Las
cifras son decepcionantes para los creadores. Los niveles que ha
alcanzado la piratería de discos amenazan con dejar estancado
el desarrollo de la música a nivel mundial y, desde luego,
nacional. Por eso, artistas, productores, sellos discográficos
y la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD) pusieron el grito
en el cielo, con la firme convicción de dar batalla a los
responsables de este atentado a la propiedad intelectual.
"Es
un crimen... Hay que crear conciencia de eso", ha dicho Tito
Fernández, El Temucano en las numerosas conferencias
de prensa ofrecida en el marco de la campaña "No mates
la música". Fernández y Álvaro Scaramelli,
en calidad de consejeros de la SCD, y Máximo Moreno, gerente
de la Asociación de Productores Fonográficos Chilenos,
pidieron respaldo a la directiva de los comerciantes musicales de
Chile y, además, han paseado sus exigencias por cuanto medio
de comunicación se ha puesto a su paso.
Las
investigaciones y estadísticas arrojan resultados demoledores.
"Las ventas han bajado en forma considerable. Este año
estamos llegando a un 40 por ciento menos en comparación
al 2000", señaló Máximo Fernández.
Lo más lamentable de esto es que se ha frenado la producción
de música chilena. Si hasta el año pasado un 23 por
ciento de los discos editados para nuestro país eran de chilenos,
para este año se estima que sólo será de un
15 por ciento.
Crear
conciencia
La
tecnología permite que se pueda reproducir fielmente un disco
compacto. Si antes los casetes pirateados dejaban que desear como
réplicas, la copia digital es idéntica al original.
Pero el problema es que un producto pirateado es el cuerpo del delito
de un crimen. Y es tan criminal el que lo confecciona, como el que
lo distribuye y el que lo compra. "Lo que queremos es que la
gente entienda que éste no es un delito civil, sino un crimen,
un robo que desata una monstruosa cadena de problemas", ha
explicado Tito Fernández en sus intervenciones. Ahora, ¿cómo
se crea conciencia para cambiar una costumbre tan arraigada en las
personas?
La
gente que adquiere estos discos en la calle, alude a que los álbumes
son demasiado caros y que de no estar pirateados no podrían
comprarlos. Los artistas se defienden diciendo que el costo promedio
de un disco compacto es de ocho mil pesos, lo que ellos no consideran
un precio excesivo si se compara con el de un jeans o una camisa.
El punto es que muchos discos de producción nacional, por
calidad de grabación y diseño, no deberían
sobrepasar los cuatro mil pesos, considerando que los artistas chilenos
no se han preocupado de cosas como el arte de la carátula
o incorporar anexos que justifiquen la compra de un disco original
por sobre uno que en la vereda cuesta luca.
¿Nos
robamos la música?
"Esto
de robar es una cuestión cultural muy seria y le estamos
enseñando a la gente más joven que se vaya por el
atajo", se quejan los consejeros de la SCD. Los datos y las
proyecciones son pesimistas y se dice que la piratería evita
que se paguen casi 5 millones de dólares en regalías
para los artistas, igual cifra en el no pago de los derechos de
autor y más que esa cantidad en la evasión de impuestos.
Además,
más de 1000 personas han quedado sin trabajo por quiebra
de disqueras, distribuidores y demás pegas vinculadas con
el rubro. Las estimaciones dicen que de continuar la piratería
se bajará la producción de artistas, se despedirá
más gente, cerrarán tiendas y espacios destinados
a los conciertos y difusión musical y, lo peor, se estancará
la creación.
Por
eso, las instituciones afectadas están decididas a pedir
a las autoridades administrativas, judiciales y policiales para
que actúen penando, incluso, la copia privada de discos y,
por supuesto, eliminando el tráfico de los piratas por las
calles del país.
¿Quiénes
deben pagar por la difusión de música?
Una
aguda controversia respecto al pago de derechos de autor por emisiones
musicales se desató hace un tiempo, tras la decisión
de la Federación Nacional de Dueños de Buses Interurbanos
(Fenabus) de retirar los televisores y radios de las máquinas,
para no cancelar esa obligación.
Ello
porque el cobro de los derechos de autor, reglamentado por la Ley
de Propiedad Intelectual, indica que cualquier transmisión
musical pública deba ser pagada a la Sociedad Chilena del
Derecho de Autor (SCD),incluyendo en este sistema desde los conciertos
y discotecas hasta la locomoción colectiva.
Así,
quienes usen la música sólo para amenizar un ambiente,
como un supermercado o tienda, en general tienen que pagan precios
bastante bajos. Los únicos exceptuados son los colegios,
cuando la música se usa con objetivos pedagógicos,
y las instituciones sin fines de lucro.
A
lo anterior se suma el cobro de los llamados "derechos conexos",
que se cancela cuando la música emitida proviene de un casete
o compact disc, que corresponde al 50 por ciento de los derechos
de autor ya tarifados, y se reparte por mitades entre el artista
y los productores fonográficos y todos los que hayan participado
en la grabación.
Hace
poco, la célebre discoteque Oz debió cambiar su sede
de Chucre Manzur a causa de la millonaria deuda que mantenía
con la SCD, corporación que demandó ante la justicia
el pago de esta deuda. Dicha actitud abrió el debate sobre
lo que debe considerarse o no ejecución pública de
una obra musical o, más bien, hasta qué punto estamos
haciendo un uso lucrativo de la música... no sea que algún
día nos cobren por ir escuchando un casete en el auto...
Pirateo
cibernético
El
avance de las nuevas tecnologías están abriendo grandes
espacios para la distribución musical, y en este sentido
la revolución medial que implica el desarrollo de internet
muestra un sabroso terreno que explorar tanto para los grandes sellos
fonográficos, como también para quienes intentan lucrar
con este negocio a través del popular formato de archivos
de audio denominado MP3.
Es
así como el portal web MP3.com entró en crisis luego
que una corte federal norteamericana acogiera una demanda de la
industria disquera y determinara que este sitio de la red violaba
los derechos de autor de sus artistas al almacenar en sus servidores
cerca de 80 mil discos compactos de música de compañías
como Sony Music, Warner Music, EMI, Universal y BMG. La Asociación
Americana de la Indistria Disquera (RIAA) reclama pérdidas
por unos 6 mil millones de dólares a raíz de la copia
de grabaciones musicales almacenadas en formato MP3, las que incluso
pueden ser escuchadas directamente a través de la red gracias
al servicio My.MP3.com. Como consecuencia del dictamen, MP3.com
que pagar una multa de 750 millones de dólares.
Esta
situación se agravó aún más cuando la
compañía afirmó tener apenas 370 millones de
dólares en caja, mientras sus abogados afirman que las bases
de datos se ajustan a las actuales leyes de derechos de autor y
que es muy difícil probar daños por "posibles" pérdidas
en un servicio que tiene como fin la compra de discos.
Así
y todo, la pregunta clave es cuántos consumidores realmente
compran un disco si pueden obtenerlo gratis en la red. Hay que recordar
que las grandes compañías fabricantes de equipos de
sonido ya comenzaron la producción de reproductores de archivos
musicales MP3, lo que impulsa aún más el consumo de
música por esta vía. MP3.com incluso afirma que su
sistema sólo funciona con una copia del álbum por
la cual han sido cubiertos los derechos de autor. Pero otros expertos
legales afirman que la compañía de Internet está
siendo sancionada con leyes tradicionales no aplicables al nuevo
campo virtual. Y esto "puede tener un gran impacto en los negocios
on line", como opina Don Pelto, encargado de la división
de propiedad intelectual de la firma de abogados McKenna & Cuneo
LLP, de Washington DC.
Sin
embargo, la batalla entre MP3.com y la industria fonográfica
no es la única que se desata en la justicia. En diciembre
del año pasado, la RIAA demandó al popular sitio de
intercambio musical Napster, al argumentar que la compañía
incurría en actos de piratería al permitir el intercambio
de música.
Napster
fue creada hace un año por Shawn Fanning, un estudiante universitario
de 19 años, quien ideó un programa que facilita copiar,
grabar e intercambiar, a través de sus servidores, música
con millones de personas enlazadas a la red.
El
mismo Fanning salió al paso de las acusaciones argumentando
que el copiar música es un acto protegido por las leyes federales
y que desconocía que estuvieran siendo conducidos actos de
piratería a través de su servicio.
El
programa de Napster se distribuye en forma gratuita en la red y
es en la actualidad el más popular entre los estudiantes
universitarios estadounidenses, ya que este servicio permite localizar
rápidamente melodías grabadas en formato MP3, con
sólo proporcionar el nombre de la canción o de quien
la interpreta.
La
revista Time calculó que en los pocos meses de existencia
de Napster, más de medio millón de canciones han sido
intercambiadas a través del servicio de Napster.
|