"Comercio
a base de intercambiar productos sin utilizar dinero o crédito''.
Así define la palabra trueque el diccionario enciclopédico
ilustrado Sopena. Una explicación sencilla, pero que apunta
al corazón de este sistema.
El historiador
griego Heródoto describió la forma en que se efectuaba
el trueque en las antiguas civilizaciones. Los primeros comerciantes
fenicios, griegos y cartagineses descargaban sus mercancías
en las costas de la península de Hispania y luego se retiraban.
Los nativos colocaban al lado del alijo aquello que querían
intercambiar y también se alejaban. Los mercaderes mediterráneos
volvían, evaluaban la propuesta y recogían parte de
los artículos. De acuerdo a su valoración podían
añadir nuevos productos.
Quienes dieron
mayor resonancia a esta práctica fueron los fenicios, cuyo
origen se remonta al año mil AC. Antes de que naciera el
concepto del dinero, esta raza de semitas-cananeos que vivía
a orillas del mar Mediterráneo, habría sido la primera
en utilizar el trueque.
Impulsados por
la difícil situación económica en que vivían
se lanzaron al mar para solucionar sus problemas. Gracias a esto
sus relaciones comerciales aumentaron y fundaron ciudades portuarias
como Biblos, Sidón y Tiro que al mismo tiempo sirvieron de
bodegas para las mercancías.
Con este modo de operar entre manos, los fenicios accedieron a mercancías
de otras latitudes. Pero el paso del tiempo trajo un sistema nuevo:
la compraventa con oro y plata. La esencia del trueque se perdió
porque dichos metales son equivalentes al dinero de hoy.
Sin embargo, las permutas se desarrollaron paralelamente en distintas
y lejanas culturas. Consta en documentos que el trueque fue el modo
más común entre los pueblos autóctonos de América
para comercializar sus productos. Principalmente los aztecas, mayas
e incas lo practicaron.
Asimismo, la
experiencia del canje en Chile se remonta a sus pueblos originales.
Culturas como la aymara o la mapuche aún ejercen el sistema
que posteriormente fue trasmitido a la población criolla
conformada por campesinos y sectores populares urbanos.
Diversas formas
de cooperación no lucrativas han permanecido en el tiempo:
la minga, las vueltas de mano y la trilla, por nombrar algunas,
han constituido estrategias de supervivencia y de desarrollo bastantes
eficaces en estos segmentos de la población. Desde este punto
de vista el trueque está internalizado en la cultura nacional.
Es probable que esta sea la explicación a la facilidad con
que está tomando fuerza el trueque en este siglo.
La fiebre
trasandina
Nacieron como
respuesta a la crisis económica, la falta de trabajo y recursos.
Fueron potenciados por la mínima presencia de circulante
que arrastró el "corralito bancario". Ahora, los
clubes de trueque en Argentina son el ámbito donde millones
de ciudadanos se han procurado una digna economía de subsistencia.
La red de contención
social que representan estos grupos es primordial. Alrededor de
dos y medio millones de personas ya han entrado a este circuito
de intercambio que cuenta a unos cinco mil conjuntos en el país.
Estos moverían a diario unos tres millones de kilos de comida.
La Red Global
del Trueque, así se le conoce en el país trasandino,
surgió en 1995 como iniciativa de un piquete de agricultores
que estaban imposibilitados de acceder al mercado formal. Empezaron
por cambiar sus productos y pronto ya tenían una primera
feria. Desde ese entonces, y mientras la crisis económica
del vecino país se hacía cada vez más aguda,
los "nodos'' -lugares donde se reúne la gente- se multiplicaron
en forma asombrosa.
Básicamente,
cada club pide cinco dólares como cuota de incorporación.
A cambio recibe 50 unidades de la única moneda que se acepta
dentro de la feria y que es llamado "crédito".
Ésta sirve para pagar por los productos y servicios requeridos.
Esta dispositivo
monetario está inspirado en las teorías del economista
germano-argentino Silvio Gessel. Éste cree que la explotación
del trabajo humano se debe a fallas estructurales del sistema monetario
y al contradictorio doble papel del dinero, como medio de intercambio
y de acumulación de poder. Para que esto no ocurra, según
los defensores del trueque, la moneda debe ser perecedera u "oxidable",
cuya acumulación resulte contraproducente.
El funcionamiento
de los clubes de trueque es muy simple. Cada uno de ellos se reúne
hasta dos veces por semana en un colegio o sede vecinal. Sólo
en la ciudad de Mendoza operan 700 grupos. Las transacciones comienzan
al llamado de una orden, similar a la apertura de la bolsa de Nueva
York. Una vez a la semana, se realizan mega ferias donde participan
decenas de estas asociaciones de "prosumidores", término
acuñado por los participantes y que nace de la combinación
de productores y consumidores.
Los límites
para los cambios están sólo en la imaginación.
Un pastel, un cuadro al óleo, lechugas o un chaleco tejido
a mano, pueden ser trocados por un corte de pelo, un mueble, pañales
o un par de canarios. Adentro del ruedo no se ve dinero, e incluso
hay listas de precios para que ningún "prosumidor''
especule. Si se le descubre cobrando más de la cuenta recibirá
un castigo pecuniario o la expulsión. Existen coordinadores
que fiscalizan la actividad.
En sólo
siete años el trueque nuevamente ha surgido con fuerza en
Argentina. Según los prosumidores, más del 80% de
las necesidades básicas de una familia se satisfacen con
esta práctica. Para otros ésta es la única
forma de resolver los problemas inmediatos de la gente, la alternativa
a una economía formal agonizante.
El
modelo criollo
Aunque el trueque
es para muchos una cuestión de culturas antiguas, lo cierto
es que desde hace dos años está en Chile. El influjo
de la experiencia argentina traspasó las fronteras.
El sociólogo
y coordinador del Club de Trueque de San Bernardo, Alejandro Salinas,
explicó a The Moroso que hoy existen cerca de 25 grupos en
el país. Distribuidos en las ciudades de Temuco, Concepción,
Viña del Mar, San Felipe, Los Andes, Talca, San Javier, Paine,
La Pintana, Maipú, El Bosque, La Serena y Buin, entre otras.
El promedio de participantes es de 200 personas por conjunto.
Salinas señaló
que "las personas que no tienen acceso al dinero, o que tienen
un acceso limitado a él, pueden perfectamente satisfacer
sus necesidades mediante esta práctica''. Agregó que
en esto radica la mayor ventaja del sistema.
A diferencia
de los argentinos, que poseen el "crédito'', en Chile
se está promoviendo la idea de que cada feria emita una moneda
propia. Según Salinas, esto permite una identificación
de la comunidad con ella y un control más eficiente sobre
la misma. "En el caso de San Bernardo, esta moneda se llama
´canelo´ y equivale a un kilo de pan", explicó
el profesional a The Moroso.
Salinas reconoce
que actualmente no es posible vivir solamente del trueque, por esta
razón lo considera un complemento importante para aquellas
personas que no tienen acceso al dinero formal. "En ese sentido,
es funcional y útil", sentenció.
En el país
existen dos modalidades de trueque: el directo, donde las personas
son capaces de acordar el precio de los productos o servicios, y
el indirecto en que se realiza el intercambio a través de
la moneda social. Con este parámetro se soluciona, a juicio
de Salinas, el problema de las equivalencias entre la oferta y la
demanda.
La moneda social
se puede adquirir a cambio de productos, entregando parte de la
producción u ofertando los servicios ante el banco social.
En el club de San Bernardo se entrega un máximo de diez "canelos''.
La organización
de la feria cuenta con un "almacén social'' que hace
recircular aquellos productos adquiridos a cambio de las monedas.
Con ello se respalda el sistema y se garantiza que "siga cumpliendo
con la función de satisfacer necesidades", advirtió
Salinas.
Una estrategia
de supervivencia
Para el economista
Claudio Lara, coordinador del programa de economía internacional
de la Oficina Regional para América Latina y el Caribe, Consumer
International, el trueque es un medio de sobrevivencia. En su opinión,
el sistema surgió a raíz de la crisis económica
argentina que mermó el poder adquisitivo de las personas.
El profesional
señaló a The Moroso que la mercantilización
de nuestra sociedad aumentó aceleradamente durante los noventa,
producto de los diferentes modelos económicos que se han
aplicado. Añadió que por ello el tema de acceso al
mercado es un tópico fundamental dentro de la región.
"En períodos
de crisis las personas, con bastante creatividad, comienzan a intercambiar
los diferentes bienes y servicios que tienen a su disposición'',
subrayó el economista.
¿Qué
representa el trueque para la ideología liberal?
"El trueque
no es muy bien visto entre quienes promueven el mercado. Lo paradojal
de esto es que dentro de la ideología liberal la única
forma en que una sociedad pueda funcionar es mediante la totalización
de los mercados. Lo que está ocurriendo acá es que
alguien que le sale al camino a esa totalización, le sale
al camino por fuera, como una propuesta alternativa''.
Muchos
tienen la idea de que el trueque es un sistema arcaico...¿lo
considera un retroceso?
"Lo veo
como un mecanismo que permite enfrentar una situación crítica
en un momento determinado. Si uno lo concibe así, obviamente
no puede ser una alternativa al mercado a largo plazo. Más
bien el trueque es una alternativa para los sectores excluidos de
la sociedad.
¿Qué
efectos produce este sistema de intercambio en la economía
formal?
"Yo creo
que conlleva más efectos políticos e ideológicos
que efectos propiamente económicos. Al final el trueque,
por muy extenso que sea, como es el caso de Argentina, no le agrega
ni le quita al mercado. Más bien lo coloca en cuestión,
en términos ideológicos".
¿Qué
ha puesto en evidencia el renacimiento del trueque?
"Lo que
está detrás es el fracaso de una determinada forma
de organizar la economía. No solamente en términos
técnicos, sino más bien de tipo ideológico.
Es un país (Argentina) que trató de aplicar al extremo
las políticas de liberalización (impuestas por el
Fondo Monetario Internacional) . Lo que está detrás
es el fracaso de este tipo de políticas''.
¿Cuáles
son sus principales limitantes?
"Siempre
se ha señalado que el trueque tiene dos límites. El
tema de lo engorroso que significa llevar adelante un trueque, dicho
en términos económicos la falta de eficiencia del
intercambio en ese plano, y el tema de la dificultad para llevar
adelante los intercambios a gran escala. El trueque sólo
es una alternativa dentro de una economía local y focalizada.
Está lejos de servir como un mecanismo eficiente para una
economía nacional o global.
Por último
el economista se refirió a que existen diferencias entre
el trueque tradicional o de las antiguas civilizaciones y el de
hoy. "Antes se utilizaba el cambio de bienes por bienes. Ahora
esto está intermediado por papelitos que tienen ciertos valores.
En el fondo es el rol del dinero'', concluyó.
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