacionan con el rechazo de algunas fuentes a otorgarnos entrevistas y con el escaso presupuesto. Hasta el momento las cúpulas de la Iglesia Católica han sido el sector que se más se ha negado a darnos una entrevista, mientras que curiosamente la izquierda extra parlamentaria ha hecho lo suyo, pues toda vez que hemos intentado consultar a la secretaria general de Partido Comunista, Gladys Marín, ello ha sido imposible. Ese problema es menor comparado con el económico. Los primeros cinco números de nuestro medio fueron financiados con el aporte de los ocho periodistas que conformamos OpusGay, cinco de los cuales son personas heterosexuales. Ninguno de los integrantes del medio recibimos remuneración por nuestro trabajo, el cual es absolutamente voluntario. En ese sentido todo el dinero es gastado en la impresión de OpusGay, cuyas ventas, a pesar de ser exitosas, y avisos no alcanzan a cubrir ni el 40 por ciento de ese costo. Frente a
esa crisis presupuestaria buscamos postulamos a n fondo concursable del
gobierno, el cual nos otorgó un aporte que garantiza la circulación
de OpusGay hasta enero próximo. El futuro de nuestro periódico
es, en consecuencia, incierto, sin embargo estamos convencidos de que
creamos una propuesta sin referentes en la historia informativa de Chile,
al tiempo que tenemos la esperanza de que las autoridades gubernamentales
nos ayuden a buscar un mecanismo alternativo para la permanencia del medio,
el cual jamás ha tenido fines de lucro. Sólo ha buscado
promocionar la defensa de los derechos humanos de un sector altamente
discriminado y contribuir a generar climas respetuosos con la diversidad.
Notas
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