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I S T O R I A
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por
Daniela Estrada
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Se estima que en el mundo se realizan cerca de 5 mil millones de lecturas de códigos de barra al día y que en Chile circulan más de 500 mil productos identificados con este sistema. Por lo menos esas son las cifras que maneja una de las empresas encargadas de administrar esta revolucionaria tecnología y de paso promover el uso de estándares de identificación en todo el orbe. Hablamos de la International Article Numbering Association -EAN-Internacional- creada en 1977 por representantes de la industria y del comercio de doce países europeos, pero que hoy cuenta con cerca de 100 países inscritos, incluído Chile. Y cómo no, si en estos momentos el código de barras se ha transformado en una herramienta de trabajo esencial para las múltiples actividades comerciales que se realizan a cada minuto a nivel global. Las principales ventajas asociadas a esta tecnología - rapidez y seguridad en la transmisión de la información- no sólo son reconocidas por los empresarios que ven mucho más rentables sus negocios gracias a la automatización del sistema, sino también por los millones de consumidores que ven agilizadas sus compras diariamente. Sólo basta darse una vuelta por algún supermercado para comprobarlo. Pero hay más.
Hoy podemos apreciar cómo esta herramienta se está extendiendo
a sectores que poco o nada tienen que ver con las transacciones comerciales.
Un ejemplo: hace poco se anunció que una importante cárcel
de nuestro país comenzaría a utilizar esta tecnología
para identificar a las personas que visitasen a sus familiares privados
de libertad.
Un poco de historia Actualmente, EAN-Internacional define a esta herramienta como "una identificación única y no ambigua de un producto, localización y/o servicio que se representa mediante un símbolo compuesto por barras oscuras y espacios claros paralelos entre sí y de anchos variables". En concreto, hablamos de 3 grandes tipos códigos. Los numéricos, utilizados para identificar productos de venta directa al público; los alfanuméricos, compuestos por números y letras con el fin de entregar información adicional como el número de lote o la fecha de elaboración y los bidimensionales, que han empezado a usarse en documentos que requieren el envío de mensajes más grandes, como un expediente clínico completo. Pero el primer código de barra de la historia, patentado por Noman Woodland y Bernard Silver al finalizar la década del '40, poco se parecía a los actuales. Estaba hecho a base de círculos concéntricos y era leído por un fotodetector. Todavía no aparecía la identificación estándar (1972) capaz de contener una información única y restaban bastantes adelantos tendientes a perfeccionar los aparatos capaces de leer sin problemas la información que ellos contenían. En 1961 apareció
el primer escáner fijo de códigos de barras instalado
por Sylvania General Telephone en Estados Unidos. Este aparato leía
barras de colores rojo, azul, blanco y negro identificando vagones de
ferrocarriles. Siete años después, la Asociación
de Ferrocarriles de ese mismo país utilizó este sistema
para el control de tránsito de embarques. El proyecto no duró
mucho por falta de adecuado mantenimiento de las etiquetas conteniendo
los códigos. Código
estándar La filial de EAN-Internacional en nuestro país fue inaugurada en 1989, año en que se insertó este estándar global de codificación e identificación. Según señala Segovia, actualmente nuestro está muy bien posicionado en este tipo de tecnología, sobre todo en lo que dice relación con la identificación de productos de venta directa al público -los que se encuentran en supermercados, por ejemplo-. Además, en estos momentos la empresa está trabajando en proyectos que logren sacarle un mayor valor agregado al sistema, sobre todo considerando que no existe mayor competencia en el sector. Sitios relacionados:
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