Hace
pocos días, Rigoberta Menchú, premio Nobel de la paz,
dio una conferencia en Radio Tierra acerca de los pueblos originarios
de América Latina. Con una voz suave hizo llegar su mensaje
a todos los auditores. A su lado, Berta Quitremán, emblemática
opositora al proyecto hidroeléctrico Ralco, espero pacientemente
su turno.
Una vez que
la guatemalteca finalizó fue la oportunidad de la pehuenche.
La suavidad se había terminado, Berta Quitremán no
viaja por el mundo evitando guerras y muertes, muy por el contrario
ella es un de las principales protagonistas de una lucha muchas
veces silenciosa. Lucha que tiene directa relación con la
muerte, con el reposo de los antepasados y la sobrevivencia de una
cultura por sobre otra que arrasa lo que toca de manera parasitaria.
Berta Quitremán agredió apenas comenzada su intervención,
agredió a todos sus auditores, "los huincas indolentes
que no quieren escuchar".
Ralco se ha
convertido en un nombre cada vez más recurrente en los medios
de prensa. Los pehuenches han iniciado una lucha que muchos consideran
una nueva guerra de Arauco. Sin embargo, los objetivos son simples:
evitar la construcción de una central hidroeléctrica
que inundaría terrenos sagrados para ellos. Difícil
comprender que algunos no estén dispuestos a permutar sus
terrenos por otros más productivos, extensos y cómodos.
Pero la importancia de la tierra, de quienes la pisaron anteriormente
y de las energías que esta posee, sigue siendo determinante
para quienes aún no se han occidentalizado.
Por su parte
el gobierno considera que el proyecto Ralco es una contribución
a la demanda energética del país para la próxima
década, especialmente ante la incertidumbre frente al precio
y al abastecimiento futuro de hidrocarburos. Tema fundamental para
quien administra un país.
Dentro
de esta pugna, el 3 de octubre último se confirmó
una propuesta respecto a la baja de cotas de inundación.
Esto sucede luego que el gobierno de Lagos se propuso conjugar la
ley indígena que asegura a las etnias el derecho a disponer
de sus tierras. Esto con el interés de lograr la conclusión
del proyecto de la central hidroeléctrica situada en el Alto
Bío Bío. Según el gobierno se está trabajando
para que las partes en conflicto logren un acuerdo que no implique
que las últimas siete familias pehuenches abandonen territorios
considerados sagrados y ancestrales.
Comenzaron siendo
93 las familias afectadas por el proyecto Ralco, pero sólo
con siete no ha sido posible llagar a un acuerdo. Según Endesa,
el resto de las familias fueron trasladadas a otros terrenos donde
han mejorado ostensiblemente su calidad de vida
En lo que va
transcurrido del año la empresa y las familias que se oponen
al proyecto han hecho callados y considerables avances en torno
a consensuar fórmulas que permitan la ejecución de
la obra, reafirmando al mismo tiempo la voluntad de algunos habitantes
pehuenches de no abandonar sus tierras que podrían quedar
inundadas.
En dicho escenario,
se propuso una importante modificación del proyecto Ralco
en lo concerniente al área que será inundada. La propuesta
plantea que parte o la totalidad de las tierras de quienes se oponen
al proyecto hidroeléctrico no queden bajo el agua.
Así se
evitaría que el conflicto recaiga en lo judicial y se respete,
tal como lo quiere el gobierno, el precepto de la Ley Indígena,
que establece que no se puede disponer de suelo indígena
sin el consentimiento de sus habitantes.
Por
su parte la generadora eléctrica Endesa Chile, controlada
por Endesa España, anunció el aplazamiento en medio
año, hasta diciembre de 2003, de la puesta en marcha de la
central hidroeléctrica Ralco, ubicada a más de 600
kilómetros al sur de Santiago
Inicialmente, la compañía había programado
la puesta en marcha de la generadora para julio de 2003. Se adujo
que esto se debía a fuertes lluvias que habían afectado
los trabajos El nuevo programa de obras además contempla
el desvío del río Bío Bío.
Con 570 megavatios
y con una inversión de 500 millones de dólares, la
hidroeléctrica forma parte de un gran proyecto que prevé
la construcción de otras cinco centrales en la zona para
abastecer de energía eléctrica a la región
central de Chile.
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