N A C I O N A L
La Iglesia Católica:
Los mercados de artículos religiosos son la parte visible de un negocio de "proporciones biblicas"
Una gran empresa de fe

Los misterios de Cristo no son los únicos que guarda la Iglesia Católica. La totalidad de sus bienes también es un secreto. Así como en el resto del mundo, en Chile esta institución tiene la estructura de una empresa que maneja sus bienes como lo hace con la fe… algo que no se ve y en lo que sólo debes creer.

por Daniela Flores y Marcia Vera

La Iglesia católica ha sido una de las instituciones más poderosas a lo largo nuestra historia. Varios investigadores han publicado libros sobre ella. Por un lado, están los historiadores que postulan que ha ejercido su influencia en cuestiones políticas, civiles o propias del Estado desde los comienzos de nuestra incipiente nación.

También están aquellos católicos que sostienen que la actitud del clero ha sido más bien moderada y cautelosa, como corresponde a representantes de intereses no terrenales en este mundo.

Sin embargo, en lo que se refiere a sus bienes no hay investigaciones acuciosas que desvanezcan los misterios que la rodean. La Iglesia, por su parte, mantiene el más absoluto hermetismo y no demuestra ningún interés por esclarecer el tema.

Más bien, opta por manejar el cálculo de sus bienes de la misma forma en que inculcan la fe: algo incuestionable e invisible.

La relación entre ambos va a más allá de cómo se conciban. Sin la fe, la Iglesia no podría mantener la lógica que la sustenta desde hace siglos. Por su parte, los bienes de la institución posibilitan el “marketing” de esa fe.

Para comprobar lo anterior, basta estudiar el caso de la Iglesia Católica en Chile. Cada fin de semana miles de fieles acuden a los distintos templos y santuarios repartidos en el país. Rezan, pagan mandas y luego se juntan en pequeños mercados repletos de crucifijos y estatuas de los santos más populares. Compran algo “para que proteja la casa”. Otros tantos prefieren las librerías al interior de los recintos religiosos y compran los productos oficiales.

Sin embargo, la difusión del mensaje religioso hace mucho tiempo dejó de ser exclusivo de los lugares de oración. Universidades, editoriales y medios de comunicación, incluido Internet, son algunos de los instrumentos que la Iglesia tiene para “llevar la palabra de Dios”. Todos de su propiedad.

Iglesia virtual

Las librerías católicas han trasladado sus productos a nuevas vitrinas: internet es uno de las más importantes.

Hace trece años se creó la editorial “Tiberiades”, dependiente del arzobispado de Santiago. Luego de aplicar varias estrategias económicas para mantenerse vigentes en el mercado y poder autofinanciarse, decidieron modernizar su funcionamiento. En 1998 subieron sus publicaciones a Internet en forma de catálogo.

Alfonso Valenzuela, administrador de “Tiberiades”, afirma que difundir sus libros de esta manera “es una buena forma de llevar el mensaje de la Iglesia a los fieles y a quienes no conocen la palabra de Dios”.

Para llegar al catálogo sólo basta navegar por las páginas electrónicas de la Iglesia. Sí, la institución y sus distintas dependencias, arzobispados, vicarías, consejo episcopal, etc., tienen su propio portal en la Web.

En ellas se entrega información sobre las normas eclesiásticas, los sacramentos, las actividades de la Iglesia y las noticias relacionadas a la Institución. Si bien no todas tienen los mismo contenidos, en cada una de ellas destaca en rojo un enlace para “contribuir on line” con el uno por ciento que la Iglesia le pide a los fieles dar de sus sueldos.

Con tarjeta de crédito o a través del sistema Webpay de Transbank se puede ser “responsable con la misión de la Iglesia”. Sin embargo, la contribución también se puede descontar a través de las cuentas corrientes o CMR.

Según señala la misma página “con este dinero se financia en parte el trabajo pastoral, se pagan los gastos de mantención de parroquias y capillas (luz, agua, gas), se construyen nuevas capillas, se cancela un subsidio mensual a los sacerdotes, se capacitan y preparan nuevos catequistas y así los gastos suman y suman…”

La experiencia chilena es sólo un ejemplo. Internet es útil para la Institución Eclesiástica mundial, tanto así, que ya se habla de venta de sacramentos on line y de pecados que un fiel puede cometer a través de la red.

A pesar de esta aparente transparencia en la entrega de información y vías de recaudo, el acceso no es el mismo a la hora de calcular los bienes de la Iglesia Católica.

Los misterios nunca develados

El santuario de Sor Teresa de Los Andes, es una de las tantas propiedades que la Iglesia Católica tiene en Chile.

La estructura de la Iglesia Católica está compuesta por varias unidades de cleros, congregaciones y comunidades distintas. De esta manera, su influencia abarca la mayoría de los sectores y la totalidad de sus bienes es incalculable.

La Santa Sede tiene tres fuentes principales de financiamiento: las contribuciones voluntarias de grupos e individuos particulares, los intereses producidos por las inversiones del Vaticano y el Instituto para las Obras Religiosas, popularmente conocido como Banco del Vaticano. Se le atribuyen a esta institución reservas de más de 11.000 millones de dólares, participación en muchos otros bancos y empresas, e innumerables propiedades inmuebles en todo el mundo.

Como toda empresa, la Iglesia Católica tiene diseminado sus inversiones en diversas áreas: la banca internacional, la prensa y los bienes raíces.

Los bienes eclesiásticos, al momento de su venta, están protegidos por el derecho canónico, el que establece en su código que toda enajenación (compraventa) del patrimonio estable o todo acto que conlleve la transmisión de una propiedad de la Iglesia, debe cumplir con determinados requisitos, así como la petición de licencia a la autoridad eclesiástica competente. Es decir, debe cumplir con numerosas formalidades como establecer una “causa justa” que justifique su venta y luego una tasación de peritos escrita.

El Código Canónico establece, además, que la cantidad de dinero que se recibirá de la venta del inmueble o propiedad estará establecida por las Conferencias Episcopales.

En Chile la Iglesia Católica, como lo establece la ley de IVA, no paga impuestos al fisco.

Si bien en nuestro país está en circulación un directorio de teléfonos y direcciones, “La Guía de la Iglesia 2003”, de las propiedades ligadas a esta institución, realizada por la Eccla (Equipo de Comunicaciones Claretiano), lamentablemente no incluye la totalidad de la información al respecto. En ella podemos encontrar varias radioemisoras, más de seis Editorales, propiedades, terrenos, universidades, colegios, organismos de ayuda social, etc

La diócesis (Clero Secular) más rica en Chile es la de Santiago. Allí trabajan alrededor de mil personas y posee un número incalculable de propiedades. “La Iglesia es como la casa de una señora muy vieja, tiene lleno de cosas: cuadros, muebles, tantas cosas que es imposible saber la cantidad. Con decirte que existen como 300 ó 400 casas súper antiguas que son un cacho; por ellas se cobran arriendos de menos 20 mil o 50 mil pesos”, afirma un sacerdote de la diócesis de Santiago que prefiere mantener su nombre en el anonimato.

Por su parte, Los Jesuitas (Clero regular) poseen muchas parroquias, residencias y comunidades en casi todo Chile, transformándose en una de las órdenes más ricas. Una de las instituciones más importantes ligadas a ellos es el Hogar de Cristo, el que funciona a través de donaciones de sus socios cada año, de los vueltos en los supermercados y campañas solidarias.

Primera Transnacional

Entonces, ¿cuál sería la diferencia entre una institución religiosa y una empresa? La Iglesia católica perfectamente se podría comparar con una transnacional y ser la más antigua del mundo.

Tal como aquellas, no está enraizada en un solo lugar ni es propia de un país determinado. Por el contrario, tiene sucursales en gran parte del orbe. Sus empleados son de diferentes nacionalidades. Posee una estructura piramidal, con un presidente, el Papa, y una mesa directiva, elegidos por los accionistas, el colegio de cardenales. A su vez, el poder desciende por los órganos consultivos hasta los gerentes de cada país, arzobispos regionales, los obispos y los vendedores del producto, los curas.

¿Y qué es lo que exporta esta transnacional? Activos intangibles a futuro. La característica económica esencial de este activo es su capacidad potencial de generar un flujo de ingresos o beneficios en el futuro, no en el presente. En este caso, la fe de la salvación en la otra vida. Pero como la gente no ve lo que está comprando es necesario un acto de fe, para convencerse del producto aunque no pueda mirarlo. Mientras la humanidad sufra seguirá intacto el negocio de la fe, pues estará presente el deseo y el anhelo de salvación.

Al plantearle la similitud entre la Iglesia y las transnacionales, Mario Alvarez -voluntario de la congregación Salesiana- señala que “una empresa tiene el fin de la propiedad en sí misma, tener por ganar plata. En la Iglesia, siempre la propiedad ha tenido un sentido de trascendencia, de que las cosas tienen que ser para algo”.

“No es la propiedad por la propiedad. Sin embargo, no estoy diciendo que las influencias sean siempre positivas, de repente sí puede existir el deseo de controlar algo para acaparar poder, pero otras veces ha sido usado para bienes sociales, como el desarrollo de las cooperativas, el desarrollo de los colegios. Para mí eso es la política en general de la Iglesia respecto a los bienes”, concluye Alvarez.

Si bien para la Iglesia la principal fuente de riquezas es el trabajo y, por tanto, el obtener dinero, especular en la bolsa sería cometer el pecado de usura.

Existen, sin embargo, congregaciones que operan tal como transnacionales. “Estas congregaciones relativamente nuevas, que han nacido con un esquema económico moderno como el Opus Dei y Los Legionarios de Cristo... son los dos que tienen incluso una política de captar dinero en las altas esferas económicas. Tú verás que siempre los Opus Dei están presentes en reuniones de gente rica e importante. También están metidos en universidades, en asuntos de comunicación social”, señala el sacerdote de la diócesis de Santiago.

Curiosamente el Opus Dei no aparece en “La Guía de la Iglesia 2003” lo que ayuda aún más a mantener en estricta reserva y absoluto misterio los bienes de la Iglesia Católica, por los siglos de los siglos… amén.

Existen numerosas investigaciones sobre el Banco del Vaticano y la muerte de Juan Pablo I.
Entre ellas está la de Yallop y su libro “En nombre de dios”, Gurwin y “El caso Calvo. La muerte de un banquero”, Sisti y Modolo, “El banco paga”, Di Fonzo, “El banquero de san Pedro”, Piazzesi y Bonsanti, “La historia del banquero Roberto Calvi”, y Doménech, “Las claves secretas de las finazas vaticanas”. De ellos se desprende que la mafia italonorteamericana utilizó las instituciones financieras del Vaticano para blanquear dinero sucio procedente del tráfico de drogas y otras actividades delictivas y que posteriormente, se transforma en un verdadero imperio financiero de dimensiones internacionales.

Desde la década de los ochenta este instituto se ha visto envuelto en una serie de escándalos cuando salieron a la luz sus deudas y denuncias de corrupción.

 

Sitios relacionados

www.iglesia.cl
www.eccla.cl
www.monografias.com