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Última actualización: Miércoles 2 de julio de 2008
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Los archivos olvidados de la televisión chilena

Una cafetera que volaba…

“La cafetera voladora” (1978-1982) fue un innovador programa infantil que se propuso llevar a los niños toda la psicodelia y el mundo fantástico de Los Beatles y su submarino amarillo. Los menores dejaron la inercia, y pasaron a ser activos participantes de un juego de estética e imaginación.

Por Rafael Andaur Marín 

Bajo la dirección de René Schneider, el programa infantil “La cafetera voladora” fue transmitido por Televisión Nacional de Chile entre los años 1978 y 1982. Un espacio completamente innovador para la época, que llevó a la pantalla chica toda la psicodelia y el mundo fantástico que Los Beatles instalaron a través de su submarino amarillo.

Con un elenco de culto: el buzón preguntón (interpretado por Willy Benítez), la cafetera que volaba (Florcita Motuda), la Tía Patricia (Patricia Undurraga), el guardián de los espejos (Patricio Torres); el programa también estaba integrado por una gran cantidad de niños que dejaban fluir su imaginación y se atrevían a soñar.

Mientras Patricio Torres relataba la historia del día, Florcita Motuda junto a los niños se embarcaba en “un viaje al planeta de las imágenes”, una aventura espacial llena de fiestas de color e imaginación. Se instalaba así un formato televisivo experimental y por cierto innovador…

NUEVA RELACIÓN CON EL PÚBLICO INFANTIL
El formato de “La Cafetera…” se vio beneficiado con que su estreno, coincidió con la puesta en marcha de la televisión a colores en nuestro país. Así, los recursos se expandieron y los colores pasaron a formar parte fundamental del programa. Mientras los viajeros (niños) soñaban arriba de la cafetera, los viajes que muchas veces eran pintados pasaban como imágenes proyectadas tras ellos. Se disponía de una amplia gama de colores y recursos estéticos.

El programa contaba con una escenografía muy colorida. En una cafetera roja con alas y con franjas amarillas y verdes, las historias se iban desarrollando, muchas veces con “efectos especiales” hechos a papel y plumón. Además, introducía cuentos y música totalmente nueva para la época.

Si bien el espacio duró cerca de cuatro años, siempre estuvo en una constante reinvención, motivada por la falta de comprensión de muchos de sus televidentes. “La Cafetera…” fue un formato televisivo muy avanzado para la época, su problema de falta de comprensión se generó por el nivel incipiente en cuanto a visualidad del público que lo seguía. Eran niños sometidos a una menor cantidad de estímulos que los niños de hoy, niños acostumbrados a la educación a través del sistema de enseñanza tradicional (presencial), y aún no preparados para adquirir y generar conocimiento a través de la interacción audiovisual.

En este sentido, el programa nunca tuvo una motivación de rating o de promoción de publicidad televisiva (esto ayudado por el carácter público que la TV aún tenía en ese momento), ni tampoco pretendió obtener fieles súbditos consumidores tanto de imágenes como de productos. Aquí, la intención fue más bien insertarse dentro del imaginario de los niños para instaurar valores y enseñanzas que expandieran la creatividad y fantasía de las personas. Crear principios de moral y así educar positivamente al párvulo expectante, mediante la utilización de símbolos poco conservadores y de fuertes tonalidades que llamaran la atención. Los niños dejaban de ser vistos como entes pasivos, y pasaban a ser activos participes de un juego de creatividad y aprendizaje.

LOS MOTIVOS DEL ¿FRACASO?
En una entrevista para TVN, Iván Arenas (Profesor Rosa) declaró que el programa, “tuvo una mala evolución, porque la Tía Patricia era para párvulos, en la época de hoy eso no resistiría ningún segundo al aire, porque hoy en día tu no puedes tratar al párvulo como un niñito con carencias mentales”.

En relación a lo anterior, creemos que en ningún caso la condición de párvulo de la Tía Patricia reflejaba un trato “especial” o enfocado a “niñitos con carencias mentales” como señala Arenas, sino que más bien, “La Cafetera…” era un programa educativo en cuanto a imaginación. Este no era un programa en el cual un tiburón se comía a los niños (como en el caso de “Cachureos”), sino que aquí eran los mismos niños quienes imaginaban los sucesos e inventaban el entramado narrativo de las historias que se contaban.

Nosotros proponemos no hablar de un fracaso del programa infantil, sino que de un espacio educativo “diferente” que careció de comprensión. Aquí no se educaba en términos formales, sino que se estimulaba y educaba enseñando a soñar a través de un mundo onírico. El niño fue visto así como un ser lleno de ideas y capacidades que podían ser explotadas por medio de la ensoñación.

Payasos pintados como Kiss, espejos gigantes en el set, personajes a los cuales les colgaba un espejo retrovisor de automóvil como corbata, baterías que realizaban sonidos en un estudio con un colorido único… “La cafetera…” fue innovación pura. Representó una educación sin formalismos ni enfocada en el lucro; ello, a pesar de estar inmersos bajo una Dictadura que constantemente los censuraba, con oficiales de punto fijo en el set televisivo, en una época donde los militares se creían amos y señores. Aún así, el programa se la jugó por demostrar a los niños que se podía vivir otras “realidades” aunque éstas no fueran tan “reales”. Al fin de cuentas, les entregó un sorbo de alegría y esperanza.

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