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Financiamiento deportivo:
La cumbre más difícil
Pueden resultar torturantes peripecias, incluso más difíciles y menos gratas que colgar con una cuerda de un ventisquero o escalar un fiordo. Reunir el dinero para lograr la cima del Everest fue un pequeño caso que resultó exitoso. No obstante, también es una muestra de la triste realidad del deporte chileno, donde cada uno corre por su cuenta.

por Santiago Serrano, Daniel García y Fabiola Samhan

El éxito de una empresa deportiva depende, en gran medida, de la capacidad para conseguir los recursos necesarios cuando se quieren volver realidad  grandes anhelos.

Esto fue lo primero que tuvieron que enfrentar las cuatro chilenas que en mayo pasado alcanzaron la cumbre del Everest. El valor aproximado por persona fue de 25 a 35 mil dólares, lo que incluyó entre muchas otras cosas, los permisos respectivos, el equipamiento y alimentación.

Fue necesaria una planificación de tres años, que incluyó un viaje previo al Cho Oyu (monte de 8.201 metros de altura, también en los Himalayas), ajustes de equipo, obtención de auspicios, contratación de lugareños sherpas, adquisición de ropas adecuadas, entre otros.

Finalmente las cuatro deportistas y un contingente masculino que se dedicó a las labores audiovisuales, como son los trabajos de cámara y fotografía, completaron el grupo que estuvo fuera del país durante dos meses y medio.

En el objetivo de financiar la expedición, la labor audiovisual resultó fundamental para la promoción de esta empresa. Se puede afirmar que se convirtió en el eje para conseguir los auspicios necesarios que permitieron costear los varios miles de dólares requeridos por esta aventura. Sólo gracias al trabajo de imagen logrado por el concepto de “chilenas al Everest”, el cual estuvo acompañado de un gran despliegue en los medios de comunicación  de masas, fue posible lograr el apoyo de empresas como Ace, o Entel. Este formato de trabajo y promoción, incluyó el envío periódico a TVN, otro de los patrocinadores, de  imágenes que mostraban a las chilenas ascendiendo la cumbre más alta del planeta. Así se pudo generar una permanente expectación sobre el desempeño de estas cuatro mujeres en los Himalayas, hecho que gustó mucho a los auspiciadores.   

Para imaginarse el costo de esta expedición, basta solamente con ver algunos materiales que fueron necesarios: 2mil 500 kilos de peso en equipos y alimentos, cinco sherpas de altura, 2 cocineros y dos ayudantes, el equivalente a 200 portadores y  varios yaks que tambien debieron apoyar la aventura. Sin duda que el montañismo se ha profesionalizado, convirtiéndose en un deporte sumamente caro. 

De las cuatro chilenas, la única que no logró la cumbre fue Andrea muñoz, pues sufrió problemas físicos que le impidieron cumplir con la hazaña. Lo mismo ocurrió con uno de los camarógrafos, y todo esto tomando en cuanta que el equipamiento fue óptimo. Es decir, en otraas condiciones difícilmente se habría logrado tocar el techo del mundo.

Fueron Vivianne Cuq, Cristina Prieto y Patricia Soto quienes concretaron este nuevo hito para el montañismo nacional. Las tres deportistas, luego de clavar la bandera nacional en la cumbre del Everest, se transformaron en las primeras mujeres sudamericanas en conquistar los 8.848 metros de altura que posee el Everest

Pero más allá de lo que pueda haber significado estar una hora en la cumbre del mundo, el logro de la hazaña sufrió de más de un percance a la hora de recolectar el financiamiento necesario. Y no sólo fue posible gracias un gran esfuerzo de producción y marketing, sino que para muchos las “chilenas al Everest” incluso lograron dineros que no les correspondían por que literalmente “supieron vender la pomada”, al parecer, única manera de lograr el éxito deportivo en nuestro país.

Con la plata cuesta arriba

A nadie le fue indiferente la promulgación de la ley del deporte. Un caso es la expedición Makalú 2001, que tuvo un costo total de US$ 137.000.

"Lejos de favorecernos, nos hizo pedazos", enfatizó uno de los encargados del proyecto, ya que Digeder comprometió 30 mil dólares del presupuesto 2001, los cuales no fueron asignados asignados hasta el 1 de marzo de este año, momento en que el dinero debió estar invertido.

Esta situación, lejos de cancelar la expedición, los obligó a "endeudarse", pues era más caro no ir.  Había mas de 2 millones de pesos invertidos en ropa, permisos y reservas, lo que hace imprescindible un apoyo constante durante todos los meses que dure el proyecto y no sólo cuando queden los últimos detalles para convertirse en realidad.

Como si eso no fuese suficiente,  la competencia por el financiamiento fue descarnizada. "Hace poco reclamamos a la Digeder la falta de equidad en la entrega de dineros, ya que a la ascención femenina al Everest se  les dio 70 mil dólares y a nosotros ni la mitad", cuentan los deportistas de “Makalú 2001”. Sin embargo, el hecho de que las dos cumbres se hayan concretado casi al mismo tiempo le sirvió a esta segunda expedición para publicitarse en un momento que las “chilenas al Everest” estaban en boca de todos y la sociedad buscaba más héroes de la montaña.

Así, el apoyo de privados como el Banco de Chile, Cruz del Sur (la misma que sustentó la expedición a Campos de Hielo en el 98-99) y la empresa de telecomunicaciones Entel, permitieron el desarrollo de esta aventura.

El camino es escarpado y la subida extenuante, sin olvidar que la bajada también está llena de acantilados en los cuales varios han perdido la vida  buscando una comunión con el espíritu, en un lugar alejado de la sociedad. Pero pareciera que más difícil es subir y bajar con éxito los escaleras de los grandes edificios corporativos de este país, en cuyas oficinas se decide quien podrá realizar sus sueños y quien deberá postergarlos, por que el proyecto no resulta viable para los intereses de la empresa.