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Última actualización: Miércoles 2 de julio de 2008
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Hugo Medina, actor:

“Kike Morandé representa la expresión máxima de lo banal”

Para éste destacado actor y académico, el tema de la nueva institucionalidad cultural ha significado “dar pasos importantes” para un mayor desarrollo de la expresión artística en Chile. Sin embargo, es crítico de aquella tendencia que busca solo masificar, dejando de lado una mayor inversión en capacitación, “que permita a los distintos sectores de la sociedad poder expresarse”.

Por: Rafael Andaur Marín

En el año 2003, el mundo de las artes nacionales gozaba por fin de buenas noticias. Se daba inicio a la nueva institucionalidad cultural, con la creación del Consejo Nacional de la Cultura y el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural, dos organismos que nacían con la finalidad de dar una mayor transparencia en la selección de proyectos, y terminar así con los famosos “cuoteos políticos” al interior de los premios Fondart.

El actor nacional Hugo Medina es voz autorizada para hablar del tema. Ello porque aún sigue vigente en el mundo de las artes (recibió el premio Altazor 2007 como mejor actor de teatro), es director de la Escuela de Artes Escénicas de la Universidad La República y, además, en los inicios de esta nueva institucionalidad participó como miembro del área de selección de proyectos teatrales.

- Uno de los ejes de la nueva institucionalidad cultural ha sido la masificación de las expresiones artísticas, ¿hacia dónde cree que se debe apuntar ahora?
- Buscar la masificación, en temas relacionados con la cultura siempre ha sido un error. Existe un grave peligro cuando hablamos de este concepto, porque podemos caer en lo mismo que sucedió con los trenes culturales impulsados bajo el gobierno de Allende, mediante los cuales se pretendía masificar el arte, creyendo que por el hecho de existir un gobierno popular ya existía a su vez un arte popular, y que por lo tanto, lo que había que hacer era llevar a los artistas consagrados a regiones. Esto fue produciendo una pasividad cultural desde el punto de vista del pueblo, una sensación de que el arte ya estaba producido, y que por ende solo faltaba masificarlo.

- Entonces que se debe hacer…
- Lo que realmente se debe hacer es incentivar expresiones artísticas más desarrolladas, para generar un movimiento que parta desde la base, y que permita a los distintos sectores de la sociedad poder expresarse culturalmente, en la medida en que estos se capaciten y puedan expresarse, estaremos generando una cultura que valga la pena, y a su vez una cultura nueva y revolucionaria, que permita la expresión de todos sin distinción de clases.
 
- ¿Y qué pasa con las fiestas de la cultura?
- Caer en la masificación es la expresión de un populismo. Para mí, estas famosas fiestas de la cultura que se realizan en el Parque no son nada, son más bien una chacota. Y a mi parecer, eso no es lo que se debe hacer para mejorar el nivel cultural del país.

- En una entrevista al Diario La Nación, usted señaló que se debe “conectar el arte con la realidad”, ¿cree que se están realizando los esfuerzos tendientes a lograr aquello?
- Creo que se han realizado esfuerzos interesantes que han permitido avances; no podemos decir que es la misma situación que vivíamos bajo el Gobierno Militar. La nueva institucionalización de la cultura y su organización en los temas presupuestarios ha permitido romper con la chacota que existía antes, en donde por ejemplo, se contradecían entre los mismos organismos de gobierno a la hora de aprobar proyectos. Hemos visto un intento serio por ordenar las cosas, sin embargo, yo también soy muy crítico de iniciativas como la Operación Sismo, que se llevó a cabo en el período de Weinstein, cuando se llevó a varios artistas, entre los que me incluyo, a masificar el arte a regiones.

- ¿Cuál era el problema que se producía?

- El error que se producía, era que se mostraban expresiones artísticas de gran nivel, y que significaban un alto costo; pero, si esto no tiene una contrapartida, que sirva de impulso para un trabajo de capacitación y que permita la expresión propia de las regiones, no se cumple con el objetivo. El intento inicial está, pero hay partes que aún falta desarrollar.

- La globalización ha ido generando progresivamente un desaparecimiento de las identidades culturales, ¿en qué medida esto ha afectado el desarrollo de la cultura?
- Este proceso de globalización, tiende a homogenizar, a hacer que todas las cosas sean iguales, aplastando así a las diferentes culturas de los pueblos o, en el caso de Chile, de cada una de las regiones. Debemos estar alerta, porque hay una tendencia a terminar con estas identidades, si tu te dejas estar, de inmediato comienzas a recibir solo cosas provenientes de afuera. Es muy dramático ver como hoy, grupos jóvenes de teatro están haciendo creaciones artísticas a partir de películas, y jugando teatralmente con la forma en como los cineastas hacen estas películas en Estados Unidos o Europa.

Pie de foto: Hugo Medina, actor. (www.academia.cl)

- Mucho se habló sobre los cuoteos políticos que existían para la selección de los proyectos Fondart, ¿cree usted que esta situación a cambiado?
-  Yo creo que ese fue un instante en el concurso, en que efectivamente habían influencias políticas para poder recibir recursos. Poco a poco, mediante la experiencia y las presiones ejercidas para una mayor eficiencia y transparencia, se fue afinando el sistema y se llegó así a una cuestión mucho más justa. Hoy en día, las personas que forman las comisiones técnicas de cada una de las disciplinas, son idóneas y heterogéneas, por lo que hay una menor posibilidad de recibir influencias, esto permite que los proyectos que pasan a la comisión final sean seleccionados con un criterio efectivamente profesional.

- Usted trabajó en el comité de selección de proyectos teatrales, ¿cómo fue esa experiencia?
- Fue un trabajo arduo, muy jodido. Tuve que revisar cerca de 80 proyectos, y asignarles puntajes en una papeleta, luego se reúne el comité que también ha revisado todos los proyectos y así se comparan los puntajes obtenidos por cada proyecto, así es como en base a los recursos disponibles, decides a los proyectos ganadores, es un trabajo ¡tremendo!
Por lo menos en este comité de selección técnico del que yo participé, no existió ningún tipo de conversación para el lado o cuoteos políticos, como sí sucedía en los inicios del Fondart en el año 1997.

- ¿Qué diagnóstico hace usted del desarrollo de las políticas culturales en la actualidad?
- Se han dado pasos institucionales importantes, pero ojalá estos no se queden estancados en eso. Lo que a mí me preocupa es esta cuestión del concepto, de que nos quedemos solamente en que tiene que ser la excelencia artística la que tenga la prioridad para acceder a los recursos, que caigamos en una concepción elitista de la cultura. Está bien que una parte de los recursos sean destinados a la excelencia artística, sin embargo no podemos dejar que sólo esta elite pueda acceder a esta nueva institucionalidad. Sí esto sucede, estaríamos cometiendo los mismos errores de antes en lo referido a recursos y conducción cultural. Debemos centrarnos en generar una masividad tanto de la participación como de la creación cultural, y para que esto pase, debemos entregar mayores recursos para el área formativa.

- ¿Cómo se lleva la formación cultural a los sectores más apartados del país?
- De la siguiente manera, por ejemplo, en una ocasión fuimos al altiplano y tanto los niños como los adultos ¡lloraban excitados!, ¡porque nunca habían tenido una muñeca en sus manos! Desde esta masificación, desde esa participación popular real, van a surgir las grandes obras de teatro. Ahí sí que existe desarrollo cultural. Lo que a mí me preocupa, es que prevalezcan los criterios que rechazan proyectos buenísimos, solo por el hecho de no cumplir con las características elitistas de lo que debe ser considerado como cultura.

- ¿Cuál es a su juicio la expresión máxima de lo banal en Chile?
- Este loco que tiene un programa en la noche, el “Kike” Morandé. A mí me carga el humor fácil, el del garabato y del sexo porque sí, ¡me carga!, es una de las cuestiones que me patió cuando volví a este país. Una de las cosas buenas que me entregó vivir en Europa, fue el aprender a mirarme como parte de esta cultura machista, fácil, superficial, banal; que se encuentra representada en el humor chileno, éste que se ríe del homosexual y de las suegras, de los traseros y las pechugas, esta es una cuestión que me molesta y que me desagrada profundamente.

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