rafael andaur

contenidos periodísticos / publicaciones

Última actualización: Miércoles 2 de julio de 2008
Portada
Perfil
Proyectos
Publicaciones
Contacto

Entre Copas y Callejones

El Barrio Bellavista es el ombligo de la capital, un lugar que permite abstraerse de los ruidos de la “modernidad”. Entre chorrillanas y cervezas se abre un momento de encuentro, donde las diferencias parecen quedar a un lado...

Por Rafael Andaur y Raúl Thiers

Pie de foto: Ubicada en el extremo norte del Barrio Bellavista se encuentra "La Chascona", casa del fallecido Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda.

Plaza Italia es sólo el punto de encuentro. Desde las nueve de la noche las calzadas del puente y la calle Pionono comienzan a atestarse de todo tipo de gente, desde el flaite más choro hasta la pelolais más enchulada, todos en dirección al cerro que observa desde las alturas el lugar de esparcimiento más popular y pluricultural de la capital.

De entrada, la oferta gastronómica es variada y módica. El puente Pionono se ha transformado en un verdadero restaurante al aire libre con envidiable vista al río Mapocho. El primer carrito siempre es el mismo: “calentita la picsa chiquillos, dos por quinientos”, grita don Luis con las cuerdas vocales destrozadas y metálicas, mientras termina de armar “el combo” ofreciendo mayo, ketchup, mostaza o ají, para la hallulla con dos laminas de tomate y un resabio de queso que dice ser pizza. Pasos más al norte están los puestos de completos, para después cruzando la calle Bellavista, encontrarnos con una serie de stand de sopaipillas y empanadas. Hay que decirlo. Las delicatessen saben mejor de vuelta del carrete que de entrada.

Entre las calles Constitución y Pionono se levanta blanco y sofisticado el Paseo Bellavista, un edificio urbano interior a modo de costura, que de manera elegante va uniendo los distintos espacios, casas, galpones y bodegas existentes, conformando un paseo que recorre el interior y comunica peatonalmente las vías mencionadas. En esta especie de costura se encuentra también lo antiguo, fachadas clásicas de pretéritas viviendas amalgamadas con lo nuevo de la intervención. Los materiales, mobiliariario e iluminación denotan neutralidad, tanto para resaltar una arquitectura de principios del siglo pasado, como también para construir un soporte unificador que acoja los distintos cafés, restaurantes, talleres y locales que propone este verdadero barrio dentro de un barrio.

Este lugar aporta aún más a la multiculturalidad del Barrio Bellavista. Aquí va gente con poder adquisitivo, aquellos sibaritas que gustan de un ambiente grato, alejados del folclore del cemento. Los restaurantes de las calles Constitución y Antonia Lope de Bello son una extensión del paseo, el mismo ambiente.

Y es que la calle Pionono se ha transformado en una frontera económica y sociocultural impresionante, un reflejo de las desigualdades del Chile moderno. Desde dicha vía hacia la cordillera,  los locales son altamente selectivos y ostentosamente caros. Al contrario, hacia el poniente se puede observar el verdadero Chile, ese que no sabe de vergüenzas al galardonarse entre los países más alcohólicos del vecindario, ese que entre sus calles sucias y hordas de perros vagos demuestra que con una cerveza el mundo nos pertenece de manera plena.

A pocos pasos del Paseo Bellavista, sobre las veredas se instalan los artesanos y lanas a vender sus trabajos. Sobre su mercadería siempre hay espacio para una caja de vino, o al menos, para una fría botella de cerveza. Sus miradas son rojas, es como si estuvieran en un estado de trance, y es que el efecto de la marihuana se apodera de ellos desorbitando sus ojos. Fuman como quien respira, comparten sus “cigarrillos” con los clientes o vagos del lugar, y después de algunas horas, salen a vender sus artesanías entre las mesas de las mil y una cervecerías que circundan ambas veredas de la calle. 

La esquina de Dardiñac con Pionono es el punto neurálgico del Barrio. Aquí convergen cuatro cervecerías, siempre atestadas de gente, entre ellos músicos, artistas, artesanos, profesionales jóvenes y adultos, pero por sobre todo borrachos. Ocasionales y de profesión. “La Nona” es el local más conocido en el sector popular del Barrio Bellavista y se ubica en dicha intersección. Desde las sillas plásticas del local se pueden ver y escuchar un sin fin de historias, contadas y protagonizadas por los más diversos personajes.

Uno de estos personajes es “el gringo”. El gringo es un alcohólico que vive en las caletas del río Mapocho y en las noches camina por Pionono con un vaso plástico pidiendo cerveza a los comensales. Su ropa siempre es la misma, sucia y mal oliente. Muchos lo saludan, pero nunca se ha sabido el por qué del apodo. Un día un grupo de estadounidenses estaba tomando cerveza en el local, conversando en inglés. El gringo se acerca a la mesa mientras los extranjeros miran espantados. “I was in California”, les dice el personaje. “Yes?, were?”, dice uno de los estadounidenses. “In a lot of different places”, responde el gringo. Después de unos incómodos segundos de silencio e incredulidad el personaje grita “beer! beer!”, se sirve cerveza de la mesa y se va caminando al tiempo que grita palabras inentendibles.

Enclavada en lo más alto de la calle Márquez de la Plata y muy cercana al cerro San Cristóbal, nos encontramos con “La Chascona”. La tercera propiedad del poeta Pablo Neruda, que fue construida en el año 1953 y que se compone de tres plantas, las que contienen variadas escaleras y niveles.

La propiedad se convirtió en el refugio santiaguino del Nobel, y en ella vivió junto a su última esposa, Matilde Urrutia. La bella casa destaca por la diversidad de objetos clásicos que posee, y que fueron recolectados por el poeta en sus innumerables viajes alrededor del mundo. Además, llama la atención una puerta secreta que une diversas secciones de la casa, y por supuesto, el imponente retrato de Matilde realizado por el connotado pintor mexicano, Diego Rivera.

Actualmente, “La Chascona” forma parte de las casas-museos del destacado escritor nacional, que junto a las de Valparaíso e Isla Negra se encuentran siendo administradas por la Fundación Neruda. A un costado de la vivienda se dispone de un café literario, el que tiene elevados precios que se adecuan al carácter turístico de la zona, que cuenta con guías turísticos capacitados para contar la historia oficial del lugar en seis idiomas. En las afueras está construida una plazoleta en honor al artista que se abre sobre la calle Chucre Manzur, otra calle de antiguos bodegones hoy convertidos en salas de teatro y en discotecas de los más diversos ritmos.

Que en el Barrio Bellavista se encuentre la casa del Nobel es sólo un dato, puesto que cada noche las calles que dan vida a este sector de la capital ven transitar a jóvenes y adultos que venden sus poemas y poesías, personas en busca de sueños y de un reconocimiento a su trabajo, que generalmente es recompensado con cien pesos. Pero al estar sentado en alguno de los bares, es común que llegué algún personaje sin pedir nada a cambio a hablarnos sobre lo bello de pensar, de escribir, de sentir... son los momentos en que uno logra entender la esencia del dicho que dice que Chile es “un país de poetas”.

Destacados:

 

Sitio diseñado y producido por Memoria Albirroja Comunicaciones. Santiago de Chile. 2008

Editor Responsable: Rafael Andaur Marín / andaur.rafael@gmail.com / 8-7457734