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Piratería musical:
¿Quién defiende los derechos de autor?

El progresivo desarrollo del pirateo y la distribución ilegal de la música, hace que los únicos perjudicados seamos quienes escuchan una copia fraudulenta y luego ovacionan los temas en un recital... ante esto, ¿quién podrá ayudarnos?

por Rodrigo Toledo, Patricio Román y Sebastián Muñoz

Las cifras son decepcionantes para los creadores. Los niveles que ha alcanzado la piratería de discos amenazan con dejar estancado el desarrollo de la música a nivel mundial y, desde luego, nacional. Por eso, artistas, productores, sellos discográficos y la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD) pusieron el grito en el cielo, con la firme convicción de dar batalla a los responsables de este atentado a la propiedad intelectual.

"Es un crimen... Hay que crear conciencia de eso", ha dicho Tito Fernández, El Temucano en las numerosas conferencias de prensa ofrecida en el marco de la campaña "No mates la música". Fernández y Álvaro Scaramelli, en calidad de consejeros de la SCD, y Máximo Moreno, gerente de la Asociación de Productores Fonográficos Chilenos, pidieron respaldo a la directiva de los comerciantes musicales de Chile y, además, han paseado sus exigencias por cuanto medio de comunicación se ha puesto a su paso.

Las investigaciones y estadísticas arrojan resultados demoledores. "Las ventas han bajado en forma considerable. Este año estamos llegando a un 40 por ciento menos en comparación al 2000", señaló Máximo Fernández. Lo más lamentable de esto es que se ha frenado la producción de música chilena. Si hasta el año pasado un 23 por ciento de los discos editados para nuestro país eran de chilenos, para este año se estima que sólo será de un 15 por ciento.

Crear conciencia

La tecnología permite que se pueda reproducir fielmente un disco compacto. Si antes los casetes pirateados dejaban que desear como réplicas, la copia digital es idéntica al original. Pero el problema es que un producto pirateado es el cuerpo del delito de un crimen. Y es tan criminal el que lo confecciona, como el que lo distribuye y el que lo compra. "Lo que queremos es que la gente entienda que éste no es un delito civil, sino un crimen, un robo que desata una monstruosa cadena de problemas", ha explicado Tito Fernández en sus intervenciones. Ahora, ¿cómo se crea conciencia para cambiar una costumbre tan arraigada en las personas?

La gente que adquiere estos discos en la calle, alude a que los álbumes son demasiado caros y que de no estar pirateados no podrían comprarlos. Los artistas se defienden diciendo que el costo promedio de un disco compacto es de ocho mil pesos, lo que ellos no consideran un precio excesivo si se compara con el de un jeans o una camisa. El punto es que muchos discos de producción nacional, por calidad de grabación y diseño, no deberían sobrepasar los cuatro mil pesos, considerando que los artistas chilenos no se han preocupado de cosas como el arte de la carátula o incorporar anexos que justifiquen la compra de un disco original por sobre uno que en la vereda cuesta luca.

¿Nos robamos la música?

"Esto de robar es una cuestión cultural muy seria y le estamos enseñando a la gente más joven que se vaya por el atajo", se quejan los consejeros de la SCD. Los datos y las proyecciones son pesimistas y se dice que la piratería evita que se paguen casi 5 millones de dólares en regalías para los artistas, igual cifra en el no pago de los derechos de autor y más que esa cantidad en la evasión de impuestos.

Además, más de 1000 personas han quedado sin trabajo por quiebra de disqueras, distribuidores y demás pegas vinculadas con el rubro. Las estimaciones dicen que de continuar la piratería se bajará la producción de artistas, se despedirá más gente, cerrarán tiendas y espacios destinados a los conciertos y difusión musical y, lo peor, se estancará la creación.

Por eso, las instituciones afectadas están decididas a pedir a las autoridades administrativas, judiciales y policiales para que actúen penando, incluso, la copia privada de discos y, por supuesto, eliminando el tráfico de los piratas por las calles del país.

¿Quiénes deben pagar por la difusión de música?

Una aguda controversia respecto al pago de derechos de autor por emisiones musicales se desató hace un tiempo, tras la decisión de la Federación Nacional de Dueños de Buses Interurbanos (Fenabus) de retirar los televisores y radios de las máquinas, para no cancelar esa obligación.

Ello porque el cobro de los derechos de autor, reglamentado por la Ley de Propiedad Intelectual, indica que cualquier transmisión musical pública deba ser pagada a la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD),incluyendo en este sistema desde los conciertos y discotecas hasta la locomoción colectiva.

Así, quienes usen la música sólo para amenizar un ambiente, como un supermercado o tienda, en general tienen que pagan precios bastante bajos. Los únicos exceptuados son los colegios, cuando la música se usa con objetivos pedagógicos, y las instituciones sin fines de lucro.

A lo anterior se suma el cobro de los llamados "derechos conexos", que se cancela cuando la música emitida proviene de un casete o compact disc, que corresponde al 50 por ciento de los derechos de autor ya tarifados, y se reparte por mitades entre el artista y los productores fonográficos y todos los que hayan participado en la grabación.

Hace poco, la célebre discoteque Oz debió cambiar su sede de Chucre Manzur a causa de la millonaria deuda que mantenía con la SCD, corporación que demandó ante la justicia el pago de esta deuda. Dicha actitud abrió el debate sobre lo que debe considerarse o no ejecución pública de una obra musical o, más bien, hasta qué punto estamos haciendo un uso lucrativo de la música... no sea que algún día nos cobren por ir escuchando un casete en el auto...

Pirateo cibernético

El avance de las nuevas tecnologías están abriendo grandes espacios para la distribución musical, y en este sentido la revolución medial que implica el desarrollo de internet muestra un sabroso terreno que explorar tanto para los grandes sellos fonográficos, como también para quienes intentan lucrar con este negocio a través del popular formato de archivos de audio denominado MP3.

Es así como el portal web MP3.com entró en crisis luego que una corte federal norteamericana acogiera una demanda de la industria disquera y determinara que este sitio de la red violaba los derechos de autor de sus artistas al almacenar en sus servidores cerca de 80 mil discos compactos de música de compañías como Sony Music, Warner Music, EMI, Universal y BMG. La Asociación Americana de la Indistria Disquera (RIAA) reclama pérdidas por unos 6 mil millones de dólares a raíz de la copia de grabaciones musicales almacenadas en formato MP3, las que incluso pueden ser escuchadas directamente a través de la red gracias al servicio My.MP3.com. Como consecuencia del dictamen, MP3.com que pagar una multa de 750 millones de dólares.

Esta situación se agravó aún más cuando la compañía afirmó tener apenas 370 millones de dólares en caja, mientras sus abogados afirman que las bases de datos se ajustan a las actuales leyes de derechos de autor y que es muy difícil probar daños por "posibles" pérdidas en un servicio que tiene como fin la compra de discos.

Así y todo, la pregunta clave es cuántos consumidores realmente compran un disco si pueden obtenerlo gratis en la red. Hay que recordar que las grandes compañías fabricantes de equipos de sonido ya comenzaron la producción de reproductores de archivos musicales MP3, lo que impulsa aún más el consumo de música por esta vía. MP3.com incluso afirma que su sistema sólo funciona con una copia del álbum por la cual han sido cubiertos los derechos de autor. Pero otros expertos legales afirman que la compañía de Internet está siendo sancionada con leyes tradicionales no aplicables al nuevo campo virtual. Y esto "puede tener un gran impacto en los negocios on line", como opina Don Pelto, encargado de la división de propiedad intelectual de la firma de abogados McKenna & Cuneo LLP, de Washington DC.

Sin embargo, la batalla entre MP3.com y la industria fonográfica no es la única que se desata en la justicia. En diciembre del año pasado, la RIAA demandó al popular sitio de intercambio musical Napster, al argumentar que la compañía incurría en actos de piratería al permitir el intercambio de música.

Napster fue creada hace un año por Shawn Fanning, un estudiante universitario de 19 años, quien ideó un programa que facilita copiar, grabar e intercambiar, a través de sus servidores, música con millones de personas enlazadas a la red.

El mismo Fanning salió al paso de las acusaciones argumentando que el copiar música es un acto protegido por las leyes federales y que desconocía que estuvieran siendo conducidos actos de piratería a través de su servicio.

El programa de Napster se distribuye en forma gratuita en la red y es en la actualidad el más popular entre los estudiantes universitarios estadounidenses, ya que este servicio permite localizar rápidamente melodías grabadas en formato MP3, con sólo proporcionar el nombre de la canción o de quien la interpreta.

La revista Time calculó que en los pocos meses de existencia de Napster, más de medio millón de canciones han sido intercambiadas a través del servicio de Napster.