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Central Ralco:

Por la sangre guerrera

Años de conflictos entre las autoridades políticas y comuneros mapuches han terminado por perder de vista las verdaderas raíces del conflicto.

por Santiago Serrano y Daniel García

Hace pocos días, Rigoberta Menchú, premio Nobel de la paz, dio una conferencia en Radio Tierra acerca de los pueblos originarios de América Latina. Con una voz suave hizo llegar su mensaje a todos los auditores. A su lado, Berta Quitremán, emblemática opositora al proyecto hidroeléctrico Ralco, espero pacientemente su turno.

Una vez que la guatemalteca finalizó fue la oportunidad de la pehuenche. La suavidad se había terminado, Berta Quitremán no viaja por el mundo evitando guerras y muertes, muy por el contrario ella es un de las principales protagonistas de una lucha muchas veces silenciosa. Lucha que tiene directa relación con la muerte, con el reposo de los antepasados y la sobrevivencia de una cultura por sobre otra que arrasa lo que toca de manera parasitaria. Berta Quitremán agredió apenas comenzada su intervención, agredió a todos sus auditores, "los huincas indolentes que no quieren escuchar".

Ralco se ha convertido en un nombre cada vez más recurrente en los medios de prensa. Los pehuenches han iniciado una lucha que muchos consideran una nueva guerra de Arauco. Sin embargo, los objetivos son simples: evitar la construcción de una central hidroeléctrica que inundaría terrenos sagrados para ellos. Difícil comprender que algunos no estén dispuestos a permutar sus terrenos por otros más productivos, extensos y cómodos. Pero la importancia de la tierra, de quienes la pisaron anteriormente y de las energías que esta posee, sigue siendo determinante para quienes aún no se han occidentalizado.

Por su parte el gobierno considera que el proyecto Ralco es una contribución a la demanda energética del país para la próxima década, especialmente ante la incertidumbre frente al precio y al abastecimiento futuro de hidrocarburos. Tema fundamental para quien administra un país.

Dentro de esta pugna, el 3 de octubre último se confirmó una propuesta respecto a la baja de cotas de inundación. Esto sucede luego que el gobierno de Lagos se propuso conjugar la ley indígena que asegura a las etnias el derecho a disponer de sus tierras. Esto con el interés de lograr la conclusión del proyecto de la central hidroeléctrica situada en el Alto Bío Bío. Según el gobierno se está trabajando para que las partes en conflicto logren un acuerdo que no implique que las últimas siete familias pehuenches abandonen territorios considerados sagrados y ancestrales.

Comenzaron siendo 93 las familias afectadas por el proyecto Ralco, pero sólo con siete no ha sido posible llagar a un acuerdo. Según Endesa, el resto de las familias fueron trasladadas a otros terrenos donde han mejorado ostensiblemente su calidad de vida

En lo que va transcurrido del año la empresa y las familias que se oponen al proyecto han hecho callados y considerables avances en torno a consensuar fórmulas que permitan la ejecución de la obra, reafirmando al mismo tiempo la voluntad de algunos habitantes pehuenches de no abandonar sus tierras que podrían quedar inundadas.

En dicho escenario, se propuso una importante modificación del proyecto Ralco en lo concerniente al área que será inundada. La propuesta plantea que parte o la totalidad de las tierras de quienes se oponen al proyecto hidroeléctrico no queden bajo el agua.

Así se evitaría que el conflicto recaiga en lo judicial y se respete, tal como lo quiere el gobierno, el precepto de la Ley Indígena, que establece que no se puede disponer de suelo indígena sin el consentimiento de sus habitantes.

Por su parte la generadora eléctrica Endesa Chile, controlada por Endesa España, anunció el aplazamiento en medio año, hasta diciembre de 2003, de la puesta en marcha de la central hidroeléctrica Ralco, ubicada a más de 600 kilómetros al sur de Santiago
Inicialmente, la compañía había programado la puesta en marcha de la generadora para julio de 2003. Se adujo que esto se debía a fuertes lluvias que habían afectado los trabajos El nuevo programa de obras además contempla el desvío del río Bío Bío.

Con 570 megavatios y con una inversión de 500 millones de dólares, la hidroeléctrica forma parte de un gran proyecto que prevé la construcción de otras cinco centrales en la zona para abastecer de energía eléctrica a la región central de Chile.