La televisión pública vs. TVN
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Faride Zerán, directora del Instituto de la Comunicación e Imagen |
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Desde hace mucho tiempo existe una interpelación constante en torno al rol de TVN como canal público o “de todos los chilenos” en tanto se percibe como un canal que rinde tributo exclusivamente al rating, privilegiando la entretención por sobre su deber de informar y educar.
Más aún, la ausencia de programas culturales o de debate, y la existencia de un noticiero que prioriza la crónica roja, los asaltos, o el deporte, cambiando a su arbitrio conceptos elementales de lo que es o no noticia soslayando la gravitación de la información internacional, profundizan esta convicción de que TVN no cumple ni con el espíritu de la ley con la que fue creada, y menos con las orientaciones programáticas que la rigen.
Sin embargo, los detractores de estas críticas - críticas que incluyen además la falta de creatividad así como la ausencia premeditada del canal público en los debates sociales, “valóricos” o ciudadanos, en tanto resultarían “conflictivos”- , aducen que tal malestar proviene de una elite que desecha o no valora lo popular; a la que no le gusta la televisión y pretende hacer de ella un ladrillo cultural, obviando que se trata de una industria que debe competir.
Sin duda, no es un dato menor que de acuerdo con la actual legislación, TVN debe autofinanciarse y no puede recibir aportes del Estado. ¿Pero, cómo se explica entonces que pese a haber optado por una línea meramente comercial, apostando todo al raiting y sacrificando programas emblemáticos de corte cultural, pese a ello en los últimos años exhiba cifras en contra?
Esta y otras interrogantes no pasan desapercibidas para un sector de la sociedad que gusta de la televisión, que aspira a ver en sus pantallas toda la riqueza y diversidad cultural del país, que quiere estar informada con criterios profesionales, pero que no se conforma con una programación en general mediocre, sin riesgos ni capacidad de innovar.
Obviamente, el tema va más allá del silencio y la disciplina de un directorio que otrora apareció como “díscolo”, en tanto algunos hicimos público lo que para cierto sector de la elite política, aún cerrada y poco transparente debía ser privado.
¡Como si el debate en torno al canal “de todos los chilenos”, a sus contenidos, a sus omisiones, censuras y silencios fuera tema de un grupo de expertos y no materia de conversación ciudadana!
¡Como si el derecho a la información, el acceso a las distintas manifestaciones culturales, la interrogante sobre nuestra diversidad o identidades, e incluso el derecho a la entretención fuera patrimonio exclusivo de unos pocos…!
El debate sobre el rol social de la televisión pública pero también privada sigue abierto.
Nuestra televisión, en general copiona, mira sólo las experiencias exitosas relacionadas con el espectáculo y la entretención, dejando de lado otras expresiones que nos remiten al alma de un país.
Cuán pública es TVN y de qué manera la televisión comercial cumple con el rótulo de medio de comunicación social, son algunas interrogantes que siguen abiertas y que a estas alturas es saludable intentar despejar…
Saludable para la democracia, para el fortalecimiento ciudadano y para el espíritu del conjunto de nuestra sociedad.
17 de abril 2006
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