"Ante
las turbulencias y problemas que se han presentado en la economía
mundial…" -señaló el 19 de abril el ministro
de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre- "…es necesario reaccionar,
porque la economía chilena no se puede manejar con piloto
automático", aclaró. Luego de estas palabras,
presentó un paquete de 15 medidas para reformar el mercado
de capitales que, de ser aprobadas en el Congreso, "van a permitir
retomar el crecimiento de 6 o 7% que nos caracterizó en el
pasado y serán eficientes factores pro empleo con un fuerte
apoyo interno a la inversión", explicó el ministro.
"Las
medidas al mercado de capitales no buscan reactivar, pero ojalá
lo hagan", precisó días más tarde el Presidente
Ricardo Lagos.
El
gobierno se jugaba de esta forma una nueva carta para tentar a los
inversionistas, ya que el proyecto incluye puntos tan liberales
como la eliminación parcial del impuesto a las ganancias
de capital. Sin embargo, aunque el anuncio fue aplaudido moderadamente
por algunos sectores empresariales, no logró terminar con
las desconfianzas que entrampan la reactivación económica.
Tanto
así, que en los mismos diarios que titulaban "15 medidas
para alentar mercados" (El Mercurio Online: www.emol.com)
y "Plan económico para reactivar a mediano plazo"
(La Tercera en Internet: www.latercera.cl),
aguantaban en sus páginas interiores un lapidario inserto
financiado por la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) que rezaba
en letras grandes y negras: "Otro frenazo para los chilenos",
en alusión a las reformas laborales que se tramitan en el
Legislativo.
Según
el comunicado, estas leyes son malas para los empresarios, los trabajadores
y los jóvenes que buscan empleo. "Exigimos a los políticos
que buscan la aprobación de esta reforma asumir la responsabilidad
de los efectos que ella tendrá sobre el empleo", sentencia.
Se
genera así un diálogo de sordos. El gobierno no entiende
porque la baja de tasas, las libertades en el tipo de cambio y todas
sus iniciativas no hacen eco en la sociedad. Por su parte, amplios
sectores del empresariado miran con recelo el devenir de las reformas
laborales y tributarias, alzan la voz ante la señal de paralizar
las privatizaciones y se niegan a conversar sobre un nuevo salario
mínimo.
En
La Moneda, ante la posibilidad de que los grandes empresarios actúen
bajo criterios netamente políticos, se ha optado durante
el último período en enfocar los esfuerzos hacia los
dineros de las Pymes y de los inversionistas externos. "Mejor
que los locales se pongan las pilas, si no van a llegar demasiados
extranjeros a hacer lo que ellos no quieren", arremete el Presidente
Lagos.
La
falta de confianza del empresariado nacional se hizo patente en
una encuesta realizada durante el último encuentro del Instituto
Chileno de Administración Racional de Empresas (Icare), el
pasado mes de marzo. En dicha oportunidad el 55% de los asistentes
calificó de negativa o muy negativa la percepción
de la economía chilena y sólo un 12% se manifestó
optimista. Por esta razón, 1.500.000.000 de dólares
provenientes de empresarios chilenos están a buen recaudo
en los bancos de Islas Caimán en vez de ser invertidos en
el país, según lo denunció el senador (DC)
Alejandro Foxley.
Finalmente
ambos sectores –gobierno y empresarios- mantienen una elevada y
metafórica discusión sobre que tan firme va el timón
del barco, hacia adonde apunta la proa, o que tan grande es la tempestad.
Recesión
sicológica
Desconfianzas,
pesimismo, incertidumbre… palabras propias de la sicología
abundan en los discursos de la economía actual. Los analistas
del área coinciden en detallar el complejo panorama internacional
–como la desaceleración de Estados Unidos o el remezón
de Argentina- que repercute en mayor o menor medida en la situación
interna. El experto en economía internacional, Francisco
Garcés sostiene que: "la economía se está
deteriorando en su conjunto, pero con mayor intensidad en Estados
Unidos, Japón y otros países de Asia, como Indonesia,
Hong Kong y Taiwán, que son importantes socios comerciales
de Chile".
Sin
embargo, para no echarle la culpa al empedrado, ciertas reflexiones
apuntan a que las nulas señales de reactivación se
deben a un conflicto latente entre el gobierno y grupos empresariales.
En este sentido, los privatizados políticos Andrés
Allamand (RN) y Jorge Schaulsohn (PPD) no trepidaron en unir sus
voces para denominar "recesión sicológica"
al actual escenario por el que atraviesa el país.
En
un documento conjunto plantearon que en la coalición de gobierno
no hay un real consenso en torno al modelo económico: "por
un lado están quienes valoran los logros de sus gobiernos,
adhieren a la economía social de mercado. Por el otro, están
quienes siguen considerando a la economía de mercado una
"hija ilegítima". Todo ello tiene un doble impacto negativo:
siembra la incertidumbre en los agentes económicos y paraliza
la toma de decisiones al interior del propio gobierno", señalan.
En
este marco, muchos economistas y empresarios piden mayor liderazgo
gubernamental y claridad en las decisiones. "Me gustaría
que el Presidente fuera un gran animador", afirmó el
presidente de Sonda, Andrés Navarro. "El gobierno debe
ser un conductor, no un seguidor", advirtió el economista
de la Cepal (www.eclac.cl) ,
Ricardo Ffrench Davis. "A Lagos se le percibe como un Presidente
distanciado que no ejerce un mando sobre los partidos, que no ordena
la discusión interna", señala Roberto Méndez,
director de Adimark.
Más
drástico es Felipe Lamarca, presidente de la Sofofa al señalar
que "el tratamiento está mal aplicado, la receta es
mala y hay que rogarle al doctor que por favor la cambie".
La
crisis de la demanda
En
este ambiente caótico, el consumidor tampoco sabe que esperar.
Y en esa desconfianza no se atreve a adquirir productos, a la espera
de que ocurra cualquier cosa. En concreto a lo que más teme
es a la pérdida de su empleo.
La
desconfianza del consumidor, ha hecho disminuir la demanda de todos
los productos. Las empresas siguen produciendo la misma cantidad,
pero las ventas han bajado, con lo que se producen pérdidas,
esto genera la necesidad de disminuir costos, es decir, despedir
empleados.
Se
genera así, una especie de circulo vicioso, que no ve por
donde pueda acabar. Ya que los consumidores no tienen el deseo de
aumentar sus gastos, tal como indica la leve caída del 0,1%
en las ventas del comercio durante el primer trimestre del 2001.
Por
esto, el gobierno debe lograr bajar la cifra de desempleo, aunque
sea con medidas temporales, señala el decano de la facultad
de Ciencias Económicas y Administrativas, Ricardo Paredes.
"Aunque puedan ser discutibles, los programas de empleo son
medidas adecuadas para la coyuntura", afirma. Según
este criterio, de disminuir la cifra de desempleo, aumentaría
la confianza, el consumo y la inversión.
Esto
sólo en caso que el desempleo no sea un problema estructural
derivado del modelo económico como sentencia en el diario
El Siglo (www.elsiglo.cl) Hugo
Fazzio director del Centro de Estudios de Desarrollo Alternativo
(CENDA). Fenómeno que es presentado por el Banco Central
–señala Fazzio- "como un factor ajeno a las políticas
seguidas y frente al cual solo cabría resignarse".
Foto:
BBDO
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